Soneto XXXIII
Estructura y métrica:Soneto compuesto por catorce versos endecasílabos de rima consonante ABBA, ABBA, CDE, DCE . Los versos se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. El primer cuarteto recrea la juventud y belleza de la dama, y el segundo cuarteto amplifica y desarrolla el mismo tema . El primer terceto reflexiona sobre la idea central (la exhortación a disfrutar el presente) vinculándolo al tema de los cuartetos (antes de que el tiempo destruya la juventud y la belleza). El terceto final concluye con una reflexión grave los versos anteriores (el tiempo todo lo destruye) . El poema se ajusta a la estructura del soneto clásico en que se presenta una introducción, un desarrollo y una conclusión que, de algún modo, da sentido al resto del poema.
TemaEl soneto aborda el concepto filosófico de la brevedad de la vida, sin embargo en su desarrollo poético notamos el cambio de mentalidad producido en el paso de la Edad Media al Renacimiento. El poeta no se lamenta de esa brevedad, si no que, consciente de ella, aconseja gozar les placeres de la juventud antes de que el tiempo la destruya.
Recursos retóricosEl ritmo del poema es pausado, no expresa urgencia. Supone una invitación serena a disfrutar de la juventud y de la belleza mientras éstas duren.
♦ Prosopografía (descripción física de la dama) ” En tanto que de rosa y azucena (Metonimia “color” de la rosa y la azucena).♦ Etopeya (descripción moral de la dama) ” mirar ardiente, honesto …” .♦ Prosopografía y etopeya conforman el “retrato” de la dama.
♦ Gradación: “mueve, esparce y desordena”.♦ Anáfora: ” En tanto … ” (verso 1) “y en tanto …” (verso 5)
Fuentes literariasEn tanto que de rosa y azucena” glosa el tópico literario del “carpe diem” que deriva de la Oda IV de Horacio y del “Collige, virgo, rosas” de Ausonio, no obstante, se ha especulado con la posibilidad de que la dama pudiera tener un referente real más allá del tópico literario de la “dona angelicata”.
Contextualización del poemaDurante su breve carrera cortesana y militar, Garcilaso no publicó ninguna poesía suya. Al morir a los 35 años de edad, llegó naturalmente a ser su albacea literario su amigo y colaborador poético Juan Boscán. Éste reuníó todos los manuscritos garcilasianos que pudo encontrar, y al publicar sus propias poesías, les añadió como apéndice las de Garcilaso: Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega se editó en Barcelona en 1543, casi siete años después de morir el poeta.
¿ELENA, ISABEL Y BEATRIZ?En la corte de Valladolid, Garcilaso conocíó a la que se convertiría en su mujer legítima, doña Elena de Zúñiga, que figuraba entre las damas de doña Leonor de Austria, hermana de Carlos V. Todo un partido, por lo tanto, que le acercaba al Emperador a través de su hermana favorita. La corte era en aquellos días un hervidero de actividades festivas en donde el poeta brillaría con luz propia. Allí debíó cautivar a la joven Elena e incluso a la propia doña Leonor, que aprobaría de inmediato la elección, si es que no eligió ella misma al joven caballero como pretendiente idóneo para su dama portuguesa.Garcilaso viajó a Portugal, donde permanecía exiliado su hermano, el excomunero Pedro Laso, para organizar el matrimonio de éste con una de las damas de Isabel de Portugal, la prometida del césar. La dama escogida fue la bella Beatriz de Sá, cuyas gracias, unánimemente alabadas por sus contemporáneos, no le tuvieron que pasar desapercibidas a Garcilaso, incluso se ha venido a suponer recientemente por la investigadora Carmen Vaquero que pudieron prender la llama de un amor tan intenso como prohibido. Sea como fuere, allí estaba también, acompañando a la futura Emperatriz, la que tradicionalmente se ha venido suponiendo la musa de sus encendidos y lamentosos versos: Isabel Freire. ¿Quién, en verdad, fue la fuente de un amor que, por una u otra causa —amor prohibido, truncado por la muerte o despectivo—, hicieron sufrir e inspiraron la vena poética de nuestro mejor lírico? El misterio extiende su secuela de conjeturas sobre este debatido asunto, en torno a estos tres nombres de mujer: Isabel, Beatriz y Guiomar.
COMENTARIO DEL SONETO XI DE Garcilaso de la Vega
Esta composición lírica es una de las mejores y más conocidas del poeta toledano Garcilaso de la Vega (1501-1536), introductor, junto con Boscán, de la lírica renacentista de influencia italiana y máximo exponente de este movimiento poético durante la primera mitad del Siglo XVI.
Garcilaso representa al perfecto cortesano renacentista del que hablaba Baltasar de Castiglione, pues conjuga en su persona “armas y letras”. Considerado como el primer poeta moderno por su tratamiento del tema amoroso, cultivó una poesía intimista, melancólica, cuyo estilo se caracteriza por la claridad, la naturalidad y el buen gusto.Su producción literaria, exclusivamente poética, es breve; en metros italianistas: tres églogas, dos elegías, cinco canciones, una oda, una epístola y treinta y ocho sonetos. El poema que nos ocupa es el soneto XXIII y está dedicado probablemente a Isabel Freyre, dama portuguesa de la reina y musa de su poesía. Este poema lírico, perteneciente a su época de plenitud (iniciada a partir de 1532), demuestra el perfecto manejo del arte italianista que poseía Garcilaso.
(ANÁLISIS DEL CONTENIDO:TEMA Y ESTRUCTURA)
En este poema de Garcilaso encontramos los tópicos renacentistas. El ideal estético renacentista, la belleza integrada en la naturaleza armónica (locus amoenus). Referida tanto a los seres mitológicos (hermosas ninfas, que contentas habitáis…), como a la naturaleza idealizada (relucientes piedras, columnas de vidrio). El tema del amor, como eje central, que en este caso refleja la inconsolable desdicha del poeta.Garcilaso encarna los valores del hombre renacentista, hombre de armas (muere defendiendo a su rey) y poeta (en contacto con la corriente literaria renacentista italiana). Al modo del amor cortés, llora la muerte de su musa (Isabel Freyre), como lo hizo Francisco Petrarta con Laura. Su obra es publicada, a modo de apéndice en la obra de un amigo, siete años después de su muerte.
COMENTARIO DEL SONETO XI DE Garcilaso de la Vega
Esta composición lírica es una de las mejores y más conocidas del poeta toledano Garcilaso de la Vega (1501-1536), introductor, junto con Boscán, de la lírica renacentista de influencia italiana y máximo exponente de este movimiento poético durante la primera mitad del Siglo XVI. Garcilaso representa al perfecto cortesano renacentista del que hablaba Baltasar de Castiglione, pues conjuga en su persona “armas y letras”. Considerado como el primer poeta moderno por su tratamiento del tema amoroso, cultivó una poesía intimista, melancólica, cuyo estilo se caracteriza por la claridad, la naturalidad y el buen gusto.Su producción literaria, exclusivamente poética, es breve; en metros italianistas: tres églogas, dos elegías, cinco canciones, una oda, una epístola y treinta y ocho sonetos. El poema que nos ocupa es el soneto XXIII y está dedicado probablemente a Isabel Freyre, dama portuguesa de la reina y musa de su poesía. Este poema lírico, perteneciente a su época de plenitud (iniciada a partir de 1532), demuestra el perfecto manejo del arte italianista que poseía Garcilaso.
(ANÁLISIS DEL CONTENIDO:TEMA Y ESTRUCTURA)
En este poema de Garcilaso encontramos los tópicos renacentistas. El ideal estético renacentista, la belleza integrada en la naturaleza armónica (locus amoenus). Referida tanto a los seres mitológicos (hermosas ninfas, que contentas habitáis…), como a la naturaleza idealizada (relucientes piedras, columnas de vidrio). El tema del amor, como eje central, que en este caso refleja la inconsolable desdicha del poeta.Garcilaso encarna los valores del hombre renacentista, hombre de armas (muere defendiendo a su rey) y poeta (en contacto con la corriente literaria renacentista italiana). Al modo del amor cortés, llora la muerte de su musa (Isabel Freyre), como lo hizo Francisco Petrarta con Laura. Su obra es publicada, a modo de apéndice en la obra de un amigo, siete años después de su muerte.
Se trata, pues, de un soneto escrito por Garcilaso de la Vega (1501 ó 1503 – 1536), de influencia petrarquista, la lírica italiana que a lo largo del Siglo XVI se extiende por Europa. La conocíó durante su estancia en Nápoles, de ella se embebe y la introduce en España.Es una obra lírica, escrita en verso. La forma de elocución que predomina es la descripción en la que expresa de modo subjetivo, en estilo directo y en primera persona, la inmensa tristeza de su alma..En cuanto al tema del soneto, el poeta se dirige a unas ninfas que viven a la orilla del río y les pide que dejen la labor en la que están entretenidas para escuchar lo que quiere contarles. Les promete que no las entretendrá demasiado de sus ocupaciones habituales, porque es triste lo que les explicará, que o bien él se deshará en lágrimas o bien ellas, de tan tristes, dejarán de escucharle.El tema del texto es la tristeza incontrolable del poeta.Si analizamos el poema, en su estructura interna distinguimos dos partes:a) invoca a las ninfas y describe sus moradas (primer cuarteto) y sus actividades (segundo cuarteto);b) pide que les escuche y revela el motivo de su invocación (dos tercetos).Se suele tomar el soneto como un texto poético de carácter argumentativo, en el que se presenta una idea (aquí, primer cuarteto); se desarrolla (segundo cuarteto y primer terceto) y se concluye (última estrofa). Entre los cuartetos, esta relación temática se comprueba en este caso con el uso del anafórico esto (vv.4 y 5). Como ya ha sido explicada la idea principal en el párrafo anterior, nos detendremos ahora en fijarnos en qué elementos dotan de cohesión al poema.
(MÉTRICA)
En lo que respecta a la métrica, el soneto está formado por dos cuartetos y dos tercetos, compuestos por catorce versos endecasílabos, de arte mayor. Su rima es consonante. Su esquema métrico es 11A, 11B, 11B, 11A; 11A, 11B, 11B, 11A; 11C, 11D, 11C; 11C, 11D, 11C.Vs. 1, 8 sinalefa y sinéresis
.Vs. 4, 5, 7, 11, 12, 13, 14 sinalefa
.Figuras literarias: hipérbaton (v. 12 “no podréis de lástima escucharme”), hipérbole (v. 13 “convertido en agua aquí llorando”), antítesis (v. 12 y 14 “o no podréis… o… podréis”)
Se trata, puesPLANO MORFOSINTÁCTICO)
Utiliza un vocabulario sencillo con el que consigue transmitir un intenso sentimiento doloroso. Lo vemos en la utilización de sustantivos comunes. Los adjetivos resaltan la belleza del escenario: epítetos como “hermosas ninfas”, “relucientes piedras”, “rubias cabezas”.Los verbos señalán claramente las dos partes del poema: los dos primeros cuartetos contienen verbos en presente de indicativo, al comienzo del primer terceto utiliza el imperativo (“dejad”) para terminar utilizando el futuro imperfecto.En cuanto al tipo de sintaxis, abundan las oraciones coordinadas.El poema comienza con una invocación a las ninfas y una proposición subordinada adjetiva que abarcará los dos cuartetos. En ellos hay coordinadas copulativas, disyuntivas y distributivas. El primer terceto se inicia con un verbo en imperativo, le sigue una yuxtaposición y una coordinada copulativa y termina con una subordinada adverbial consecutiva.Nos encontramos con dos encabalgamientos; uno suave en los v. 2 y 3, y uno abrupto en el v. 9 y 10.
(PLANO SEMÁNTICO: localizar campos semánticos)El tema del texto condiciona el uso de sustantivos y adjetivos relacionados con el amor y la fé. De esta forma encontramos términos relacionados con la naturaleza: río, moradas, piedras; naturaleza con la que se alía el autor para reconocer sus amores y preocupaciones.A modo de conclusión, se puede decir que…(similar al anterior comentario; tened en cuenta que es personal y podéis hacer referencia al tema del poema y hacer una breve reséña a lo dicho en el comentario).