La narrativa de la primera mitad del Siglo XX:
A finales del siglo XIX surgieron en España los primeros intentos de renovación. El modernismo es uno de esos movimientos renovadores que busca un cambio ideológico, político, social y religioso.
El modernismo literario tiene sus orígenes en Hispanoamérica, hacia 1880. Nace como una afirmación de las propias raíces americanas frente a lo español.
Los novelistas de la generación del 98 modifican de una forma importante las características de la novela anterior hasta el punto de hacerlas casi desaparecer: trama compleja, amores muy desarrollados, descripciones minuciosas de las condiciones sociales.
Las características de su novela son: una estructuración en torno a un único personaje, el cual es un ser trágico que evoluciona a una situación espiritual límite. El proceso de cambio no se centra en los sucesos externos, sino en la mentalidad del protagonista. Los incidentes son sustituidos por diálogos (señalan un estado de desarrollo mental del protagonista).La nueva mentalidad histórica y social del siglo XX hizo que los narradores del 98 convirtieran los conflictos internos y existenciales del ser humano en el tema principal de sus novelas. Por lo tanto, también desde el punto de vista temático, rompen con el realismo y naturalismo anterior que reflejaba un mundo socialmente estable dominado por principios morales duraderos y se centra en los conflictos internos del individuo. Se hizo de esta forma una novela objetiva e impresionista que incorporaba elementos del ensayo como forma de reflexión y análisis de la propia situación del individuo. Cada autor deja su impronta en los temas.
Novelistas del 98:
Unamuno:
Su narrativa progresó desde sus novelas primerizas hasta la madura La tía Tula (1921). Pero entre ellas escribió Abel Sánchez (1917) y Tres novelas ejemplares y un prólogo(1920), libro que ha sido considerado por algunos críticos como autobiográfico. La angustia por la existencia humana lo lleva a escribir San Manuel Bueno, mártir (1933) en la que el protagonista guarda en secreto su drama: la falta de fe.Sus personajes son problemáticos y víctimas del conflicto surgido de las fuertes tensiones entre sus pasiones, y los hábitos y costumbres sociales.Considerado como el escritor más culto de su generación, fue sobre todo un intelectual inconformista que hizo de la polémica una forma de búsqueda.
Azorín
En 1896 se establece en Madrid donde colaboró en periódicos y revistas, fue crítico y traductor. Sus primeros años de vida literaria estuvieron marcados por el esfuerzo, la lucha contra la desatención y, en ocasiones, la hostilidad. Colaboró en periódicos republicanos.
Protagonizó ligeras incursiones en la política y fue varias veces diputado entre 1907 y 1919. Destacó también por ser un viajero extraordinario por España.
Sus títulos más conocidos son: La voluntad (1902), Las confesiones de un pequeño filósofo (1904), Don Juan (1922) y Doña Inés (1925). Sus obras son más cercanas al ensayo que a la novela, ya que son descripciones de ambientes y personajes sin un argumento sólido.
Pío Baroja:
Pío Baroja nació en San Sebastián y vivió, durante casi toda su vida, en Madrid. Allí estudió Medicina y se doctoró con una tesis sobre El dolor. Su ejercicio como médico fue breve. Vuelve a Madrid donde entra en contacto con escritores como Azorín y Maeztu que le llevan a entregarse a la literatura, su gran vocación.
Publica sus primeros libros en 1900 tras una serie de colaboraciones en diarios y revistas. Sigue una etapa de intensa labor que conjuga con viajes por España y Europa.
Sus obras se dividen en dos grupos:
- Novelas de pensamiento entre las que se incluye El árbol de la ciencia (1911). En éstas Baroja expresa un excepticismo absoluto y destacan también Camino de perfección (1902) y La busca (1904).
- Novelas de acción: En las cuales hay un cúmulo de sucesos en los que la aventura constituye el argumento central. Las más importantes son Las inquietudes de Shanti Andía (1902) y las novelas de Memorias de un hombre de acción (1911).
Valle-Inclán:
Novelista, poeta y autor dramático español, además de cuentista, ensayista y periodista. Destacó en todos los géneros que cultivó y satirizó amargamente la sociedad española de su época.
Es uno de los escritores más originales. Su primera gran obra en prosa son las cuatro Sonatas: Sonata de otoño (1902), Sonata de estío (1903), Sonata de primavera (1904) ySonata de invierno (1905). Se caracterizan por una prosa modernista que tiende a la sensualidad. Sus principales temas son el amor y la muerte.
Escribe también Tirano Banderas (1926) en la que intenta plasmar las costumbres de América.
Del Novecentismo a las vanguardias
Se llama Novecentismo o Generación de 1914 al grupo de autores que sucede a la Generación del 98. Comparten con ellos la preocupación por el problema de España, pero abandonan el subjetivismo en busca de una postura más neutra e intelectual.
Ramón Pérez de Ayala
En sus novelas predominan elementos intelectuales, visibles en las frecuentes digresiones sobre temas diversos. Experimenta con la técnica y la estructura narrativa buscando originales perspectivas. Troteras y danzaderas (1913) es una visión de la bohemia literaria de Madrid; otras obras son Belarmino y Apolonio (1921) y Tigre Juan (1926). Su estilo posee una gran elegancia: sintaxis perfecta, equilibrio en la expresión y léxico rico.
Gabriel Miró
En sus novelas predominan las descripciones llenas de elementos sensoriales, que recrean la realidad a base de impresiones. La acción apenas existe, todo está supeditado a lo sensorial, de manera que los objetos cobran más importancia que las figuras humanas. Su estilo es muy elaborado y lírico, pero lento y recargado. Obras: Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1925).
Ramón Gómez de la Serna
Cercano a los planteamientos irracionalistas de las vanguardias, convierte la literatura en un juego, plagado de elementos triviales entrelazados por una profusa imaginación y sentido del humor. En sus novelas libres el argumento es sustituido por digresiones sobre cualquier tema. Destacan Cinelandia (1923) y El torero Caracho (1927). Es también inventor de las greguerías, asociaciones irracionales y arbitrarias de ideas a modo de refrán o definición sentenciosa.