Análisis de la Obra de Federico García Lorca y el Romanticismo en la Literatura Española

Federico García Lorca

La Obra Dramática de Lorca

La obra dramática de Lorca mantiene una gran coherencia temática. Se divide en:

  • Dramas, Farsas y Teatro Surrealista: Su creación dramática comienza en su juventud con ciertas influencias modernistas y del teatro de Eduardo Marquina, como Mariana Pineda. Las farsas creadas para guiñol, como La tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita, y las obras de carácter surrealista, denominadas «teatro imposible», rompen con la puesta en escena tradicional, además de con algún aspecto lógico, de ahí la dificultad de representarlas.
  • Tragedias y Dramas: Inspiradas en el mundo rural y sobre el dominio de las pasiones y el destino. Bodas de sangre es una alegoría de la fuerza de la pasión dominada por el destino, en la que intervienen la pasión, el odio y los conflictos entre familias que llevan a los protagonistas a la muerte. Yerma, tragedia de una mujer cuya única ilusión es ser madre, pero es estéril.

Estilo

Manteniendo la línea estilística y temática de su poesía, su obra dramática está impregnada de un lenguaje lleno de metáforas e imágenes simbólicas. El autor busca que el espectador se implique. Suele combinar la prosa y el verso, y es frecuente la presencia de canciones populares que suelen introducir escenas trágicas. Los personajes femeninos destacan en la obra de Lorca, pues sentía especial atracción por los grupos sociales desfavorecidos del momento y su situación de frustración social.

El Romanticismo

En el ámbito cultural, junto con el liberalismo y los nacionalismos, nace el Romanticismo, movimiento literario, cultural y político que surge en la primera mitad del siglo XIX en Europa, aunque en España tuvo un desarrollo tardío debido al retraso de nuestro país y la política absolutista de Fernando VII (1814-1833). Este movimiento está caracterizado por el predominio del sentimiento sobre la razón, en contraste con los ilustrados del siglo XVIII. Asimismo, los románticos buscan la libertad individual frente a la norma, lo que les provoca soledad y angustia. También están caracterizados por la lucha por la justicia, el gusto por lo exótico y lo lejano, los ambientes lúgubres, el morbo por la violencia y la muerte como temas constantes, además del interés por el pasado histórico de los pueblos y la naturaleza. Por tanto, los rasgos más representativos del Romanticismo son el individualismo, el rechazo de la realidad mediante la evasión o la rebeldía, la defensa de la libertad, la importancia de la naturaleza y el nacionalismo. Los géneros más cultivados son el dramático y el lírico.

Género Dramático

Está caracterizado por la ruptura de las tres unidades clásicas, la mezcla de lo trágico y lo cómico, la combinación del verso y la prosa, así como por el gusto por la temática con destino trágico para el personaje, la muerte y el amor apasionado, que está por encima de toda regla. El personaje del drama romántico vive en un mundo adverso con un sino trágico y trazado de antemano. La acción se desarrolla en un tiempo lejano, envuelta en misterio y rodeada de elementos fantásticos. La temática de los dramas presenta el choque entre el individuo y el entorno hostil, abundando los conflictos en torno al amor y la libertad, sentimientos y anhelos que enfrentan al héroe con las normas sociales y que se resuelven en un final trágico. Todo ello, con el propósito de conmover. Destacan José Zorrilla, mayor dramaturgo del momento y creador del drama romántico nacional (Don Juan Tenorio y A buen juez, mejor testigo); el duque de Rivas, que introdujo definitivamente la estética romántica en España (Don Álvaro o la fuerza del sino); Martínez de la Rosa (La conjuración de Venecia); García Gutiérrez (El trovador) y Hartzenbusch (Los amantes de Teruel).

Género Lírico

Se emplea la polimetría; los autores experimentan con nuevas formas o recuperan otras olvidadas, como el romance. En lo relativo a los temas, la lírica gira en torno a los sentimientos y a la exaltación del amor, la libertad y la crítica social; además del importante marco de la naturaleza, que acentúa el efecto de la soledad y la melancolía. Se presentan dos tipos de poesía romántica: la lírica intimista, de Bécquer y Rosalía de Castro, y la poesía narrativa, de Espronceda y Zorrilla.

Bécquer está considerado el primer poeta moderno con sus ochenta y cuatro composiciones breves (Rimas); concibe la poesía pura, íntima y desprovista de adornos. De este arranca, en gran medida, la poesía española contemporánea e influyó notablemente en poetas posteriores como Machado y Juan Ramón Jiménez. Rosalía de Castro cosecha gran fama con tres grandes poemas que evocan las costumbres, paisajes y gentes de Galicia con un tono nostálgico y melancólico (Cantares gallegos, Follas novas, en gallego los dos, y En las orillas del Sar, en castellano). Espronceda es un romántico liberal que trata temas amorosos y la exaltación de personajes marginales porque en ellos veía un símbolo de rebeldía (destacan sus poemas narrativos El estudiante de Salamanca y El diablo mundo).

En el ámbito literario de la prosa, destaca Larra, que intervino en política y se dedicó al periodismo, escribiendo más de doscientos artículos, con el seudónimo de Fígaro, en los que realiza un retrato crítico y satírico de la realidad española de la época. Estos artículos periodísticos (de costumbres, políticos y literarios) poseen un estilo claro, transparente y expresivo, que influirá considerablemente en la Generación del 98. Otros prosistas son el propio Zorrilla (Leyendas); Bécquer, con sus Leyendas, breves narraciones donde se trata lo sobrenatural y lo exótico; y el escritor costumbrista Mesonero Romanos (Escenas matritenses).

La Novela Española del 39 y Finales de los 70

Los años de 1939-1942 (inmediata posguerra) son “años de convalecencia” en la novela. Censura y autocensura. Baroja parece conectar con las preocupaciones de los autores jóvenes.

  • Novela del exilio (de los vencidos): Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala y Rosa Chacel.
  • Novela de los vencedores: Agustín de Foxá y Rafael García Serrano.
  • Novela tradicional: Juan Antonio de Zunzunegui, Ignacio Agustí y José María Gironella.

Tres grandes direcciones temáticas, según Gonzalo Sobejano, que corresponden temporalmente con las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta respectivamente:

Década de los 40 – Novela Existencial

La existencia de un hombre contemporáneo en aquellas situaciones extremas que ponen a prueba la condición humana. Literatura inquietante, cargada de angustia. Reflejo amargo de la vida cotidiana. Los grandes temas son la soledad, la inadaptación, la frustración, la muerte… en personajes marginales, desarraigados y angustiados. La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela («tremendismo») y Nada (1945) de Carmen Laforet.

Década de los 50 – Novela Social

El vivir de la colectividad en estado de conflicto o de crisis que demanda una solución. Tímida liberalización. La Colmena (1951) de Camilo J. Cela. Dos grandes modalidades:

  • Objetivismo: Testimonio escueto de la realidad, sin aparente intervención del autor. El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Ignacio Aldecoa, Juan García Hortelano y Jesús Fernández Santos.
  • Realismo crítico: Denuncia de desigualdades e injusticias sociales. Juan Goytisolo, Alfonso Grosso, Jesús López Pacheco, Armando López Salinas y José Manuel Caballero Bonald.

Década de los 60 – Novela Estructural (o Experimental)

El conocimiento de la persona mediante la exploración de la estructura de su conciencia y, simultáneamente, de la estructura de todo su contexto social. Apertura al exterior e influencias de fuera: Proust, Joyce, Kafka, Faulkner y la nueva narrativa hispanoamericana (el “boom”).

Preocupación Estética y Superación del Realismo

Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos, Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes, Últimas tardes con Teresa (1966) de Juan Marsé, Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo, Volverás a Región (1968) de Juan Benet y San Camilo 1936 (1969) de Cela y La saga/fuga de J.B. (1972) de G. Torrente Ballester.

Última Narrativa. A Partir de 1975.

Pluralidad de tendencias: novelas policiales y de intriga, novelas históricas, novelas intimistas. Eduardo Mendoza y Antonio Muñoz Molina.

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