Desentrañando la Complejidad del Lenguaje: Un Enfoque en Definiciones y Perspectivas

Análisis de la Complejidad del Lenguaje a Través de sus Definiciones

Según el artículo de Enrique Bernárdez, El concepto de lengua, no es fácil definir el concepto ‘lengua’, y esto ha tenido consecuencias en la lingüística reciente.

A lo largo de este texto, se repasan las definiciones que han planteado los autores más conocidos, los aspectos que tienen en cuenta para formularlas y los problemas que presentan.

Uno de los más citados es Chomsky, que para definir el concepto se centra solamente en aquello que existe en la mente/cerebro de los hablantes individuales.

David Lewis, en cambio, plantea que una lengua es un emparejamiento de oraciones y significados. Por tanto, hay que tener en cuenta que la lengua es utilizada por una población y hay una serie de regularidades en su interés por la comunicación. En este punto se introducen dos conceptos a tener en cuenta en las definiciones propuestas: lengua-E (lengua exteriorizada) y lengua-I (lengua interiorizada).

Chomsky, por ejemplo, en su estudio de la lengua no tiene en cuenta el concepto de lengua-E y limita su estudio al concepto de la lengua-I. Y es que la gramática Generativa busca una definición más precisa de la lengua a partir de los lenguajes formales. Estos se convierten en la base de su concepción del lenguaje y se podía definir “lengua” como el conjunto de oraciones dadas ciertas reglas y, por tanto, verla como un objeto matemático.

Estos planteamientos matemáticos permiten resolver en algún momento este problema de la indefinición, ya que en los años 60 y 70 se pensaba que sólo podía haber una definición de lengua.

A principios de los 80 estos planteamientos cambian y encontramos discusiones sobre los hechos lingüísticos propiamente dichos. Adquieren fuerza las disciplinas que se dedican a estudiar el uso del lenguaje como la lingüística textual, las gramáticas funcionales de Halliday, la pragmática, entre otras. Se abandona, pues, la idea de que debe existir una única forma de estudiar el lenguaje.

Es en el momento que se estudia el uso del lenguaje cuando se replantea la definición de lengua-I y lengua-E.

Según George Lakoff y Mike Johnson en Philosophy in the Flesh (1999), la teoría de Chomsky se basa en una metáfora: un lenguaje natural es un lenguaje formal. Esta metáfora se interpretó como la única manera de conceptualizarlo, pero resulta inaceptable por muchos motivos y aquí nuestro autor plantea otra metáfora para conseguir definir lengua. La suya está basada en la genética: una lengua es una especie. Pero también presenta una serie de problemas que radican en que mientras la genética es innata, el lenguaje es adquirido. Por tanto, cada hablante dispone de un conocimiento del lenguaje y no existe nada parecido en el conjunto de una población, ya que los hablantes se diferencian mucho en el conocimiento y uso concreto del lenguaje. Esto sería el lenguaje-E.

Este es el problema: ante tanta variabilidad, ¿cómo se puede definir la lengua-E?

Otra definición es la que tiene en cuenta el término “enacción” que procede de las teorías biológicas de Humberto Maturana. Así, Varela, Thompson y Rosch plantean que cada hablante realiza ciertas acciones lingüísticas y percibe su efecto en las acciones de otros hablantes. Así, los miembros de una comunidad lingüística desarrollan una lengua-I básicamente común debido a que el conjunto de enacciones de toda la comunidad conforman el lenguaje.

Después de tener en cuenta estas definiciones y las disciplinas que se utilizan para llegar a algún punto, este autor plantea la dificultad que para él es la más complicada de resolver y es que no sabe si realmente se consigue definir correctamente el término que más dificultades plantea, la lengua-E.

Una primera aproximación sería definirla, como ya hemos dicho, como un conjunto de enacciones lingüísticas de un conjunto de individuos. Pero posteriormente cambia a otra metáfora: una lengua es un organismo complejo autorregulado. De esta manera intenta apartarse del reduccionismo de la propuesta de Chomsky, que como hemos dicho solo tiene en cuenta la lengua-I, y aproximarse a la realidad de la lengua-E ya que encuentra una explicación para la relación entre su diversidad y su unidad. Utiliza para ello una matemática que permite ver las similitudes entre el lenguaje y otros fenómenos biológicos, químicos y físicos, y además ve el lenguaje como lengua-E y también como lengua-I.

Finalmente llega a la conclusión de que no tenemos que optar entre la consideración de la lengua-E como un fenómeno sincrónico o su dimensión histórica ya que ambos están unidos.

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