Denuncia social en Los santos inocentes

En esta novela, Delibes expone la injusticia que sufren los pobres, simbolizados por los personajes que habitan un cortijo, reflejo del espíritu feudal de la España de los sesenta. La obra muestra un mundo donde el poder económico dicta las normas y los pobres viven en una semiesclavitud, aceptando su destino con resignación.

Se evidencia el desprecio de los señoritos hacia sus subordinados, ejemplificado en el trato de Iván hacia los demás. Sin embargo, también se critica la pasividad de los oprimidos, quienes aceptan su rol sin cuestionamientos, como refleja la frase de Régula: «a mandar que para eso estamos». Quirce, en cambio, representa la esperanza de un futuro donde las relaciones se basen en lo laboral y no en la sumisión.

La crítica de Delibes no es materialista, sino ética y espiritual, basada en la falta de solidaridad y respeto. Se denuncia la cobardía y la pasividad de los oprimidos ante los caprichos de los poderosos, ilustrado en varios momentos de la obra.

La novela invita al lector a rebelarse contra la injusticia social, mostrando la dignidad de los personajes a pesar de su silencio. También se critica, aunque de forma sutil, el papel de la Iglesia oficial y el atraso cultural de la época.

Estructura de Los santos inocentes

La obra presenta una diferencia entre la estructura externa e interna. La estructura externa se divide en seis libros, cada uno con el nombre de un personaje o evento, creando una yuxtaposición descriptiva que requiere del lector la reconstrucción de la trama.

La estructura interna se centra en la narración del suceso final: la muerte de Iván. Esta se organiza en cinco momentos:

Situación inicial

Presentación de la vida cotidiana y las relaciones de opresión.

Perturbación

Accidente de Paco y frustración de Iván.

Falso restablecimiento del equilibrio

Recuperación de Paco y la incapacidad de Quirce y Azarías para reemplazarlo.

Nueva perturbación

Muerte de la milana.

Restablecimiento final

Muerte de Iván como venganza del oprimido.

Se presentan, además, una serie de sucesos que justifican el desenlace, como la expulsión de Azarías, la domesticación de la grajilla y los accidentes de Paco. Estos eventos demuestran que la trama se orienta hacia un fin, justificando el relato en el acto final.