Análisis de los personajes y el contexto histórico de «La Fundación» de Antonio Buero Vallejo

Análisis de los personajes y el contexto histórico de La Fundación de Antonio Buero Vallejo

Los personajes

Personajes con nombre propio

Los rasgos y comportamientos de los personajes están basados en vivencias personales del autor y camaradas que compartieron con él celdas franquistas, como el caso de ocultar a un muerto para obtener su comida. Pese a sus diferentes personalidades, los personajes representan claros valores simbólicos.

  • Tomás: Personaje contemplativo, fijo en escena soportando todo el peso de la obra. Cree residir en una moderna residencia para desarrollar algún tipo de investigación. Abrumado por la realidad, se crea un mundo fantástico. Recupera el juicio al final de la pieza, recordando a Segismundo de La vida es sueño (Calderón de la Barca), a don Quijote, y al protagonista de Mr. Blettsworthy en la isla Rampole (Herbert George Wells) abandonado en una isla y creyendo estar en Nueva York.
  • Asel: Uno de los más complejos, supera los límites de los “personajes activos” de los dramas de Buero. Impulsa la acción del “drama” y hace que Tomás recupere la cordura. Como “personaje contemplativo”, sueña con un mundo mejor fuera de la celda y prepara el proyecto de fuga. Además, para disculpar a Tomás, confiesa haber delatado también a camaradas en el pasado, y su actitud parece contagiada por la fantasía esquizofrénica de Tomás.
  • Tulio: Personaje activo con principios éticos, colérico, antipático e intransigente. Se muestra reacio a seguir la corriente a Tomás, pero finalmente acaba siendo el compañero de celda con el que mejor se entiende.
  • Max: Personaje activo sin escrúpulos, caracterizado por su manifiesta bajeza mental, ya que vende a los compañeros de la cárcel por compensaciones carcelarias.
  • Lino: Personaje activo sin escrúpulos, apático al principio de la obra, pero llega a matar con sus manos a Max.
  • Berta: Personaje atípico, fruto de la imaginación de Tomás. El verdadero sentido de los diálogos de Tomás y Berta no puede ser entendido por el público hasta el final de la obra. Ella es quien introduce el ratón que viene a sugerir una equivalencia entre el propio Tomás, lo que hace pensar que ella es un desdoblamiento del protagonista, la voz de su conciencia y su subconsciente que le intenta recordar en todo momento dónde está. La afirmación “aborrezco de la fundación”, fue lo que produjo la primera ruptura de Tomás con su locura. Expresa lo que Tomás comienza a intuir y es un refugio para él. Además, a través de ella se van filtrando fragmentos de la realidad.

Personajes genéricos

También aparecen personajes genéricos que designan un determinado grupo humano. El encargado, personaje que permite que el espectador descubra el asunto del compañero de celda muerto (ya que su función es denunciar las penosas condiciones carcelarias), es uno de los carceleros que Tomás confunde con un encargado de la fundación.

El trasfondo histórico

La Fundación (1974), apareció en un momento político en que el teatro de Buero ya contaba con dramas como Historia de una escalera, El tragaluz, El sueño de la razón, En la ardiente oscuridad, Un soñador para un pueblo y El concierto de San Ovidio.

Anteriormente al desarrollo de la obra, hay una época de grandes convulsiones: continúa la Guerra Fría y se multiplican mundialmente los conflictos, apareciendo por ejemplo, la Guerra del Vietnam. Mientras tanto, España aún sufre las últimas consecuencias del régimen de Franco. Esto hace que presente un cruel drama alegórico de la represión política y la falta de libertades del franquismo; por tanto, hay que tener en cuenta que la pena de muerte era legal, y pese a ello, su intención fue la de superar el ámbito de lo concreto para reflexionar sobre lo universal. Debido a la censura, las obras de esta época adquirían doble sentido.

Los hechos se suceden en un “país desconocido”, que supone que puede ser cualquier lugar en cualquier época.

La prisión, las condenas a la pena capital, el remordimiento, la violencia y la amenaza de muerte están presentes a lo largo de la obra, pero el espectador no es consciente de ello hasta el final.

Históricamente hablando, Buero Vallejo siempre abogó por una limitación de la violencia y nunca planteó un abandono de la acción contra las dictaduras que entorpezcan los derechos de los seres humanos, debatiendo si la lucha debe ser o no violenta. El autor da pie para debatir lo que suponían las víctimas, los verdugos y la tortura a lo largo del franquismo, y ahí entra nuestra solidaridad con el drama, residiendo en ser capaces de sentirnos golpeados.

Aunque no haya indicaciones temporales precisas, sabemos que el primer cuadro de la primera parte tiene lugar una mañana antes de comer, y que el segundo cuadro transcurre esa misma tarde. El tercer cuadro de la segunda parte se desarrolla tres días después del segundo cuadro, mientras que en el último cuadro de la segunda parte quizás haya pasado un único día respecto al cuadro anterior.

Buero señaló como una de sus fuentes de inspiración “las nubes” contenido en el libro Castilla de “Azorín” donde plantea la teoría del “eterno retorno” de Nietzsche, que considera que el tiempo es un instante fugaz seguido y precedido de nada, ya que solo existe el presente más inmediato.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *