Tendencias de la Narrativa Española Post-Franquismo: Un Recorrido por sus Autores y Estilos

1. Introducción

Tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia a España, se produce una apertura en todos los aspectos, también en las artes. En el caso de la narrativa, apreciamos la convivencia de los autores de generaciones anteriores (Cela, Delibes, Sánchez Ferlosio, etc.); junto a una nueva generación de novelistas, anunciada con autores como Torrente Ballester (La saga/fuga de J.B), y Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta). Otra de las consecuencias de la apertura que se produce es la diversificación en las tendencias de la novela: policiaca, de intriga, histórica, experimental, de testimonio, contracultural… De entre estas tendencias, resaltaremos a continuación las más importantes.

2. Novela Poemática

La novela poemática, también es conocida como novela lírica por su parecido con el poema en prosa. Se trata de obras de carácter intimista en los que sus protagonistas son individuos que enfrentan problemas existenciales, convirtiéndose en ocasiones en símbolos ante las experiencias vividas; en cuanto al lenguaje, se cuida la forma, llenando la obra de sugerencias que la acercan a los rasgos de la lírica. Entre las obras representativas destacaremos La lluvia amarilla, de Julio Llamazares (se trata del monólogo del último sobreviviente de un pueblo abandonado de León); La isla de los jacintos cortados, de Torrente Ballester o Mazurca para dos muertos, de Cela.

3. Novela de Intriga

Desde 1975 se aprecia un cambio en la actitud de los autores, que persiguen fundamentalmente una mayor comunicación con los lectores. Forman parte de esta tendencia autores como Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán, Vicente Molina Foix, Juan José Millás o Soledad Puértolas entre otros. Se trata de una tendencia que se centra en la presencia de un hilo argumental que persigue contar historias; de este modo, se vuelve a un tipo de narrativa más tradicional que, aunque no olvida las innovaciones en las técnicas narrativas, la usan de forma moderada y ponen el foco de interés en el desarrollo del argumento y la trama. En el seno de la novela de intriga podemos localizar diferentes subgéneros, que proliferan sobre todo a partir de los años 80, como sucede con la novela negra, la novela policiaca, la novela de aventuras o la novela a modo de reportaje periodístico. De todos modos, y a pesar de esta diversidad, son novelas que presentan aspectos comunes, como la tendencia a la brevedad, el cierre del argumento, el abundante uso del diálogo o el uso de ciertas técnicas a imitación de las cinematográficas, como sucede con el flashback. Destacaremos algunos autores representativos de esta tendencia:

a) Eduardo Mendoza

La primera novela de Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta (1975) marca el inicio de la nueva narrativa española. En ella, utiliza esquemas de la novela de intriga y recrea la Barcelona del primer tercio del siglo XX, mostrando una variada galería de ambientes y personajes, desde la élite empresarial a los escenarios obreros más pobres de la ciudad. Poco después, en El misterio de la cripta embrujada (1978) y El laberinto de las aceitunas (1982), Mendoza sigue el esquema de la novela negra, pero con un evidente tono humorístico en el desarrollo de la trama y en la configuración de los personajes, pudiendo entenderse como una especie de parodia humorística de la novela policiaca en la que el narrador/protagonista es un investigador recién salido de un manicomio. En toda la obra de Eduardo Mendoza destaca su asombrosa capacidad de imaginación, el gran dominio de todos los registros lingüísticos y la constante presencia del humor a través de la parodia, como se puede apreciar en obra como La ciudad de los prodigios (1986), en la que realiza una cruda descripción de la sociedad barcelonesa de las décadas anteriores a la guerra civil. También destacaremos obras como La isla inaudita (1989), Sin noticias de Gurb (1991) o Una comedia ligera (1996).

b) Antonio Muñoz Molina

Desde sus primeras narraciones, como Beatus Ille (1986), Antonio Muñoz Molina (1956) combina con acierto la intriga con el peso de la memoria. En El invierno en Lisboa (1987) y Beltenebros (1989) aparecen características de la novela policiaca o de la novela negra, como el suspense y los tópicos del cine negro: el ambiente nocturno, el fatalismo, la pasión amorosa, el asesinato, la fuga y la autodestrucción.

En su mundo narrativo no encontramos ni neutralidad ni pasividad; por el contrario, el deber moral y la deuda histórica instan al derrotado a la redención, como le ocurre al protagonista de El jinete polaco (1991), una novela en la que la biografía personal y la historia colectiva se entrecruzan. En Plenilunio (1997), Muñoz Molina vuelve a la narrativa policiaca, mostrando su hábil manejo de la intriga en una estremecedora reflexión sobre la violencia en la España de la década de 1990. Su estilo es rotundo, marcado por la frase limpia, el adjetivo certero y multitud de comparaciones de gran plasticidad y precisión que aportan a su prosa una enorme intensidad. La potente emoción en la evocación de sus orígenes y el homenaje generacional a quienes sufrieron la guerra son una afirmación de la conciencia social.

4. Novela Histórica

En el caso de la novela histórica, la ausencia de censura tras la dictadura propicia el auge de este género, que indaga en diversos periodos del pasado a través de personajes históricos que protagonizan las obras, ya sea con intención paródica como en La crónica del rey pasmado de Gonzalo Torrente Ballester, o reivindicando determinados momentos de nuestro pasado histórico, como en el caso de El hereje de Miguel Delibes. Otras obras representativas de esta tendencia pueden ser La sonrisa etrusca de José Luis Sampedro, El capitán Alatriste de Arturo Pérez- Reverte o No digas que fue un sueño, de Terenci Moix. En algunos casos, no ha transcurrido mucho tiempo desde la época tratada, como ocurre con la novela Patria, de Fernando Aramburu, aunque también tienen una gran aceptación títulos que abordan la antigua Roma como los de Santiago Posteguillo.

Relacionada con esta tendencia, hemos de dedicar una atención especial a aquellas novelas que se centran en la Guerra Civil, ofreciendo una perspectiva muy diferente a la imperante e impuesta durante la dictadura. Destacamos obras como Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez o Madrid, riña de gatos, de Eduardo Mendoza.

5. Novela de Memorias

La novela de memorias se caracteriza por emplear la vida real de los escritores como material para las novelas, incluyendo en estas elementos autobiográficos que hacen que se difumine la frontera entre la realidad y la ficción. Pertenecen a esta tendencia obras como Soldados de Salamina, de Javier Cercas, La negra espalda del tiempo, de Javier Marías. Destacaremos también dentro de esta tendencia las obras Te trataré como una reina, de Rosa Montero; Malena es un nombre de tango, de Almudena Grandes o El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite; obras en las que, además, resalta la defensa de la condición femenina.

a) Carmen Martín Gaite

Carmen Martín Gaite (1925-2000) fue una de las figuras más importantes de las letras hispánicas del siglo XX: obtuvo el premio Nadal, el Nacional de Literatura, el de las Letras y el Anagrama de Ensayo. Trabajó todos los géneros: novela, cuento, poesía, teatro y ensayo.

Su obra se caracteriza por:

  • La confusión de la realidad y la ficción a partir de los recuerdos.
  • El desdoblamiento de los personajes mediante el monólogo o el diálogo.
  • La intertextualidad que puede ofrecer una mirada literaturizada de la realidad.
  • Los temas de su obra giran en torno a la búsqueda de la identidad personal, la comunicación o la evasión de la realidad.
  • La preferencia por los personajes femeninos e infantiles.

La obra narrativa de la escritora se ve interrumpida por dos momentos de silencio. Se pueden establecer las siguientes etapas:

  • Realismo social. Son novelas recreadas en ambientes reales y con personajes femeninos que intentan evadirse de la realidad triste y vulgar que les ha tocado vivir: El balneario (1954), Entre visillos (1958) y Ritmo lento (1963).
  • Novela experimental. En Retahílas (1974), reflexiona sobre los misterios de la palabra y los procesos de la escritura a partir del diálogo de sus dos protagonistas que velan la agonía de un familiar. En Fragmentos de interior (1976), narra la vulnerabilidad ante el fracaso amoroso de dos mujeres.
  • Metanovela. En novela como El cuarto de atrás (1978) lleva a cabo una reflexión sobre los aspectos teóricos de la novela, siendo la propia creación literaria una de las temáticas de la obra.
  • Novela intimista. Caperucita en Manhatan (1990) es una recreación del mítico cuento popular con un personaje entrañable, Miss Lunatic, que tiene un elixir capaz de vencer el miedo. En Nubosidad variable (1992), dos amigas que han perdido el contacto (Sofía y Mariana) empiezan a cartearse y no solo reconstruirán sus recuerdos y la amistad, sino que también recuperarán su amor por la escritura. Otras obras de este período son La reina de las nieves (1994) e Irse de casa (1998).

b) Almudena Grandes

Desde sus primeras obras se puede apreciar sensibilidad y compromiso con la sociedad. Sus novelas contienen cuadros costumbristas y anécdotas de su infancia. Están ambientadas antes y después de la Guerra Civil, y sus personajes evolucionan profundamente, como sucede en Malena es un nombre de tango (1994).

Sus argumentos son de corte intimista: a veces recurrió a la infancia, la memoria la búsqueda de la identidad. En Modelos de mujer (1996), vemos esta exploración de la propia consciencia, característica en la novela posmoderna. Impera el tono existencial propiciado por el sentimiento de soledad y de angustia de los protagonistas, de los que se observan sus contradicciones y flaquezas a través del análisis interior. Sus mejores protagonistas son mujeres con determinación, fortaleza e independencia intelectual, y resueltas a ser lo que desean ser. Un ejemplo es Atlas de geografía humana (1998), novela que se estructura a partir de cuatro voces femeninas. El pasado y la familia nos dan las claves para la interpretación de las conductas humanas.

Sus novelas son extensas y con varias tramas. Influenciada por Cervantes, la autora creó tramas complejas, con historias dentro de otras. Destaca su dominio del registro, que va del coloquial al culto más elitista. Otros rasgos de su novela son diálogos y descripciones de estilo galdosiano, el monólogo interior y el predominio de la primera persona.

6. Conclusión

En definitiva, asistimos a lo largo de las últimas décadas a la proliferación de estilos y tendencias dentro de la narrativa, cada vez más diversa, rica y abierta a las influencias que ejerce la contemporaneidad.

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