La Desesperación de Luca
La historia se narra en Venecia. Luca, el protagonista, es un muchacho desesperado. Su madrastra lo ha echado de casa con la excusa de que no había suficiente comida para toda la familia. Él sabía que lo de la comida era mentira; lo que ella quería era apoderarse de las posesiones de su padre, un hombre ya mayor y débil de carácter. Ágata dejó a Luca en una plaza y le dijo que, insistiendo, conseguiría trabajo de lo que fuera. Le aseguró que volvería en dos semanas a la misma plaza para que él le contara cómo le había ido.
La Búsqueda de Refugio
Luca se encontraba solo y perdido por aquellas calles. Tocaba de puerta en puerta hasta que, bien entrada la tarde, un hombre le dio comida y le dijo que si alguna vez se encontraba en un apuro grave, se lo fuera a decir. Salió de la casa muy agradecido y siguió buscando.
Ya de noche, una mujer le preguntó qué hacía, si estaba solo. Luca contestó que sí y le dijo que estaba buscando trabajo como ayudante de criados. Ella le dijo que eso era muy difícil, pero que podría pasar la noche donde ella cuidaba a un hombre.
El Palazzo Misterioso
Cuando ya se veía el palazzo, en el piso de arriba se veía una luz pésima. Luca, aún más inquieto, entró por la puerta grande, que la mujer cerró por dentro para que nadie entrara. La mujer le prohibió subir al piso de arriba y, por la ausencia de muebles, le dijo que durmiera encima de unos sacos. Luca se sorprendió con el sonido del agua corriendo.
La Pesadilla Reveladora
Poco a poco, Luca se durmió en aquellos sacos húmedos. Mientras dormía, tuvo una pesadilla: se veía a sí mismo con un hombre fuera del palazzo. El hombre arrojaba rosas negras al agua y, de pronto, salieron serpientes. Oyó un susurro que le hablaba; era el hombre de las rosas. Le decía que no sabía quién era, ni por qué estaba allí. Le hablaba desde un sueño, era la manera de estar más cerca de él. Le dijo que tenía que hacer algo antes de que llegara el fin para solucionar la situación en la que estaba.
La Huida y el Encuentro
Luca se despertó, asustado. No hacía más que darle vueltas; hasta pensó en subir al piso de arriba y tirarse desde una ventana. Cuando volvió a los sacos, la mujer bajó corriendo y le dijo que había ocurrido algo, que tenía que irse y que él se quedara en el palazzo esperándola por si pasaba algo. Si veía a alguien rondando la casa, que se quedara con la cara y después se lo dijese a ella, pero que no le abriera.
Él lo que quería era huir cuando ella abriera la puerta. Pero ella bajó al sótano y ya no volvió. Se asomó y vio un estrecho canal por donde se había ido.
La Llegada de la Guardia
Cuando ya entraban los rayos de luz por las ventanas, se oyeron unos golpes. Era una mujer que, al verlo, preguntó qué hacía allí. Él le dijo que la persona que cuidaba el palazzo le había dejado entrar. La mujer le dijo, en tono tentador, que arriba había un hombre y que fuera a verlo. Luca dudó, pero subió. Arriba había una puerta completamente abierta; dentro no había muebles, solo una cama y un hombre acostado. Cuando se acercó, vio en aquel hombre la cara de la muerte. No sabía qué pensar: si acababa de morir cuando la mujer se fue y dijo que había ocurrido algo, o si llevaba ya mucho tiempo muerto.
Cuando bajó, la mujer le dijo que se notaba que lo había visto. También le dijo que se fuera; si la otra mujer volvía, no le dejaría salir. Al momento, esa mujer, que le pareció muy falsa y turbia, se esfumó.
Por el canal se veía acercarse a unos hombres en una góndola. Al momento, empezaron a oírse gritos que decían: «¡En nombre de la guardia, abran inmediatamente! Si no lo hacen, derribaremos la puerta». Se oyó un golpe y entraron. Luca se escondió en un cuarto de arriba que no tenía ventanas. Tenía la esperanza de salir; la escalinata estaba libre y los de la guardia estaban en el cuarto del hombre muerto. Luca bajó y nadie le vio, pero al llegar abajo, un hombre lo cogió y, sin decir nada, se lo llevó con los demás. Se subieron a la góndola; no le dijeron ni a dónde iban ni por qué lo cogían. También subieron al hombre muerto, envuelto con sábanas.
La Procuraduría y las Revelaciones
En poco tiempo, entraron en la Procuraduría. A Luca lo metieron en una habitación, mientras que el féretro lo dejaron en el sótano.
Entró el doctor Umberto Olmi. Cuando examinó al hombre, dijo que no había visto nunca nada igual: el hombre estaba muerto, pero aún vivía. El oficial lo estaba viendo todo y dijo que, por el momento, no interrogarían a Luca; el Procurador ya lo haría.
Luca oía unas voces. Decían que sabían quién era el hombre. Bajaron y la mujer dio un grito de sorpresa. Esa mujer era la que vio Luca esa mañana, Carla Cottafavi, y el hombre que la acompañaba era Francesco Cottafavi, su hermano. La mujer dijo que el cuerpo era de su primo, Valerio Gentile, que había pasado una temporada en Oriente y que ahora había vuelto, quedándose en el palazzo que construyó su tío, Federico Gentile. También dijo que eso debería quedar en manos de la familia, pero se negaron. Contó que había un chico en el palazzo, encerrado por Sara Prandi, de la que tenían serias dudas.
El Interrogatorio
Después, lo llevaron a una sala del piso de arriba, donde también estaba Sara Prandi. Sara le dijo que no tenía que haberle llevado al palazzo, pero quería tener compañía. Llegó allí porque Valerio vino de Oriente a escondidas y le dijo que si lo podría cuidar. Contestó que sí, como su madre había respondido a su tío, el arquitecto. Valerio le dijo que no le viera nadie y que, de vez en cuando, le trajera algo de comer. Y le explicó que se había ido del palazzo, dejándolo solo, para buscar ayuda. Más tarde, llamaron a Sara y a Luca para asistir ante el Procurador.
Ya en la sala, se encontraron con la mesa del Procurador y sus secretarios, y los hermanos Cottafavi. Se hicieron varias preguntas y, después, Carla habló. Quería que el cuerpo estuviera en su casa. La propuesta fue denegada. Carla también dijo que Valerio jugaba con ritos que aprendió en Oriente. Más tarde, habló su hermano y dijo que querían que el cuerpo fuera quemado, cosa que su hermana no quería. Luca, entonces, dijo que no podía ser quemado en la hoguera porque su pensamiento seguía vivo. El Procurador dijo que el cuerpo sería depositado en la cripta del convento de la Caridad.
La Oferta de Foscari
A Luca lo dejaron libre y, como no tenía comida, fue a buscar la casa de aquel señor que le dijo que si necesitaba algo… Al cabo de dar varias vueltas, encontró la casa.
Después, entraron los dos a su despacho y empezaron a hablar sobre lo ocurrido. Foscari, que era el dueño de la casa, quería llegar hasta el fondo de la historia y le ofreció trabajo a Luca. Le dijo que estuviera todo el día merodeando por las calles por si alguien quería decirle algo; Luca lo escucharía y, por la noche, se lo contaría todo a Foscari. Luca estaba confuso, no sabía quién lo podía buscar. Todo esto a cambio de un lugar donde dormir y comida cuando quisiera.
Cuando Luca volvió a la calle, habiendo comido, se sentía raro con la nueva situación en la que estaba.
La Trampa de los Cottafavi
Echó a andar, pasando por delante de mansiones, pero sin llamar. Después de un rato, se sentía perseguido por alguien. En pocos momentos, una mano se puso en su hombro; era un hombre cubierto con telas para que no lo reconocieran. Le dijo que sus señores lo esperaban, los Cottafavi. Luca aceptó y fueron a casa de los Cottafavi. Lo que querían es que Luca se quedara en el convento con el cuerpo, porque, como sabían que se había comunicado con él, querían que se comunicara otra vez para decirle lo que le interesaba a Carla: un tesoro que supuestamente se encontraba en el palazzo. Después de decírselo, le dieron comida. Para disimular, Luca comió para que no sospecharan de lo de Foscari. Los dos se fueron y se quedó solo Luca. Él se fue de la habitación con el deseo de huir, pero Carla lo descubrió. Le dijo que, al anochecer, fuera al convento. Carla le dio tres monedas de oro puro. Luca se prometió no ir al convento y quedarse con las monedas.
Los hermanos Cottafavi estaban enfadados entre ellos. Mandaron a Fabio para que siguiera a Luca. Francesco pensaba que su hermana era una exagerada, que solo pensaba en riquezas, aunque solo fuera para un día.
La Verdad Sale a la Luz
Luca dio muchas vueltas hasta que se aseguró de que nadie lo seguía. Entró y se lo contó todo a Foscari. Foscari le dijo que siguiera lo que Carla le había ordenado. Le dijo a Luca cómo llegar hasta el convento. Cuando llegó, Carla lo llevó para adentro.
Empezaron a bajar escalones hasta que llegaron donde podían estar para velarlo. Una muchacha entró en la cripta, y Carla la echó, pero ella dijo que se lo dijeron las monjas. Entonces, Carla le dijo que fuera con ella abajo. Cuando llegaron, la muchacha se sorprendió y dijo: «Dios mío, nos está mirando». Carla le dijo que no dijera cosas inútiles. La muchacha también dijo que se había cambiado de postura, que por la tarde estaba acostado, mientras que ahora estaba tumbado. Luca no se atrevió a bajar.
Lucía, que es como se llamaba la muchacha, le contó a Luca que cuando se había asustado era teatro y que el hombre ya le había hablado a ella por la tarde.
Carla le dijo a Luca que se sentara en la Iglesia y que esperara. Lucía se había escapado a escondidas y se fue con Luca. Le preguntó si le habló en sueños. Ella dijo que habló despierto, con una mirada especial. Valerio Gentile le contó a Lucía lo mal que estaba. Cuando terminó de contarlo, se oyeron dos monjas que buscaban a Lucía; no se atrevían a bajar a la cripta. Luca las despistó y entraron por la puerta de la sacristía.
La Disputa Familiar
Los Cottafavi, en su casa, aclararon un poco más sus diferencias. Francesco le decía a Carla que se lo creía todo. Ella le contestó que él era un individualista. Él le contestó que el arquitecto Federico la estaba engañando, aunque no viviera. Ella contestó que tenía el testamento original con el plano del palazzo, que es donde Federico escondió su fortuna antes de irse. Francesco insistió en que la estaba engañando, pero ella no hacía caso. Discutían sobre cómo podría estar escondido el tesoro…
Carla tenía pensado acabar con todo esa misma noche. Mientras hablaban, oyeron un ruido. Bajaron y se encontraron con Sara Prandi. Carla y Sara estuvieron hablando muy fríamente un rato.
El Engaño Final
En la iglesia, Luca encontró a Foscari y se lo contó todo. Foscari se marchó de la iglesia.
Luca se quedó un rato dormido. Cuando entró Carla, ella le preguntó si había ocurrido algo, pero él dijo que no.
Carla lo cogió y se fueron abajo, con Gentile. Cuando estaban cerca, Carla dijo que si notaba un olor raro. Luca dijo que no. Carla puso a quemar lo que ella decía «carboncillos aromáticos». Carla se echó atrás y se puso un pañuelo en la boca y la nariz, mientras que Luca quedaba desmayado o dormido. Carla llamó a Fabio, que ya había resuelto lo de Sara Prandi, y le ordenó que no bajara nadie. Carla empezó a hablarle a Valerio; le dijo que si no contaba el secreto al muchacho, ella lo dejaría entre la vida y la muerte, sufriendo toda la eternidad. Entonces, Luca, que podía oír, llegó a la conclusión de que el brujo no era Valerio, sino Carla Cottafavi, que lo tenía en una especie de sueño.
Gentile le habló a Luca y le dijo que la clave del palazzo era el ladrillo 333.
Luca se despertó y se lo contó a Carla. Ella cogió una botella llena de un líquido violeta y, con un pincel, untó los labios de Valerio y de Luca mientras decía unas cosas. Ese líquido acabó de matar a Valerio y a Luca. Después, Fabio tenía que colocar a Luca en una góndola y lo dejó correr.
La Caída de Carla
Carla salió del convento de noche, medio escondida. Fue a su casa a por el plano. Cuando lo tenía delante, le costaba ver la letra pequeña que numeraba a los ladrillos. No sabía si el ladrillo era alcanzable sin nada, pero cuando se fijó en él, vio que tenía fácil acceso. Cuando llegó al palazzo, se sentía dueña de él. Bajó y encontró el ladrillo; era normal. Iba picando y no encontraba nada, pero sus esperanzas no se iban. Aparecieron grietas en las bóvedas y en las columnas, y se oían estertores. Empezaban a caer trozos de material. Cuando Carla quiso reaccionar, no pudo; se le vino todo abajo. Valerio Gentile le había tendido una trampa.
Justicia y Resolución
Se hizo una sesión extraordinaria en la Procuraduría. En la sala estaban Foscari, Francesco Cottafavi, el doctor Umberto Olmi y Lucía. Foscari habló y dijo que Carla era la autora del envenenamiento progresivo de Valerio. Cottafavi dijo que su hermana era la que lo hacía todo y que él estaba al margen. El Procurador dijo que la segunda parte de la audiencia se celebraría en el hospital, donde los tres afectados estaban mejorando notablemente.
Sara les dijo que fue Carla la que la golpeó hasta dejarla así y que, después, Fabio la llevó a su casa para que pareciese un ataque de un ladrón. Valerio Gentile estaba muy endeudado con todos los que le salvaron la vida y se lo agradeció. Él y Luca no murieron gracias a Lucía; cuando Fabio fue a ver quién había hecho un ruido, ella bajó y les limpió la boca. Foscari era el causante de los ruidos. El doctor dio una notificación falsa de la muerte de Valerio. Este desveló el secreto: el palazzo era una joya arquitectónica única en el mundo, y la estructura se sostenía en un solo punto, el ladrillo 333.
Valerio se fue de la ciudad y se llevó a Lucía, y se casó con una mujer de Bolonia. Luca trabajó con Foscari. Luca y Lucía se encontraron pasados los años. Francesco enterró a su hermana. Fabio fue a la cárcel.