Análisis de ‘Las Manos’ y ‘El Niño Yuntero’ de Miguel Hernández: Poesía Comprometida
‘Las Manos’: Un Canto a la Lucha Obrera
Las Manos: El poema está escrito en versos alejandrinos y heptasílabos, agrupados en 13 serventesios de pie quebrado con rima consonante (ABAb). Esta forma estrófica tiene una estructura de 14, 14, 14, 7 (pie quebrado), influenciada por la poesía clásica del Siglo de Oro (Góngora, Quevedo) y las formas populares de la época, como en Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. La estructura también refleja una fusión de la tradición española y la poesía renacentista y barroca.
Además, se observa una influencia de poetas como Neruda, especialmente en la simbología de las manos; y Dámaso Alonso con su obra Hijos de la ira. Además, hay un distanciamiento tanto de las vanguardias como de la poesía barroca.
La obra se inserta en un contexto de guerra, la Guerra Civil Española, en la que Hernández se compromete. El poema refleja el enfrentamiento entre las clases trabajadoras, que representan las manos fecundas, y los ociosos que se aprovechan de ese trabajo.
El poema muestra una solidaridad con la gente que trabaja la tierra y denuncia la injusticia social y económica del campo español. Hernández utiliza las manos como símbolo de la lucha del trabajador rural frente a los poderes que explotan esa labor.
Se refuerza la idea de la lucha entre las dos Españas, utilizando metáforas, antítesis y un léxico cargado de imágenes bélicas y naturales como «relámpagos», «oleaje» y «primavera de alegres dentaduras».
Las manos son un tema central, ya que aparecen en varias ocasiones, como por ejemplo el enfrentamiento entre los que usan las manos para trabajar frente a los que no lo hacen y se aprovechan de ese trabajo. Esto se enlaza con otro de los temas del poemario, la descripción de la pobreza del campo, la reivindicación de la tierra para el que la trabaja y la solidaridad con los que laboran.
El poema tiene sentido épico, con figuras retóricas abundantes que expresan la violencia de la guerra y la lucha. Utiliza la metáfora, como en “la mano es la herramienta del alma”, la personificación de las manos en “muerden metales”, las sinestesias “estas sonoras manos” o en las antítesis entre los dos bloques dedicados a las manos que trabajan y las que no.
El poema es una reflexión sobre la pobreza, la lucha de clases y la solidaridad, insertándose dentro de la obra Viento del pueblo, un canto a la España rural y al compromiso social.
‘El niño yuntero’: Infancia Explotada y Resistencia
El niño yuntero: El poema está formado por 15 estrofas de versos octosílabos con rima consonante (abab cdcd…), estructuradas en 15 cuartetas. Se refleja la influencia de la poesía del 98, especialmente de Antonio Machado, a quien Miguel Hernández toma como referente.
La forma del poema es propia del género lírico, y su tono es amargo y más íntimo en comparación con otros poemas de Hernández, ya que aborda un tema central cercano y emocional como es la infancia.
El poema utiliza la figura del niño para representar la explotación y la opresión, especialmente de los niños campesinos. El poema refleja la dureza del trabajo agrícola a través de la figura de un niño que nace para trabajar bajo el yugo de la tierra. Los hijos son tratados como símbolos de esperanza para la lucha por el futuro del país, como una necesidad de seguir luchando.
El tono del poema evoluciona desde un inicio pesimista, que refleja la esclavitud y el sufrimiento del niño, hasta un mensaje final que, aunque no completamente optimista, muestra un impulso a continuar luchando. Utiliza paradojas “trae a la vida/un alma (…) vieja ya”; antítesis “empieza a vivir, y empieza a morir”. La «tierra» es personificada como una madre que castiga, y el niño experimenta el sufrimiento físico y emocional desde una edad temprana. El poema utiliza metáforas que recogen el sufrimiento infantil “y ya se sabe que el sudor/es una corona grave”. También utiliza símbolos, como el “yugo” o las imágenes de “la tierra” y el “arado”, que representan la lucha del niño y del pueblo. Miguel Hernández, con alegorías, habla de la indefensión del pueblo “Barbecho bajo su planta”.
El poema utiliza alegorías bíblicas y barrocas. Los símbolos de sufrimiento bíblico, como la “corona grave de sal para el labrador”, haciendo alusión a la corona de espinas o el “pan reñido”, reflejan el castigo y la lucha del niño campesino. También recurre a imágenes barrocas, como la inconsistencia de la vida, la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte, simbolizadas por términos como “alhaja de carne de cementerio” y “escucha la voz de la sepultura” o “tiene un vivir ceniciento”.
El poema es una crítica social, donde se describe la vida dolorosa del niño que a la vez son todos los niños del campo español, cuyo cuerpo y alma están marcados por la dureza de la labor. Sin embargo, hacia el final, el poema se convierte en un impulso a la lucha y resistencia, utilizando la figura del martillo como símbolo de lucha y justicia, invitando a los jornaleros a levantarse y cambiar su destino. Esta imagen resalta el deseo de cambiar las condiciones de vida y la lucha por la justicia social.