El compromiso social y político en la obra de Miguel Hernández
Miguel Hernández se considera un precursor de la poesía comprometida de décadas posteriores. En este tipo de poesía, los escritores dirigen su protesta como si el poema fuera un instrumento de acción que pretende cambiar la sociedad.
En marzo de 1934, Miguel Hernández realiza su segundo viaje a Madrid y, más tarde, el tercero, en el que conocerá a Pablo Neruda. Miguel no permanece al margen de los sucesos que sacuden aquel tiempo ni de los grandes personajes que se cruzan en su vida, y todo aquello despierta en él el germen social que permanecía dormido.
Sus orígenes humildes y su experiencia personal lo conducen a una toma de conciencia y a una posterior escritura de compromiso con los desheredados, que pronto hallará su correlato político. Este germen social había permanecido oculto por el poderoso influjo de Ramón Sijé, pero cuando llega a Madrid ve otra realidad.
En España, la literatura está experimentando un cambio sustancial desde los juegos vanguardistas al compromiso. Miguel Hernández se aleja de la estética purista e inicia una poesía de compromiso político. En su obra encontramos influencias de José María de Cossío, Pablo Neruda y Vicente Aleixandre.
La muerte de Ramón Sijé y el inicio de la Guerra Civil
El 24 de diciembre de 1935 muere Ramón Sijé, y Miguel se siente muy afectado por su muerte, así que le dedica su Elegía que incluirá en su nuevo libro, El rayo que no cesa (1936). En febrero de ese año regresa a Orihuela, donde se le atribuirá a Ramón Sijé su nombre a una de las plazas de la ciudad, y el día 25 de ese mes se va de nuevo a Madrid.
Las revueltas sociales y políticas del momento se agravan, alterando la vida cotidiana, hasta que el 18 de julio se produce el levantamiento de los militares contra el gobierno republicano y desemboca en la Guerra Civil, que durará tres años. Miguel, con una conciencia ideológica más clara, se alista en el bando republicano.
Allí desarrolla labores de organización de tareas culturales, elaboración de un periódico, etc. La figura de Miguel empieza a contornearse en su papel de escritor del pueblo, precursor de la poesía social. Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939) son dos poemarios escritos durante la Guerra Civil, pero hasta 1960 no se publicaron.
Evolución de la poesía de Miguel Hernández durante la Guerra Civil
El tema amoroso deja paso a una poesía social comprometida. Viento del pueblo es más épico y optimista; El hombre acecha es mucho más pesimista y predominan los alejandrinos.
Durante la guerra, Miguel emplea su poesía para luchar por la causa republicana. Son poemas que lloran la muerte de Federico García Lorca, de los hombres en el frente de batalla, que cantan al sudor de los campesinos, a la esposa y amante. La solidaridad es ahora el lema del poeta, que busca una poesía más directa, de ahí el empleo abundante del octosílabo.
Pero también intercala poesía de procedencia más culta, de carácter épico, como Las manos, Canción del esposo soldado o Hijo de la luz. Viento del pueblo es un libro optimista y esperanzado por el rumbo que pueden tomar los acontecimientos, mientras que El hombre acecha marca una realidad desalentadora con miles de muertos. El elemento humano «pueblo» del primer libro es aquí «hombre».
Debajo de los signos de infortunio que sufre el pueblo, a él corresponde actuar para avisar de esos poderes benévolos y regeneradores, capaces de liberarlos para siempre de lo maligno. En Viento del pueblo, la unidad de la obra está determinada por los tonos de la exaltación, lamentación y la imprecación.
La exaltación tiene su origen en el entusiasmo combativo. En la lamentación se trata sobre todo de poemas elegíacos como el de García Lorca o de otros con matices muy distintos, de marcado acento social, como El niño yuntero. La imprecación contra los cobardes se da con imágenes de tono degradador, con símbolos de naturaleza animal.
Cancionero y romancero de ausencias: la poesía del dolor y la esperanza
Cancionero y romancero de ausencias es un libro póstumo e inconcluso. En él se muestra un gran dominio de la forma y una capacidad de depuración. Fue escrito en 1939. Consta de 79 poemas y en él habla de la muerte de su hijo, la ausencia de la amada, la ilusión del nacimiento de su segundo hijo… Todos estos hechos le conducen a un proceso de intimidación.
Este libro es lírica social porque el poeta se introduce en una reflexión sobre su mundo, pero por la posición que ocupa ante los demás. El libro se abre con la elegía a la muerte de su hijo. La guerra y la cárcel están presentes; se alían para provocar en el poeta el deseo de volver al vientre materno. Son abundantes los poemas en los que la mujer está presente con elementos como el vientre.
En el poema Sino sangriento, la imagen de la vida del hombre como alcoba vacía adelanta el símbolo de casa-alcoba-lecho. En el poema Nanas de la cebolla, emblemático y dedicado a su hijo por recibir una carta de su mujer en la que le decía que solo comía pan y cebolla, está definido como una de las más trágicas canciones de cuna de la literatura española.