Literatura Española: Del Modernismo al Grupo del 27, pasando por la Generación del 98

El Grupo Poético del 27: Tradición y Vanguardia

En la década de 1920 surge en España un grupo de jóvenes escritores que se caracteriza por combinar lo tradicional y lo innovador. Estos autores se unieron para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora, a quien consideraban un ejemplo. Nacidos entre 1892 y 1906, convivieron en la Residencia de Estudiantes de la Institución Libre de Enseñanza y publicaron en las mismas revistas. Todos ellos poseían un talante abierto, liberal y progresista, con amplios conocimientos. La defensa de la República les costó la muerte o el exilio.

Lo más reseñable de este grupo es su capacidad para unir la tradición de la lírica popular y culta con la renovación vanguardista. Se puede decir que son la generación del equilibrio entre tradición e innovación. Además de su cosmopolitismo y apertura hacia las aportaciones de los movimientos vanguardistas (sobre todo creacionismo y surrealismo), valoraron las formas populares: el Romancero, el cancionero tradicional, y a los clásicos como Jorge Manrique, Garcilaso, Góngora, Quevedo y Lope de Vega. También influyeron las figuras de Bécquer, Unamuno, Machado y Juan Ramón Jiménez.

A pesar de las características individuales de cada autor, podemos señalar una trayectoria común:

  • Primera etapa (hasta 1927): Unos autores se hacen eco de la poesía tradicional popular y de los clásicos (Alberti, Lorca y Cernuda), mientras que otros (Salinas, Guillén) se sienten muy próximos a la figura de Juan Ramón Jiménez.
  • Segunda etapa (1927-1936): Vinculada al surrealismo, la poesía recupera los conflictos humanos y la crítica del mundo exterior.
  • Tercera etapa: Marcada por los acontecimientos de la Guerra Civil española. El grupo se deshace, Lorca es asesinado y, excepto Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre, el resto parte hacia el exilio. El resultado fue una poesía existencial y angustiada.

Los temas giran en torno a:

  • El amor, como dador de vida.
  • Las preocupaciones sociales, como la injusticia, la destrucción y la miseria.
  • Las inquietudes íntimas, como el destino, la condición humana, las frustraciones, los deseos inalcanzables y la angustia existencial.
  • La muerte, que lleva al dolor, el llanto y la frustración.

Estilísticamente, destaca la búsqueda de un vocabulario distinto. Utilizan la metáfora y la imagen visionaria para provocar sensaciones semejantes, en lugar de parecidos físicos, lo que dificulta la comprensión de los poemas.

En cuanto a la métrica, la gran innovación del grupo es el verso libre.

Poetas destacados:

  • Pedro Salinas
  • Jorge Guillén (Clamor)
  • Vicente Aleixandre (Espadas como labios)
  • Luis Cernuda (La realidad y el deseo)
  • Gerardo Diego
  • Federico García Lorca
  • Rafael Alberti (Marinero en tierra)
  • Dámaso Alonso (Hijos de la ira)

Pedro Salinas y Federico García Lorca

Pedro Salinas tiene tres etapas: la de poesía pura, influenciada por Juan Ramón Jiménez y el futurismo; la poesía amorosa, con La voz a ti debida y Razón de amor, que lo consolidan como el gran poeta del amor, sentimiento que da sentido al mundo; y la poesía del exilio, donde adquiere un compromiso social, con obras como El contemplado. Su métrica es muy libre, usa un léxico coloquial y sencillo, y frases simples.

Federico García Lorca estructura su obra en torno al destino trágico del ser humano. En su primera etapa (hasta 1928), destaca por una poesía popular y tradicional, con rasgos modernistas, como Romancero gitano, obra en la que introduce el sentimiento popular, el folclore andaluz y el mundo gitano. En su segunda etapa (a partir de 1928), con obras como Poeta en Nueva York, describe la deshumanización de la gran ciudad y adopta técnicas surrealistas y versos libres.

Narrativa de Fin de Siglo: La Generación del 98

El siglo XIX termina con una grave crisis: el final del imperio colonial español. España pierde Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Este acontecimiento provocó una ola de indignación y protesta que se manifestó en la literatura a través de los escritores de la Generación del 98, cuyos principales componentes fueron: Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Antonio Machado y Valle-Inclán. Todos ellos adoptaron una actitud crítica ante la situación política y social del momento.

Algunos de estos autores marcan un cambio en la narrativa a partir de 1902: inician un camino innovador, alejándose del Realismo y buscando la expresión de la realidad personal e interior, bajo la influencia de la filosofía pesimista de Schopenhauer.

Rasgos de esta nueva novela:

  • La historia (lo que se cuenta) pierde importancia. Las acciones son mínimas y el espacio y el tiempo están poco definidos.
  • Interesa el mundo interior del protagonista: estados anímicos, reflexiones…
  • El protagonista es un inadaptado, antiburgués, rebelde, amoral, fracasado, que a veces llega a la destrucción total.
  • Reaparición de la novela dramatizada o dialogal (el narrador cede la voz a los personajes: diálogos, monólogos…).

Novelistas destacados de la Generación del 98:

  • Valle-Inclán
  • Unamuno
  • Azorín
  • Pío Baroja

Valle-Inclán, Unamuno, Azorín y Baroja

La narrativa de Valle-Inclán evoluciona desde el estilo modernista hacia el esperpento. Comienza con una estética modernista en las Sonatas, modelo de la prosa modernista española, donde narra las aventuras del Marqués de Bradomín. En su siguiente etapa, escribe la trilogía La guerra carlista, novela histórica que se desarrolla en la Galicia mítica. En su última etapa, destacan El ruedo Ibérico, una novela histórica por su contenido y un esperpento por su estética, y Tirano Banderas.

Miguel de Unamuno refleja en su literatura una fuerte personalidad y gira en torno a sus preocupaciones regeneracionistas o existenciales. Su objetivo es provocar la reflexión del lector mediante un estilo vehemente, ágil y expresivo. Unamuno apodó a sus novelas «nívolas». En ellas, recoge los temas que le preocupan y elimina todo lo que no es esencial en el relato. Es una novela densa, filosófica, esquemática y apasionada. Suprime las alusiones al paisaje y las circunstancias que rodean a los personajes. Manifiesta un conflicto existencial a través de extensos diálogos o del monólogo interior. Ejemplos: Niebla o San Manuel Bueno, mártir.

En la novela de Azorín apenas existe argumento, y la narración se reduce a la descripción, de estilo impresionista, de sensaciones y ambientes. Destacan La voluntad y Las confesiones de un pequeño filósofo.

Pío Baroja es el escritor que mejor encarna el pesimismo de la época. Concibe la novela como el género que puede incluir todos los demás. Escribe una literatura con un estilo claro y directo, y en sus novelas se muestra un amplio panorama social. Sus personajes se clasifican en dos tipos: los hombres de acción, que luchan por escapar de la mediocridad, y los personajes abúlicos, incapaces de actuar; normalmente, ambos acaban fracasando. Los ambientes que predominan son los suburbiales. Clasificó sus novelas en trilogías, como La raza, en la que se incluye El árbol de la ciencia, que presenta sus inquietudes existenciales.

El Teatro hasta 1936: Entre la Tradición y la Renovación

A principios del siglo XX triunfan en España varios tipos de teatro, todos variantes del teatro comercial:

  • Alta comedia o comedia burguesa: Presenta temas de actualidad con una leve crítica expresada de forma elegante. Autor destacado: Jacinto Benavente (Los intereses creados).
  • Teatro poético de influencia modernista: Obras inspiradas en el drama romántico histórico. Autores destacados: Eduardo Marquina (El rey trovador) y los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos).
  • Teatro costumbrista: Describe ambientes pintorescos con tipos populares y graciosos de lenguaje casticista. Autores destacados: Carlos Arniches (La señorita de Trévelez) y los hermanos Álvarez Quintero (El genio alegre).

También se escribieron obras renovadoras, pero no fueron apoyadas por el público y quedaron reducidas a círculos minoritarios. Estas nuevas formas de teatro fueron desarrolladas principalmente por Unamuno, Azorín, Valle-Inclán y, más tarde, por Federico García Lorca.

Valle-Inclán y Lorca: Dos Visiones del Teatro

La obra de Valle-Inclán (1866-1939) evoluciona desde el estilo modernista hacia el esperpento, de estética deformadora. Su teatro se inicia con una obra modernista: El marqués de Bradomín. En un período intermedio, crea un teatro mítico que presenta a una Galicia rural y atemporal, con personajes arrastrados por grandes pasiones; de esta etapa destaca Divinas palabras. Su última etapa se caracteriza por el desarrollo del esperpento, una nueva estética basada en la distorsión y deformación sistemática de la realidad, que mezcla rasgos trágicos y grotescos. Se relaciona con el expresionismo y presenta una realidad caricaturizada, exagerando los aspectos más estridentes. Busca una perspectiva distanciada que impida la identificación sentimental del público. Refleja una profunda actitud crítica con la realidad social y supuso una renovación dramática. Destaca Luces de bohemia.

Lorca (1898-1936) presenta en su obra temas constantes: el amor, la frustración y el destino trágico. Su estilo es personal, con imágenes plásticas y sugerentes. Abundan los seres marginados, abocados al dolor, la soledad y la muerte. Desarrolla un teatro poético que presenta una realidad estilizada y plantea un único tema: el enfrentamiento entre el individuo y su entorno. De este conflicto surge el drama, resuelto siempre con la destrucción del individuo y sus sueños. Sus obras más destacadas son las piezas vanguardistas, como El público, y los dramas rurales de tono trágico, como La casa de Bernarda Alba, Bodas de sangre o Yerma.

Poesía de Fin de Siglo: Modernismo y Generación del 98

En los últimos años del siglo XIX, se produce en el mundo occidental una profunda crisis que afecta a diversos aspectos de la vida (ciencia, arte, cultura, sociedad, política…). Hay un cambio de mentalidad, pensamiento y valores. España es en esta época un país en plena decadencia, con graves problemas: pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), crisis económica, atraso en la ciencia y la industria, pobreza y desigualdades sociales, revueltas obreras, tensiones político-sociales, etc.

Ante la decadencia política y los problemas sociales, los jóvenes escritores, que rechazan la literatura anterior (Realismo y Naturalismo en la novela, y el prosaísmo en la poesía), reaccionan de modo diverso. Unos se preocupan solo por el arte, se desentienden de los asuntos públicos y buscan nuevos caminos centrados en la belleza, lo raro y lo exquisito. Otros, con el mismo afán renovador, no se cierran en el puro esteticismo y se enfrentan con los problemas de España, creando una literatura reflexiva y austera. Inicialmente, se designó como «modernistas» a los escritores de ambas tendencias. Posteriormente, la denominación de «modernistas» quedó reservada para los primeros, y se empleó la etiqueta de «Generación del 98» o «Grupo del 98» para los segundos. Algunos autores evolucionaron del Modernismo inicial a posturas noventayochistas.

El Modernismo: Rubén Darío

El Modernismo tiene origen hispanoamericano, y su poeta más reconocido es Rubén Darío. Esta tendencia se caracteriza por el rechazo y desarraigo del presente, que se resuelve mediante la evasión o el intimismo. Su estilo se distingue por la renovación del lenguaje, la métrica y los recursos expresivos, como la sinestesia (figura consistente en atribuir una sensación –gusto, olfato, tacto, oído, vista– a un concepto al que no le corresponde; por ejemplo: «me han dado una noticia amarga») y la aliteración (repetición de uno o varios sonidos dentro de un mismo verso u oración). Se utilizan palabras cultas y exóticas. Llama la atención la abundante adjetivación y el cromatismo de las imágenes.

La Generación del 98: Preocupación por España

En la Generación del 98, el tema principal es la preocupación por España y su gente. Aparece la identificación entre Castilla y España, y la descripción del paisaje castellano. Otros temas recurrentes son el tiempo y el paisaje.

Poetas valorados de esta etapa:

  • Rubén Darío
  • Manuel Machado
  • Valle-Inclán
  • Antonio Machado

Antonio Machado: Del Intimismo a la Reflexión Social

La obra poética de Antonio Machado se divide en tres etapas:

  • Primera etapa: Soledades, galerías y otros poemas (1907) se inscribe en el Modernismo simbolista. Es una lírica profundamente intimista, que transmite sentimientos de tristeza y hastío. Es una obra de influencia romántica, y el tema recurrente es el tiempo. Su estilo es sencillo y la métrica, variada.
  • Segunda etapa: Campos de Castilla (1912) es menos intimista y más historicista. El paisaje soriano cobra un gran protagonismo. Aparece una identificación entre el paisaje y el alma del poeta, y se hace una reflexión crítica sobre la decadencia del presente y sobre la envidia y el cainismo (actitud de odio entre allegados) de las «dos Españas».
  • Tercera etapa: Nuevos cantares (1924) trata los temas de siempre: temas existenciales y el paso del tiempo.

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