Análisis de «Los santos inocentes»
1. Denuncia social y la imagen de la España rural
A diferencia de otras obras de Delibes, la denuncia social en «Los santos inocentes» es explícita. El autor busca exponer la injusticia que sufren los desheredados y explotados, quienes simbolizan a todos los humillados. Delibes critica la España latifundista, donde los trabajadores viven resignados en grandes fincas que mantienen para el disfrute ocasional de sus dueños.
El universo se reduce a dos clases sociales: ricos y pobres. Se enfrentan dos modos de vida: el de los explotadores y el de los explotados. Se denuncia el desprecio y la arrogancia de los señoritos hacia sus sirvientes, pero también el conformismo de los pobres que ven sus ilusiones derrumbarse ante la voluntad de quienes están por encima de ellos.
La denuncia no es teórica, sino que se realiza a través del comportamiento de los personajes. Sus actos y palabras revelan la intolerable situación en que viven:
«Cacho maricón…» estas palabras de Iván, esa actitud de desprecio hacia el prójimo es la síntesis del despotismo que los señoritos, los poderosos y explotadores ejercen sobre la gente que depende de ellos. Y frente a esa actitud, la sumisión de los explotados que aceptan sin cuestionarse el orden establecido: «para eso estamos».
Delibes muestra dos mundos antagónicos cuyas relaciones transcurren con normalidad porque cada uno acepta su lugar en el orden social. Sin embargo, el autor demuestra que este sistema no es infalible. Personajes como Quirce, que no se afana por complacer a su amo, representan vientos de cambio.
La denuncia no es material, sino espiritual y ética. Se critica la falta de solidaridad y respeto hacia el prójimo, amparándose en la fuerza y el poder del dinero. Regula, por ejemplo, se molesta por la injusticia cometida con su hermano, pero no lo ve desde la perspectiva de la opresión.
El orden de la España rural se refleja también en la atribución de tareas según el sexo. Las mujeres se encargan de tareas domésticas, confinadas al ámbito del hogar sin esperanza de prosperar. Los hombres, en cambio, realizan trabajos «masculinos» en el exterior. Quirce es el único que trata de desentenderse de los señores y mostrar su rebeldía.
Los siervos asumen con naturalidad su papel de servicio ciego y sin queja. Aceptan la jerarquía e incluso la caridad de sus señores. No conocen otra realidad y el régimen férreo de sus amos les impide cambiar su destino.
El tema de la educación se aborda a través de Nieves, quien es tomada como criada gratuita por don Pedro en lugar de ir a la escuela. El analfabetismo de los campesinos se refleja en un episodio humorístico donde dos señoritos de Madrid intentan alfabetizarlos.
El lenguaje también caracteriza la España rural, combinando recursos del habla familiar, la lengua vulgar y un léxico específico.
La denuncia de la injusticia social nace de una ética cristiana. Se critica la falsa religiosidad de los ricos y la caridad que no tiene que ver con la justicia. Delibes critica el inmovilismo perpetuado durante siglos y la postura del nacionalcatolicismo español que se resiste a la modernización de la religión.
La visión del campo frente a la ciudad es clara. Los humildes campesinos sobreviven a duras penas, arrastrando su analfabetismo, sus miserables salarios y su desamparo, al arbitrio de los antojos de los amos. Delibes presenta dos mundos antagónicos: el del campo, donde se vive cerca de la naturaleza, y el de la ciudad, donde se han perdido los valores.
3. Los grandes temas: justicia e injusticia, maldad e inocencia
El tema principal es la injusticia social que sufren los sirvientes por parte de sus señores. Los primeros son campesinos inocentes y humillados que acatan con sumisión los abusos de los señores, quienes ejercen un caciquismo extremo, explotador y egoísta.
El libro muestra la miserable vida de estos «inocentes», quienes no poseen la propiedad de la tierra ni de la casa donde habitan. Aceptan la caridad de sus amos y se sienten orgullosos de ser objeto de sus preferencias. La sumisión de los humildes parece favorecida por la estructura cerrada del latifundio y por la ignorancia.
Ante las continuas injusticias, la rebelión trágica se abre paso como reacción inevitable. No se trata de una rebelión política, sino de una venganza individual. El crimen final adquiere valor de «justicia natural» y contribuye a compensar a los humildes por las humillaciones sufridas.
Otro tema ligado a la injusticia social es la incultura y el analfabetismo. Los señores se aprovechan de la ignorancia para mantener su situación privilegiada.
En cuanto a la maldad, los personajes de la clase alta la encarnan, principalmente el señorito Iván. La única con cierta conciencia social es la señorita Miriam, pero tampoco se compromete a cambiar las cosas. Incluso don Pedro y su esposa asumen el rol de señores y actúan como ellos.
Por el contrario, la inocencia mueve el comportamiento de Paco y los suyos, especialmente visible en la niña Chica y Azarias. La niña Chica es un ser dependiente e irresponsable, víctima del sistema de explotación. Azarias, un ser deficiente y animalizado, representa la vida instintiva y sin maldad de los inocentes.
Paco y su mujer Regula representan la sumisión y la bondad. Nieves es una chica dócil, conformada a su papel. Quirce es el único que muestra señales de rebeldía.
La relación del hombre con la naturaleza también está ligada a la maldad y la inocencia. Los ricos explotan la naturaleza para su conveniencia, mientras que los trabajadores deben convivir con ella para sobrevivir. El enfrentamiento entre la pasión desmedida por la caza de Iván y la pasión por la milana de Azarias lleva al desenlace trágico de la novela.