Los dos ejes temáticos: Soledad y Libertad
Los dos ejes temáticos que dan forma a la novela son la soledad y la libertad. Con respecto a la soledad, desde el comienzo de la novela se hace patente, ya que Andrea llega con retraso y eso hace que nadie la esté esperando en la estación. En la casa de Aribau, se siente extraña y sola. A lo largo de la novela, solo en momentos puntuales y trágicos reciben visitas, como la huida de Angustias o el suicidio de Román; en el resto de los casos, todos están solos, y tratan de resolver sus problemas internos en soledad. Así, Andrea se refugia en sus pensamientos para tratar de resolver esa soledad dentro de la casa, y en el exterior, trata de mitigarla buscando amigos en la Universidad, sin conseguirlo plenamente, por lo que los paseos en solitario por Barcelona son su refugio.
La libertad tal y como la entiende Andrea está relacionada con la soledad. La realidad que la rodea no es la que aparece en sus sueños de libertad, no le gusta, y como consecuencia prefiere estar sola. Esto ocurre cuando Angustias se va la primera vez y deja libre su cuarto, que ocupa ahora la adolescente. Se puede relacionar este tema con la estructura, ya que en la primera parte existe un ambiente asfixiante de falta de libertad en la casa de Aribau, que se transforma en la búsqueda de la libertad en el ambiente universitario y en la ciudad de Barcelona de la segunda parte.
Frustración y Desencanto
La frustración y el desencanto aparecen ya en las primeras páginas, cuando la realidad con la que se encuentra Andrea poco o nada tiene que ver con sus recuerdos de infancia, antes de la guerra. Lo que ocurre es que Andrea ha caído en el desencanto de sus ilusiones adolescente, se ha topado con la realidad, una realidad que no le gusta.
Temas secundarios: Amistad y Sexo
La amistad es fundamental para Andrea, ya que le permite escapar del control de la casa, especialmente de Angustias, y encontrarse con sus mismas aspiraciones de libertad, como sus amigos de la casa de Guíxols, o Ena, con la que llega a romper cuando cree que no confía en ella.
El sexo, aunque de forma sutil, está muy presente en la novela y se relaciona con la moralidad de una sociedad destruida por la guerra. Ejemplos de ello son:
- El sexo bárbaro y velado que se deja entrever entre ella y Román.
- El sexo apasionado y romántico que vivieron la madre de Ena y Román.
- El sexo prohibido entre Gloria y Román.
- Las relaciones entre Gloria y Juan de las que Andrea no sabe nada.
- El sexo convencional e ideal desde el punto de vista de una adolescente entre Ena y Jaime en sus escapadas por la playa que acaban en matrimonio.
Personajes principales
Andrea
Protagonista. Joven adolescente de 18 años que llega a Barcelona cargada de ilusiones de libertad y cultura, huyendo del control bajo el que vivía en el pueblo, esperanzada de que la gran ciudad le permitiera hacer de forma libre lo que le apetezca. Pero la realidad es otra. Al llegar a la casa de su abuela, se encuentra con la verdadera miseria de la posguerra, tanto en el aspecto físico como en el plano espiritual, con unas mentalidades deformadas, malas y oscuras. El choque entre la realidad y sus aspiraciones hacen que Andrea se refugie en sí misma, en sus pensamientos, e impiden su desarrollo como ser social.
Angustias
Es la tía de Andrea. Intransigente. Ultracatólica. Sirve de contrapunto a las aspiraciones de libertad de Andrea, porque es un muro constante que la obliga a refugiarse en soledad en su cuartucho.
Román
El único hombre con personalidad en la novela. Domina el espacio de la casa. Posee un atractivo animal que gusta a las mujeres y es talentoso en la música, pero no ha sabido aprovecharlo, sino que se ha convertido en un parásito.
Juan
Dominado por su hermano, que descarga su brutalidad sobre Gloria. Representa la frustración por el fracaso como pintor. Tan pronto está de buen humor como se pone violento y furioso descargando su ira con Gloria.
Gloria
Es la mujer de Juan. Ignorante, ingenua, simple e infantil. Cuerpo escultural. Antes tuvo un romance con Román. Recibe las iras de todos en la casa, excepto de la abuela, que la protege y busca que el resto la acepten. En realidad, pese a las palizas que recibe de forma constante por parte de Juan es la única que hace algo por la supervivencia de la familia.
Abuelita
Bondadosa, fantasmal, salvadora. Cariñosa con todos, contrapunto a la violencia doméstica en su casa.
Ena
Personaje adolescente también, idealizado por Andrea ya que representa lo que ella quisiera ser y sentir. Es su amiga y confidente, aunque también caprichosa, especialmente en sus relaciones con los hombres, porque juega con ellos.
Madre de Ena
Mujer delicada, amante de la música. Tuvo también su etapa de adolescente, igual que su hija, con sus mismos objetivos y gustos. Se encontró con Román, al que amó hasta el infinito y sufrió por ello. Sin embargo, ahora es feliz en su matrimonio, algo que desespera a Ena.
La criada: Antonia
Es otra de las mujeres fantasmales que se encuentra Andrea al llegar a casa de sus parientes. De aspecto desagradable es un personaje que se mantiene invariable durante toda la novela, sin evolución de ningún tipo.
Estructura y tiempo
La novela se divide en tres partes, con una duración total de un año aproximadamente. Los límites temporales no están bien definidos, pero podemos saberlos por las indicaciones narrativas. El tiempo histórico abarca desde octubre de 1939, nada más terminar la guerra civil y cuando comienza el curso académico en la Universidad, hasta septiembre de 1940, cuando acaban el curso escolar y las vacaciones, momento en que se traslada a Madrid con la familia de Ena para iniciar un nuevo curso. El tiempo está marcado por el viaje, que la abre, desde el pueblo de Andrea a Barcelona, y por el viaje, que la cierra, desde Barcelona a Madrid. Es un año casi baldío para Andrea, ya que no ha conseguido ‘nada’, solo una ruptura de su ingenuidad adolescente ante lo que ella creía que iba a ser un mundo de novela rosa.
La narración es lineal, sin que se aprecien apenas flashbacks significativos, como la historia de Margarita y Román. El espacio narrativo, divido en dos: el espacio interior de la casa de Aribau, donde aparece una familia totalmente descompuesta por efecto de la guerra civil, y el exterior, la ciudad de Barcelona y el mundo universitario, luminoso y libertador.
Técnica narrativa
Laforet utiliza como procedimiento narrativo la primera persona. Se evita la omnisciencia en la narración, y se convierte en una narradora testigo de la realidad que la rodea. Laforet utiliza igualmente en algunas de las partes de la novela la técnica del multienfoque, donde un mismo hecho se puede ver desde distintas perspectivas.
Son importantes las descripciones, especialmente la que Laforet hace de las primeras impresiones de Andrea al llegar a la casa de Aribau, tanto del espacio como de los personajes. Los diálogos son igualmente instrumentos de Laforet para ponernos en situación y conocer las cosas que observa Andrea. Los diálogos se ajustan a las escenas. El monólogo, en fin, es la forma con la que Andrea entra en sus propios sentimientos y refleja su punto de vista angustioso sobre la existencia del ser humano que llevan a la protagonista a la soledad.
El lector sabe que la joven ha evolucionado desde un punto de vista psicológico, y cuando deja Barcelona sabe también que la chica ha cambiado. Ahora, con el final abierto, es la imaginación del lector la que va a decidir el futuro de la protagonista.
Estilo
En las descripciones, abundancia del adjetivo calificativo, especialmente del epíteto, que se ajusta al espacio y a la acción que describe. Así, lo relacionado con la casa de Aribau se plaga de adjetivos que sugieren lo oscuro, lo tormentoso. Con la descripción de los personajes que viven en la casa ocurre lo mismo. Las descripciones detalladas abarcan los espacios, desde la llegada de Andrea a la casa hasta la casa de Ena o la casa de los ricos bohemios, con igual sentido del uso de la adjetivación que en el caso anterior. En los espacios se refleja la huella de la guerra civil, especialmente en los lugares de Barcelona del lumpen o de la miseria, contrastando con la clase burguesa catalana que ha salido indemne del conflicto bélico, como la familia de Ena.
En la casa, se utiliza una descripción de estilo distorsionada, porque todo se ve desde la perspectiva de Andrea. Los colores, los olores y las luces predominan, con adjetivos sinestésicos. En otras ocasiones, reduce la presencia de verbos casi al mínimo.
La narrativa de Laforet es sencilla, pero existen determinadas claves que hacen verla de forma distinta. Dado que Andrea es una observadora del mundo que la rodea, lo que lee el lector no es la realidad, sino lo que le parece a ella. Así, abundan verbos de opinión, como ‘parecer’ o expresiones que sugieren su punto de vista. En este mismo sentido aparecen las comparaciones.
Laforet, en la visión del mundo por parte de Andrea, animaliza a ciertos personajes o, en otras ocasiones, los cosifica, especialmente cuando describe la miseria de la casa de Aribau y de sus habitantes. Con ello, la autora se acerca a la estética del feísmo.
Por último, utiliza elementos retóricos y figuras literarias (comparaciones, metáforas, sinestesias, personificaciones, cosificaciones…) con las que, además de provocar un intenso lirismo, profundiza en la impresión que le producen a Andrea los espacios y las personas que le rodean, contribuyendo a la subjetividad de la narrativa de la protagonista y relacionando este hecho con que el lector conoce la realidad de la joven a través de sus ojos de adolescente.
Estructura en tres partes
Nada presenta tres partes. La primera, desde el capítulo I al IX; la segunda, del X al XVIII; y la tercera, del XIX al XXV. En estos XXV capítulos, que enmarcan una acción de un año de duración, desde octubre de 1939 cuando la protagonista, Andrea, llega a Barcelona, a septiembre de 1940, momento en que Andrea abandona Barcelona y se marcha a Madrid, Laforet narra la historia de los personajes que rodean a la adolescente en su estancia en la Ciudad Condal.
Los espacios principales son la casa de la calle Aribau, donde reside Andrea con su familia, cerrado, oscuro y represivo, y el de la Universidad, abierto y vital. La casa de la calle Aribau es reflejo de la decadencia de una parte de la burguesía catalana después de la Guerra Civil y los personajes que residen en ella casi se sienten atrapados en ese espacio que muestra la pervivencia de la guerra en las relaciones entre ellos, marcadas por la violencia; mientras que la universidad permite el amor y movimientos liberadores, como los paseos por Vía Layetana, la casa de Ena, las escapadas a la playa donde se aman Ena y Jaime o el estudio de Guíxols, entre otros.
Como apunta Foster (1966), cada parte se corresponde con una etapa en el desarrollo de la personalidad de Andrea. La primera parte es la de iniciación, con las relaciones de Andrea con Angustias, dominadora y vigilante. Angustias, soltera tras un romance que se verá más adelante, se marcha a un convento, lo que produce una gran sensación de libertad. La segunda parte es la de confusión para dominar los impulsos del exterior, pero también la de comprensión de que la vida de la casa y la del exterior se funden en la vida misma a través de las relaciones entre Ena y Román. Así pues, esta parte representa el despertar de su inocencia, ya que se da cuenta de que la decadencia y la degeneración no es solo cosa de la casa de Aribau, sino que está en todas partes. La tercera parte es de introspección y comprensión que le permite a Andrea una reflexión sobre la vida que va más allá de la casa y de Barcelona en general. Su partida hacia Madrid con los familiares de Ena supone la ruptura total con el ambiente agobiante que la ha rodeado desde el primer momento, pasando de la mirada casi infantil de Andrea ante la vida a una postura reflexiva casi adulta.