Transformación de la Narrativa Española desde los Años 70 hasta Hoy

La Narrativa Española desde los Años 70 hasta la Actualidad

A mediados de los 70, periodo que coincide con la muerte de Franco y el proceso de la Transición, la narrativa española experimenta una transformación vertiginosa. Por fin se leen, completas, novelas antes amputadas por la censura (por ejemplo, Señas de identidad, 1966, de Juan Goytisolo), se traducen autores extranjeros (prohibidos y/o desconocidos), se reeditan autores de posguerra muy minoritarios, se recuperan autores exiliados (Max Aub, Francisco Ayala, Mª Teresa León, Manuel Andújar, etc.) y, por influencia anglosajona e hispanoamericana, se empieza a valorar el cuento como género de rasgos independientes a los de la novela (ej. Medardo Fraile). Se sigue escribiendo novela experimental hasta los años 80 (ejemplos: El mercurio, 1968, de José María Guelbenzu y Larva, 1983, de Julián Ríos), pero deja de ser la línea dominante tanto entre los narradores, cansados de los excesos técnicos y del exhibicionismo formal, como entre los nuevos lectores, que demandan historias más cercanas y atractivas donde la emoción no sea una experiencia simplemente intelectual. Además, van a predominar desde entonces los temas urbanos, los personajes antiheroicos, las frecuentes notas de ironía y humor, todo ello dentro de un estilo muy cuidado. La novela que ejemplifica esta renovación es La verdad sobre el caso Savolta, 1975, de Eduardo Mendoza. Junto a Mendoza destacan autores maduros como Manuel Vázquez Montalbán (El pianista, 1985; y la serie de novela negra dedicada al detective Carvalho), Francisco Umbral (Las ninfas, 1975), Carmen Martín Gaite (Nubosidad variable, 1992) y José Luis Sampedro (La sonrisa etrusca, 1985); y otros más jóvenes como Juan José Millás (El desorden de tu nombre, 1990), Luis Mateo Díez (La fuente de la edad, 1985), Soledad Puértolas (Una enfermedad moral, 1982), Félix de Azúa, Cristina Fernández Cubas, entre otros. Los casos de Guelbenzu y Soledad Puértolas son significativos pues en ellos se da una evolución natural desde unas primeras novelas experimentales a una madurez narrativa de factura más convencional. Muchos autores jóvenes irrumpen en las editoriales tradicionales, de modo que se produce una rica convivencia generacional entre autores primerizos y maduros. Autores destacados que han publicado toda o casi toda su obra dentro del régimen democrático son, por ejemplo, Manuel Vicent, Julio Llamazares, Javier Marías, Luis Mateo Díez, Rosa Montero, Antonio Muñoz Molina, Soledad Puértolas, Luis Landero, Arturo Pérez Reverte, Justo Navarro, etc.

Temáticas Predominantes en la Narrativa Reciente

La narrativa de los últimos 25 años, que oscila con múltiples zonas intermedias entre fórmulas realistas (testimoniales) e imaginativas y simbólicas (poemáticas), puede clasificarse a grandes rasgos en las siguientes temáticas:

  1. Novela de Intriga o Policíaca

    Casi siempre influida por la tradición norteamericana, se ha ido aclimatando no solo a lo cultural-social español sino que, sobre todo, ha sido asimilada como molde para desarrollar historias donde el descubrimiento y el conocimiento, muchas veces desmitificadores y humorísticos, estimulan la denuncia y la sátira social. Ese es el germen de las novelas de Manuel Vázquez Montalbán protagonizadas por el detective Pepe Carvalho, pero también las de Eduardo Mendoza (El misterio de la cripta embrujada, 1979 y El asombroso viaje de Pomponio Flato, 2008) o las de José Mª Guelbenzu protagonizadas por la jueza Mariana de Marco. La intriga policíaca aparece también en novelas de Antonio Muñoz Molina (Beatus Ille, El invierno en Lisboa, Los misterios de Madrid, Beltenebros), de Lorenzo Silva (La niebla y la doncella) y de Alicia Giménez Bartlett.

  2. Novela Intimista

    (o de reflexión íntima) se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia en forma de novela o de autobiografía novelada (autoficción).

  3. Novela de la Memoria y del Testimonio

    Está muy vinculada a la anterior, aunque apunta sobre todo a la interrogación personal acerca de experiencias y valores colectivos, unas veces sentidos como generacionales y otras como origen de compromisos éticos y civiles. Ejemplos notorios son Rosa Montero (Te trataré como a una reina, 1981), Julio Llamazares (La lluvia amarilla, 1988), Luis Mateo Díez (La fuente de la edad, 1994), Fernando Aramburu (Años lentos, 2012).

  4. Novela Metaliteraria

    Es aquella donde la historia se abre a elementos fantásticos, irracionales o extravagantes que obligan al lector a preguntarse por la relación entre lo inventado y lo real dentro del artificio literario.

  5. Novela Histórica

    Es un concepto muy impreciso donde cabe, por ejemplo, el Egipto de Marco Antonio y Cleopatra de la novela No digas que fue un sueño (1986), de Terenci Moix; la Edad Media de Urraca (1991) de Lourdes Ortiz o de En busca del unicornio (1987) de Juan Eslava Galán; los Siglos de Oro de Extramuros (1978) de Jesús Fernández Santos; y de las novelas del capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverte; el siglo XIX europeo de El viajero del siglo (2009) de Andrés Newman; o el tránsito de la Barcelona del XIX al XX de La ciudad de los prodigios, 1986, del propio Eduardo Mendoza. En realidad, las novelas históricas de más aliento literario no persiguen tanto la recreación de ciertos episodios y personajes del pasado que ahora nos resultan extraños y curiosos como la reconstrucción o resituación de nuestro punto de vista ideológico (ético, político y moral) para comprender a fondo el sentido del relato. Esto es lo ocurre con las novelas que exploran el momento traumático de la Guerra Civil española, sea como un fantasma que todavía recorre invisible el presente, como una llaga mal curada o como un pasado prohibido e insatisfactorio. Con mundos y fórmulas narrativos muy diferentes (Javier Marías y Muñoz Molina más apegados a soluciones realistas y Mateo Díez más inclinado a lo imaginativo y mágico), los tres comparten una exigente voluntad de estilo y de composición narrativa; los tres han tratado muchos de los temas y argumentos vistos antes (con frecuencia mediante simbolizaciones dentro de un mismo relato); y los tres han puesto

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