‘La Buena Letra’ de Rafael Chirbes: Un Retrato Íntimo de la Memoria Histórica
La buena letra, publicada en 1992 y aclamada por la crítica, es una novela corta de Rafael Chirbes que anticipa, con gran intimismo, las grandes obras que el autor escribiría años después, especialmente En la orilla y Crematorio. Su obra completa responde a un proyecto general: reivindicar la memoria colectiva de su generación a partir de los recuerdos de diversos personajes, tanto adultos como ancianos, que rememoran desde un presente que coincide con el tiempo de la narración. Chirbes ofrece una visión crítica, desmitificadora y caleidoscópica de la historia de España desde la Guerra Civil hasta nuestros días, a través de personajes de distintas generaciones, ideologías y clases sociales.
Realismo y Crítica en la Novelística Actual
La buena letra es, sin duda, una muestra representativa de la novelística actual, en la que, pese a la evidente variedad de tendencias, son destacables rasgos como el realismo que busca reflejar la España contemporánea, así como la crítica y la reivindicación de la memoria, indispensable para interpretar el presente, que representan autores coetáneos como Almudena Grandes, Julio Llamazares o Javier Cercas.
Narrativa en Primera Persona y Temas Centrales
La novela constituye un relato en primera persona, a través de la voz de Ana, de la vida de una familia desde la Guerra Civil hasta un presente que coincide con el de la narración. A principios de los años 90, Ana se dirige a su hijo para explicarle su negativa a vender su casa para lucrarse a través de la especulación inmobiliaria. Se detiene, especialmente, en el retrato de una durísima posguerra, llena de sufrimiento y sacrificios para una familia republicana, y en la conflictiva relación con su cuñada. Esta última adopta una actitud de supervivencia egoísta ante la realidad: olvida el pasado y está dispuesta a todo con tal de escalar socialmente. El tema central de la obra está encerrado en su título precisamente: la buena letra, como afirma la narradora, es, entre comillas, «el disfraz de la mentira y la apariencia». Por tanto, la forma y no el fondo es lo que permite el progreso personal, vence la hipocresía. Otros temas presentes son la traición, la importancia de la memoria histórica, la injusticia, etc.
Espacio y Tiempo en la Narración
El espacio central de la obra, la casa de Ana y Tomás, adquiere un valor simbólico: es la memoria, lo que se reivindica al impedir que esta sea convertida en un espacio económico en el que vencedores y vencidos se hermanen gracias al interés, olvidando los vencidos su vida de humillaciones, sufrimiento, injusticia y derrota, y quedando corrompidos por la avaricia. Los hechos tienen lugar en lugares inventados de Valencia, la tierra del autor, que aparecerán en otras obras de Chirbes, y que en realidad son un trasunto de muchos pueblos de España.
En cuanto al tiempo interno, el relato es una larga elipsis que narra de forma lineal, aunque incluyendo en ocasiones ciertos flashforwards o prolepsis, la historia familiar de Ana, paralela a la historia de una España herida por la guerra. Algunos críticos observan en La buena letra una denuncia de la Transición Española, un proceso que, desde el punto de vista de Chirbes, optó por la desmemoria, perpetuando la injusticia con los vencidos. La novela presenta una visión pesimista de la España de principios de los años 90, en la que los hijos de los que vivieron la posguerra sustentan ya otros valores morales que se contradicen con los de sus padres. En 1994, Chirbes publicó Los disparos del cazador, una novela que, por su potencial relación formal y temática con La buena letra, se considera complementaria a esta, y que ofrece la perspectiva de un personaje moralmente opuesto a Ana. La multiplicidad de puntos de vista, frecuente en la narrativa actual, se refleja así en la combinación de ambas novelas.
Estilo y Significado
Aunque el relato se centra en los acontecimientos familiares, son elocuentes y significativas las alusiones a la durísima posguerra, a la miseria y a las atrocidades vividas, y suponen un ejercicio de memoria que reivindica la dignidad de la derrota en el personaje de Ana. Las elipsis continuas y la división en brevísimos capítulos confieren a la obra una intensidad y una significación que van más allá de su corta extensión.
En cuanto al estilo, llaman la atención la delicadeza y la sensibilidad con que Ana plasma su realidad y sus reflexiones, con sobriedad y sencillez, con un indudable lirismo. Es quizás ese uso impecable de la lengua uno de los pocos elementos que no terminan de encajar en la novela, si se tiene en cuenta que la protagonista ha tenido un acceso muy limitado a la cultura.
Conclusión: Un Ejercicio Narrativo Delicado y Comprometido
En conclusión, La buena letra supone un delicadísimo ejercicio narrativo que anticipa rasgos muy presentes en la novela actual, especialmente en el reflejo de un mundo contemporáneo, corrompido y desmemoriado, que es expuesto en evidencia con pesimismo. En lo que respecta a la tradición literaria, la obra, como toda la narrativa de Chirbes, es heredera del realismo de Pérez Galdós y de Baroja, y de una novela social que evoluciona en el autor hacia una novela comprometida y crítica que se convierte en la herramienta de la sociedad para, en palabras del propio autor, contarse a sí misma y dar voz a aquellos que han quedado sepultados por la historia.