LA POESÍA LÍRICA
Se incluyen dentro del género lírico las obras en las que el poeta (YO) expresa sus sentimientos más profundos y personales. La lírica siempre habla del interior del poeta y lo que de exterior aparezca en la composición está observado desde la interpretación subjetiva de la realidad. De este modo, la lírica siempre es subjetiva.
Escrito tanto en verso como en prosa (en este caso, se le denomina prosa poética), el lenguaje poético pretende crear un mundo connotativo, sugerente y polisémico, de manera que, apareciendo en él la función poética, dé lugar a un texto muy elaborado, lleno de artificiosidad y densidad expresiva en las tres infraestructuras del código lingüístico. Un texto así es altamente significativo, basado en un lenguaje metafórico, recurrente y polisémico. Si de los géneros literarios podemos hablar en estos términos, es precisamente al lenguaje lírico al que le cabe esta apreciación mejor que a ningún otro de entre ellos.
El Lenguaje lírico:
Tres son las actitudes líricas entre la realidad (asunto) y el poeta. De otra manera, el poeta, para transmitir de una forma expresiva su subjetividad y emocionar al lector, puede adoptar actitudes ante sí mismo y ante la realidad. Estas actitudes pueden ser: emoción lírica,apóstrofe lírico y lenguaje de canción.
1.- Emoción lírica:
la realidad exterior al poeta es la que inspira la composición.
2.-Apóstrofe lírico
El poeta se dirige a tú que constituye el referente constante del poema y con el que puede dialogar líricamente.
3.-Lenguaje de canción:
El autor, atento sólo a su yo, nos da su visión de su realidad vivencial o de su mundo interior. Es la más lírica.
Principales subgéneros líricos:
Composiciones Mayores
Himno:
Composición que expresa los ideales o sentimientos de una colectividad.
Oda:
Poema lírico destinado a la exaltación de una persona o cosa (religiosa, filosófica, heroica, amorosa, etc.).
Epístola:
Poema escrito en forma de carta con un fin didáctico.
Sátira:
Composición que sirve para censurar vicios o situaciones.
Elegía:
Obra poética que expresa sentimientos de dolor por la pérdida de un ser querido o una circunstancia desagradable.
Égloga
Composición poética que tiene como protagonista postores situados en una naturaleza idealizada.
Canción
Poema amoroso o religioso compuesto, generalmente, en forma breve.
Epigrama
Composición de contenido satírico, burlesco o moral.
Composiciones Menores:
Madrigal:
Poema lírico breve, generalmente amoroso, que expresa un elogio a una dama.
Letrilla:
Poema lírico breve de carácter amoroso, religioso o satírico-burlesco compuesto en versos de fuerte musicalidad.
Balada
Composición lírica de carácter sentimental y melancólico.
Soneto:
Admite gran variedad de temas (amorosos, religiosos, patrióticos,..). No excluye la posibilidad de un tono satírico o burlesco.
Epitalamio:
canto de bodas en el que el poeta hace un elogio de los novios.
Epitafio:
breve poema elegíaco destinado a escribirse en la lápida de una tumba.
Villancico:
poema breve que consta de uno, dos, tres o cuatro como estrofa inicial que se glosan en estrofas sucesivas.
La poesía lírica proviene de que entre los griegos era cantada al son de una lira. Continúa siendo cantada en sus manifestaciones más sencillas y populares, la lírica culta, a partir del XV, pierde el acompañamiento musical para quedar reservada a la lectura o recitación. La poesía lírica, como acabamos de ver, se distingue por su brevedad y por gran variedad, mucho mayor que la de la dramática o la épica.
En resumen, el lenguaje poético es la forma más elevada de la expresión de la subjetividad. Sentimiento, reflexión e intensidad emotiva lo caracterizan. La poesía pone en primer plano al yo personal del poeta, que presenta el mundo desde la óptica de sus sentimientos y vivencias, transmitiendo y suscitando la emoción en el receptor.
EL TEATRO
El teatro es un género literario en el que el autor deja a sus personajes que se den a conocer por sí mismos, mediante sus diálogos. Este género está pensado para ser representado delante del público; por eso tiene características especiales.
A través del diálogo teatral, el autor configura a los personajes (porque son éstos los que se dan a conocer a sí mismos a través de sus palabras), pero también crea la acción dramática, ya que con las palabras expresadas por los personajes vamos viendo cómo se desarrollan los acontecimientos.
La estructura del diálogo viene dada por la disposición de los elementos:
a)
El nombre de cada personaje aparece siempre delante de su parlamento, es decir, de las palabras que el autor le hace pronunciar.
El nombre de cada personaje aparece siempre delante de su parlamento, es decir, de las palabras que el autor le hace pronunciar.
b)Junto al nombre y antes del parlamento aparecen las acotaciones, que nos dan información sobre el espacio y el tiempo de la acción.
c)En ocasiones, un personaje puede hablar sin dirigirse a otro personaje que está en la escena. Entonces hablamos de monólogo.
Elementos que intervienen en el teatro
A)Los personajes
Aparecen caracterizados por sus propias palabras y sus propios actos, pero también por lo que de ellos dicen los otros personajes que a su lado configuran la acción.
B)La acción
Se va desarrollando a través de los diálogos de los personajes. Entre los tipos de acción destacamos:
a.
de caracteres o de acción.
Interior/exterior
Según se profundice en la psicología de los personajes o bien la acción ocurra fuera de los personajes. Ambas acciones suelen darse unidas, pero el predominio de una u otra nos ofrece dos tipos diferentes de teatro:de caracteres o de acción.
b.
La acción secundaria es aquella que contiene hechos de poca relevancia protagonizados por los personajes secundarios.
Principal/secundaria
La acción principal es la que tiene lugar entre los protagonistas de la obra.La acción secundaria es aquella que contiene hechos de poca relevancia protagonizados por los personajes secundarios.
C)Las acotaciones
El dramaturgo hace avanzar la acción a través de los diálogos que se establecen entre los distintos personajes de la obra. Sin embargo, en los diálogos no aparecen las indicaciones que nos hacen entender claramente dónde quiere el autor situar su obra y cómo cree que debe ser el comportamiento de los distintos personajes que en ella aparecen (actitudes que deben tomar los personajes, decorados, etc.)
Normalmente, las acotaciones son cortas. Sin embargo, hay determinadas obras en las que las acotaciones no sólo son largas, sino que además contienen matices difíciles de traspasar a la representación, e incluso, en ocasiones, el autor da rienda suelta a su vena poética.Desde un punto de vista formal, las acotaciones aparecen entre paréntesis y con un tipo de letra diferente a la del texto.
D)El lugar y el tiempo
Hay que distinguir tanto en uno como en otro lo referente al texto y a la representación.
a.El espacio referente al texto es aquel en el que se desarrolla la acción dramática, la historia que se va a representar. Igual ocurre con el tiempo, que es la duración de los hechos objeto de la obra. Tanto uno como otro se van marcando a través de los diálogos (tiempos verbales, menciones a lugares, adverbios de lugar, de tiempo, etc.), pero, sobre todo en las acotaciones.
b.El lugar y el tiempo de la representación están condicionados por los gustos de la época en la que se realiza la representación. Normalmente, el tiempo es de dos o tres horas, aunque, en ocasiones, las representaciones pueden ser más largas.
Estructura de la obra dramática:
Una representación dramática sin cortes resultaría pesada para el espectador; por eso, desde la época grecolatina, la obra teatral siempre se ha presentado dividida en actos.
Sin embargo, el número de actos no ha sido el mismo a lo largo de los tiempos; las obras grecolatinas tenían cinco actos y también la comedia francesa del siglo XVII.
Sin embargo, el número de actos no ha sido el mismo a lo largo de los tiempos; las obras grecolatinas tenían cinco actos y también la comedia francesa del siglo XVII.
Una de las innovaciones del teatro de nuestro Siglo de Oro fue el acortar el número de actos, que de los cinco pasó a tres (jornadas) en el teatro de Lope de Vega. Normalmente, estos tres actos se correspondían con el planteamiento, el nudo y el desenlace.
En las pausas que se producían entre los actos (entreactos) se solían representar piezas, normalmente cortas, llamadas entremeses.
Estas representaciones tenían la función de entretener a los espectadores e impedir que el público se aburriera mientras se realizaban cambios de vestuarios, decorados, etc. Eran también muy importantes las canciones y los bailes que entretenían al público.
Estas representaciones tenían la función de entretener a los espectadores e impedir que el público se aburriera mientras se realizaban cambios de vestuarios, decorados, etc. Eran también muy importantes las canciones y los bailes que entretenían al público.
Cada vez que un personaje sale del escenario o entra en él, en el texto escrito se separa unaescena;
al comienzo de cada una de ellas se dice, en acotaciones, qué personajes van a actuar o qué cambios pueden aparecer en las actitudes, en los decorados, etc.
al comienzo de cada una de ellas se dice, en acotaciones, qué personajes van a actuar o qué cambios pueden aparecer en las actitudes, en los decorados, etc.
Los géneros:
El género dramático está compuesto por obras escritas, en prosa o en verso, para ser representadas. Se dividen en:
Géneros mayores:
·
La tragedia
Presenta conflictos entre distintos personajes, víctimas de grandes pasiones (amor, odio, venganza…) que no pueden dominar. Suele terminar con la muerte del protagonista.·
La comedia
Se ocupa de conflictos menos profundos, serios algunas veces, pero con momentos divertidos y ocurrentes.·
El drama
Presente pasiones y conflictos entre personajes, pero de una intensidad inferior a la de la tragedia. Pueden intervenir también elementos cómicos; pro esos en España se le dio el nombre de tragicomedia. Es el género más característico de nuestro Siglo de Oro, que alcanza su cota más alta en las obras de Lope de Vega.Géneros menores
Son más breves y de argumento más sencillo.
·
El auto sacramental
Pieza que, sobre todo durante el siglo XVII español, tiene como protagonistas a personajes alegóricos (la Virtud, la Justicia…) y termina con una exaltación del sacramento de la Eucaristía. Tuvieron gran importancia los de Calderón de la Barca, como, por ejemplo, El gran teatro del mundo.·
El entremés
También de creación española, es una obrita corta, de carácter cómico y popular, que se representaba en los entreactos de una obra larga. Cervantes escribió varios entremeses en el siglo XVII, aunque ya en el XVI Lope de Rueda había escrito sus pasos, primeras manifestaciones del género.·
El sainete
Otra forma nacional es una composición, larga o breve, que refleja costumbres y hablas populares. Sus orígenes se remontan al siglo XVIII. En el siglo XX destacan por sus sainetes los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches.·
La ópera y la zarzuela.
Son géneros dramáticos en los que tiene una parte fundamental la música. La ópera es enteramente cantada, mientras que en la zarzuela aparecen partes habladas.
La ópera y la zarzuela.
Son géneros dramáticos en los que tiene una parte fundamental la música. La ópera es enteramente cantada, mientras que en la zarzuela aparecen partes habladas.
LA NOVELA
La novela es una narración (se nos cuenta una historia), en prosa (así se distingue de la epopeya y la poesía narrativa), de una historia ficticia (lo diferencia de la biografía, autobiografía, el relato de viajes y las obras históricas), de cierta extensión (que lo diferencia del cuento y la novela corta). En ella se nos cuenta un acontecimiento ordinario de la vida (1.-trama), con unos individuos (2.-personajes), en un 3.– espacio y en una 4.- épocadeterminada. La historia narrada se organiza en un 5.- discurso según unas técnicas narrativas.
Elementos estructurales de la novela:
1.-
La trama o acción (La trama es la cadena de acontecimientos mediante la sucesividad (¿qué pasa luego?) y causalidad (¿por qué pasa eso?: tradicionalmente se estructura en exposición o presentación de los hechos, nudo o desarrollo por el que los acontecimientos llegan a su momento culminante y desenlace o solución de la trama).
La trama o acción (La trama es la cadena de acontecimientos mediante la sucesividad (¿qué pasa luego?) y causalidad (¿por qué pasa eso?: tradicionalmente se estructura en exposición o presentación de los hechos, nudo o desarrollo por el que los acontecimientos llegan a su momento culminante y desenlace o solución de la trama).
2.
Los personajes son los agentes que realizan la trama. Pueden desempeñar las siguientes funciones: a) Ser un mero elemento decorativo, b) Ser un agente de la acción. c) Ser elportavoz de las ideas y experiencias del autor, d) Ser entes independientes, con «vida» propia, que se le escapan de las manos al autor.
Los personajes son los agentes que realizan la trama. Pueden desempeñar las siguientes funciones: a) Ser un mero elemento decorativo, b) Ser un agente de la acción. c) Ser elportavoz de las ideas y experiencias del autor, d) Ser entes independientes, con «vida» propia, que se le escapan de las manos al autor.
Presentación de los personajes en la novela
A) Por sí mismos, b) mediante otro personaje, c) a través del narrador, que permanece fuera de la historia, d) de forma mixta, es decir, combinando las tres fórmulas precedente, e) actuando el narrador como una cámara fotográfica (posición behaviorista o conductista), permaneciendo el autor al margen de la acción.
3.
El espacio
La acción debe realizarse en uno o varios lugares. El espacio en la novela puede servir para dar verosimilitud al relato o para situar a los personajes, provocando la imaginación del lector. El recurso del que se sirve el autor para convertir el espacio real en narrativo es por medio de la descripción. 4.
El tiempo:
El tiempo es importantísimo en la novela, donde se puede distinguir el tiempo de la historia (hechos históricos a los que se aluden en la novela) y el tiempo del discurso (hechos narrados en la novela). Veamos sus posibles relaciones: a) Que el tiempo de la historia sea igual al del discurso (T.H. = T.D.) y se consigue por medio del diálogo; b) Que el tiempo de la historia sea mayor que el tiempo del discurso (T.H.>T.D.). c) Que el tiempo de la historia sea menor que el tiempo del discurso.Orden de la narración
a)
Temporalización lineal: El orden del discurso sigue el orden de la historia; puede ocurrir que se presente ab ovo (autobiografía) o in medias res (desde la mitad de los acontecimientos);
Temporalización lineal: El orden del discurso sigue el orden de la historia; puede ocurrir que se presente ab ovo (autobiografía) o in medias res (desde la mitad de los acontecimientos);
b)
la retrospección (analepsis) mediante “in extremas res” (se relata desde el final de los acontecimientos) y también usando el “flash back” (se retraen escenas ocurridas en el pasado) o la anticipación (prolepsis) a partir del “flash-forward” (acontecimientos futuros se anticipan).
Temporalización anacrónica
No existe correlación entre el tiempo de la historia y el tiempo narrado; aquí la narración adopta una doble dirección:la retrospección (analepsis) mediante “in extremas res” (se relata desde el final de los acontecimientos) y también usando el “flash back” (se retraen escenas ocurridas en el pasado) o la anticipación (prolepsis) a partir del “flash-forward” (acontecimientos futuros se anticipan).
5.
El discurso son los medios lingüísticos y de los recursos técnicos de los que se sirve el autor para narrar la ficción. Implica tres acciones por parte del autor: el punto de vista del narrador, la temporalización y la espacialización.
El discurso son los medios lingüísticos y de los recursos técnicos de los que se sirve el autor para narrar la ficción. Implica tres acciones por parte del autor: el punto de vista del narrador, la temporalización y la espacialización.
Punto de vista
Es la perspectiva desde donde se localiza el narrador para contarnos la historia. Pueden aparecer distintas modalidades. 1.Tercera persona narrativa o narrador omnisciente; 2.- Primera persona narrativa (Yo testigo y Yo protagonista); 3.- Segunda persona narrativa ; 4.- Modalidad cinematográfica (se rechaza el pensamiento de los personajes, el narrador no interviene y predomina el diálogo).Clasificación tipológica de la novela:
Las novelas se pueden clasificar a partir de los tres elementos estructurales siguientes:
la acción (Las novelas de acción con una intriga distribuida en introducción, nudo y desenlace), el personaje (Las novelas de personaje con un protagonista sobre el que gira la novela: Quijote de Cervantes.) y el espacio (Las novelas de espacio se caracterizan por la importancia concedida a la descripción del ambiente histórico y social en el que se desarrolla la trama: todas las novelas picarescas, la novela de época y la novela de sociedad).
LOS PRINCIPALES SUBGÉNEROS PERIODÍSTICOS
Se distinguen tres géneros periodísticos, según la función que predomine:
·
Géneros informativos (noticia, reportaje y entrevista), donde interesa sobre todo la información que se transmite.
Géneros informativos (noticia, reportaje y entrevista), donde interesa sobre todo la información que se transmite.
·
Géneros de opinión (editorial, artículo y cartas al director), en los que predomina la función de opinar.
Géneros de opinión (editorial, artículo y cartas al director), en los que predomina la función de opinar.
·
Géneros híbridos (crónica y crítica), donde se combinan la información y la opinión.
Géneros híbridos (crónica y crítica), donde se combinan la información y la opinión.
Géneros informativos
La noticia puede definirse como el relato objetivo, sin comentarios, ni intervención del emisor –es decir, impersonal-, de hechos novedosos que son de interés general.
Su contenido suele responder a seis preguntas fundamentales: ¿qué?, ¿quién?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿por qué? Su extensión es variable y presenta generalmente la siguiente estructura: titular, entradilla o lead y cuerpo. El contenido de éste último se organiza en diferentes párrafos que recogen sucesivamente datos o ideas en orden decreciente de importancia, de forma que aparezcan en primer lugar los que tienen mayor interés y los menos trascendentes, al final.
El reportaje es un relato periodístico de carácter informativo más amplio que la noticia. Otra diferencia es que la información es más completa y profunda, lo cual implica un proceso de investigación por parte del periodista que incluye: descubrimiento de nuevos datos, entrevistas a los protagonistas y consulta de otras fuentes. Al ir firmado, la estructura y el estilo son libres, más personales, aunque sin abandonar la objetividad. Es el género periodístico por excelencia.
La entrevista es un texto expositivo en el que se recoge el diálogo mantenido por un periodista con un personaje del que se quiere dar a conocer su forma de pensar o de actuar. Su finalidad es informativa.
Suelen estar estructuradas en tres partes:
Una introducción, en el que el periodista presenta al personaje entrevistado, describe el ambiente en que comenzó la conversación, narra los antecedentes del encuentro, etc.
El cuerpo de la entrevista, formando por las preguntas y las respuestas. En las entrevistas extensas, el periodista va informando sobre las reacciones del entrevistado, los gestos, el grado de mayor o menor cordialidad en la conversación, etc.
El cierre de la entrevista, en el que el periodista busca sintetizar lo dicho o recoger algún aspecto de especial relevancia.
Géneros de opinión
En el editorial se manifiesta la opinión de la empresa que edita el periódico ante los hechos de actualidad más relevantes. Es un texto argumentativo que tiene como finalidad última crear opinión. Busca la objetividad, aunque, al estar los lectores por principio de acuerdo con los planteamientos y la línea ideológica del periódico, quien redacta el editorial (un componente del equipo de editorialistas o el director de la publicación) puede considerar conveniente mostrar abiertamente tal ideología.
Aparece sin firma y no posee una estructura fija, aunque es habitual que tenga una primera parte de exposición de los hechos que van a ser valorados y una parte última de conclusión. Pero el resto, es decir, el desarrollo argumentativo, es libre.
El artículo de opinión aparece firmado, normalmente por una persona de relevancia intelectual que no está ligada al equipo de redacción del periódico, lo que le confiere su característica esencial: la libertad. Las opiniones que en él se vierten son responsabilidad exclusiva de su autor. La estructura y el estilo son absolutamente personales.
Un subgénero especial, dentro del artículo de opinión, es la columna que mantiene los mismos rasgos generales, pero se diferencia de éste por su brevedad y por su carácter periódico. Aparece siempre en el mismo lugar del periódico en forma de columna, de ahí su nombre.
Las cartas al director son textos breves en los que los lectores del periódico pueden expresar su opinión sobre algún tema de actualidad, replicar a informaciones u opiniones aparecidas con anterioridad en el periódico o rectificar algún dato incorrecto.
Géneros híbridos
La crónica es un texto informativo amplio elaborado por un corresponsal fijo o por un enviado especial al lugar de los hechos. Este género comparte rasgos estructurales con la noticia y con el reportaje. Como la primera, es una narración de un acontecimiento de actualidad; como el segundo, presenta un desarrollo mayor en el que se incluyen antecedentes y consecuencias, testimonios, datos documentales, etc.
A la crónica se la considera como un género híbrido, porque el periodista, además de informar sobre lo sucedido, interpreta los hechos, hace valoraciones, etc. Aparece siempre firmada y su temática es muy variada: hay crónicas de actualidad, de guerra, parlamentarias, taurinas, deportivas, etc.
La crítica es un género específico de la información cultural, elaborado siempre por un especialista. La crítica tiene una doble finalidad: informar de la celebración de determinados acontecimientos culturales (publicación de un libro, estreno de una película u obra de teatro, concierto musical, etc.) y comentar dichos acontecimientos, emitiendo un juicio fundamentado con el fin de orientar al lector sobre los mismos.
EL LENGUAJE PERIODÍSTICO. CARACTERÍSTICAS GENERALES
RASGOS LINGÜÍSTICOS DE LOS TEXTOS PERIODÍSTICOS
Los textos periodísticos responden a la demanda de información del hombre. Para atender a esta demanda se utiliza como CANAL los mass media o medios de comunicación de masas. Tres son las funciones principales del periodismo: informar, formar y entretener.
La información es el contenido fundamental de estos textos por ser lo que espera el receptor interesado en conocer los sucesos del mundo en el que vive. Debe ser una información fiable, de primera mano, contrastada suficientemente y expuesta directa y objetivamente.
La formación es el resultado de la interpretación personal -artículos, columnas…- o del periódico-editorial- de los sucesos ocurridos. El periódico enjuicia la realidad y crea un estado de opinión en sus lectores aportando, junto a las informaciones contrastadas, elementos ideológicos o valorativos, reflexiones y argumentos que ayuden a la interpretación y valoración de los hechos.
El entretenimiento ocupa un lugar secundario en la prensa escrita, sólo representada en los pasatiempos y en los suplementos normalmente dominicales.
Los textos periodísticos son, en definitiva, el resultado de un proceso de comunicación que presenta unos rasgos característicos que le diferencian de otros textos:
-El emisor es la propia empresa periodística: un periodista conocido, una agencia de prensa, un colaborador habitual…
-El receptor es anónimo, múltiple y heterogéneo (de cultura variada, de diferente formación), tiene un papel pasivo en el proceso y no puede comprobar la autenticidad de los datos transmitidos.
-Se emplean códigos distintos:
lingüísticos, tipográficos (diferente tamaño y color de las letras impresas) e icónicos (fotografías, gráficos, mapas…) todos estos códigos intervienen en la valoración de la información. El código lingüístico se utiliza en distintos niveles o registros: coloquial, literario…según el género utilizado.
lingüísticos, tipográficos (diferente tamaño y color de las letras impresas) e icónicos (fotografías, gráficos, mapas…) todos estos códigos intervienen en la valoración de la información. El código lingüístico se utiliza en distintos niveles o registros: coloquial, literario…según el género utilizado.
-EL mensaje lo forman tanto el contenido concreto de la información como la finalidad buscada: persuadir, informar, formar un estado de opinión.
-El contexto situacional lo forman todas aquellas circunstancias relacionadas con el tema: lugar, momento en que ocurre, protagonista afectado, importancia del hecho e impacto que puede producir.
En la evolución del periodismo contemporáneo se pueden señalar tres etapas fundamentales que conviene que tengamos en cuenta:
A
La primera de ellas corresponde a lo que se ha dado en llamar Periodismo Ideológico y se desarrolló hasta la Primera Guerra Mundial, aproximadamente. Se trata de un periodismo que está al servicio de las ideas religiosas o de partido. Sus géneros más comunes fueron el ensayo, el comentario y el artículo.
B
La segunda etapa se impone a partir de 1920 y se la conoce con el nombre de Periodismo Informativo.
En este momento, el género predominante fue la noticia.
C
El último periodo comenzará en torno a la década de los cincuenta y en ella la radio y la televisión acapararán la función informativa inmediata. Es ahora cuando surgirá junto al periodismo informativo un Periodismo Explicativo, cuya principal misión consistirá en interpretar y valorar los hechos.
Entendemos por Medios de Comunicación cualquier procedimiento que un emisor emplee para establecer una relación comunicativa con un receptor. Entre los distintos medios de comunicación destacan los llamados Medios de Comunicación de Masas o Mass Media, es decir, aquellos que se dirigen a una colectividad. Estos medios poseen algunas características comunes:
A
Emplean canales artificiales que ponen en juego una tecnología compleja y de elevado coste material.
B
El receptor de los mensajes es, en todos los casos, colectivo.
C
La comunicación es fundamentalmente unilateral, es decir, no es posible la reacción inmediata de los receptores ante lo expuesto por el emisor.
D
La complejidad técnica de los medios hace indispensable la presencia de profesionales especializados que, a veces, se convierten en emisores aparentes de los mensajes (los locutores de TV, por ejemplo).
Los Mass Media principales son la radio, la prensa escrita y la televisión.
Caractericemos minimamente estos tres medios:
Caractericemos minimamente estos tres medios:
A. La radio.-
Emplea códigos auditivos y es el medio más inmediato, al permitir la tecnología la retransmisión instantánea a un bajo coste.
B. La televisión.-
Combina lo auditivo, la palabra y la imagen, siendo esta el elemento fundamental o de mayor peso en los actos comunicativos. Aunque es posible la retransmisión en directo, lo normal es que se edite previamente la información.
C. La prensa escrita.-
Utiliza como soporte principal el papel (o medios electrónicos, como es el caso de la prensa digital). Ofrece, frente a la radio y la televisión, una mayor capacidad de análisis y reflexión sobre la información transmitida.
Los Medios de Comunicación de Masas han supuesto un enorme avance en la difusión de la cultura y de la información, así como en la posibilidad de participación en la vida pública; sin embargo, en su propia concepción lleva algunos aspectos negativos:
·La deformación de sus contenidos normalmente simplificándolos- para adaptarlos a un tipo medio de público.
·El olvido de que los receptores no suponen una masa homogénea, sino que presentan peculiaridades culturales que los individualizan.
·Su carácter conservador y su falta de espíritu crítico como consecuencia de limitarse a transmitir hechos culturales ya experimentados en otros niveles superiores.
·Su sometimiento a los principios de la sociedad de consumo.
·El extraordinario poder (El cuarto poder se les ha llamado) que tienen como instrumento para la imposición de una ideología.
·El carácter pasivo de la recepción, la imposibilidad de diálogo al tratarse de una comunicación unilateral y filtrada.
El periodismo está ligado a la actualidad, esto hace que, por premura, aparezcan errores en forma de erratas, incorrecciones y expresiones inadecuadas. Las más frecuentes son.
– Formas impropias en el uso del léxico: visionar por ver, agrede por ataca, priorizar por dar prioridad.
– Uso inadecuado y excesivo de neologismos, extranjerismos y barbarismos: light, leasing,holding, apartheid, el tema a tratar, personación por acto de presencia…
-Eufemismos: Agentes sociales por sindicatos, representantes del pueblo por políticos…
-Generalizaciones: de fuentes bien informadas, toda la prensa recoge la información
-Creación de términos nuevos mediante la afijación y composición: izquierdista, populista, inculpación, euroescéptico, conferencia-coloquio, telebasura…
-Uso excesivo de Siglas y Acrónimos -a veces sin explicar su contenido- IVA, PRISA; AIRTEL, FENOSA, REPSOL…
En el lenguaje periodístico influye una serie de factores: el contacto con las novedades y avances técnicos, la influencia de lenguas extranjeras, el contagio de otros tipos de textos (político, judicial, económicos, etc…) y, en algunos casos, una ambigüedad intencional del mensaje y cierto descuido en los usos lingüísticos.
Rasgos morfosintácticos.-
-Propensión al alargamiento de las oraciones mediante diferentes mecanismos: perífrasis, aposiciones, incisos, frases explicativas, locuciones adverbiales, preposicionales y conjuntivas.
-Abundancia de la voz pasiva.
-Tendencia a colocar el sujeto al final.
-Mezcla del estilo directo e indirecto.
-Empleo de barbarismos, sobre todo, anglicismos y galicismos: A + infinitivo en función de adyacente de un sustantivo: tareas a cumplir.
-Perífrasis estar + siendo + participio: están siendo analizadas las propuestas.
-Supresión de preposiciones: Administración Clinton.
-Condicional con valor de posibilidad: Los sindicatos habrían manifestado su disposición.
Rasgos retóricos.-
-En los textos periodísticos es frecuente encontrar todo tipo de figuras retóricas. Las más corrientes son:
-Metáforas: La guerra de los cargos públicos, la cumbre sobre el empleo.
-Metonimias: California prohíbe fumar en los bares.
-Personificaciones: El buen comportamiento de los precios.
-Hipérboles: Toda España se volcó con la Selección.
EL ENSAYO
Definición de ensayo:
El ensayo es uno de los géneros literarios más populares y cultivados en la actualidad. Es un escrito en prosa, ágil, generalmente poco extenso, que expone una interpretación personal y subjetiva de cualquier tema, sin profundizar en él, con una finalidad divulgativa. Hay ensayos históricos, filosóficos, científicos, literarios, estéticos…, sin que en ningún caso sea preciso buscar la solución definitiva ni el estudio exhaustivo de las cuestiones planteadas.
Características del ensayo
El ensayo, aunque es un género literario muy heterogéneo, presenta las siguientes características básicas:
a) Variedad y amplitud de los temas tratados: literarios, filosóficos, religiosos, humanísticos, sociológicos, artísticos, etcétera.
b) Libertad de tono y estilo (lírico, retórico, emocionado, meditativo…).
c) Relativamente breve, aunque existen obras ensayísticas que poseen la extensión de un libro.
d) No se sujeta a límites formales estrictos, es decir, su estructura es abierta.
e) Planteamiento subjetivo del tema.
g) Lenguaje conceptual, expositivo o discursivo.
g) Estilo elegante y ameno.
Géneros ensayísticos:
• Opúsculo-folleto: de extensión menor que la del libro; los dos términos son sinónimos, pero suele adjudicarse al primero una dignidad ideológica carente en el segundo.
• Panfleto: Es un folleto u hoja de propaganda política o de ideas de cualquier clase.
• Manifiesto: Documento en el que una persona, grupo o entidad hace públicas sus intenciones. Son famosos los manifiestos románticos o vanguardistas.
• Discurso: Exposición de su pensamiento que hace alguien al público con un fin persuasivo.
• Artículo: Texto de escasa extensión sobre un tema determinado, que se caracteriza porque se inserta en lugares (periódicos, revistas…) a los que tiene fácil acceso el público.
• Estudio y tratado: Son textos de cierta extensión, menor en el primero de ellos, que sistematizan un determinado saber o materia y que están más cerca del lenguaje científico que del ensayístico.
Los modos de discursos que se suelen emplear son la exposición y argumentación:
La exposición:
Es la presentación de un tema cualquiera con el propósito de darlo a conocer y que lo comprendan otras personas.
La disposición más frecuente de un texto expositivo es aquélla que distingue tres partes: 1. Inicio (se presenta la tesis o idea que el escritor pretende comunicar), 2. Desarrollo (se ilustra la tesis mediante ejemplos, datos, argumentos, etc. Es decir, se produce una explicación de la idea general contenida en el inicio), 3. Conclusión (se resumen las ideas que se deducen de lo expuesto en el inicio y en el desarrollo de la exposición).
Los contenidos se pueden ordenar de cinco formas principales: 1. Cronológicamente (lo que sucede antes y lo que sucede después, o viceversa). 2. Por orden de importancia (primero lo fundamental y después lo accesorio, o viceversa). 3. Por comparación y contraste (comparando u oponiendo dos hechos, dos acciones, dos ideas…). 4. Mediante las relaciones causa-efecto, o viceversa. 5. Mediante ejemplos y datos estadísticos que confirmen la tesis inicial.
El tono de una exposición es objetivo, no emocional. El vocabulario utilizado es preciso y apropiado.
Aparecerán principalmente oraciones enunciativas.
La argumentación:
Consiste en aportar razones que sustentan ideas u opiniones sobre un tema determinado. Características lingüísticas de la argumentación:
En general, las características lingüísticas de la argumentación serán las mismas que las de la exposición, puesto que todo texto argumentativo también es expositivo. Sin embargo, en un texto argumentativo habrá un predominio de proposiciones subordinadas causales y consecutivas para expresar las razones y consecuencias de lo argumentado.
El ensayo y la prensa:
El auge actual del ensayo procede en gran parte de la rapidez y de la intensidad con que, hoy, se renueva constantemente el mundo de las ideas así como nuestro afán de conocimiento.
La prensa diaria y periódica ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de cierto tipo de ensayo, generalmente muy breve, incisivo, muy marcado por el estilo de su autor y que ha contribuido, a veces, a borrar la imprecisa frontera entre artículo periodístico y ensayo breve.
Esta clase de ensayos suele ser de utilidad inmediata y con cierta propensión a perder su interés una vez pasado un plazo muy breve de tiempo.
Este género sigue gozando de un gran éxito en el campo de la vida intelectual contemporánea.
Valores del ensayo:
Hemos ido señalando reiteradamente:
– la gran libertad formal del ensayo.
– Se trata, entre los géneros literarios, del instrumento más flexible en las manos del escritor.
– No obedece a ninguna estructura previa.
– El escritor adoptará aquella que le permita desarrollar el tema elegido de la manera más convincente y agradable.
– El ensayo exige ante todo cualidades personales en el escritor.
– El estilo ha de ser original, ameno o incisivo según los temas tratados.
– La exposición de las ideas debe resultar clara, sugestiva, convincente.
– El tono general de un ensayo depende del tema elegido y, sobre todo, de la personalidad del escritor.
– Puede ser lírico o retórico, satírico o emocionado, meditativo o panfletario; todas las actitudes son posibles, si el escritor está dotado de cultura, calidad expresiva, claridad de imaginación y se identifica con el tema tratado.
La narrativa del S.XX hasta 1939
Las innovaciones novelísticas que se producen a principios del siglo XX son consecuencia de la visión pesimista de la cultura occidental en ese momento. Ante la imposibilidad de encontrar significado a la existencia, el mensaje es de frustración y desesperanza.
RENOVACIÓN NOVELÍSTICA
En 1902, se publican en España cuatro obras significativas: La voluntad, de Azorín, Camino de perfección, de Baroja, Amor y pedagogía, de Unamuno, y Sonata de Otoño, de Valle-Inclán. Estos autores ofrecieron los más tempranos testimonios de las inquietudes del hombre contemporáneo e iniciaron un camino innovador, que culminó en los años y décadas siguientes. Cada uno de ellos, con su peculiar estilo, se alejó del realismo y de su intento de representación mimética, en busca de una expresión profunda de la realidad interior.
Pío Baroja constituye un caso especial en la producción novelística de las primeras décadas del siglo XX: no responde a las nuevas fórmulas narrativas, pero tampoco sigue las pautas de la novela realista. Resalta del realismo lo que en él cree esencial: el tipo y la acción.
Innovaciones novelescas: Pérdida de relieve de la historia. La historia, lo que se cuenta, pierde relevancia a favor del discurso, el cómo se cuenta. Centralización en la problemática del héroe. La novela se centra en el mundo interior del héroe; la acción se sustituye por la percepción, y la realidad externa se diluye a favor del retrato interior del personaje, que se manifiesta como un “yo” lírico. El protagonista remodela el mundo por medio de sus percepciones y lo interpreta como una forma de imaginación.
La narración suele fragmentarse en estampas, producto de las percepciones del protagonista. La fragmentación, la elipsis, la vaguedad, los saltos temporales en la historia, junto con la evocación y la alusión, contribuyen a la indeterminación de los hechos narrados.
Por medio de la estructura dramatizada, el narrador se borrar y permite que los personajes hablen por sí mismos.
Entre los escritores de fin de siglo, cultivan la nueva novela, Pío Baroja (con los matices vistos más arriba), Miguel de Unamuno, Azorín y Ramón M.ª del Valle-Inclán.
Esta práctica narrativa continúa en los escritores del novecentismo, como Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró, influidos por una nueva sensibilidad vital optimista y un afán de modernización.
Finalmente, en este primer tercio del siglo, se produce una novela vinculada a las vanguardias, representada por Ramón Gómez de la Serna, Benjamín Jarnés o Enrique Jardiel Poncela.
PÍO BAROJA
Pío Baroja (1872-1957) mostró desde su juventud un amplio interés por las más diversas cuestiones intelectuales. Estudió Medicina en Madrid y llegó a doctorarse con un estudio sobre el dolor; pero ejerció poco tiempo y, decepcionado, emprenderá su actividad de escritor. Ésta es la época de su compromiso político progresista, que lo llevó a unirse a Azorín y a Maeztu formando el «Grupo de los Tres», de ideales anarquistas. Sin embargo, a partir de 1902 Baroja fue desinteresándose por todo lo que no fuera su creación literaria. A partir de entonces fue un autor respetado, aunque muy poco sociable, pues, en general, odiaba las formas sociales establecidas.
CARACTERÍSTICAS DE LA OBRA BAROJIANA
Es de gran importancia la aportación de Baroja a la teoría de la novela. Defiende la novela abierta. Plantea por tanto una libertad absoluta y una natural espontaneidad, en consonancia con su concepción de la vida. Pretende captar el ambiente y el aliento vital a través de un ritmo dinámico caracterizado por una acción ininterrumpida y trepidante, un constante desfile de personajes y escenas dialogadas, múltiples cambios de escenario, suspense y frases breves.
Por su originalidad, la novela barojiana ha influido poderosamente en todo el siglo XX con su párrafo corto, su vocabulario limitado, sus numerosos personajes y la diversidad de sus escenarios, de ahí que Baroja siga pareciéndonos el más moderno de los novelistas del 98.
Su formación científica lleva a Baroja a plantear que el hombre debe renunciar
a cualquier ideal, pues la vida está dominada por lo material; sólo confía en la fuerza de los individuos y piensa que, en sociedad, sólo los más fuertes y los más capaces están llamados a dominar y a transformar la realidad para los demás.
La obra de Baroja es copiosa. Entre 1900 y 1912 podemos situar el periodo más creativo de Baroja, que coincide con el influjo más patente de Nietzsche, Schopenhauer y Kant. Los personajes de esta época son vitalistas y buscan el sentido de su vida, de su existencia, a partir de la vida misma o de la acción. La busca (1904) refleja fidedignamente la sociedad madrileña de principios de siglo y narra la lucha de “los de abajo” por subir, de “los de afuera” por entrar en la ciudad.
El árbol de la ciencia (1911) plantea el tema de la desorientación existencial del hombre inadaptado. El joven Andrés cree que la ciencia (en su sentido más amplio: el conocimiento) es la única posibilidad de salvación para los males colectivos e individuales; pero pronto comprende que no responde a todos los interrogantes.
MIGUEL DE UNAMUNO
Miguel de Unamuno (1864-1936) nació en Bilbao, aunque pronto se trasladó a Madrid, donde estudió Letras y se doctoró con sólo veinte años, logrando en 1891 la cátedra de griego de la Universidad de Salamanca, de la cual llegó a ser rector (1901) y donde vivió hasta su muerte. Unamuno fue un hombre muy influyente en la vida pública: opositor de la Corona y de la dictadura de Primo de Rivera fue destituido de su cátedra y exiliado en Fuerteventura y en Francia. A su regreso, pidió públicamente un régimen republicano, aunque después llegó a apoyar a Franco y la rebelión de los «nacionales» contra la República (no obstante, en la inauguración de¡ curso académico de 1936 y en presencia de¡ propio Millán Astray, lanzó su famosa frase: «Venceréis pero no convenceréis»). Murió pocos meses después bajo arresto domiciliario.
CONCEPCIÓN DE LA NOVELA
Para Unamuno, la novela constituye el instrumento idóneo para expresar intuiciones fundamentales que, de otro modo, no conseguirían un tratamiento sistemático. De esta manera, la novela se convierte en el medio más apropiado para interpretar la realidad.
En su producción novelística, centrada en el conflicto íntimo de los personajes, Unamuno expresa los temas que lo obsesionan: la afirmación de la personalidad, la lucha contra el instinto, el afán de dominio sobre los demás, la muerte. En sus novelas, subyace una feroz crítica de la realidad provinciana española, caracterizada por una estricta trabazón familiar (relaciones amorosas, fraternales, paterno-filiales), que es la que genera los conflictos.
Su primera obra narrativa, Paz en la guerra (1897), es una novela histórica de orientación realista.
El resto de sus novelas tendrán la concepción de “novelas vivíparas”, nacidas vivas como mamíferos. Una de sus características es la ausencia del medio ambiente. En ellas no está presente ninguna dimensión socioeconómica.
Amor y pedagogía (1902) es una fantasía satírica sobre el fracaso de las teorías positivistas que elevan la ciencia a la categoría de religión. Niebla (1914) trata del tema de la muerte centrándose en la idea de que quizá seamos sólo un sueño de un ser supremo y que dejaremos de existir cuando éste deje de soñarnos.
Por su lado, la novela corta San Manuel Bueno, mártir (1931), sin duda la obra más personal del autor, plantea paralelamente dos temas: el de la fe y el de la inmortalidad, llegando a la conclusión de que precisamente la fe -en caso de tenerla- nos libra de la angustia de nuestra mortalidad. La novela plantea el problema de la pérdida de la fe de don Manuel Bueno, un cura rural que sustituye dramáticamente su falta de fe por la voluntad de creer. La vida de don Manuel está narrada por Ángela Carballino, una de sus feligresas. Ángela relata la llegada de Lázaro, su hermano, al pueblo, que al principio funciona como antagonista de don Manuel: es anticlerical, progresista, defensor de la razón y partidario de la cultura urbana. A él es a quien don Manuel confiesa su pérdida de fe y la necesidad de mantener su ministerio para no privar a sus fieles de la paz que da la creencia en la vida eterna. De este modo, Lázaro se convierte en el discípulo predilecto del párroco y en la persona que lo ayuda en esta labor. En el último capítulo, la narrador deja de ser Ángela y el nuevo narrador ficticio relaciona la novela con otras obras de Unamuno, apela al lector y reflexiona sobre la novela.
Otras novelas desarrollan otras preocupaciones muy características del autor: es el caso del tema de la envidia en Abel Sánchez (1917) o de la maternidad y la voluntad en La tía Tula (1921).
OTROS NARRADORES
• Azorín. En sus novelas se anula el movimiento y el tiempo, y la narración se fragmenta en breves capítulos. Azorín congela el momento y capta el instante.
Sus novelas más desatacadas son La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903), Las confesiones de un pequeño filósofo (1904) y Doña Inés (1925).
• Valle-Inclán. Su trayectoria narrativa parte del modernismo para llegar al esperpento. Sus obras más importantes son Las sonatas (Sonata de otoño, 1902; Sonata de estío, 1903;Sonata de primavera, 1904; Sonata de invierno, 1905), La guerra carlista (trilogía de tres novelas), y, ya de estilo esperpéntico, Tirano banderas (1926) y El ruedo ibérico, constituido por una sería de novelas.
NARRADORES NOVECENTISTAS
PÉREZ DE AYALA
Pérez de Ayala cultiva todos los géneros, pero destaca como novelista. Su producción narrativa está dominada por el intelectualismo y por el tema de la conciencia y de la sensibilidad. Sus obras más importantes son A.M.D.G. (1910), Belarmino y Apolonio (1921), Tigre Juan (1926) y El curandero de su honra (1926).
MIRÓ
Su palabra traduce como pocas las sensaciones producidas por una realidad cuyos colores, sonidos y olores nos llegan como algo vívido que toca nuestros sentimientos. Sensación y sentimiento se dan así la mano en su obra. Destacan entre sus obras Las cerezas del cementerio (1910), Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926).
NOVELISTAS DE VANGUARDIA
En los años veinte surgió una producción novelística vinculada a las vanguardias, en la que destacan los siguientes autores:
• Ramón Gómez de la Serna. Destacan, además —claro está— de sus magníficas greguerías, Cinelandia (1923) y El novelista (1924).
• Benjamín Jarnés.
• Enrique Jardiel Poncela. Sus cuatro novelas son: Pero, ¡hubo alguna vez once mil vírgenes; Amor se escribe sin hache; Espérame en Siberia, vida mía, y La tournée de Dios.
La narrativa desde 1940 a los años 70
El conflicto bélico civil que vive España entre 1936 y 1939 condiciona completamente la actividad cultural subsiguiente. La literatura se convierte en una vía de escape para unos, o en un instrumento de denuncia para otros. Durante los años cuarenta, autores como Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte (1942), Carmen Laforet con Nada (1944) o Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada (1947) abren nuestra literatura a una actitud de compromiso con la realidad, de realismo. Los autores que les siguen repiten los mismos modelos narrativos, basados en el reflejo fiel de la sociedad española de los años cuarenta y cincuenta. La censura y la imposibilidad de publicar novelas extranjeras en nuestro país condicionan mucho el panorama literario, hasta el punto de que la novela se circunscribe a los contenidos sociales y a la crítica más o menos solapada al régimen de Franco. Durante los años sesenta comienza a agotarse esta fórmula, y a los contenidos sociales se les añaden algunas innovaciones estructurales y argumentales, que vienen a enriquecer las técnicas narrativas. Luis Martín Santos es fundamental para entender la renovación de la novela en los años sesenta. A partir de los setenta, sobre todo desde el final de la dictadura de Franco, las tendencias novelescas se diversifican y es muy difícil dar unas características comunes a todas ellas. Hoy la novela es el género literario más demandado y más cultivado por los propios autores. De hecho, tanto la poesía como el teatro están en claro retroceso frente al empuje de la novela.
La novela social de los años cincuenta
El camino a la narración realista estaba abierto: Cela, Delibes o Laforet habían abierto una veta que daría mucho de sí. No podemos olvidar los primeros atisbos de la novela social surgidos a finales de los años veinte con autores como José Díaz Fernández (1898-1940), que publica El blocao (1928) y El nuevo romanticismo (1930), o Ramón J. Sender (1902-1982) con su novela Imán (1930). Siguiendo el modelo de todos estos precedentes, durante los años cincuenta surgen bastantes autores que comienzan a publicar novelas con una clara finalidad crítica y con voluntad social. Utilizan la técnica objetivista, es decir, se limitan a contar lo que ven sin intervenir en la narración. Esta tendencia, de todos modos, no será general, y por ello se distinguen dos grupos: realismo objetivista y realismo social.
-Realismo objetivista
Los autores pertenecientes a esta tendencia reflejan la realidad cotidiana tal y como la perciben. Escriben sobre la pobreza, la miseria, la injusticia social o la soledad, llevados por una solidaridad humanitaria exenta de partidismos políticos. La mayor parte de estos autores mantuvieron estrechos contactos personales, como por ejemplo Carmen Martín Gaite y Ana María Matute.
-Realismo social
El compromiso social de los autores que forman este grupo es bastante más profundo que los anteriores, ya que conciben la literatura como un instrumento de denuncia. Continuamente se ven limitados por la censura y por la falta de libertad de expresión. Escriben del lado de los obreros y de los habitantes de los suburbios y critican a la clase burguesa, acomodada e ineficaz. Estos autores, surgidos a finales de los cincuenta o principios de los sesenta, están comprometidos políticamente y dejan a un lado la imaginación para centrarse en el objetivismo:
Juan García Hortelano, Juan Marsé, Juan Goytisolo, Luis Goytisolo y José Manuel Caballero Bonald.
La novela de los años sesenta: entre la preocupación social y el experimentalismo
Durante la década de los sesenta no se pierde la novela comprometida socialmente, aunque como hemos visto, ya desde los últimos años de la década de los cincuenta se detecta un cierto agotamiento de esta tendencia y una clara evolución hacia la experimentación y la renovación.
Autores como Luis Goytisolo o Juan Goytisolo constituyen la avanzadilla de las nuevas tendencias. Además, los escritores españoles se dejan influir por los autores europeos (Proust, Kafka, Joyce), norteamericanos (Faulkner, Dos Passos) o latinoamericanos (Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez), de manera que las novelas pasan a ser más complejas y experimentales, quizás dirigidas a un lector con mejor preparación intelectual que en los años cincuenta. Las novedades no afectan sólo al argumento o la estructura, también a la ortografía, ya que algunos autores suprimen los signos de puntuación, o los párrafos, y es frecuente que se mezclen los géneros. Ya no se pretende sólo denunciar la situación social, sino que también se persigue la belleza formal, es decir, que la novela constituya un producto bello en sí mismo. La experimentación contribuye a esta finalidad con la introducción de otros elementos, como el perspectivismo argumental o los continuos saltos hacia atrás o hacia delante en el argumento. Dos novelas son consideradas los modelos de las nuevas tendencias: Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos que marca un antes y un después en la novela española. Supone el final de la novela social y el inicio de la renovación intelectual de esta década. Y Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo. Destacan autores como Juan Benet, Francisco Umbral y Gonzalo Torrente Ballester
Autores como Luis Goytisolo o Juan Goytisolo constituyen la avanzadilla de las nuevas tendencias. Además, los escritores españoles se dejan influir por los autores europeos (Proust, Kafka, Joyce), norteamericanos (Faulkner, Dos Passos) o latinoamericanos (Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez), de manera que las novelas pasan a ser más complejas y experimentales, quizás dirigidas a un lector con mejor preparación intelectual que en los años cincuenta. Las novedades no afectan sólo al argumento o la estructura, también a la ortografía, ya que algunos autores suprimen los signos de puntuación, o los párrafos, y es frecuente que se mezclen los géneros. Ya no se pretende sólo denunciar la situación social, sino que también se persigue la belleza formal, es decir, que la novela constituya un producto bello en sí mismo. La experimentación contribuye a esta finalidad con la introducción de otros elementos, como el perspectivismo argumental o los continuos saltos hacia atrás o hacia delante en el argumento. Dos novelas son consideradas los modelos de las nuevas tendencias: Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos que marca un antes y un después en la novela española. Supone el final de la novela social y el inicio de la renovación intelectual de esta década. Y Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo. Destacan autores como Juan Benet, Francisco Umbral y Gonzalo Torrente Ballester
La narrativa desde los años 70 a nuestros días
El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco (20 de noviembre de 1975), permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente ladesaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero, expurgadas o inéditas), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países.
En suma, dos son los aspectos más significativos de la novela española en los últimos treinta años:
1) El carácter aglutinador.
Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales.
2) La individualidad.
Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.
De modo que puede decirse que en las últimas décadas conviven:
A)
Novelistas importantes de toda la posguerra
Delibes, Cela y Torrente Ballestersobre todo.B) Algunos novelistas de la «Generación del 50»:
Juan Goytisolo, Juan Marsé,Carmen Martín Gaite, etc.
C) Los novelistas de la generación del 75
En los setenta hay autores que siguen cultivando la novela experimental e intelectual que tiene su origen principal en Tiempo de silencio de Luis Martín Santos.
Suelen prestar más atención a la forma que al contenido, ya que el argumento llega a casi desaparecer. Abundan las historias fragmentadas y los monólogos interiores. Este tipo de novela está dirigido a un lector inteligente y culto, con formación suficiente para comprender las dificultades sintácticas que los autores plantean. Es la llamadageneración de 1975 o también generación de 1968 (mayo del 68):
EDUARDO MENDOZA, Félix de Azúa, Juan José Millás, Vicente. Molina Foix, Soledad Puértolas, entre otros
EDUARDO MENDOZA (Barcelona 1943) publicó en 1975 La verdad sobre el caso Savolta, título que, en buena medida, puede considerarse el punto de partida de la narrativa actual. Sin renunciar al empleo de técnicas experimentales, el autor ofrece en esta novela de corte policíaco un argumento que atrapa la atención del lector. En obras posteriores, Mendoza ha mostrado su excepcional capacidad paródica:
Sin noticias de Gurb (1992), El laberinto de las aceitunas (1998) y El misterio de la cripta embrujada (1995)
subvierten de forma irónica los tópicos de tres géneros consagrados: la novela de misterio, la novela negra o policíaca y la novela de ciencia ficción
. La ciudad de los prodigios (1986) recrea la evolución histórica y social de la ciudad de Barcelona en el período comprendido entre las exposiciones universales de 1888 y 1929, tomando como hilo conductor la progresión en la escala social del protagonista.
Sin noticias de Gurb (1992), El laberinto de las aceitunas (1998) y El misterio de la cripta embrujada (1995)
subvierten de forma irónica los tópicos de tres géneros consagrados: la novela de misterio, la novela negra o policíaca y la novela de ciencia ficción
. La ciudad de los prodigios (1986) recrea la evolución histórica y social de la ciudad de Barcelona en el período comprendido entre las exposiciones universales de 1888 y 1929, tomando como hilo conductor la progresión en la escala social del protagonista.
D) Nuevos escritores dados a conocer ya después del franquismo
Manuel Vicent,Julio Llamazares, JAVIER MARÍAS, Luis Mateo Díez, Rosa Montero, ANTONIO MUÑOZ MOLINA, Luis Landero etc
La obra de JAVIER MARÍAS (Madrid 1951) constituye una de las apuestas más originales de las últimas décadas. Las novelas y cuentos de este autor se distinguen por la presencia de una serie de temas obsesivos, como el misterio de la identidad personal y la reflexión sobre el tiempo: «El que aquí cuenta lo que vio y le ocurrió no es aquel que lo vio y al que le ocurrió». Su estilo, muy elaborado, posee una rara capacidad envolvente, que difumina y transforma la realidad. Entre sus obras destacan Todas las almas (1989), Corazón tan blanco (1992) yMañana en la batalla piensa en mí (1994). El tiempo y la identidad personal son temas que aparecen con fuerza en sus últimas novelas, como en Negra espalda del tiempo (1998).
En la narrativa de ANTONIO MUÑOZ MOLINA (Úbeda 1956) se conjugan de forma armónica el rigor en la construcción del relato y la preocupación por elaborar un argumento atractivo para el lector. Destaca asimismo la calidad de la prosa, intensa, que se desarrolla en períodos amplios, de ritmo muy cuidado. Sobresalen entre sus obras El invierno en Lisboa (1987), una magnífica novela de intriga; El jinete polaco (1991), evocación autobiográfica que juega hábilmente con los tiempos del relato; y Plenilunio (1997), acertado intento de remozar el género policíaco. Sefarad (2001) huye del argumento tradicional y desarrolla en clave de literatura personajes y situaciones históricas.
Por otra parte, no resulta fácil discernir en la nueva narrativa unas corrientes o escuelas definidas; sí es posible, no obstante, identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son estas:
Novela policíaca y de intriga
Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho. A esta tendencia pertenecen también algunas novelas de Antonio Muñoz Molina:
El invierno en Lisboa,Beltenebros, o Plenilunio.
Su última obra, Sefarad ha sido definida por el autor como «novela de novelas» y supone la recuperación de historias de destierros y desarraigos acontecidos durante el siglo XX.Novela histórica
Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino;
El hereje (1998), de Miguel Delibes, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, comoSoldados de Salamina (2001), de Javier Cercas;
La voz dormida (2002), de Dulce Chacón, o los relatos breves que componen Los girasoles ciegos de Alberto Méndez.Novela de la reflexión íntima
Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas de esta tendencia son Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, o El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, que combina la introspección psicológica con la reflexión literaria. En La lluvia amarilla (1988), Julio Llamazares narra el abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo.Novela de la memoria y del testimonio
La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con Te trataré como a una reina (1981),defensa de la condición femenina, y la producción novelística de Luis Mateo Díez.Novela culturalista
En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Eso es lo que hace Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe o La tempestad.- Otras tendencias en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, Ray Loriga conHéroes o Lucía Etxebarría en Sexo, prozac y dudas)
El teatro del S. XX hasta 1939
A finales del siglo XIX las obras más representadas eran las llamadas de «alta comedia» de Echegaray y sus seguidores. Melodramas que buscaban la emoción del espectador mediante los abundantes golpes de efecto y la truculencia de las escenas. Los gustos del público, poco depurados, y el escaso interés de los empresarios teatrales, impedían cualquier intento renovador del panorama teatral.
Pervivieron en el primer tercio de siglo: 1) la comedia burguesa (alta comedia y drama rural); 2)el sainete de ambiente madrileño o andaluz que evoluciona hacia otras formas como la tragedia grotesca o el astracán- 3) El espíritu modernista finisecular desdeñó el teatro realista y cultivó unteatro poético y simbólico que presentaba una visión idealizada de la historia y utilizaba el verso como vehículo principal del lenguaje dramático.
Los intentos renovadores más serios vinieron de los hombres del 98 (Unamuno, Azorín y Valle Inclán en principio y en los años treinta de los poetas de la generación del 27, de García Lorca. Pocas obras pudieron ser representadas.
Los diferentes grupos y tendencias del teatro español anterior al 36 pueden agruparse en los siguientes apartados:
A.- TEATRO COMERCIAL
A.-1. : La comedia burguesa de Benavente. Don Jacinto Benavente propuso un teatro sin grandilocuencia, sin excesos, con atención preferente a los ambientes cotidianos. Su obra supone una crítica amable de los ideales burgueses. Así sucede en sus obras «Lo cursi», «Rosas de Otoño» y «Los intereses creados». Otras veces intenta el «drama rural» («Señora Ama», «La Malquerida» ) Benavente se ganó el favor del público y una popularidad enorme a nivel nacional. y en 1922 se le concede el Premio Nóbel
A.-2. : El teatro en verso. Supone ante todo la presencia en los escenarios del arte verbal modernista. De los cultivadores de esta línea merecen citarse:
.- Francisco Villaespesa (1877-1936 ) «Doña María de Padilla», «Abén Humeya»y «La leona de Castilla».
.- Eduardo Marquina (1879-1946): «Las hijas del Cid», «En Flandes se ha puesto el sol».
.- Los hermanos Manuel y Antonio Machado en obras escritas en colaboración como «Julianillo Valcárcel», «Juan de Mañara», «Las adelfas» o «La Lola se va a los puertos».
A.-3. : El teatro cómico. Los tipos y ambientes castizos que habían sido la materia de los cuadros costumbristas del Romanticismo vuelven ahora a la escena de la mano de autores como:
.- Los hermanos Álvarez Quintero presentan en sus obras la imagen de una Andalucía superficial, tópica e incluso falseada Algunas de sus obras más celebradas son : «La reina mora», «El ojito derecho», «El patio», «Las de Caín», etc.
– Carlos Arniches (1866-1943 ). Por una parte produce sainetes de ambiente madrileño, y por otra parte escribe lo que él mismo denomina «tragedia grotesca», obras en las que se mezcla lo risible y lo conmovedor ( «La señorita de Trévelez»).
B.- TEATRO DE INNOVACIÓN /DRAMATURGOS DE RUPTURA: VALLE-INCLÁN Y GARCÍA LORCA
Muchos son los autores que pretenden hacer un teatro diferente en estos años, y en la mayoría de los casos cosecharon un rotundo fracaso con sus obras.
EL TEATRO DE LOS AUTORES DEL 98.-
Al margen de pretensiones comerciales, estos autores (Unamuno, Azorín, Valle-Inclán y Jacinto Grau, sobre todo) pretenden hacer un teatro que sirva como cauce para la expresión de sus conflictos religiosos, existenciales y sociales (en esta última faceta destaca Valle-Inclán).
Harán un teatro intelectual y complejo que enlazará con las tendencias filosóficas y teatrales más renovadoras del panorama occidental de la época. Técnicamente, intentarán romper definitivamente con las formas realistas de la representación, aspecto en el que destaca, sobre todos, Ramón del Valle-Inclán.
VALLE INCLÁN
Su producción es variada e incluye novelas, cuentos, poesía, teatro… En todos esos géneros que cultiva se observa una evolución paralela al cambio ideológico por el que pasa de un Modernismo elegante y nostálgico ( «Las sonatas»- entre 1902 y 1905 – ) a una literatura crítica, basada en una feroz distorsión de la realidad ( «El esperpento», a partir de 1920 ) Su obra teatral suele agruparse en tres ciclos:
A) EL MITO: La acción transcurre en una Galicia mítica, intemporal: Comedias bárbaras, Divinas palabras.
B) LA FARSA: Obras situadas en un espacio más ‘ridículo’, propio del siglo XVIII: jardines, rosas, cisnes: La marquesa Rosalinda, Farsa y licencia de la reina castiza.
C) EL ESPERPENTO: Luces de Bohemia, (1920) y la trilogía «Martes de carnaval» («Los cuernos de don Friolera, 1921; «Las galas del difunto», 1926; «La hija del capitán», 1927).
EL ESPERPENTO es un intento de presentar la realidad española, pero dando no una visión natural y real, sino presentando los hechos de una manera exagerada y burlesca. Nos presenta una realidad deformada, para que el espectador quede sorprendido y tome conciencia de la misma. El objetivo es parecido al mismo que perseguirá más tarde Bertolt Brecht con su técnica del «distanciamiento». Se presenta en el escenario un mundo insólito y sorprendente, para que el espectador lo relacione con su propia realidad cotidiana y se dé cuenta de lo que esta tiene también de insólito.
El TEATRO esperpento (hay obras esperpénticas que no son teatro: el poema «La pipa de Kif» y las novelas «Tirano Banderas» y «El ruedo ibérico») es un teatro de crítica de una realidad falsa y de unos valores que ya no tienen sentido (Actitud crítica de los hombres del 98, a la que se incorpora Valle después de una época de literatura preciosista cargada de princesas, salones, aristocracia; sin embargo, en esta época la crítica noventayochista ya había cedido).
LUCES DE BOHEMIA inicia la estética del esperpento. La obra cuenta el recorrido (el último, porque al final muere) de Max Estrella y su compañero Latino de Hispalis por la noche madrileña (Una noche, desde el atardecer hasta el amanecer del día siguiente).
Max Estrella, después de haber sido desposeído de la posibilidad de hacer vivir malamente a su familia, después de haber sido encarcelado, abofeteado, perdido su dignidad al aceptar una arbitraria pensión, se muere arrimado al quicio de un a puerta y es traicionado y esquilmado por su lazarillo (le roba la cartera).
Bajo los personajes de ficción se esconden muchos personajes reales de la época; pero también hay alusiones a personajes históricos con su propio nombre: Unamuno, Alfonso XIII, Pastora Imperio, Antonio Maura, Joselito.
EL TEATRO EN LA GENERACIÓN DEL 27
B.- 2. : El teatro de la generación del 27. Aunque la mayor parte de la producción del 27 está constituido por poesía, varios componente de la generación se vieron tentados por el teatro. Son interesantes las obras escritas por Salinas ( «El dictador»), Rafael Alberti ( «El adefesio» ), Miguel Hernández ( «El labrador de más aire» ) y Alejandro Casona ( «La dama del alba» ).
FEDERICO GARCÍA LORCA
La obra dramática de Lorca puede agruparse en tres grandes bloques:
PRIMERAS PIEZAS TEATRALES. En 1920 estrena «El maleficio de la mariposa», obra de influencia modernista sobre el amor entre una cucaracha y una linda mariposa, que inaugura ya el tema fundamental de la dramaturgia lorquiana: la insatisfacción amorosa. El estreno fue un fracaso del que Lorca se resarció pronto con «Mariana Pineda», drama histórico basado en la heroína ajusticiada por Fernando VII en Granada por haber bordado una bandera liberal. A estas dos obras se unen las farsas trágicas sobre amores desgraciados de «La zapatera prodigiosa» y»Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín». En esta primera época también compone varias piezas breves de teatro de marionetas, al que dio al denominación de «Los tííteres de cachiporra»; en ellos desarrolla otro de los temas nucleares de su dramaturgia: el conflicto autoridad/libertad.
TEATRO VANGUARDISTA: las comedias imposibles o misterios.
Lorca dio este nombre a las comedias creadas bajo el influjo surrealista. La técnica surrealista le vale para explorar en los instintos ocultos del hombre. Así en «El público» (incompleta) Lorca defiende el amor como un instinto ajeno a la voluntad, que se manifiesta de formas muy diversas, entre ellas, la homosexual; y critica a una sociedad que condena a todo el que es diferente.
LA ETAPA DE PLENITUD. Lorca escribe durante los años treinta obras teatrales que sí alcanzan el éxito comercial: «Bodas de sangre», «Yerma», «Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores» y «La casa de Bernarda Alba». Todas ellas tienen en común el protagonismo de las mujeres, cuya situación de marginación social es tema común en las cuatro.
«Bodas de sangre» y «Yerma» son dos tragedias de aire clásico, en las que Lorca mezcla la prosa y el verso, utiliza coros como en la tragedia griega para comentar la acción, maneja elementos simbólicos y alegóricos… En «Bodas de sangre» (una novia huye con su antiguo novio el día de su boda») aparecen temas conocidos de Lorca (el amor, la violencia, la muerte, las normas sociales que reprimen los instintos). «Yerma» aborda otros temas muy lorquianos: la esterilidad, la opresión de la mujer, el anhelo de realización que choca con la moral tradicional… «Doña Rosita la soltera» es un drama urbano, también en prosa y verso -aunque aquí el verso sirve para satirizar y parodiar-, que trata de las señoritas solteras de provincias condenadas a esperar inútilmente el amor en un medio burgués mediocre que ahoga sus deseos de felicidad; el drama de «la cursilería española, de la mojigatería española» como señala el propio Lorca. «La casa de Bernarda Alba» es un apasionado alegato contra el autoritarismo familiar que encarna la figura de Bernarda Alba y que desemboca en muerte y dolor.
El teatro desde 1940 a nuestros días
La evaluación del teatro español, como la de los géneros narrativo y lírico, está determinada por la Guerra Civil y sus consecuencias. Durante la contienda, se desarrollaron distintas orientaciones dramáticas en la zona nacional y en la republicana. A partir de 1939, el panorama escénico español quedó marcado por el exilio de autores como Rafael Alberti o Pedro Salinas, y por la desaparición de dramaturgos que murieron durante esos años (Lorca, Miguel Hernández, etc.).
En los años de posguerra, la escena española estuvo dominada por un teatro “nacional”, al servicio de la dictadura. Las líneas dramáticas que triunfaban en los escenarios –la comedia burguesa y el teatro de humor- tenían como rasgo común la evasión de la realidad de la época. Mientras, los dramaturgos exiliados continuaron su producción fuera de España.
A finales de los cuarenta, irrumpió el teatro realista, de denuncia de la realidad. El detonante fue el estreno en 1949 de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo, y la tendencia quedó confirmada por la puesta en escena, en 1952, de Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre.
Desde los años cincuenta, surgieron orientaciones dramáticas innovadoras tanto en lo formal como en el contenido de las obras: en los años cincuenta, el teatro de vanguardia y en los sesenta, el teatro simbolista. Los dramaturgos de una y otra orientación tuvieron graves dificultades para la puesta en escena de sus obras en la España franquista. Estas dramaturgias estuvieron influidas por las innovaciones teatrales europeas, especialmente por dos tendencias: El teatro del absurdo y teatro de la crueldad.
En los años sesenta, el teatro que verdaderamente triunfaba en los escenarios era un teatro evasivo, heredero de la comedia burguesa, bien alejado de estos experimentos vanguardistas. A finales de esta misma década, surgieron los primeros grupos de teatro independiente, muchos de los cuales entraron progresivamente en los circuitos del teatro comercial.
Las últimas dramaturgias, surgidas desde 1975, se inclinan por un teatro de temas contemporáneos, de estética básicamente realista y de una moderada renovación formal. La instauración de la democracia ha traído consigo también la recuperación por la escena española de autores de la calidad de Valle-Inclán y Lorca, que además han influido en algunos dramaturgos actuales.
TEATRO DE POSGUERRA:
Este teatro cumplió básicamente dos funciones: entretener, pues el público prefería el esparcimiento a la evocación de la tragedia reciente, y transmitir ideología. Una vez terminada la guerra, se estableció un férreo control sobre las obras nuevas y los repertorios. Este fenómeno desarrolló la consiguiente autocensura en los dramaturgos. A pesar de ello, la actividad teatral de posguerra fue muy abundante, aunque mediocre.
La comedia burguesa cumplió básicamente la función de entretener al público y de educar mediante el elogio de la virtud.
Se caracteriza por su perfecta construcción y por su intrascendencia, con dosis de humor, ternura y amabilidad. Entre otros, sobresale el tema del amor, empleado para exaltar valores como la familia, el matrimonio y el hogar. Sus personajes pertenecen a la burguesía, al igual que su público usual y suele tener final moralizador. Los autores más destacados son: Jacinto Benavente, José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo y José López Rubio El teatro de humor floreció alejado de la realidad inmediata, con dos importantes representantes: Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
En las obras teatrales de Enrique Jardiel Poncela predomina la despreocupación. Su producción se caracteriza por la incorporación de lo inverosímil, con ingredientes de locura y misterio. Representan una sociedad feliz cuyos objetivos son el amor y el dinero. Obras destacadas son Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936), Un marido de ida y vuelta (1939), Eloísa está debajo de un almendro (1940) y Los ladrones son gente honrada (1941).
La producción dramática de Mihura no pretende reflejar la vida, sino idealizarla por medio de la humanización de sus personajes y el triunfo de la bondad y la ternura. Al igual que Jardiel, al final de sus dramas se restablece la normalidad perdida, y gusta de los asuntos policíacos.
Tres sombreros de copa, su obra más representativa, se estrenó en 1952, veinte años después de ser escrita. En la obra, Dionisio, representante de lo formal, serio y respetable, y a punto de contraer matrimonio, se enfrenta con el mundo libre, alocado, bohemio y mágico de unos cómicos. Se enamora de Paula, perteneciente a esta nueva realidad, pero, finalmente, renuncia a la libertad para reintegrarse en el orden establecido. Con ese retorno a lo ya conocido, Mihura pone en evidencia su pesimismo y desencanto.
Además de esta obra, cabe destacar en su producción Maribel y la extraña familia (1959) y Ninette y un señor de Murcia (1964).
LOS REALISTAS
El estreno en 1949 de Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, marcó un cambio en el teatro español. Con esta obra, nació el drama realista, en el que, a partir de un contexto, un argumento y unos personajes identificables, se intentaba hablar de la realidad desde el escenario.
Las puestas en escena de los textos realistas se caracterizan por la complejidad de sus espacios escénicos: (con frecuencia, un lugar donde conviven varios cuadros), y por la profundización en los caracteres de los personajes, seres complejos, en contradicción, que luchan por defender sus ideales.
La trayectoria de Antonio Buero Vallejo es la más significativa del teatro de la posguerra española. En su teatro, buscó la moderna tragedia española. Sus personajes no despiertan admiración como los de las tragedias griegas, sino compasión. Para el autor, la tragedia ha de ser sustancialmente esperanzadora.
Historia de una escalera se desarrolla en un mismo decorado, la escalera de una casa de vecinos, y en tres épocas, 1919, 1929 y 1949, transcurre la vida de unos personajes impotentes para superar su situación de indigencia, antihéroes oprimidos por la vida y la sociedad.
El teatro de José Martín Recuerda posee un pronunciado carácter documental, de signo crítico, cargado de crispación y desgarro. Sus temas tanto históricos como contemporáneos se expresan a través de personajes ansiosos de libertad. Debido en parte a la censura, y también a lo dificultoso del montaje (gran número de personajes y decorados complejos), ha conseguido pocos estrenos.
LOS VANGUARDISTAS
Herederos del teatro del absurdo y del teatro de la crueldad, dos escritores españoles han creado originales dramaturgias que tienen dificultades de aceptación en el panorama teatral español.
Fernando Arrabal concibe su producción literaria con un talante innovador, apartándose del realismo. En su dramaturgia confluyen el surrealismo, el teatro del absurdo y el teatro de la crueldad. Francisco Nieva es el otro representante de la corriente vanguardista. Además del erotismo, en sus obras abundan las referencia a una España negra y a la religión, a las que critica rabiosamente.
Francisco Nieva divide sus obras en cuadros más o menos cortos, con numerosos cambios de escenario, al igual que Valle. Como éste, se siente atraído por escribir piezas cortas, y en ambos se evidencia la técnica cinematográfica de división en secuencias. Alguna de sus obras son: Pelo de tormenta (1962) y Malditas sean Coronada y sus hijas (1968).
EL TEATRO INDEPENDIENTE
Al finales de los sesenta, el teatro universitario se transformó en lo que se denominaría teatro independiente. Esta “independencia” suponía el rechazo del teatro conservador mediante la elaboración de una estética peculiar y el intento de autofinanciación.
Son iniciadores de este tipo de teatro los miembros del grupo Els Joglars, encabezado por Albert Boadella, creadores de un teatro del silencio, que potencia la expresión corporal y su capacidad significante. Al finales de los setenta, el grupo se transformó en compañía profesional e incorporó la palabra. Sus montajes se caracterizan por efectos sorprendentes, trucos visuales y una impresionante utilización de maquinaria moderna.
En Barcelona, destacan también Els Comediants, encabezados por Joan Fort, con grandiosos espectáculos de animación, desarrollados preferentemente en la calle.
En Madrid, en los inicios del teatro independiente fue importante el TEM (Teatro Estudio de Madrid). En el resto de España, cabe mencionar entre otros a Tabanque y La Cuadra (en Sevilla); el Teatro de Cámara de Zaragoza; el Teatro Universitario de Murcia y el Teatro Circo de Galicia.
Hacia finales de los setenta se impuso la moda del teatro de calle, en el que disminuyen los elementos verbales en beneficio de los paraverbales (gestos, movimientos, música, ruidos, etc.)
La lírica del S.XX hasta 1939
En este periodo se pueden señalar tres corrientes:
1- Modernismo y Generación del 98
A) Modernismo
El Modernismo no fue una simple corriente estética o una búsqueda superficial de la belleza, sino una reacción contra el positivismo materialista y, en consecuencia, una visión mucho más amplia, que no sólo afectaba al arte: una verdadera búsqueda de la libertad y la belleza, dando la espalda al prosaico mundo que los modernistas tuvieron que vivir. Su búsqueda de la libertad, su individualismo y automarginación social, tan patente en la bohemia, hacen del Modernismo un verdadero nuevo Romanticismo, que colocó a sus artistas frente a la burguesía y su concepto del arte como mercancía comercial. Sus características fundamentales parten de la literatura francesa, del Parnasianismo, del que toma el concepto del arte por el arte y la belleza autosuficiente, y del Simbolismo.
Los temas fundamentales serán el cosmopolitismo, de origen libresco y que toma a París como ciudad modelo, que desembocará curiosamente, y sólo en Hispanoamérica, en un criollismo reivindicador frente al imperialismo estadounidense; la mujer, que es plural y no una amada única, unida al erotismo, a veces escabroso para escandalizar al burgués bien pensante, y la melancolía que conlleva la insatisfacción de no lograr la plena realización amorosa; la mitología, unida a todo tipo de referencias culturales, con un valor a veces ornamental, pero otras simbólico; lo esotérico, las religiones ocultas y lo misterioso.
Rubén Darío representa la cumbre del Modernismo y un reflejo de las corrientes imperantes en la época. Tras un arranque Modernista (Azul), culmina esta tendencia con Prosas profanas, que supone una evocación romántica del pasado hispano. Su etapa de madurez con reflexiones existenciales sobre el sentido de la vida llega con Cantos de vida y esperanza.
Juan Ramón Jiménez representa el Modernismo en España con tonos de tristeza y nostalgia (Arias tristes, Jardines lejanos) para, posteriormente, evolucionar hacia la poesía pura, despojada de elementos sensoriales, convertida en forma de conocimiento (Eternidades, Piedra y Cielo, Poesía). En el exilio, su poesía pura alcanza mayor profundidad (Animal de fondo).
B) La Generación del 98
Es un movimiento literario que se desarrolla sobre todo en la narrativa. En poesía, comparte rasgos característicos de la novela:
– La reflexión sobre el tema de España y la visión dolorida de Castilla.
– El reflejo de los problemas cotidianos.
– Escritura analítica y reflexiva.
Antonio Machado, aunque su inclusión dentro del grupo sea discutible, no lo es su vinculación al mismo. Su afinidad le convierte en la voz poética del 98. Sus obsesiones y preocupaciones son: el paso del tiempo, la nostalgia por la niñez y la juventud, la muerte, la falta de amor, el paisaje como reflejo del estado de ánimo y el existencialismo. De la poesía intimista de Soledades, Galerías y otros poemas pasa a asomarse al exterior en Campos de Castilla y termina con Nuevas Canciones, más reflexiva y sentenciosa.
2- Los vanguardismos
Suponen la deshumanización del arte y decaerán ante la necesidad de compromiso frente a los problemas sociales y económicos. En España sólo triunfarán Creacionismo, Ultraísmo y Surrealismo y, de los tres, sólo pervivirá este último. Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez serán los impulsores de estos movimientos en España.
3- El grupo poético del 27
Su concepción poética presenta, en general, en todo el grupo una serie de características comunes: la tendencia inicial a la poesía pura que fue derivando hacia otra «impura», como la llamaba Neruda, y humana, muy especialmente a partir de la irrupción del Surrealismo; una poética basada en el rigor técnico sin desprecio de la inspiración; unión de lo culto y lo popular, junto a un interés nuevo por la poesía universal. Así, tradición y renovación se funden en su poesía y, junto a la ruptura de las vanguardias, conviven los clásicos, Bécquer y toda la tradición poética española.
Los principales representantes del grupo son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Miguel Hernández y Luis Cernuda.
Hay que aclarar, por otro lado, cómo el grupo, que funciona desde el principio de la década de los 20 hasta 1936, se disuelve tras la Guerra del 36, dividiéndose en trayectorias individuales.
a) Etapa de matriz vanguardista.
b) Neogongorismo.
Estas dos etapas se engloban en el afán de lograr una poesía pura, en parte bajo el magisterio de Juan Ramón Jiménez.
c) La irrupción del Surrealismo cambia la trayectoria poética del grupo, haciendo surgir lo que se ha denominado como «poesía impura», que tiende su atención hacia la problemática del ser humano y hacia el compromiso político. Esta etapa, 1929-1936, es la última del grupo poético como tal.
d) Trayectorias individuales a partir de la Guerra del 36: exilio de algunos de sus miembros, exilio interior de otros o la muerte.
La lírica desde 1940 a los años 70
1. La poesía de los años cuarenta
La Guerra Civil Española (1936-1939) supuso una ruptura absolutamente determinante en todos los órdenes de la vida, y la poesía no podía ser menos. Una vez acabada la contienda, el arte resurgió, aunque no puedo evadirse de la situación político-social que vivía España. Así, la conocida como Generación del 36 nace escindida en dos grupos opuestos:
Poesía arraigada: formada por Luis Felipe Vivanco (El descampado), Leopoldo Panero (Canto personal), Luis Rosales (La casa encendida) y Dionisio Ridruejo (Elegías). Comparten un hondo sentimiento religioso y quieren olvidar la guerra recién acabada. Para ello, escriben sobre temas como Dios, la naturaleza, el amor, la familia o el paisaje. Publican sus poemas en las revistas Escorial (fundada en 1940) y, principalmente, en la revista Garcilaso (1943). Esta revista reúne a un grupo de autores denominados juventud creadora entre los que destacan los ya mencionados, además de José García Nieto, director de la revista.
Poesía desarraigada: en 1944 surgió un movimiento opuesto al anterior. La publicación de Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y de Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, así como la aparición de la revista poética Espadaña, fueron tres aldabonazos en la conciencia poética de nuestro país. Estos autores no están conformes con el mundo que les rodea, y lo gritan a los cuatro vientos. Se enfrentan a los autores de Garcilaso por medio de una poesía comprometida y directa, en la que lo importante es el contenido y no la forma. En 1947, José Luis Hidalgo publicó Los muertos. El autor murió unos días antes de su publicación, aunque esta obra ha quedado como un manifiesto de la angustia ante la muerte y la búsqueda de un Dios ausente.
2. La poesía del destierro
A causa de la Guerra Civil, un gran número de autores españoles se vieron obligados a salir de España. La mayoría de estos siguió publicando allí donde se encontraban. Dentro de la Generación del 27 debieron exiliarse Rafael Alberti, Pedro Salinas y Luis Cernuda. Federico García Lorca murió en los primeros días de la contienda y Miguel Hernández unos años después.
Desde fuera de la madre patria, los autores se encuentran más libres para decir lo que piensan y para denunciar lo que, de haber permanecido en España, hubieran debido callarse.
León Felipe, un autor ajeno a cualquier etiqueta generacional, autor de Versos y oraciones del caminante (1920), se exilió a México, donde murió.
El fin de la Guerra Civil Española (1939) marcó el comienzo de una nueva etapa: todo estaba aún por hacer, el país había quedado asolado, y la labor se presentaba ciertamente compleja. Los poetas afines al Régimen de Franco (Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Luis Rosales, Dionisio Ridruejo) elevaron su voz para cantar a la naturaleza, a la familia y a la religión, olvidando la terrible realidad social. Esta tendencia poética subsistió hasta 1944, año en que encontramos dos de las principales obras de nuestra poesía, no sólo por su calidad literaria, sino también por la relevancia social y crítica que alcanzaron: Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, e Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. Estos autores reclamaban una mayor atención a la miseria moral y física que estaba atravesando España, y el efecto fue prácticamente inmediato. Tanto la publicación de las obras de Aleixandre y Alonso como la aparición de la revista Espadaña supusieron la apertura de un nuevo camino a la poesía española: la poesía social.
3. La poesía social de los años cincuenta
Se va desarrollando una poesía preocupada por la realidad social, por los problemas humanos, por la injusticia y por la miseria. Se trata de una poesía rehumanizada que sirve como instrumento de denuncia y de compromiso social. El lenguaje se hace sencillo para poder ser entendido por todos, los temas se acercan a las preocupaciones de la gente de la calle y los autores intentan que lo más importante de sus poemas sea el mensaje que pretenden transmitir, es decir, el contenido, por encima de la forma poética. Por ello, emplean con frecuencia el verso libre y el versículo, aunque esto no impide que los poemas tengan una cuidada elaboración formal. Algunos de los autores de esta poesía social creen que debe ser un instrumento para transformar el mundo, algo útil y cercano, dirigido a la inmensa mayoría (Blas de Otero), muy al contrario del propósito de Juan Ramón Jiménez, empeñado en escribir a la minoría siempre. Esta poesía recibe influencias de Antonio Machado y, sobre todo, de Miguel Hernández.
Destacan en esta época, entre otros, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Rafael Morales y José Hierro.
4. La poesía de los años sesenta
La poesía social de los cincuenta, como hemos visto, extiende su influencia a través de los años sesenta, ya que su importancia social, estética e histórica es innegable. De todos modos, se comienza a percibir un cierto agotamiento de los temas y de las formas, con lo que algunos autores, aun siguiendo con el realismo social, pretenden buscar nuevos caminos poéticos. La forma de los poemas va tomando importancia frente al contenido, al mensaje, que continúa siendo esencial. Los autores ya no se ciñen exclusivamente a temas sociales, sino que incluyen temas humanos de toda índole, sin perder el compromiso inherente a este tipo de poesía.
Nacidos entre 1925 y 1938, conocieron la Guerra Civil durante su infancia, y viven plenamente la dureza de la posguerra. Aunque la mayoría de estos autores comienzan a publicar durante los años cincuenta, su madurez artística no llegará hasta los años sesenta, razón por la cual los incluimos en este apartado. En cualquier caso, hemos de ver a estos poetas como la continuación lógica y evolucionada de sus antecesores de la década anterior, a los cuales admiran y leen ávidamente.
Destacan: Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma y José Ángel Valente.
La lírica desde los años 70 hasta nuestros días
1. La poesía de los años setenta
Los autores pertenecientes a esta promoción se sienten lejanos de la Guerra Civil y sus consecuencias, por lo que van olvidando paulatinamente los temas sociales y emprenden la búsqueda de nuevos caminos para la poesía. Otra vez se fija la mirada en los autores del 27, especialmente en aquellos que cultivaron el surrealismo en su obra: Aleixandre, Lorca. Estos poetas huyen del realismo y emprenden una búsqueda que les llevará al tratamiento de temas como el amor, el escepticismo, los motivos culturales o la libertad creativa.
En 1970 se produce un hecho cultural de vital importancia para fijar cuáles son los autores más destacados que se circunscriben a esta generación, los cuales serán considerados desde ese mismo momento como los abanderados principales de las nuevas tendencias poéticas. Éstas se basan en la atención que prestan a la pintura, la música, la arquitectura, la literatura de otros países o al movimiento modernista capitaneado setenta años antes por Rubén Darío. Practican el experimentalismo formal y el gusto por el artificio. Incorporan elementos surrealistas en sus poemas y prestan una gran atención a los medios de comunicación de masas –cine, televisión, cómic–. Es la poesía de la sociedad capitalista de consumo, a la que critican duramente.
2. La poesía desde los años ochenta hasta hoy
Es bastante difícil decidir cuáles son los autores más destacados de los últimos veinte años de nuestra literatura, ya que aún nos falta la necesaria perspectiva histórica para poder hacer una criba justa y correcta. Las características de la poesía de estos años son bastante diversas e, incluso, divergentes. No se aprecia una dirección única o una tendencia predominante. No podemos olvidar que durante los años ochenta y noventa la mayoría de los autores pertenecientes a las generaciones de los años sesenta y setenta continúan publicando más o menos regularmente, con lo que esta coincidencia de tendencias debe ser tenida en cuenta. Las características, pues, de la poesía actual son:
– Los autores se encuentran dispersos geográficamente, es decir, no se detecta un centro de atracción que los aúna.
-Hay un gran número de concursos poéticos, organizados en su gran mayoría por organismos públicos. Esto ha propiciado que el número de poetas sea tremendamente alto, así como el de publicaciones.
-No hay una voluntad clara de romper con la poesía anterior sino que, antes al contrario, se detecta un respeto por la tradición literaria y un cierto continuismo de algunas tendencias poéticas.
En la poesía de los últimos veinte años no se ha impuesto ninguna estética sobre las demás, es decir, el pluralismo poético es la nota predominante en este periodo, quizás a causa de la falta de perspectiva histórica.
Una gran parte de los poemas suelen ser narrativos o, incluso, coloquiales, con lo que se acerca la lírica a la prosa. Además, suelen estar situados en ambientes urbanos.
-Autobiografismo, humor, ironía.
Entre los poetas más destacados de este período se encuentran: Antonio Gala, Víctor Botas, Luis Alberto de Cuenca, Ana Rossetti y Luis García Montero.
LA NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANOS DEL SIGLO XX
Los países hispanoamericanos, excepto Cuba y Puerto Rico que lo harán en 1898, logran la independencia en la primera mitad del siglo XIX. La utopía de la libertad y sus enormes recursos naturales no suponen, sin embargo, una prosperidad económica y social, sino otra dependencia de las empresas multinacionales y de Estados Unidos.
La América hispana se debate a lo largo del siglo XX entre la explotación ajena de sus riquezas agrícolas y minerales y la pobreza de muchos de sus habitantes dominados por una minoría adinerada.
La mayoría de las naciones soportan, desde su independencia, una situación de sobresalto político: los períodos democráticos se ven truncados por constantes golpes de estado militares y se reproducen los movimientos revolucionarios y las guerrillas.
Ante todo, y durante los primeros lustros del siglo, el cultivo de la novela es infinitamente menor que el de la lírica. Pero además, la evolución de aquélla presenta un evidente retraso con respecto al de ésta. Cabe distinguir las tres etapas siguientes:
PRIMERA ETAPA: PERVIVIENCIA DEL REALISMO, TEMAS SOCIALES Y NOVELA INDIGENISTA
Los primeros decenios del siglo pueden presentar, en ocasiones, pinceladas de tipo naturalista y, a la vez, es compatible con resabios de lenguaje romántico. De acuerdo con ello, hay que distinguir las áreas temáticas siguientes:
Resulta proverbial la inestabilidad política de aquellos países, la incesante sucesión de “revoluciones”, la frecuente presencia de dictadores que emanan de la oligarquía dominante, etc. En estas tensiones halla la novela hispanoamericana un importante filón. En el período que nos ocupa, destacan las novelas de la revolución mejicana. La iniciadora es Los de debajo de Mariano Azuela (1916), testigo excepcional de los acontecimientos; pero las obras maestras de este ciclo son El águila y la serpiente (1928) y La sombra del caudillo (1929) de Martín Luis Guzmán.
La novela reflejará las desigualdades de la pirámide social: en su cumbre, la oligarquía aliada a los intereses de las grandes potencias extranjeras que explotan las inmensas riquezas naturales; en la base, las peonadas de las grandes haciendas, los obreros de las omnipotentes compañías bananeras, etc., masas paupérrimas e ignorantes. La novela realista es, sobre todo, una protesta ante estas desigualdades. No pocos títulos se proponen, más concretamente, denunciar la oprimida condición del indio: se habla, así, de una novela indigenista. De entre las numerosas novelas que surgen dentro de la línea realista sobresalen dos títulos fundamentales: Doña Bárbara de Rómulo Gallegos y La vorágine de J.E. Rivera.
SEGUNDA ETAPA: SUPERACIÓN DEL REALISMO: EL REALISMO MÁGICO
A partir de 1940 -con algunos precedentes- se observa un cansancio de la novela realista. No es que desaparezcan los temas cultivados hasta entonces, pero se pasará a tratarlos con procedimientos distintos. Y aparecerán también nuevos temas. Precisemos algunos aspectos de esta renovación:
• Surgen nuevos temas, como el interés por el mundo urbano que dará cabida a los más variados problemas humanos o existenciales.
• Junto a las realidades inmediatas, irrumpe la imaginación, lo fantástico. Ya Borges se había adelantado, hablando en los años 30 de “realismo fantástico”. Pronto se hablará de realismo mágico. El hecho es que, a partir de este momento, realidad y fantasía se presentarán íntimamente enlazadas en la novela: unas veces, por la presencia de lo mítico, de lo legendario, de lo mágico; otras, por el tratamiento alegórico o poético de la acción, de los personajes o de los ambientes.
• En el terreno de la estética, se notará un mayor cuidado constructivo y estilístico. Los autores atenderán a las innovaciones formales aportadas por los grandes novelistas europeos y norteamericanos. Por otra parte, se asimilan elementos irracionales y oníricos procedentes del Surrealismo.
Estos rasgos, iniciados en los años 40, se prolongarán durante los decenios siguientes en la obra de nuevos novelistas. Pero debemos destacar ahora a cuatro figuras que, cada una a su modo, se yerguen como auténticos pioneros en la renovación narrativa: nos referimos a Borges, a Miguel Ángel Asturias con El señor Presidente, a Alejo Carpentier con El siglo de las luces que encierra una compleja y profunda reflexión sobre la revolución y a Juan Rulfo.
Ante la pobreza del estilo realista del siglo XIX aparecen nuevas formas narrativas y las innovaciones que se realizan son intensas en el campo de las técnicas:
• La novela tradicional tenía un punto de vista único autor omnisciente y ahora se ha propugnado la desaparición del autor. Este se limita a presentar su novela, por lo tanto, el punto de vista variará, puede ser: único, si reduce su ángulo de ver las cosas desde la perspectiva de un solo personaje o múltiple, si enfoca la historia desde diferentes personajes. Puede aparecer el autor como una cámara cinematográfica que tan solo cuenta lo que ve. Es un testigo imparcial y solo se puede conocer a los seres desde fuera. Una obra a destacar es Rayuela de Cortázar.
• Hay una serie de tendencias de la novela contemporánea que relegan el argumento a un plano secundario y hasta prescinden de la acción. La historia llega a desaparecer y se sustituye por una aglomeración de sucesos y ambientes presentando la anécdota, la variedad y puede poseer una carga simbólica, mítica u onírica.
• Con respecto a la estructura externa podemos decir que se eliminan los capítulos tradicionales y se introducen las secuencias separadas por espacios en blanco sin numerar. En cuanto a la estructura interna podemos decir que ésta no respeta la linealidad tradicional y aparecen nuevas:
o la estructura de contrapunto: consiste en presentar varias historias que se combinan y alternan.
o la estructura de tiempo: desorden cronológico. Encontramos flash-back, morosidad o tempo lento.
• También los personajes pierden su definición habitual, casi no nos reflejan como son y el autor nos ofrece pequeños rasgos de él, dando paso al personaje colectivo. Estos también nos presentan personajes borrosos, a pinceladas.
TERCERA ETAPA: LA NUEVA NOVELA HISPANOAMERICANA
En 1962 se publicaba en España La ciudad y los perros de Vargas Llosa. En 1967 llegaba Cien años de soledad de García Márquez. Por esas fechas, aparecen asimismo novelas como Sobre héroes y tumbas de Sábato, y Rayuela de Cortázar, entre otros. Para los lectores españoles, desatentos a la novela hispanoamericana hasta entonces, obras como estas produjeron el mayor asombro. Inmediatamente se “descubrió” y se devoró con avidez la obra de los autores citados y de otros ya mencionados o que habremos de mencionar. Era el llamado “boom” de la novela hispanoamericana. Se imponía la existencia de una gran narrativa. Y tal ha sido, sin duda, uno de los grandes acontecimientos literarios de nuestro tiempo.
Las características de esta nueva novela son:
• Se confirma la ampliación temática y, en especial, se incrementa la preferencia por la “novela urbana”. Cuando aparezca el ambiente rural recibirá un tratamiento muy nuevo.
• La integración de lo fantástico y lo real se consolida. El “realismo mágico” es, en efecto, uno de los rasgos principales de los nuevos novelistas.
• Pero es en el terreno de las formas en donde se observa una mayor ampliación artística. La estructura del relato es objeto de una profunda experimentación. Especialmente afectará al lenguaje mismo, con la superposición de estilos o registros, con distorsiones sintácticas y léxicas, con una densa utilización del lenguaje poético, etc.
Por debajo de todo ello, late el convencimiento de la insuficiencia práctica y estética del realismo. Pero esta ruptura con la técnica realista no supone exactamente un alejamiento de la realidad, sino una voluntad de abordarla desde ángulos más ricos, más reveladores y más válidos estéticamente. Ésta evidente preocupación estética tampoco supone que el escritor abdique de propósitos testimoniales o de denuncia; al contrario: novelistas como los que citamos suelen proclamar ideas sociales y políticas muy avanzadas. Pero, como ha dicho Julio Cortázar, “el primer deber del escritor revolucionario es ser revolucionario como escritor”; es decir, romper con los moldes expresivos heredados de otras épocas y proponer un arte nuevo, más acorde con las profundas mutaciones de nuestro tiempo. Por último, si estéticamente, nos encontramos ante una novela acorde con la narrativa universal contemporánea, no por ello será menos americana la novela de los autores de que ahora tratamos. Estamos, en suma, ante un “arte nuevo” que ocupa ya un lugar preeminente en la novela mundial.
Así lo son novelas como El túnel de Ernesto Sábato, breve novela de amor y de locura, que arranca y desemboca en un crimen, pero que pone al descubierto, sobre todo, el problema de la incomunicación y de la angustia vital; la ya citada obra de Julio Cortázar, Rayuela, que supuso una auténtica conmoción por su complejidad estilísticas y por su singular composición que permite al lector varios modos de seguir la lectura y de “recrear” así, en cierto modo, la novela y, por señalar una última obra significativa Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, obra maestra de la literatura hispanoamericana aglutinadora de los rasgos más significativos de la novela de esta época.