Poesía de Posguerra y del 68: Compromiso, Lenguaje y Cuerpo

Poéticas de Denuncia y Compromiso en las Generaciones de Posguerra

El nihilismo, marcado por la desolación y el desarraigo, impregnó la época de posguerra. La pregunta «¿Dónde está Dios?», surgida en los campos de concentración, se transformó en una más inquietante: «¿Dónde está el hombre?». La barbarie, perpetrada por los propios seres humanos, reveló una lógica burocrática y moderna, como señaló Kafka. Bauman, por su parte, afirmó que la lógica del nacismo era moderna, siendo la modernidad una condición necesaria, aunque no su única causa.

A principios de 1950, Europa, en ruinas y en estado de shock, vio surgir una estética de la desolación. Un cierto humanismo, vinculado a la primera poesía existencialista, evolucionó hacia la poesía social y comprometida. Esta última se centró en la solidaridad y el compromiso, rescatando la tradición humanista. De la poesía existencialista, con su sentir desarraigado, se pasó a la poesía social, con su enfoque en el humanismo.

La idea de «hombre» comenzó a deconstruirse en 1960, dando lugar a la consigna de «la muerte del hombre». Se recuperó la idea de Nietzsche de «la muerte de Dios» y la deslegitimación de la verdad. Foucault, por su parte, señaló la muerte del hombre heterosexual blanco, responsable de la barbarie. Sartre, entre 1940 y 1950, intentó recuperar la idea de hombre desde la perspectiva de la libertad. A partir de 1960, se abandonó la idea de reconstruir lo insalvable y se inició una nueva construcción.

El nihilismo se convirtió en atmósfera y el exilio en una realidad. María Zambrano, gran pensadora del exilio, regresó a España en 1984 tras salir en 1939. Muchos autores que no pudieron exiliarse vivieron en la carencia y el exilio interior. Ángela Figuera expresó este sentimiento en su obra «Paz con hedor de muertos insepultos».

La poesía inicial de esta época mantuvo formas convencionales, sin rupturas significativas. Blas de Otero, en «Hombre», clamó a Dios desde el borde del abismo, asumiendo finalmente la orfandad del hombre como una potencia. Hannah Arendt, con su teoría de «la banalidad del mal», explicó cómo algunos individuos actúan dentro de un sistema sin reflexionar sobre sus actos.

Valente, en su búsqueda de la ausencia de signos, expresó una concentración expresiva absoluta. En «Lo eterno» (1950), Blas de Otero describió a una generación desarraigada, hombres sin más destino que apuntalar las ruinas.

La soledad del hombre, consciente de su finitud, se convirtió en un tema central. Los años previos a la guerra habían sido importantes para las mujeres, quienes habían comenzado a ocupar espacios públicos. Sin embargo, tras la posguerra, estos avances se perdieron, relegando nuevamente a la mujer al ámbito doméstico.

Esquema de Corrientes Poéticas

  • Generación de posguerra: Poesía existencialista y poesía social.
  • Generación del medio siglo: Poetas diversos que reflexionan sobre el lenguaje y la palabra.
  • Generación del 68: Poetas neovanguardistas, preocupados por la palabra y el lenguaje.
  • Generación de la democracia: Poesía de la experiencia, que desprecia la neovanguardia y se inspira en la generación del medio siglo.

José Ángel Valente: Palabra y Pensamiento

Valente, quien comenzó a escribir a mediados de los 50, desarrolló una obra principalmente poética, aunque también incursionó en relatos cortos y ensayos. Su obra se divide en dos dimensiones: la metafísica y la política, unidas por su reflexión sobre la palabra.

Valente era consciente de que las palabras, al usarse, se desgastan y pueden ser confiscadas por el poder. Esta idea, procedente del romanticismo, se manifiesta en la identificación de la palabra con la mercancía. Valente opone la «habladuría» (lenguaje lleno de sentidos parasitarios) a la palabra «poética». Su labor como poeta consistía en «limpiar» el lenguaje, rescatándolo del mercado y purificándolo.

En Valente existe una nostalgia por un paraíso perdido, una búsqueda de una palabra pura y auténtica. Sin embargo, en su última etapa, se percibe la conciencia de que esa palabra primigenia quizás nunca existió, lo que lo vincula a una cierta posmodernidad.

La palabra auroral, en sentido de palabra recién nacida, es un concepto clave en su obra. Valente busca limpiar el lenguaje para que regrese a su potencialidad poética original. En su poema, «como pan vino la palabra», se establece una analogía entre la palabra y el alimento, destacando su origen en cuerpo y alma. La forma y el contenido de la palabra poética están intrínsecamente unidos.

Poéticas Logofágicas al Calor del 68

Los poetas que se incorporaron a la literatura en los años 70, nacidos a finales de los 40 y 50, pusieron el foco en el cuerpo. Este cuerpo es tanto el cuerpo físico como el cuerpo del lenguaje, un cuerpo indisciplinado en contraste con el lenguaje discursivo y ordenado anterior. En los 70, el lenguaje comenzó a desmontar el orden.

Momento Post-Metafísico

Se problematiza la cuestión de la «verdad» y se realizan tachaduras, como la de la metafísica. María Salgado habla de trigonometría poética, refiriéndose a la recuperación del cuerpo íntegro de la lengua en sus dimensiones gráfica, sonora y performática. Este cuerpo del lenguaje había sido ignorado por la tradición del logocentrismo, que se centraba en el significado (logos).

El cuerpo se resiste a la disciplina y a la metafísica. La visualidad se vuelve muy importante en estos poemas, llegando en muchos casos a ser el poema en sí mismo.

Se reflexiona sobre el poder, que construye y disciplina los cuerpos. Hablar de los cuerpos implica hablar del deseo y de una economía libidinal. Se cuestiona la idea de un «yo» unitario, reconociendo la influencia de los otros en nuestra identidad.

Se ponen en cuestión las grandes historias, reconociendo que «la historia es escrita por los vencedores». Se busca el pasado de la verdad, no la verdad del pasado, ya que la verdad ha sido construida y modificada por los vencedores.

Leopoldo María Panero: La Palabra Usada y la Destrucción del Orden

Panero, a diferencia de Valente, no busca la palabra primigenia, sino que trabaja con la palabra usada. Busca, dentro de lo usado, esa palabra. Destruye el orden social simbólico y el significado prototípico de las palabras («sacar las palabras de sus casillas»). Se rebela contra el orden y la disciplina social.

En los años 70, en plena posmodernidad, se busca el desorden de lo preestablecido. Cae la idea de la verdad y los grandes relatos. Es un momento post-identitario, postmetafísico, posthumanista, postfundacionalismo. No se niega la verdad en sí, sino la verdad absoluta, la verdad histórica contada por los vencedores.

La Intertextualidad

La intertextualidad rompe con la idea de origen, de originalidad y de autor. El autor está atravesado por «lo otro» (lo inconsciente), y al escribir afloran elementos de los que no siempre es consciente. Por ello, no hay que creer a los autores cuando hablan de sus obras, ya que pueden estar transmitiendo ideas diferentes a las que pretendían.

La intertextualidad implica:

  • Ruptura con la idea de origen: No existe una primera palabra; todo texto es un intertexto configurado por múltiples textos.
  • Originalidad: Se pasa del concepto de creación al de encuentro. El poeta encuentra las palabras, no las crea.
  • El autor ha muerto: El autor deja de ser una autoridad para su texto en el momento en que se publica, ya que cada lector realiza su propia interpretación.

Tríptico de Panero

Se observan paralelismos con *Contra Jaime Gil de Biedma*. Se presenta un juego de yoes, uno sensato y otro borracho. Hay un poso de romanticismo, con un yo dividido en dos mitades. Sin embargo, a diferencia del texto de Gil de Biedma, no se percibe anhelo ni nostalgia.

  • I: Referencias a la psiquiatría y al mundo psiquiátrico. Elementos autobiográficos dentro de la ficción. Influencia de Ezra Pound y la tradición gótica y del terror. Ironía, parodia de la comida, lo sexual, la deformidad y la indisciplina del cuerpo. Crítica a la guerra.
  • II: Referencias a *El desencanto*, película documental sobre la familia Panero. Familia patriarcal y autoritaria. Desdoblamiento de Panero en varios personajes. Referencias a Eduardo Haro y Vicente Aleixandre.
  • III: Referencia a Javier Barquin. Obra de autoficción paródica. Referencia a *El hombre que mató a Liberty Valance*.

Logofagia: La Escritura que Rompe el Significado

La escritura logofágica busca deliberadamente romper el significado del lenguaje que nos construye. Se identifican cinco modos de impedir que el lenguaje genere significado:

  • El texto como fragmento: Textos que invitan a mirarse, no solo a leerse. Textos comidos, en suspensión, vacíos.
  • El texto como versión: No existe el texto original; todo son versiones. Panero trabaja con las versiones.
  • El texto como paratexto: Juego entre el texto principal y las notas al pie. Alteración del orden.
  • El texto multilingüe: Poemas con títulos en un idioma y cuerpo en otro. Se problematizan las literaturas nacionales.
  • El texto como criptograma: Bloqueo de la legibilidad mediante el uso de criptogramas incomprensibles. Juego con las palabras.

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