El Teatro de Valle-Inclán: Evolución y la Obra Clave ‘Luces de Bohemia’

El Teatro de Valle-Inclán: Una Trayectoria en Cuatro Etapas

La obra dramática de Ramón María del Valle-Inclán se caracteriza por una notable evolución, que se puede dividir en cuatro etapas principales:

1. Teatro Poético (Primera Época)

En sus inicios, Valle-Inclán aborda temas realistas con un estilo refinado, cercano al modernismo de la época. Las obras de este período, como El Marqués de Bradomín y El yermo de las almas, muestran una estética cuidada, a veces rayana en lo artificioso.

2. Teatro de Ambiente Rural y Mítico: Las Comedias Bárbaras

Esta etapa está representada por la trilogía de Las Comedias Bárbaras. Ambientadas en una Galicia rural y mítica, estas obras exploran temas como la lujuria, la violencia, el libertinaje y la arbitrariedad del poder. El personaje central, Juan Manuel de Montenegro, encarna tanto grandes virtudes como grandes defectos. Sus hijos, en contraste, representan la brutalidad y la degeneración de la casta, dominados por la avaricia, el sacrilegio, la locura y el crimen. Llegan a asesinar a su padre y saquear la casa de su madre. Con Divinas palabras (1920), Valle-Inclán anticipa el teatro del esperpento.

3. Las Farsas: Un Paso Hacia el Esperpento

Valle-Inclán crea la farsa como un medio para ridiculizar personajes y situaciones. Este género representa un avance hacia el esperpento, gracias a su carácter antirrealista y a la presentación de situaciones caricaturescas y extravagantes. A esta etapa pertenecen la trilogía Tablado de Marionetas para Educación de Príncipes y La Marquesa Rosalinda.

4. El Esperpento: La Culminación de la Estética de Valle-Inclán

El esperpento constituye la máxima aportación de Valle-Inclán al teatro. Consiste en la deformación sistemática de personajes, ambientes y situaciones, con el fin de revelar la verdadera naturaleza de la realidad, presentándola de forma grotesca o ridícula. Como se afirma en la película V de Vendetta: «Los políticos mienten por poder, los artistas mentimos para decir la verdad» (Andy y Larry Wachowsky). A través del esperpento, Valle-Inclán realiza una crítica incisiva a la sociedad y a la España de principios del siglo XX. Max Estrella, protagonista de Luces de Bohemia, expresa este desengaño con la frase: «España es una deformación grotesca de la civilización europea». Los personajes, despojados de heroísmo e ideales, se convierten en fantoches. Las obras principales de esta etapa son Luces de Bohemia y la trilogía Martes de Carnaval.

Luces de Bohemia: Radiografía de una España Decadente

Luces de Bohemia, una de las obras teatrales más importantes del siglo XX, se compone de quince escenas. Las doce primeras narran la última noche de Max Estrella, un poeta ciego y empobrecido, que recorre las calles de Madrid junto a su acompañante, Don Latino de Hispalis. Este recorrido nocturno muestra un amplio espectro de la sociedad madrileña: la burocracia, la bohemia literaria, la política, el comercio, la prostitución y la marginalidad.

La noche culmina con la agonía y muerte de Max, momento que Don Latino aprovecha para robarle un décimo de lotería premiado. Las escenas 13 y 14 se centran en el velatorio y entierro de Max, mientras que la escena 15 transcurre en la taberna de Pica Lagartos, donde Don Latino gasta el dinero del décimo robado. La obra muestra una España corrupta y mediocre, donde los valores de la bohemia han sido traicionados. Solo el anarquista catalán conserva la dignidad del héroe clásico, mientras que Max traiciona sus ideales al aceptar dinero del ministro.

Personajes y Lenguaje en Luces de Bohemia

Muchos de los personajes de Luces de Bohemia están inspirados en personas reales: Max Estrella en el poeta Alejandro Sawa, Zaratustra (alusión a Nietzsche) en el librero Pueyo, Don Gay Peregrino en el escritor Ciro Bayo, y el ministro de la Gobernación en Julio Borrell. Otros personajes, como Rubén Darío, son nombrados abiertamente.

El lenguaje de la obra es vibrante, imaginativo e ingenioso. Presenta una gran variedad de registros, desde el culto y literario hasta el coloquial y vulgar. Cada personaje se expresa de acuerdo con su condición sociocultural, aunque hay excepciones. El preso y la madre del niño muerto, por ejemplo, utilizan un lenguaje lírico que los eleva a la altura del drama griego. Valle-Inclán ridiculiza a menudo a los personajes cultos mediante un lenguaje grandilocuente y pedante, mientras que los personajes populares emplean una jerga pretendidamente culta con intención paródica. Las acotaciones del autor son innovadoras y literarias, y contribuyen a la caracterización subjetiva de personajes y ambientes.

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