La Guerra Civil Española y su Impacto en la Poesía
El 18 de julio de 1936 se inició la Guerra Civil, un conflicto que se prolongó durante casi tres años. Tras la contienda, España se sumió en una dictadura bajo el mando del general Franco, quien impuso un modelo político totalitario. Esto conllevó un aislamiento internacional que agravó las duras condiciones sociales y económicas de la posguerra española. La mejora en estas circunstancias se apreció a comienzos de la década de 1950. La década de 1960 fue un periodo de desarrollo económico, impulsado por el turismo internacional y las divisas de los emigrantes. Finalmente, con la muerte de Franco en 1975, se abrió una etapa de democratización que culminó con la aprobación de la Constitución de 1978.
La Guerra Civil marcó profundamente la vida y la obra de los poetas nacidos a principios del siglo XX, dando origen a la conocida como Generación del 36 o Generación escindida.
La Generación del 36 y la Rehumanización de la Poesía
Tras la Guerra, la poesía experimentó una rehumanización, abordando preocupaciones y sentimientos individuales y sociales, abandonando el arte puro de la etapa anterior. Miguel Hernández es un ejemplo paradigmático de poeta comprometido.
Miguel Hernández: Un Puente entre Generaciones
De formación autodidacta, Miguel Hernández es considerado el puente entre la Generación del 27 y la del 36. Su poesía se caracteriza por una fértil imaginación metafórica y un tono enérgico y apasionado, logrando una síntesis entre tradición y vanguardia. Su obra se divide en dos etapas, antes y después de la Guerra Civil:
- Antes de la Guerra: Perito en lunas (1933), El rayo que no cesa (1936) (donde consolida su tríptico temático: la vida, el amor y la muerte).
- Durante y después de la Guerra: Viento del pueblo (1937), El hombre acecha (1939) y Cancionero y romancero de ausencias (1938-41).
Tendencias Poéticas en la Posguerra
En la década de 1940, dentro de la llamada «Generación del 36», coexistieron dos grandes tendencias:
Poesía Arraigada
La poesía arraigada, en palabras de Dámaso Alonso, se refiere a los poetas afines al franquismo. Estos recuperaron temas como el amor, la fe católica, el paisaje o la patria, utilizando un estilo sobrio y formas métricas clásicas para mostrar una visión serena y armónica del mundo. Pertenecen a esta corriente José García Nieto, Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Luis Felipe Vivanco.
Poesía Desarraigada
El grupo de poetas que permaneció en España, aunque detractores del régimen franquista, formó la corriente de la poesía desarraigada. Esta se caracteriza por una profunda angustia ante la percepción de la realidad como un caos y la existencia humana como un sinsentido, abandonada por Dios. Suelen emplear un tono dramático y un lenguaje directo y desgarrador. Destaca Dámaso Alonso, con Hijos de la ira, una obra existencialista que reflexiona sobre la condición humana en un mundo marcado por la injusticia, la miseria y el odio.
Poesía del Exilio
Los poetas que se exiliaron (Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, León Felipe) abordaron temas como la derrota, la nostalgia de la patria perdida y el anhelo del regreso, evolucionando posteriormente hacia temas sociales y de combate.
La Poesía Social (1950-1960)
Desde 1950 hasta principios de los años 60, la corriente principal fue la Poesía Social, una lírica de realismo testimonial que consideraba la poesía como una herramienta de transformación social. Sus temas principales fueron la situación de España, la injusticia social y el anhelo de paz y libertad, a menudo con un tono pesimista. El lenguaje empleado era llano y conversacional. Las obras Pido la paz y la palabra (Blas de Otero, 1955) y Cantos íberos (Gabriel Celaya, 1955) son representativas de esta corriente.
La Generación de 1950
Durante los primeros años de la década de los sesenta, se publicaron dos antologías que marcaron el surgimiento de un nuevo tipo de poesía: Veinte años de poesía española (1962) y Poesía última (1963). Estos autores jóvenes abandonaron el tono épico de la poesía social. La crítica los conoce como la Generación de 1950. Aunque presentan diferencias, comparten características como el enfoque humanista (poesía de la experiencia) y la búsqueda de un lenguaje personal para expresar su conciencia y emoción. Destacan José Hierro, Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo y Francisco Brines.
La Generación del 68 (Novísimos)
En los años setenta surgió la Generación del 68, también conocida como los Novísimos, cuya poesía se difundió a través de antologías como Nueve novísimos poetas españoles (1970). Sus rasgos comunes son el rechazo del realismo social, la multiplicidad de influencias (vanguardias, cine, publicidad), un tono refinado y artificioso, y la abundancia de referencias artísticas, mitológicas e históricas que recrean ambientes exóticos o decadentes. Pere Gimferrer y Guillermo Carnero abrieron el camino a José María Álvarez, Leopoldo María Panero, Martínez Sarrión, Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Vicente Molina-Foix y Ana María Moix.
Conclusión
En resumen, la lírica desde la Guerra Civil atraviesa una encrucijada de tendencias marcadas por un conflicto atroz que divide a vencedores y vencidos. En ella se entrelazan la reivindicación y la evasión, dos constantes temáticas frente a una realidad tan cruel y devastadora.