CUADRO TERCERO:
(Interior de la cueva donde vive la novia. Al fondo, una cruz con grandes flores rosa. Las puertas redondas con cortinas de encaje y lazos rosa. Por las paredes, de material blanco, uro, abanicos redondos, jarros azules y pequeños espejos).
La madre y el novio son invitados a pasar por una criada que se retira. A solas, hablan de las tierras, de lo lejos que están; son buenas, aunque de secano. Llega el padre de la novia y, tras los saludos de rigor, vuelven a centrarse en las tierras: las tierras de la novia producen esparto, son buenas, pero mejores las del novio; las viñas son más ricas. La pena es que no están juntas, pero no hay que pensar en vender, sino en comprar siempre. El padre se lamenta de no tener hijos varones que le hubieran ayudado; habría comprado las tierras hasta el arroyo. Las malas tierras, con buenos brazos, se hacen buenas.
Padre y madre ensalzan las virtudes de sus respectivos hijos y se ajustan para celebrar la boda el jueves siguiente, coincidiendo con el 22 cumpleaños de la novia. Solo entonces, el padre manda llamar a la novia. Esta llega y saluda a la madre, que le entrega los regalos. Los recibe con respeto, pero sin alegría. El padre los invita a una copa, que ellos rechazan porque él no bebe. Queda en regresar al día siguiente, a las 5. La novia sigue sin mostrar emoción. Se despiden; la madre besa a la novia y el padre los acompaña hasta la puerta.
Ya a solas, la criada le propone ver los regalos que le han traído, pero ella lo rechaza; parece no querer casarse, está desencajada e impide físicamente que la criada abra la caja. Por fin, va calmándose a medida que cambian de tema. La luz va desapareciendo del escenario. La criada le comenta que oyó anoche un caballo sobre las tres de la madrugada; era Leonardo. La novia lo desmiente: ¿a qué iría allí? Pero en ese momento vuelve a oírse un caballo y, efectivamente, se trata de Leonardo (TELÓN RÁPIDO).
FIN DEL ACTO PRIMERO
ACTO II
CUADRO PRIMERO
(Zaguán de casa de la novia. La novia y la criada en enaguas blancas).
La novia se sienta en una silla baja; va a acabar de peinarse para la boda, pero el calor lo impide en el interior. La novia culpa a esa tierra de que su madre se consumiera. La criada comienza a ponderar la vida de casada, pero la novia la manda callar. Cuando le prueba la corona de azahar, la coge y la deja caer, la cabeza abatida, y acaba tirándola al suelo. Ante las recriminaciones de la criada, se recompone; ella quiere a su novio, ha dado su consentimiento y es un paso muy grande, se disculpa. Cambian de tema: la iglesia queda a cinco leguas, ya vienen los invitados. Finalmente, se coloca la corona y la criada, entusiasmada, la besa, canta y baila a su alrededor.
Llaman a la puerta y la criada abre creyendo que son los primeros invitados, pero es Leonardo. Viene solo, se ha adelantado a caballo. Le pregunta por su hijo, pero no lo van a traer a la boda. Leonardo le pregunta, con intención, si el novio había llevado el azahar; las voces de la gente se van escuchando cada vez más cerca. Sale la novia y se le encara. La criada trata de terciar para que acaben los reproches que uno y otro se lanzan. Hubo una historia entre ellos y sigue viva. Leonardo sigue buscando la causa y la culpa de que lo suyo no tuviera buen fin. Cree que la novia se casa por orgullo y le advierte que él se equivocó al separarse de ella porque no logró más que echarse fuego encima. Sus palabras hacen temblar a la novia y la criada acaba cogiendo a Leonardo por las solapas para callarlo. Sin embargo, ambos insisten: ella en la debilidad que siente por él y él en la necesidad que tenía de confesárselo. Las voces, mientras, han seguido acercándose. La criada insta a Leonardo a que no vuelva a acercarse a la novia y, finalmente, sale por la izquierda mientras comienza ya a clarear.
Comienzan a entrar los invitados (muchacha 1, muchacha 2, mozo 1). Vienen cantando mientras otras voces fuera le hacen coro (muchacha 3, convidado). Entra el padre y se une a la fiesta. Por fin aparece la novia con traje negro. Lleva un peinado de visera con la corona de azahar. Entra el novio, seguido de la mujer de Leonardo, que los felicita. La madre se queja de la presencia de “esos”, y el padre de la novia la calma alegando que es un día de perdones. La novia tiene mucha prisa por llegar a la iglesia. Se marchan entre los cánticos de los asistentes que continúan.
La mujer pide a Leonardo que la acompañe en el carro, pero él se niega. Discuten. Ella tiene un hijo y otro que viene de camino. Siente cómo Leonardo no le pertenece y lo quiere para ella. Por fin, salen juntos. (TELÓN LENTO)