T13:
La narrativa hispanoamericana del siglo XX:
1. Introducción
Bajo el título de narrativa hispanoamericana, englobamos las obras escritas en castellano por autores de los diecinueve países de habla española que configuran Hispanoamérica, lo que ya supone un panorama muy variado, tanto en su historia, como en su cultura y producción literaria.
1.1. Contexto histórico-social:
Los países hispanoamericanos habían alcanzado la independencia durante el siglo XIX, siendo los últimos Cuba y Puerto Rico en 1898, pero la inestabilidad y la desigualdad han seguido marcando su devenir político, social y económico, pese a sus riquezas naturales, de modo que prácticamente no hay una clase media. Además, se han visto influidos por los EE.UU., lo cual también ha contribuido a los levantamientos militares, dictaduras, revoluciones (mexicana en los años 20 y cubana a finales de los 50) y movimientos guerrilleros que han azotado a todos estos países.
1.2. Contexto literario y artístico
Los orígenes de la cultura y la literatura hispanoamericanas se remontan a los tiempos de la conquista, cuando los cronistas de Indias recogen en sus obras el asombro ante un mundo nuevo de proporciones desmesuradas, mostrando ya ese gran dilema que pervive hasta hoy día entre la civilización y la barbarie, además de la propia identidad del continente americano, visto como un territorio hostil pero también como un mundo virginal y utópico. La síntesis de ambas visiones convivirá con las grandes tendencias literarias del siglo XX, la existencial (ya en la segunda mitad del siglo XX) y la social (sobre todo en la poesía)Además, tras la independencia, siempre mirarán más allá de España, fijándose en las culturas inglesa y francesa (Rubén Darío), si bien la llegada de los exiliados en los años 40 también aportó una nueva perspectiva.Por último, la principal peculiaridad de la novela y del cuento hispanoamericanos del siglo XX es el estancamiento que experimentaron ambos géneros en las primeras décadas del siglo. Mientras que la poesía no había dejado de evolucionar, la novela y el cuento permanecieron hasta los años cuarenta apegados a las formas decimonónicas. No obstante, con su despertar, se llevó a cabo una profunda renovación, superior a la producida en el resto del mundo en este género.
2. La narrativa hispanoamericana del siglo XX
2.1. Precedentes de la narrativa en el siglo XIX: la prosa narrativa modernista:
Sirvió de enlace entre la narrativa anterior y las nuevas fórmulas, entre las primeras producciones narrativas hispanoamericanas y su primera gran explosión en el realismo. Asimilaron las técnicas modernistas (estilo artificioso y temática fantástica), pero sin perder su apego a la tierra, los mitos y las leyendas.Destacan El presidio político en Cuba (1871) del cubano José Martí, Cuentos frágiles (1883) del mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, De sobremesa (1896) del colombiano José Asunción Silva, El hombre de oro (1897) del nicaragüense Rubén Darío, La raza de Caín (1900) del uruguayo Carlos Reyles, El imperio jesuítico (1904) del argentino Leopoldo Lugones, La gloria de don Ramiro (1908) del argentino Enrique Larreta, y El pozo encantado (1921) del venezolano Díaz Rodríguez.
2.2. La novela realista: regionalismo y problemas sociales (1900-1940)
Cuando ya la poesía se había renovado profundamente a través del Modernismo, la novela seguía aún los cauces heredados del siglo XIX. Hasta los años cuarenta, la novela y el cuento hispanoamericanos discurrieron por el cauce del realismo costumbrista, sin experimentar una revolución de sus estructuras y su lenguaje, como la que supuso el Modernismo en poesía.Durante estos años se dan las siguientes tendencias temáticas: a) novela de la tierra. Describe la naturaleza americana en toda su grandiosidad y los relatos se basan en la acción de la naturaleza sobre los hombres que la habitan:
La vorágine (1924) del colombiano José Eustaquio Rivera (ambientada en la selva amazónica), Don Segundo Sombra (1926) del argentino Ricardo Güiraldes (sobre la pampa y el gaucho argentino), y Doña Bárbara (1929) del venezolano Rómulo Gallegos (amplio fresco de las tierras venezolanas)b) novela indigenista. El tema central son las injusticias que el hombre blanco provoca en la sociedad india y las reivindicaciones de una identidad nacional y cultural propias, lejos de la visión exótica y paternalista del “buen salvaje”. Algunos títulos representativos de esta tendencia son Raza de bronce (1919) del boliviano Alcides Arguedas, Huasipungo (1934) del ecuatoriano Jorge Icaza, y El mundo es ancho y ajeno (1941) del peruano Ciro Alegría (sobre unos indios despojados de sus tierras)c) novela política. En este grupo destacan las novelas referidas a la revolución mexicana, sobre sus antecedentes, desarrollo y consecuencias. Destaca sobre todas, Los de abajo (1916) del mexicano Mariano Azuela, sobre un caudillo victorioso de la revolución mexicana.
2.3. El realismo mágico:
Entre 1945 y 1960 se observan en la narrativa hispanoamericana unas características nuevas que la hacen diferente de la novela desarrollada hasta entonces. Estos cambios se deben a una nueva concepción del mundo y de la vida, consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que se estaban produciendo en los diferentes países de Hispanoamérica, pero también a la llegada de autores vanguardistas que abandonaban Europa huyendo de las guerras Civil y Mundial. Se suceden experiencias renovadoras, compatibles con el acento social, y se buscarán otros temas y otras técnicas con las que tratar los motivos tradicionales. Esas novedades son: a) se abandona el interés prioritario por los espacios rurales y naturales y la denuncia explícita de problemas sociales, y surgen temas nuevos en los que se integra lo urbano y los problemas humanos del hombre contemporáneo. b) junto a la realidad, se introducen en las novelas lo fantástico, lo onírico y lo irracional, dando lugar a lo que se ha denominado “realismo mágico” o “lo real maravilloso”: “en América lo maravilloso es algo cotidiano y consustancial a su propia realidad, porque esos países, llenos de excesos y de contrastes, no están contaminados por la cultura occidental” decía el cubano Alejo Carpentier.c) formalmente, se abandona la estética realista decimonónica y se adoptan las nuevas técnicas narrativas (ruptura del tiempo lineal, combinación de personas narrativas, monólogo interior, etc.), con una mayor preocupación por las estructuras y el estilo, gracias al influjo de los grandes novelistas europeos y norteamericanos.Se considera que el relato que marca este cambio de rumbo es El pozo (1939) del uruguayo Juan Carlos Onetti. En este momento surge un panorama muy rico de autores en el que destacamos a: – Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899-1974): aborda de forma muy nueva los viejos temas. En Señor Presidente (escrita en 1932, pero publicada en 1946) trata la dictadura con técnica expresionista y alucinante. Obtuvo el premio Nobel en 1967. – Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986): uno de los más asombrosos autores de cuentos de nuestra época, sus relatos nos ponen en contacto con lo insólito y excepcional, proponiéndonos sutiles juegos mentales llenos de inteligencia, mezclando tradición cultural, ficción, épica, etc. Sus cuentos se recogen en volúmenes como Ficciones (1944) y El Aleph (1949) – Alejo Carpentier (Cuba, 1904-1980, aunque nacido en Suiza): preocupado por la esclavitud en El reino de este mundo (1949, sobre la presencia colonial francesa en Haití) o El siglo de las luces (1962), no dejó de avanzar en la renovación narrativa, como en Los pasos perdidos (1953) – Juan Rulfo (México, 1918-1986): destaca por su novela maestra, Pedro Páramo (1955), donde en un pueblo llamado Comala se mezclan la vida y la muerte, lo real y lo sobrenatural, lo personal y lo social, que influirá decisivamente sobre los autores más jóvenes.También podemos añadir como obras emblemáticas de los años cuarenta La invención de Morel (1940) del argentino Adolfo Bioy Casares, y El túnel (1948) del argentino Ernesto Sábato. Y en los años cincuenta, destacamos:
La vida breve (1950) del uruguayo Juan Carlos Onetti;
La hojarasca (1955), primera novela del colombiano Gabriel García Márquez; y La región más transparente (1958) del mexicano Carlos Fuentes (aunque nacido en Panamá).
2.4. La narrativa del “boom” de los sesenta:
La definitiva renovación de la novelística hispanoamericana se produce a partir de los años sesenta, con un fenómeno que la crítica ha denominado como el “boom” de la novela hispanoamericana. Surgió ligado a un fenómeno extraliterario que facilitó que esta novela fuera conocida en el exterior: el apoyo de las editoriales españolas, especialmente a partir del éxito de La ciudad y los perros (1963) del peruano Mario Vargas Llosa. Sin embargo, a lo anterior hay que añadir la coincidencia, en un corto espacio de tiempo, de una sucesión de novelas (y novelistas) deslumbrantes. Estos novelistas continuaban las innovaciones emprendidas por sus predecesores, llevándolas más lejos, aportando nuevos recursos, ampliando el universo temático, ahondando en el “realismo mágico”, experimentando con las estructuras, el lenguaje y el estilo, y derrochando creatividad.En cuanto a los temas, aunque no resulta sencillo sintetizarlos, destacan:a) la crisis existencial del individuo. Son recurrentes los temas de la sexualidad, la muerte, la soledad y la incomunicación.b) el dictador. La primera irrupción narrativa de esta figura de la historia hispanoamericana se produjo con Tirano Banderas (1926) del español Valle-Inclán. Con posterioridad ha sido retratado en Señor Presidente (escrita en 1932, pero publicada en 1946) del guatemalteco Miguel Ángel Asturias;
El recurso del método (1974) del cubano Alejo Carpentier;
Yo, el supremo (1974) del paraguayo Augusto Roa Bastos;
El otoño del patriarca (1975) del colombiano Gabriel García Márquez; etc.c) la Historia de Hispanoamérica. Ha sido pródiga en acontecimientos de sugerentes posibilidades narrativas. De esta manera ya surgieron novelas históricas de calidad excepcional (como Las lanzas coloradas de 1931 del venezolano Arturo Uslar Pietri), pasando por El siglo de las luces (1962) del cubano Alejo Carpentier, y muchas de las novelas de los grandes autores del “boom” (La guerra del fin del mundo de 1981 del peruano Vargas Llosa).Nos centraremos en la obra de tres autores:- Julio Cortázar (Argentina, aunque nacido en Bélgica, 1914-1984): destaca como un estupendo autor de cuentos (Historias de cronopios y de famas de 1962) y como un novelista en el que lo fantástico surge dentro de lo cotidiano mostrando la complejidad de lo real. Su novela Rayuela (1963) es un alarde de maestría estilística y estructural (admite varios itinerarios de lectura)- Gabriel García Márquez (Colombia, 1927/1928): tras iniciarse en el periodismo, despuntó en el cuento y la novela corta, hasta llegar a una serie de novelas en las que destaca un pueblo imaginario llamado Macondo, trasunto de su Aracataca natal. En él ambienta El coronel no tiene quien le escriba (1961) y Cien años de soledad (1967). En esta última se narra la historia de la familia Buendía a través de varias generaciones, mezclando realidad y fantasía de modo singular. La imaginación creadora y la facilidad para contar son las principales virtudes de García Márquez. Otras obras destacables son Crónica de una muerte anunciada (1981, sobre el honor, la culpa y el destino) y El amor en los tiempos del cólera (1985). Recibió el premio Nobel en 1982.- Mario Vargas Llosa (Perú, 1936): asombró con La ciudad y los perros (1963, sobre la individualidad, la violencia y el machismo en un colegio militar de Lima), aunque quizá su obra cumbre sea Conversación en la catedral (1969), extensa novela en la que dos personas hablan de sus vidas fracasadas, logrando evocar todo un mundo. Aunque no usó elementos mágicos, sí participó de las innovaciones de estructura y lenguaje, siendo dominada su primera etapa por un intenso experimentalismo (Pantaleón y las visitadoras de 1973), pero a partir de los años ochenta regresó a los caminos de la narratividad y el humor (Lituma en los Andes de 1993).También podemos destacar otras obras como:-
El astillero (1961) del uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994)-
El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador (1974) del argentino Ernesto Sábato (1911-2011). Las dos últimas ofrecen una visión apocalíptica y crítica de nuestro mundo, y con estructuras narrativas libres y complejas.-
La región más transparente (1958) y La muerte de Artemio Cruz (1962, sobre un poderoso cacique) del mexicano Carlos Fuentes (1928-2012, aunque nacido en Panamá), que aúna virtuosismo técnico y carga crítica, y recibió el premio Cervantes en 1987.-
Bomarzo (1962, sobre el Renacimiento italiano) del argentino Manuel Mujica Láinez.-
Tres tristes tigres (1964-1967) del cubano Guillermo Cabrera Infante (1929-2005), donde experimenta con el lenguaje (escrita en cubano)-
Paradiso (1966, que rompe con los cánones de la literatura tradicional, hasta el punto de no ser considerada por muchos una novela, ni siquiera un texto) del cubano José Lezama Lima.-
El obsceno pájaro de la noche (1970) del chileno José Donoso.
2.5. La narrativa hispanoamericana de las últimas décadas
Tras la internacionalización de la narrativa hispanoamericana en los años setenta, sus mejores autores siguen publicando, al mismo tiempo que se abren paso las nuevas generaciones, que no habían alcanzado la difusión de los autores relacionados con el “boom”. La consecuencia es una lista enorme de creadores y creaciones, que deben luchar por estar a la altura, cuando no a la sombra de sus predecesores, ya que el mercado está mucho más atento a las novedades procedentes de Hispanoamérica.La narrativa de estos años reduce la complejidad técnica iniciada en obras anteriores para crear una novela a la que el lector pueda acceder más fácilmente, aunque esto no suponga un abandono total de la experimentación. Además, prevalece la narración realista, que incluye, además, el habla coloquial, aunque también se recurre al realismo mágico.Por lo tanto, puede decirse que en las últimas décadas conviven autores:a) del “boom”, con novelas como El amor en los tiempos del cólera (1985) del colombiano Gabriel García Márquez o Lituma en los Andes (1993) del peruano Mario Vargas Llosa.b) inmediatamente posteriores al “boom”, como:- Manuel Puig (Argentina, 1932-1990) con obras modernas, irónicas, sentimentales y culturalistas como La traición de Rita Hayworth (1968), The Buenos Aires affair (1973) y El beso de la mujer araña (1976)- Alfredo Bryce Echenique (Perú, 1939): sorprende por su sentido del humor y su capacidad para caricaturizar personajes y situaciones. Algunas de sus obras más representativas son Un mundo para Julius (1970, corrosiva sátira de la alta sociedad peruana), La vida exagerada de Martín Romaña (1981) y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz (1985)- Severo Sarduy (Cuba, 1937-1993): neobarroco y preocupado por la experimentación metaficcional, como en Cobra (1972) o Cocuyo (1990)- Fernando del Paso (México, 1935): destacando Palinuro de México (1977) o Noticias del Imperio (1988, sobre Maximiliano I de México)c) generación de los 80, influenciada por el realismo mágico, como Respiración artificial (1980) del argentino Ricardo Piglia, Primavera con una esquina rota (1982) del uruguayo Mario Benedetti, La mujer imaginaria (1985) del chileno Jorge Edwards;
Ardiente paciencia (1985, en la que se basa El cartero de Neruda)
Del chileno Antonio Skármeta;
Juegos florales (1985) del mexicano Sergio Pitol, o Un viejo que leía novelas de amor (1989) del chileno Luis Sepúlveda. Destaca sobre todos, por su enorme éxito comercial, Isabel Allende (Chile, 1942, aunque nacida en Perú), cuya obra es una muestra clara del influjo de García Márquez en la narrativa posterior. En ella se aprecian vetas mágicas, compromiso social y la voluntad de contar con sencillez. Su novela La casa de los espíritus (1982) supuso un éxito de ventas mundial. Otras narraciones suyas son Eva luna (1987), Paula (1994) e Hija de la fortuna (1998)d) generación de los 90, con obras como Como agua para chocolate (1989) de la mexicana Laura Esquivel;
La virgen de los sicarios (1994, sobre el narcotráfico en Colombia) del colombiano Fernando Vallejo;
El congreso de literatura (1997) del argentino César Aira;
La velocidad de las cosas (1998) del argentino Rodrigo Fresán; o Los detectives salvajes (1998, sobre dos escritores malditos que investigan sobre un autor vanguardista) y 2666 (2004, sobre la violencia en México) del chileno Roberto Bolaño.
2.6. El cuento
Junto con la novela, el cuento ha sido un género narrativo ampliamente cultivado en Hispanoamérica, con unas características particulares, como son la insistencia en el misterio y la fantasía, el progresivo traslado del mundo rural hacia el urbano, y la presencia del paisaje, de mundos marginales y del indígena.Antes de los años cuarenta, destacan grandes cuentistas como el uruguayo Horacio Quiroga (Cuentos de amor, de locura y de muerte de 1917, y Los desterrados de 1926) y el argentino Roberto Arlt (El jorobadito de 1933, y El criador de gorilas de 1951)Los narradores de los años cuarenta y cincuenta fueron grandes cultivadores del cuento literario. Destaca la aportación extraordinaria del argentino Jorge Luis Borges (Historia universal de la infamia de 1935, Ficciones de 1944, El Aleph de 1949 y El libro de arena de 1975), pero también son importantes las narraciones del mexicano Juan Rulfo (El llano en llamas de 1953, 15 cuentos en los que retrata la dureza de la vida rural mexicana en su primitivismo y su pobreza física y moral), y los relatos del cubano Alejo Carpentier (Guerra del tiempo de 1956, sobre la imposibilidad de definir y dividir el tiempo) y del uruguayo Juan Carlos Onetti (Tiempo de abrazar de 1974 y Tan triste como ella y otros cuentos de 1976)A partir de los años sesenta, y hasta la actualidad, los relatos cortos de los narradores del “boom” hispanoamericano han pasado inadvertidos debido a la importancia de sus novelas, como es el caso del colombiano Gabriel García Márquez (Relato de un náufrago de 1970 y Doce cuentos peregrinos de 1992), del peruano Mario Vargas Llosa (Los jefes de 1959 y Los cachorros de 1967), de la chilena Isabel Allende (Cuentos de Eva Luna de 1990), o del chileno Antonio Skármeta (El entusiasmo de 1967 y Tiro libre de 1973)Sin embargo, uno de los principales renovadores del género es el argentino Julio Cortázar, quien muestra en sus cuentos una realidad compleja (Bestiario de 1951, Las armas secretas de 1959, Historias de cronopios y de famas de 1962, etc., en los que revela el absurdo de lo cotidiano con gran sentido del humor)Otro grande es el uruguayo Mario Benedetti, que refleja la vida diaria y las circunstancias políticas de su país desde una postura comprometida y cercana al lector gracias a la utilización de un lenguaje sencillo y coloquial. Destacan Montevideanos (1959),La muerta y otras sorpresas (1968), Con y sin nostalgia (1977) y Buzón de tiempo (1999)Además de los ya señalados, también debe destacarse la importancia del guatemalteco Augusto Monterroso (con sus microrrelatos llenos de humor negro y parodia, como en La oveja negra y demás fábulas de 1969, Movimiento perpetuo de 1972 y Lo demás es silencio de 1978,) del mexicano Juan José Arreola (Bestiario de 1972, mezclando realidad y fantasía), y del uruguayo Eduardo Galeano (Bocas del tiempo de 2004 y Espejos de 2008)
Caracteristicas del lenguaje periodistico:3. El lenguaje periodístico:
El lenguaje periodístico es el uso lingüístico especial empleado en los medios de comunicación de masas, a menudo combinado con mensajes icónicos.
3.1. Características generales del lenguaje periodístico:
Teniendo en cuenta la variedad de subgéneros que veremos más adelante, es inevitable que hablemos de rasgos generales, no aplicables en su conjunto a todos los subgéneros periodísticos. Esas características esenciales son: a) la objetividad: toda información debe ser tratada con la mayor objetividad. La presencia de adjetivos antepuestos o valorativos es un síntoma inequívoco de subjetivismo en el tratamiento de esa información, como también lo es la presencia de pronombres o formas verbales en primera persona, por lo que se debe prestar especial atención en la elección de los titulares, y evitando las «medias verdades». Con todo, muchos autores afirman que la objetividad pura no existe, ni podrá existir nunca en los medios de comunicación.Por ejemplo, en septiembre de 2010 los sindicatos mayoritarios (UGT y CC. OO.) convocaron una huelga general contra la reforma laboral acordada por el Gobierno de Zapatero (PSOE). Al día siguiente de dicha huelga los periódicos eligieron estos titulares: Zapatero mantendrá la reforma laboral tras una huelga de impacto moderado (EL PAÍS), Fracaso general. Sólo una pequeña parte secundó la huelga pese a la coacción de los piquetes (EL MUNDO), Fracaso general (ABC), Fracaso de la huelga borroka (LA RAZÓN), Huelga poco general (DIARIO DE SEVILLA), Huelga no general (LA VANGUARDIA), Estrepitoso fracaso del intento de huelga de Zapatero, Toxo y Méndez (LA GACETA), Más sindical que general (EL PERIÓDICO), La industria se para, la calle se mueve. Los sindicatos superan el examen (PÚBLICO).Otro ejemplo: en febrero de 2012 el Gobierno de Rajoy (PP) aprobó una nueva reforma laboral, recibida así por la prensa: El despido será más fácil y barato (EL PAÍS), Una reforma laboral histórica (ABC), Revolución laboral (EL MUNDO), La gran reforma antiparo (LA RAZÓN), El Gobierno facilita el despido con veinte días de indemnización (DIARIO DE SEVILLA), Despido fácil (LA VANGUARDIA), Despido extremadamente barato (PÚBLICO), Autopista al despido (EL PERIÓDICO), La nueva reforma laboral quita poder a los sindicatos y fija el despido en 20 días (LA GACETA)b) la claridad: se logra empleando un lenguaje que sea comprensible para todos, sin distinción de niveles culturales o de formación, por lo que se utilizarán un léxico común (no especializado) y unas estructuras gramaticales simples. Además, los diversos elementos de la oración deben estar dispuestos siguiendo el orden lógico (sujeto, verbo, complementos, directo, indirecto, circunstancial), que sólo debería verse alterado para destacar alguno de los componentes de la oración. El manual de estilo de RTVE incluso recomienda evitar las figuras retóricas y las estructuras gramaticales propias de la lengua literaria.Por ejemplo, “Comienza el ‘recital’ de los árboles del parque” no es el titular más claro para indicar que, durante unos días, las personas que se acerquen al parque podrán oír poemas gracias a un dispositivo sonoro instalado en varios árboles.c) la concisión: el volumen de hechos informativos es tan grande que la concisión es un rasgo imprescindible cuando se quiere transmitir en un espacio o en un tiempo fijos la mayor cantidad de información posible. Para alcanzarla, se emplean frases cortas y construidas de modo directo, las más eficaces para transmitir una idea. Así ocurre en “Spanair cancela todos sus vuelos y suspende pagos”.Además, podemos hablar de unas características secundarias, como son:
– la precisión, que es necesaria para expresar sólo lo que se pretende decir y no dar margen a interpretaciones erróneas.
– la positividad, ya que el mensaje y la información resultan más claros si se construyen en positivo.- el dinamismo, mediante verbos de acción, que atraen más la atención y, si están bien escogidos, expresan con más precisión lo que se quiere comunicar. Por ello, es conveniente evitar los verbos estáticos (ser, estar) si se puede expresar la misma idea con un verbo de movimiento.- la tendencia al cliché, porque la propia urgencia con que se redactan los textos periodísticos y la búsqueda de la concisión fomentan la creación de un lenguaje con cierta tendencia al cliché con frases hechas, metáforas manidas y tópicos. Esto constituye un defecto señalado por todos los manuales de estilo.
3.2. Características lingüísticas del lenguaje periodístico:
Respecto a las características lingüísticas, también podemos señalar ligeras variaciones entre los géneros de información y los de opinión, sin embargo existen unos rasgos lingüísticos comunes, que veremos atendiendo a los distintos niveles de la lengua.3.2.1. Rasgos léxico-semánticos: – uso del valor denotativo en las palabras para procurar precisión y evitar ambigüedades en la interpretación de la información.- la continua actualización y creación de terminología según las necesidades informativas: “cayuco”, “talibán”, “burbuja inmobiliaria” o “corralito” son términos que llegan al uso común a través del periodismo.- empleo de un registro estándar y culto de la lengua, si bien son habituales y admisibles coloquialismos expresivos en textos de opinión y el uso de tecnicismos y terminología específica en textos más especializados como los de economía, medicina, técnica…3.2.2. Rasgos morfosintácticos: – predominio de una sintaxis sencilla, con oraciones breves y fácilmente comprensibles, si bien existe cierta propensión al alargamiento de las mismas mediante diferentes mecanismos (perífrasis, aposiciones, incisos, frases explicativas, y locuciones adverbiales, preposicionales y conjuntivas)- en los verbos, modo indicativo, y tiempo presente y pretérito perfecto simple. Además, también son frecuentes el uso del presente habitual, y las construcciones impersonales o de pasiva refleja, que favorecen la objetividad. También se emplea el condicional con valor de posibilidad (Los sindicatos habrían manifestado su disposición)- mayor presencia de sustantivos (y verbos) que de adjetivos.- importancia, sobre todo en las noticias, de las expresiones circunstanciales de lugar y de tiempo.- supresión de preposiciones (Administración Clinton)- mezcla del estilo directo e indirecto.- empleo de barbarismos sintácticos, sobre todo, anglicismos y galicismos (a + infinitivo en función de adyacente de un sustantivo; tareas a cumplir)- perífrasis verbales de “estar + siendo + participio (están siendo analizadas)3.2.3 Rasgos retóricos: Es frecuente encontrar todo tipo de figuras retóricas, siendo las más corrientes:- metáforas (La guerra de los cargos públicos)- metonimias (California prohíbe fumar en los bares)- personificaciones (El buen comportamiento de los precios)- hipérboles (Toda España se volcó con la Selección)
3.3. Características no lingüísticas del lenguaje periodístico:
No se deben olvidar los elementos no lingüísticos que también intervienen en la forma de estos textos. Entre los más destacables podemos citar:- los tipos de letra, las variaciones de fuente y de tamaño, que ayuda a llamar la atención sobre el texto.- las fotografías, ilustraciones y otros elementos gráficos (planos, mapas, gráficos…), que complementan la información dada.- el número de columnas y la especial disposición de los contenidos, tanto dentro del conjunto (por ejemplo, dentro del periódico no es lo mismo primera página que décima, e incluso las páginas impares destacan sobre las pares) como dentro de la página (pa arte superior tiene mayor visibilidad que la inferior); todo esto por la subordinación existente a un espacio o a un tiempo determinados, por lo que es necesaria una especial disposición de los contenidos en los artículos periodísticos.
3. 4. Errores más frecuentes en el lenguaje periodístico:
El periodismo está ligado a la actualidad, a la premura, lo que conlleva errores, erratas, incorrecciones y expresiones inadecuadas, provocadas también por el contacto con las novedades y avances técnicos, la influencia de lenguas extranjeras, y el contagio de otros tipos de textos (políticos, judiciales, económicos, etc.) Los errores más frecuentes son:- formas impropias en el uso del léxico (“visionar” por “ver”, “priorizar” por “dar prioridad”)- uso inadecuado y excesivo de neologismos, extranjerismos y barbarismos (light, holding, apartheid, el tema a tratar, “personación” por “acto de presencia”)- creación de términos nuevos mediante la afijación y la composición (izquierdista, populista, inculpación, euroescéptico, telebasura)- uso excesivo de siglas y acrónimos, sobre todo sin explicar su contenido (IVA, PRISA, AIRTEL, FENOSA, REPSOL)- empleo de eufemismos (“agentes sociales” por “sindicatos”, “representantes del pueblo” por “políticos”)- realización de generalizaciones (de fuentes bien informadas, toda la prensa recoge la información)
3. 5. El lenguaje de los titulares
En el estudio del lenguaje periodístico merecen también especial atención los titulares de prensa. La función de atraer el interés del lector hacia una información recae en buena medida sobre los titulares, que son el conjunto de palabras que encabeza cualquier texto periodístico y le da nombre o título, resumiendo de forma breve, concisa, objetiva y atractiva la información que seguidamente se desarrolla, por lo que no debe superar la docena de palabras y suelen emplearse estructuras sintácticas como las frases nominales. Dependiendo de la función periodística que predomine, podemos hablar de dos tipos de titulares:a) informativos u objetivos: habitualmente son afirmativos y claros, y muchas veces se produce la omisión del verbo (sobre todo al reproducir en estilo directo las declaraciones de alguien), empleándose sobre todo sustantivos y adjetivos, que proporcionan rotundidad y concisión. No condicionan al lector a la hora de interpretar la noticia que va a leer.b) sensacionalistas o subjetivos: el intento por captar el interés del lector a toda costa, hasta incluso sorprenderlo, constituye un defecto en los textos informativos porque condicionan la interpretación o valoración de la noticia que el lector pueda realizar. Para esto emplean una gran variedad de procedimientos retóricos, como la dilogía o ambigüedad (Botella al Ayuntamiento y botellón en las calles), los juegos de palabras (Cascos los prefiere con doble casco), las estructuras bimembres antitéticas o sinónimas (Pleno catalán, desastre madrileño; Censura, no; injuria, tampoco), la paradoja (combinación de palabras que aparentemente se contradicen; Niños y yonquis) o frases hechas modificadas (Aquí hay gasto encerrado).
4. Principales subgéneros periodísticos:
Según la función y la finalidad que predomine, los textos periodísticos se clasifican en tres subgéneros: informativos, de opinión y mixtos (o híbridos)
4.1. Géneros periodísticos de información:
Son aquellos que pretenden transmitir información, relatar objetivamente hechos y acontecimientos nuevos de interés general. Suelen presentar una estructura de pirámide invertida (título, entrada, 6W y la información de más a menos importante), cronológica (relato lineal propio de la narración: planteamiento, nudo y desenlace) o mixta (donde se combinan ambas estructuras: primero párrafo con lo más importante, y luego narración cronológica). Entre ellos, encontramos la noticia, el reportaje objetivo y la entrevista.
4.1.1. La noticia:
Constituye el elemento primordial de la información periodística y el género básico del periodismo. En líneas generales, la noticia es un relato objetivo, sin comentarios ni participación del que lo codifica, en el que se informa de un hecho de interés general ocurrido recientemente; además, se centran en los datos esenciales, por lo que suelen ser breves y escuetas. Esto nos lleva a sus dos características principales y diferenciadoras: a) la objetividad, el fin de la noticia no es otro que informar de un suceso sin añadir ningún tipo de análisis o de comentario, el autor debe limitarse a informar con objetividad, sin dejar traslucir su opinión o su actitud ante lo que narra.b) la brevedad, ya que su contenido suele responder a seis preguntas fundamentales (las 6W: ¿qué?, ¿quién?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿por qué?) por lo que la noticia suele ser breve y concisa, aunque su extensión sea variable.En cuanto al interés general, la relevancia de un hecho depende de la actualidad (hechos muy recientes en el tiempo), la proximidad (hechos próximos al receptor), la magnitud (hechos de gran impacto social) o el interés humano (hechos que conmuevan, emocionen, sorprendan)La estructura habitual de la noticia suele ser de pirámide invertida, técnica de relato periodístico que compone el texto partiendo de lo más importante y concluyendo en lo de menos importancia; de este modo, si la noticia tiene que ser recortada por falta de espacio o de tiempo, se omitirán los elementos accesorios, nunca los elementos principales. Presenta generalmente la siguiente estructura:- titular. Destacado con un tipo de letra mayor, anticipa el contenido de la noticia y pretende captar la atención del lector, resumiendo de forma breve, concisa, objetiva y atractiva la información que seguidamente se desarrolla, por lo que no debe superar la docena de palabras, y suelen emplearse estructuras sintácticas como las frases nominales. En ocasiones puede haber también un antetítulo y un subtítulo que matizan, aclaran o complementan el título.- entradilla o lead. El primer párrafo de una noticia suele llamarse entradilla y suele destacarse tipográficamente en grita. Debe reunir de forma condensada lo más importante de la noticia, sin ser necesariamente un resumen y dando respuesta a las 6W (quién, qué, cuándo, dónde, por qué, cómo). Ha de ser lo suficientemente completa y autónoma como para que el lector conozca lo fundamental de la noticia sólo con leer el primer párrafo- cuerpo de la noticia. Desarrolla la información con todo tipo de elementos complementarios, que se organizan en diferentes párrafos y recogen sucesivamente datos o ideas en orden decreciente de importancia (pirámide invertida), de forma que aparezcan en primer lugar los que tienen mayor interés y los menos trascendentes, al final. Incluye los datos que no figuran en la entradilla, explica los antecedentes y apunta las posibles consecuencias. Esto no significa que se puedan incluir opiniones partidistas o juicios de valor sobre lo que se narra
.4.1.2. El reportaje
Es un artículo en el que se plasma el resultado de las investigaciones hechas por el periodista sobre un tema de actualidad, es decir, es un relato periodístico de carácter informativo más extenso y desarrollado que la noticia. La diferencia entre ambos, no es sólo de extensión, sino también de concepción y finalidad: mientras la noticia se caracteriza por la urgencia, pues pretende informar con inmediatez al lector, los rasgos fundamentales del reportaje son el rigor en el relato y la fundamentación de los datos que se aporten, por lo que la información es más exhaustiva, completa y profunda, lo cual no sólo implica un espacio mucho mayor, sino también un proceso de investigación por parte del periodista que incluye: elegir un tema de interés, documentarse e investigar, conocer las causas, presentar los antecedentes, analizar las consecuencias, contraponer puntos de vista diversos y diferentes interpretaciones, conocer las opiniones de los protagonistas o de los testigos de los hechos, contrastar fuentes para comprobar la veracidad de las informaciones recabadas antes de su publicación, consultar otras fuentes, y al final, redactarlo.Al ir firmado, tanto la estructura como el estilo son más personales, aunque sin abandonar la objetividad y evitando la adjetivación valorativa o cualquier otra manifestación subjetiva, ya que es el destinatario quien debe formarse una opinión cierta sobre ese tema, y la falta de objetividad supondría transmitir una visión parcial, deformada o equivocada de los hechos.Al ser muchas las fuentes y diversos los materiales que hay que tratar, el reportero corre el riesgo de transmitir desorganización e incoherencia a su relato, por lo que hay un trabajo cuidadoso de organización para que tenga unidad y congruencia argumentativa; un buen medio para ello es buscar un hilo conductor que hilvane todo el artículo
.4.1.3. La entrevista:
Transcribe un diálogo entre un periodista y un especialista en un tema de interés, apareciendo frecuentemente en estilo directo y encabezando cada intervención con el nombre de cada uno o directamente con la expresión “pregunta”/”respuesta”. Suele estar estructurada en tres partes:- introducción, en la que el periodista presenta al personaje entrevistado, describe el ambiente en que comenzó la conversación, narra los antecedentes del encuentro, etc.- cuerpo, formado por las preguntas y las respuestas. En las entrevistas extensas, el periodista va informando sobre las reacciones del entrevistado, los gestos, el grado de mayor o menor cordialidad en la conversación, etc.- cierre, en el que el periodista busca sintetizar lo dicho o recoger algún aspecto de especial relevancia.Hay dos tipos fundamentales de entrevistas:a) la informativa, que se realiza a un especialista en un tema de interés o actualidad para obtener informaciones u opiniones sobre temas concretos de actualidad.b) la de personalidad, en la que el interés informativo no está en el tema sino en el personaje al que se entrevista, buscando revelar diversos aspectos del carácter y del pensamiento del entrevistado, descubrir, más que sus opiniones, su modo de ser, de vivir o de actuar. En ocasiones la entrevista de personalidad se acerca más a los géneros híbridos, adoptando la forma de test psicológico, y combinándose con la descripción del personaje y del ambiente en que se desarrolló la entrevista, y con comentarios acerca de aquellas circunstancias que pueden aclarar o completar el mensaje (entonación, gestos, reacciones…)
4.2. Géneros periodísticos de opinión
Son aquellos que interpretan y valoran los acontecimientos recogidos en las noticias, predominando la función de opinar, y ofreciendo análisis subjetivos, interpretaciones argumentadas y juicios de valor sobre los hechos de actualidad. Suelen presentan una estructura más libre, ajustándose normalmente a la de los textos argumentativos (inductiva, deductiva, encuadrada).En los textos de opinión destaca la subjetividad, lo que conlleva ciertas características lingüísticas:- uso de la primera persona del singular e interpelaciones al lector con la segunda persona.- aparición de verbos de opinión (creo, siento, pienso,…)- usos expresivos del lenguaje con interrogaciones retóricas, exclamaciones, hipérboles, coloquialismos. Esto suele lograr mayor implicación del lector.- expresiones generalizadoras que logran hacer ver la opinión particular del autor como una opinión general (“ya sabemos, todos vemos…”- presencia de adjetivos valorativos para complementar la visión que se da de hechos, circunstancias o personas.- en general la sintaxis suele ser ágil y con poca tendencia a la subordinación. El articulista trata de transmitir opinión a todos sus lectores y ha de ser asequible a estos.- empleo de numerosos marcadores discursivos. Los más frecuentes son los propios de la narración (luego, entonces, después, finalmente…) y los estructuradores de la información (en primer lugar, por último…), pero también conectores consecutivos (por tanto, por consiguiente, en consecuencia….), contraargumentativos (no obstante, sin embargo…), aditivos (y además….), operadores discursivos (en mi opinión, por ejemplo, lamentablemente, como dijo…), etc.- léxico connotativo, figurativo, con figuras literarias, y un lenguaje coloquial o familiar.Los principales subgéneros de opinión son el editorial, el artículo y las cartas al director, pero la difusión de Internet ha permitido la creación de nuevos tipos de géneros y lenguajes: hoy en día apenas hay periodista que se precie que no tenga su propio blog, que suele estar enlazado al periódico para el que trabaja, y cuya característica más llamativa es la del diálogo entre el periodista y sus lectores mediante comentarios periódicos de dichos seguidores
.4.2.1. El editorial:
En él se refleja explícitamente la posición del periódico ante los acontecimientos de actualidad más relevantes. Busca la objetividad, aunque, al estar los lectores por principio de acuerdo con los planteamientos y la línea ideológica del periódico, quien redacta el editorial (un componente del equipo de editorialistas o el director de la publicación) puede considerar conveniente mostrar abiertamente tal ideología. Por tanto, su finalidad última es condicionar la opinión pública, crear opinión.Los medios de comunicación se valen de los editoriales para orientar a sus lectores y hacerles tomar conciencia de determinados problemas, por eso, a través de ellos se puede conocer la línea informativa y la ideología de un periódico. Aunque en última instancia el director es el único responsable de cuanto se diga en el editorial, éste es un artículo colectivo cuyo contenido suele ser acordado entre un grupo de personas afines a la línea política del periódico o de la empresa propietaria del mismo; después, una de esas personas se encarga de su redacción definitiva, para que el artículo muestre unidad de estilo, por lo que lo normal es que no aparezca firmado.Los editoriales no poseen una estructura fija, aunque sí suelen ser textos argumentativos, presentando una primera parte expositiva en la que se resumen los hechos que son objetivo de valoración, a continuación un desarrollo argumentativo libre, y por último un fallo o conclusión final
.4.2.2. El artículo de opinión:
la columna es un texto firmado cuyo autor no pertenece al equipo de redacción.Suele ser una personalidad de relevancia intelectual a la que el periódico ofrece un espacio para que transmita al público su opinión personal sobre algún tema importante, teniendo gran libertad, pues no está condicionado a la línea de opinión del periódico. El punto de partida del artículo de fondo es con frecuencia una noticia concreta que el autor analiza, explica y valora, tratando de extraer conclusiones de validez universal, y expresando las ideas y reflexiones que ese hecho le sugiere, opiniones que son responsabilidad exclusiva de su autor.En general suelen ser subjetivos (al recoger la opinión de una persona, reflejando la ideología de su autor), y poseen un gran rigor argumentativo (al depender su efectividad de la solidez de los razonamientos que contiene): el autor debe demostrar que sus conclusiones son ciertas y, por tanto, debe graduar e hilar sus argumentos de forma que el lector admita las tesis propuestas, de ahí que sea un género muy cercano al ensayo.Los temas tratados son tan diversos como la actualidad misma (religión, política, economía, deportes…), y también su estructura y contenido son absolutamente libres y personales.Un subgénero especial, dentro del artículo de opinión, es la columna que mantiene los mismos rasgos que el artículo de opinión, del cual se distingue por encontrarse siempre en el mismo lugar, por su brevedad y por su periodicidad, lo que facilita que sea un punto de encuentro entre el autor y sus lectores.En ocasiones ciertos columnistas de procedencia literaria usan sus columnas como rincón literario en el que, si bien suelen ceñirse a los temas de actualidad, crean textos con características totalmente literarias. Algunos de estos articulistas hablan de articuentos para referirse a este tipo de columnas.
4.2.3. Las cartas al director:
Constituyen el único espacio del periódico en el que los lectores se convierten en emisores de mensajes informativos o de opinión, precisando o comentando alguna de las informaciones publicadas, o denunciando algún hecho. Se trata siempre de textos muy breves en los que el lector se obliga a condensar sus ideas, y su publicación queda siempre al arbitrio del director. Los temas y el estilo son tan diversos como sus autores.
4.3. Géneros periodísticos híbridos o mixtos:
Se denominan así porque combinan la información sobre acontecimientos novedosos con la opinión sobre los mismos. Así pues, se mezcla la objetividad y la subjetividad, apareciendo características de ambas:- predominio de una sintaxis sencilla, con oraciones breves y fácilmente comprensibles.- en los verbos, modo indicativo, y tiempo presente y pretérito perfecto simple. Además, también son frecuentes el uso del presente habitual, y las construcciones impersonales o de pasiva refleja, que favorecen la objetividad, frente a los verbos de opinión (creo, siento, pienso,…), que ayudan a la subjetividad.- uso de la tercera persona del singular.- valor denotativo en las palabras para procurar precisión y evitar ambigüedades.- empleo de siglas, acrónimos y tecnicismos.- predominio de la función representativa con oraciones enunciativas.- utilización de textos expositivos, con secuencias narrativas y descriptivas.Los principales subgéneros mixtos son la crónica y la crítica
.4.3.1. La crónica:
Es un texto informativo amplio elaborado por un corresponsal fijo o por un enviado especial al lugar del acontecimiento. Este género comparte rasgos estructurales con la noticia y con el reportaje, al ser una noticia ampliada, una narración de un acontecimiento de rigurosa actualidad pero presentando un desarrollo mayor en el que se incluyen antecedentes y consecuencias, testimonios, datos documentales, etc. para aportar una mayor carga explicativa. Pero al mismo tiempo, es una noticia comentada, añade un componente valorativo, porque el periodista lo narra en primera persona, presenta los hechos desde un determinado punto de vista y los interpreta mediante comentarios en los que expresa su opinión acerca de lo ocurrido.Por eso el subjetivismo sustituye en la crónica a la objetividad propia de la noticia, pero ello no significa, sin embargo, que el cronista pueda apartarse de la verdad ni desvirtuar los hechos: la veracidad siempre debe presidir cualquier trabajo periodístico.Las crónicas aparecen siempre firmadas, su temática es muy variada (de actualidad internacional, de guerra, parlamentarias, de viajes, deportivas, taurinas…), y tienen una gran libertad de estilo, hasta el punto de que el periodista intenta dar una visión original de lo sucedido, utilizando un lenguaje personal cargado de expresividad y muchas veces próximo al lenguaje literario, de ahí que sea frecuente la utilización de diversos artificios estilísticos
.4.3.2. La crítica:
Es un género específico de la información cultural, elaborado siempre por un especialista. Tiene una triple finalidad: por un lado informa al lector de la celebración de determinados acontecimientos del mundo de la cultura (publicación de un libro, estreno de una película o de una obra teatral, conciertos musicales…), y por otro comenta diversos aspectos significativos de esas obras con el fin de ayudar al lector a que decida asistir al espectáculo en cuestión; finalmente, el crítico realiza juicios sobre la calidad de la obra o los acontecimientos.