CAPÍTULO 1
Su abuelo le había dicho que el error más grande que podía hacer el hombre era enamorarse de una mujer inadecuada. Pero lo suyo era peor: se había enamorado de dos mujeres inadecuadas. Él explica que habrá gente que pensará que es normal y otra que el amor es exclusivo, pero él piensa que si el amor es una tontería, ¿por qué los poetas muchas veces se inspiran en ese ámbito? Según él, es un representante del hombre, un animal que tropieza 500 veces en la misma piedra.
CAPÍTULO 2
Pablo, el protagonista, decía que él era el que más había aguantado con el amor y lo recuerda. A los cinco años estuvo con Mariluz, una niña que le gustaba la lectura, pero un día se cortó la relación sin saber por qué. Luego volvió con los chicos, que eran más bestias que las chicas. Carlos, su mejor amigo, muy aficionado a la poesía, tuvo unos problemas con Borja, el bestia de la clase.
CAPÍTULO 3
En Carabanchel, barrio donde vive Pablo, un día fue a comprar unas medicinas para su abuelo. A la salida, se le cayeron y, cuando las recogió, chocó con una chica muy guapa y se quedó embelesado. Esperó que saliera, pero mientras la miraba, la chica se giró y le pilló. Pablo le siguió diez minutos; cuando se paró en un portal donde abrió con sus llaves, supuestamente debía ser su casa.
CAPÍTULO 4
Ese día no paraba de pensar en aquella chica de apariencia satánica, con muchos pendientes y vestimenta negra. No paró de pensar en sus defectos, pero al final se durmió. Al día siguiente, su madre no se creía lo que estaba viendo: Pablo estaba desayunando a las ocho, cosa que en vacaciones no era nada normal. Pablo fue hacia el portal de la chica, cuando hasta las doce y cuarto no salía, y pensó seguirla, pero decidió contárselo a Carlos.
CAPÍTULO 5
Pablo se lo contó y Carlos le pidió que se la describiera. Pablo se la describió físicamente, pero Carlos quería los detalles. Pablo no sabía cómo describirla y Carlos le dio dos opciones: o que le describiera los detalles o verla en persona. Carlos hizo una comprobación, si verdaderamente le gustaba, diciéndole si cambiaría un beso de la chica por su colección de discos de “Extremoduro”. Pablo dijo que sí, pero no. Decidieron que irían a esperar que saliera del portal. Al cabo de dos horas, salió con una amiga; Pablo le dijo que era la bajita. Carlos fue a verla de cerca; Pablo preguntó su opinión y dijo que estaba contento, pero no le gustaba.
CAPÍTULO 6
Tan solo quedaba un fin de semana para empezar el curso. Carlos aún parecía que estaba contento; siempre le sabía buscar a todo la parte positiva. Carlos le dio un poema a Pablo para que le diera su opinión, pero vio que no era muy bueno. Pablo casi se resistió a espiar a la chica, pero al final pudo. El domingo por la noche, a las diez y cuarto, fue a verla y se desesperó. Se la encontró con un chulito, pero la cosa no acabó tan mal: no se dieron la mano ni ningún beso.
CAPÍTULO 7
Pablo no se preocupaba de lo que normalmente la gente estaba preocupada: profesores, compañeros… Él solo pensaba si la chica que le gustaba iría a un colegio de monjas o no. Cuando entró en el aula, vio a su amigo Carlos, que por cuarto año iban juntos, entre otras personas. La profesora de Lengua, Leonor, hizo la presentación y Pablo pasaba de todo. Leonor entró con el tema favorito de Carlos, la poesía. Pablo se quedó embobado con la voz de Leonor y, en una pregunta que le hizo, le pilló distraído y toda la clase soltó una carcajada. Por fin, Carlos contestó a la pregunta con lo que quería que contestara algún alumno. Pablo le dijo a Carlos que la poesía no se le daba bien y Carlos le dijo que “Extremoduro” era poesía. Pablo no se lo creía y, cuando llegó a apuntar las letras de su grupo favorito, comprobó que lo que le dijo su amigo era cierto. Pero al momento, no solo le venía a la cabeza una mujer, sino dos: la chica de la farmacia y su profesora de Lengua.
CAPÍTULO 8
Al día siguiente, Pablo llegaba tarde a clase, pero se encontró a la chica de negro que tanto le gustaba. Le preguntó si estudiaba allí, qué curso hacía, y ella le dijo que sí y que hacía tercero por haber repetido segundo. Segundamente, antes de que se pusiera los auriculares de nuevo, Pablo le preguntó su nombre. Cuando la chica se alejaba, Pablo leyó en los labios de la chica “Vanessa”, un nombre que no le gustaba, pero pasó a ser su nombre favorito. Cuando se dirigía hacia la clase, oyó a Leonor y, cuando entró, le ordenó que cerrara la puerta, pero Pablo, descontroladamente, pegó un portazo. Estaba en una nube pensando en dos personas: Vanessa y Leonor.
CAPÍTULO 9
Pablo recordaba que con Leonor fue con la profesora que más había aprendido. Pero los amores eran los mismos: Vanessa y Leonor. Pablo le contó a Carlos que se había encontrado a Vanessa; cuando se lo contó, no se lo creía y empezó a interrogarle. Pablo se lo contó todo. Pero también confesó a Carlos que se había enamorado de Leonor y Carlos le dijo que mal gusto no tenía, pero de forma seria, cosa que empezó a preocuparle a Pablo.
CAPÍTULO 10
Pablo se daba cuenta de que tanto Leonor como Vanessa le ignoraban, cosa que era imposible que hubiera alguna relación. Carlos y Pablo de nuevo fueron a espiar a Vanessa, pero vieron un edificio muy alto y pensaron que podrían subir al tejado y contemplar las vistas de Madrid. En cuanto un vecino entró, ellos subieron al tejado. Allí se quedaron hablando y pensaron que podrían venir más días de otoño, aunque Pablo también pensó que iría solo a pensar en sus amores con su walkman, pero con otra música más relajante de la que normalmente acostumbraba a escuchar.
CAPÍTULO 11
Un día de abril, Leonor nombró un libro que no era obligatorio. Su título era “Diablo en el cuerpo”. Lo primero que le vino a la cabeza a la mayoría de la clase era que si era de terror. Un compañero, Jonathan, dijo que no se lo pensaba leer, pero Leonor explicó que era de amor: un chico se enamoraba de una mujer casada. Pablo no dudó en leérselo.
CAPÍTULO 12
Pablo no se creía que Leonor hubiera nombrado aquel libro, pero Pablo se aseguró de que el título que había escrito era correcto. Cuando se lo leyó, solo recordaba la frase que dijo Leonor en clase: “el amor no tiene barreras”.
CAPÍTULO 13
Ya había llegado la primavera y Pablo preguntó a Carlos qué podía hacer: si decidirse por Vanessa o por Leonor. Carlos le contestó que mejor Vanessa, pero él observaba que ella ni le miraba. Pero Carlos recordó que intentó ligarse a una chica del barrio, Esmeralda; la intentó sacar a bailar, pero ella le dio la espalda. Pablo vio que la técnica que Carlos había usado había salido mal, por lo tanto decidió no intentarlo con Vanessa.
CAPÍTULO 14
Pablo probó suerte con otra técnica. Esperó a Vanessa en la salida del instituto y le entregó unos folios que eran unos versos que Pablo había escrito. Ella le dio las gracias. Pablo se sentía satisfecho de lo que había hecho. Al día siguiente, cuando Pablo estaba sentado, entonces Vanessa se presentó ante él y le dijo que los había leído. Pablo no daba crédito a lo que oía; entonces ella aprovechó para preguntar cómo se llamaba. Él, muy nervioso, se lo dijo, y Vanessa le pidió para salir una tarde.
CAPÍTULO 15
Al día siguiente quedaron. Pablo fue a su portal y le llamó; ella le dijo que ahora bajaba. Bajó arreglada, como Pablo, y decidieron ir al parque, concretamente a la zona del estanque. Allí empezaron a hablar de estudios; ella le dijo que el año que viene los acabaría en Barcelona porque trasladaban a su padre, cosa que desoló mucho a Pablo. Luego siguieron hablando de música; Vanessa vio que la música que escuchaba era floja para su gusto. Él creía que sería otra broma de las suyas, pero no: esta vez iba en serio. Ella le dijo que escuchaba música alemana y americana. Luego fueron hacia casa de Vanessa; ella le pidió que esperara cinco minutos, él dijo que ningún problema. Al cabo de siete minutos, ella bajó y le dio un CD de su música favorita, correspondiendo a su regalo. Pablo le dijo que también tenía que corresponder escuchándolo y tirándolo, tal como ella había hecho con sus versos. Ella le dijo que no, que le gustaría y no lo tiraría. Finalmente, se despidieron con dos besos.
CAPÍTULO 16
Desde entonces, se encontraba a Vanessa por los pasillos. Él la saludaba educadamente, pero un día se paró y le dijo que aquel disco le había gustado mucho. A ella le dio cierta alegría, pero no mucha. Él pensaba que no le vería más, pero… Otro día le dijo a Leonor que escribía versos; ella se alegró mucho y le dijo que se los diera. Ya que Pablo los llevaba, allí se los dio. Al cabo de un tiempo, fueron a una mesa de la cafetería y Leonor sacó la carpeta; ella no supo valorar lo que Pablo había hecho por ella y todo eran anotaciones sobre los poemas. Pablo llegó a casa desolado y rompió todos aquellos poemas y decidió que no escribiría ningún verso más.
CAPÍTULO 17
Era la fiesta de fin de curso. Pablo no tenía ganas, pero bueno… Él sentía que Vanessa se tuviera que ir, pero le desagradó mucho más que estuviera con un chico de segundo de bachillerato, Gustavo, que era la estrella del instituto. Pero otra cosa que le acabó de “matar” fue encontrarse a Leonor bailando con el maestro de educación física; le daba manía porque era un bacilón. Esa noche vio el amor infernal, pero también reconoció que a veces se perdía y otras se ganaba.
CAPÍTULO 18
Llegaron las vacaciones. Pablo iba a la piscina con Carlos, al frontón, con bici… Un día decidió subir al tejado de aquel alto edificio solo para mirar Madrid de noche mientras escuchaba música. Allí escribió su último poema pensando en sus amores: Leonor y Vanessa. Y así se lo contó todo a la luna; él creía que le escuchaba, pero no hablaba. Así declaró Leonor y Vanessa sus amores lunáticos.
CAPÍTULO 19
Pablo y Carlos ya iban a la universidad. Carlos estudiaba informática y Pablo filosofía. Pablo seguía pensando en Vanessa, que ya se habría ido; cuando cogía aquel CD que ella le había regalado, le provocaba nostalgia, y en Leonor, que seguía en el instituto. Un día se la encontró en una reunión de ex-alumnos y ella le preguntó por Carlos. Él le dijo que estaba ocupado con los estudios, aunque en verdad era por la novia que, en poco tiempo, había tenido tres. Luego Leonor fue con un grupo de chicas que hablaban de Carlos. Luego Pablo fue a correr con Carlos y aprovechó para contarle lo que había oído de Leonor. Carlos le dijo que a él le daba igual porque ya tenía novia y luego porque si a Pablo le había gustado antes, no tenía por qué quitarle sus amores. Aquel día Pablo se dio cuenta de que Carlos era un amigo de verdad.
CAPÍTULO 20
Un día, Pablo entró en un chat de los que le había hablado Vanessa en el parque. Entonces vio un “nick” o un apodo que le resultó familiar; era el título de una canción de las que le gustaban a Vanessa y seguida una “V”. Pablo le abrió una conversación privada y empezaron a hablar. Así fue todo hasta que se despidieron. Al cabo de tres días, todo estaba más caliente hasta que ambos se preguntaron su nombre. Ella le dijo la verdad y Pablo le dijo Manuel, que era el nombre que seguía Pablo en el DNI, cosa que daba a entender que su nombre real era Pablo Manuel. Al fin, Pablo pensó que se había enterado de muchas cosas de Vanessa, pero que no iba a contar, solo que ella le quería conocer en persona porque creía que le gustaba.
CAPÍTULO 21
Cuando Vanessa y Pablo se citaron, Pablo pensó en su abuelo, que había muerto hace dos años, y dio razón a lo que le había dicho: que además había cometido no uno, sino dos errores. Bien, aquella historia se acabaría aquella tarde cuando ambos, Vanessa y Pablo, se vieran en el reloj de la Puerta del Sol.