Miguel Delibes y su Obra
Miguel Delibes nació en Valladolid en 1920. Durante la Guerra Civil, estudió Comercio, Modelado y Escultura en la Escuela de Artes y Oficios. Al terminar la guerra, se matriculó en Derecho, reanudó los estudios de Comercio y comenzó a trabajar como caricaturista en El Norte de Castilla. En 1944 se convirtió en redactor y unos años más tarde ganó la cátedra de Derecho Mercantil. Durante la preparación de las oposiciones, se produjo un hecho que tuvo importante trascendencia en la carrera del autor: el manual que estudiaba le contagió ese estilo elegante, fluido y preciso que todos los lectores admiran en su prosa. En 1946 se casó con Ángeles de Castro, quien se convertiría en el personaje de Señora de rojo sobre fondo gris. En 1947 escribe su primera novela, La sombra del ciprés es alargada, con la que consigue el Premio Nadal. Pero la consagración del narrador se manifiesta con El camino, una novela aclamada y de enorme éxito. La acción de la novela transcurre en el recuerdo de uno de los personajes, la noche antes de su marcha de la ciudad.
Es difícil escoger una sola obra de Delibes; todas tienen un estilo exquisito. Elegimos aquellas en las que la acción transcurre en el campo: El camino, Las ratas y Los santos inocentes. Otros títulos son: Mi idolatrado hijo Sisí, La hoja roja, Cinco horas con Mario, Parábola del náufrago y Las guerras de nuestros antepasados. Delibes se define como «un cazador que escribe». Así, títulos como: Diario de un cazador, El libro de la caza menor, etc. Además, ha recibido el Premio de la Crítica, el Premio Príncipe de Asturias y el Premio Cervantes.
Los Santos Inocentes
Comenzó a escribir Los santos inocentes en 1963. En la revista El Mundo Hispánico publicó el cuento La Milana. Delibes tuvo desde el principio la intención de narrar una historia más extensa. El proceso de elaboración se interrumpió y fue retomado años después en dos fases: los tres primeros libros fueron escritos en torno al año 1963. En ellos, el autor profundiza en los personajes inocentes. Cerca de la publicación, en 1981, redacta los tres últimos libros, en los que el mundo de los señoritos se contrapone al modo de vida de los humildes y en los que los acontecimientos conducen al final trágico. Este distanciamiento entre comienzo y final influye en la organización del relato y en el tratamiento del tiempo, del espacio y de los personajes. Se publicó en septiembre de 1981 y fue llevada al cine por Mario Camus. Entre sus novelas, Delibes dice que es de las mejores.
Contenido y Estructura de Los Santos Inocentes
Azarías es un campesino con deficiencia mental que lleva a cabo sencillas tareas en la Jara, un cortijo enorme. Cuando el dueño lo expulsa, se va a vivir con su hermana, la Régula, casada con Paco, el Bajo, y madre de dos hijos y dos hijas, una de las cuales, la Niña Chica, es una muchacha que lleva una vida vegetativa, debido a una parálisis cerebral. De cuando en cuando emite unos alaridos sobrecogedores y Azarías la calma diciéndole las mismas palabras que dice al búho o a la grajea amaestrados: «Milana bonita». Por otra parte, Paco, el Bajo, se quiebra una pierna al caer de un árbol mientras ayudaba al señorito Iván. La nula consideración del cacique hace que Paco se lesione por segunda vez, ya que aquel no le ha permitido guardar el descanso prescrito por el médico. Como el señorito se queda sin secretario, pide que lo acompañe Azarías. En una ocasión en la que no consigue abatir ningún pájaro, Iván ve cómo cruza el cielo una bandada de pájaros. En esa bandada va la Milana de Azarías y este la llama con su típico: «¡Quia!». Y cuando esta baja para ponerse en su hombro, Iván la mata. Azarías queda desconsolado. Cuando vuelve a salir por la tarde, se lleva a cabo la terrible venganza del inocente. Con la muerte de Iván a manos de Azarías, termina la obra.
Estructura Externa
Al referirnos a la estructura de Los santos inocentes podemos hablar de la unidad estructural y de la independencia de sus partes. El crimen final puede ser considerado como un acontecimiento decisivo que justifica y motiva el relato de todos los hechos que le preceden. Pero este crimen puede verse también como un episodio más en el conjunto de acciones que forman la novela. El autor llama a cada capítulo «libro» y realmente alguno de estos libros puede separarse del conjunto y ser considerado como un cuento con entidad propia.
La historia presenta tres partes:
- La primera parte abarca los tres primeros libros. En ellos, el autor se centra en la presentación de los personajes humillados desde una perspectiva social y existencial. Una perspectiva social desde la que resalta la miseria en la que transcurre la vida de los oprimidos en el injusto contexto social del latifundio; una vida marcada por una especie de determinismo biológico o histórico que les induce a la sumisión.
- La segunda parte está constituida por el libro cuarto, que introduce como novedad un personaje antagónico, el señorito Iván, y que desarrolla en episodios puntuales dos rasgos que habían sido apuntados en libros anteriores: el enfrentamiento entre dos concepciones de la vida y entre dos pasiones. En este libro se intensifica la oposición entre humildes y opresores en imposible comunicación.
- La tercera parte se desarrolla en los libros quinto y sexto. En ellos se reiteran episodios, rasgos de caracterización de los personajes y temas ya presentes en los libros anteriores. La narración abandona el relato de peripecias personales dispersas y se concentra en unos hechos memorables: los sucesivos accidentes de Paco y la muerte de la Milana, que desembocan en el final trágico. En estos libros, la agresión y la muerte se imponen a todos los demás aspectos temáticos.
Estructura Interna
Delibes pretende poner de relieve el perfil humano de los personajes, el marco en el que sitúa los hechos y el enfrentamiento de pasiones. Todo ello hace que la construcción de la narración esté diseñada conforme a los siguientes criterios: la forma del poema, la repetición y la variación, el tratamiento subjetivo del tiempo y la variedad en el uso de las formas de expresión verbal. El narrador renuncia a la objetividad para colocarse en una posición cercana a los inocentes. Se reiteran acciones habituales que revelan la cotidianidad de un personaje o resaltan un motivo, pero junto a este criterio repetitivo básico, el autor incluye acciones puntuales. Es necesario hacer hincapié en el uso de las formas de expresión verbal. La historia se traza mediante el uso de fragmentos narrativos ágiles, de breves descripciones y del predominio del diálogo.
Miguel Delibes y la Novela Española a Partir de 1936
Los 40: Evasión y Testimonio
El final de la Guerra Civil española estuvo caracterizado por una doble tendencia en el mundo de la narrativa: la que marcaba una preferencia por la evasión y, por otra, la del testimonio. La evasión era condescendiente con el régimen franquista y permanecía alejada de los problemas sociales y del hombre. La testimonial, en cambio, suponía una reacción anticonformista: predominaban los ambientes sórdidos, personajes anormales, las conductas iracundas, los espacios asfixiantes y lenguajes duros. Dos obras fundamentales son: La familia de Pascual Duarte y Nada.
La familia de Pascual Duarte, de Cela, trata de una producción que hoy se considera como una manifestación de incalculable valor histórico y documental. Es una obra narrativa plena de toda crueldad y crudeza; es un manifiesto de pesimismo. El segundo gran acontecimiento es la aparición de Nada, de Carmen Laforet, considerada como precursora del realismo social de los años 50: la vida transcurre bajo el asfixiante ambiente de la posguerra, reflejado en un mundo de miseria moral y material. En 1947, Delibes escribe su primera novela: La sombra del ciprés es alargada, con la que obtiene el Premio Nadal.
Los 50: Realismo Social
El camino a la narración realista está abierto: Cela, Delibes o Carmen Laforet habían abierto una veta que daría de sí. Siguiendo el modelo de estos, durante los años 50 surgen bastantes autores que comienzan a publicar novelas con una clara finalidad crítica y con voluntad social. Utilizan la técnica objetiva; se limitan a contar lo que ven sin intervenir en la narración. Esta tendencia no será general y, por ello, se distinguen dos grupos:
- Realismo objetivista: Reflejan la realidad cotidiana tal y como la perciben. Escriben sobre la pobreza, miseria, injusticia social, etc., llevados por una solidaridad humanitaria, exenta de partidismo político. Se basa en la psicología conductista y en el lenguaje del cine, por lo que sus principales técnicas narrativas son: reducción al mínimo de la presencia del narrador, limitación de personajes (personaje colectivo), eliminación de la introspección y el análisis psicológico, caracterización externa de los personajes, disolución del argumento en anécdotas, sencillez estructural y estilística, etc. Rafael Sánchez Ferlosio: El Jarama; Juan Goytisolo: Juego de manos.
- Realismo social: Conciben la literatura como un instrumento de denuncia. Continúan limitados por la censura y por la falta de libertad de expresión. Están comprometidos políticamente. Escriben del lado de los obreros y de los habitantes de los suburbios y critican a la clase burguesa: acomodada e ineficaz. Juan Marsé: Últimas tardes con Teresa.
Los 60 y 70: Renovación Estilística
El realismo social empieza a agotarse desde el momento en que se empieza a echar de menos un lenguaje más rico y más imaginativo; se hace necesario buscar nuevas formas de expresión y nuevas técnicas narrativas. El desarrollo de los años sesenta obliga a mirar a un mundo que empieza a abandonar estructuras ideológicas alienantes. España entra en un mapa de auge económico: sube el nivel de vida notablemente. Atrás quedan los años de miseria y atraso, los cuales son sustituidos por un consumismo creciente. Sin embargo, no termina por desaparecer el inconformismo de la etapa anterior, pues se continúa con una actitud de denuncia social, aunque, eso sí, más atenuada por el culto a la forma artística. La novela que marca el nuevo rumbo de la narrativa española es Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos. Las características son: diversidad de enfoques, manejo del lenguaje con absoluta libertad, estructura compleja, abundancia de monólogos interiores, importancia decreciente del argumento y digresiones.
Autores y novelas de los 60: Delibes: Las ratas, Cinco horas con Mario, Parábola del náufrago. Marsé: Últimas tardes con Teresa y Cela: San Camilo, 1936. De los 70: Torrente Ballester: La saga/fuga de J.B. y Fragmentos de un discurso amoroso; Delibes: Las guerras de nuestros antepasados; Umbral: Mortal y rosa.
Los 80, 90 y 2000
Dos son las condiciones en las que se mueve la creación literaria de los años 80 y los siguientes: la total desaparición de la censura, por un lado, y la libertad de expresión, por otro. En estos años predomina la independencia y la no adscripción a normas ni corsés. En los temas se da un regreso a lo subjetivo o, mejor, a lo privado o íntimo por encima de lo social. En cuanto a las técnicas, destaca el eclecticismo, es decir, se mezclan las técnicas tradicionales y las vanguardistas. Las preferencias del público lector se decantan hacia la novela de género, la novela concentrada en sí misma o la novela de registro coloquial.
En cuanto a la novela de los 90 y 2000, diremos que se ha incrementado el tono lírico e introspectivo de los años anteriores. Existe una tendencia al autobiografismo y a la mezcla de lo autobiográfico y de la ficción. Luis Landero: Juegos de la edad tardía. Pérez-Reverte: La reina del sur. Manuel Vázquez Montalbán: Los mares del sur. Luis Mateo Díez: La fuente de la edad.