La poesía de Miguel Hernández se modula en torno a tres ejes temáticos principales: la vida, la muerte y el amor. Estos elementos conforman un tríptico en perfecta correspondencia que atraviesa toda su producción poética.
Perito en Lunas: Naturaleza, Vitalismo y Erotismo
Con “Perito en Lunas”, su primer poemario, se ponen de manifiesto las grandes pasiones del poeta, relacionadas con la naturaleza levantina y con su propia vitalidad humana. Estas pasiones se expresan a través de imágenes de potente sensualismo que revelan el vitalismo natural de Miguel, su sensibilidad y sus pasiones. Un ejemplo claro de esto lo encontramos en el poema “Sexo en instante” (p.88): “pero su situación, extrema en suma,/sin vértice de amor, holanda espuma.”. Además, con este poemario se inicia su etapa gongorina, caracterizada por un lenguaje más complejo y elaborado.
El Rayo que no Cesa: La Herida del Amor
En “El rayo que no cesa”, su segundo libro, Miguel Hernández nos revela la inmensa “herida” de su interior. El amor se presenta como una pasión atormentada por el anhelo insatisfecho y las ansias de posesión frustradas, sentimientos que plasma en sonetos de gran intensidad lírica. En este “penar” por amor, el poeta depura su artificioso lenguaje con metáforas fluidas e intensas, desgarradas, enérgicas e hirientes. Así, la pena ya no es sólo “cardo” sino también “huracán de lava”.
En “El rayo que no cesa” la voz “herida” del poeta está encarnada en diferentes símbolos como “rayo”, “cuchillo”, “herida” y “toro”: “un carnívoro cuchillo”. La voz “herida” del enamorado ha madurado tiñéndose de tragicismo: el motivo central será el amor vivido como fatal tortura. Su propia vivencia amorosa queda autentificada a través de diferentes etapas: el descubrimiento de la pasión amorosa, encendida y dolorosa, el desaliento por la esquivez, el recato y la lejanía platónica inalcanzable.
A su vez, la estructura y los componentes temáticos del poemario remiten al “cancionero” del “amor cortés” petrarquista y se articula en torno a la queja dolorida, el desdén de la amada y el amor como muerte. Así, el autor se presenta como una hipérbole de la pena de amor y al presentar a la amada como inaccesible, él se presenta como “vasallo” de ella (“Me llamo barro…”). También aparecen circunstancias de anécdotas: “Me tiraste un limón y tan amargo…”) (p.161).
La Imaginería del Penar Amoroso
La imaginería del penar amoroso se centra en símbolos como:
- “Toro”: Representa la figura del amante y remite a las fuerzas de la virilidad y al destino trágico (“mi corazón vestido de difunto”) que lleva a la muerte.
- Instrumentos de dolor y tortura como “cuchillo”.
- Fenómenos atmosféricos que remiten a la pasión desatada como “huracán” (visualiza la fuerza aniquiladora de la pasión).
El rayo que no cesa se publica en enero de 1936 y fue editado en la colección “Héroe” al cuidado de Manuel Altolaguirre. Consta de treinta poemas: veintisiete sonetos, una redondilla (Un carnívoro cuchillo), una silva (Me llamo barro..) y tercetos encadenados (Elegía a Ramón Sie; poema escrito cuando muere Sijé, es un poema que rompe con la unidad temática pues presenta el amor de amistad).
Viento del Pueblo: Poesía Comprometida y de Guerra
Con “Viento del pueblo” comienza la poesía de guerra de Miguel Hernández, una poesía comprometida, de denuncia y solidaridad con el pueblo oprimido. En este poemario, emplea el octosílabo y el romance junto con metros más solemnes de tono épico y desarrollo más amplio que remite a la “poesía impura” (“Las manos”). Los temas, cargados de ideología, van desde la crítica a la iglesia hasta la exaltación heroica pasando por lo sarcástico, beligerante, amoroso y social. El tema del amor se funde con la poesía de combate y se supedita al enfoque político-social (“Canción del esposo soldado”, el amor se hace “cántico”; la amada, “esposa”; el poeta, “soldado” y el hijo que esperan, “símbolo de la victoria de la República”).
El Hombre Acecha: Sobriedad y Silencio
En “El hombre acecha” el lenguaje se hace más sobrio y el tono más íntimo (hay más silencio elocuente, más palabras desnudas y más víctimas). Del mismo modo, el “cántico” erótico- amoroso pasa a una comunicación más íntima, alejada del tono épico. Así en “Carta”, el poeta soldado “malherido por la causa”, espera cartas de amor porque son la única esperanza entre la crueldad de la guerra civil.
Cancionero y Romancero de Ausencias: Amor, Vida y Muerte en la Cárcel
Y, finalmente, Miguel entrega a su mujer antes de ser encarcelado su último poemario: “Cancionero y Romancero de ausencias”. Se trata de una poesía desnuda cargada de alta madurez, íntima y desgarrada, de tono trágico y que trata sobre el amor, la vida y la muerte. En este “diario”, los símbolos son “día” y “noche”(.”Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía”) como fuerzas viriles y femenina y “vientre” de la mujer es la madre (No te quiero a ti sola, te quiero en tu descendencia); la amada es ahora esposa y madre. Otros símbolos menos relevantes son: agua como generador de vida; la sed es símbolo del deseo y de la amada y deseo de libertad; la casa iluminada con “luz victoriosa” se convierte en un “hoyo” tras la muerte del primer hijo.
En cuanto al amor, es frustrante por la ausencia y la soledad del amor vivido en la cárcel; a pesar de ello, el poeta ve en el amor la libertad: .”Libre soy. Siénteme libre/Solo por amor”