El Teatro Español en el Siglo XX: Tradición e Innovación
A principios del siglo XX, el teatro predominante era de carácter tradicional y poco innovador, debido a su dependencia de medios materiales y económicos, lo que lo condicionaba a los empresarios que preferían invertir en éxitos seguros. Por lo tanto, coexistieron dos líneas teatrales: un teatro tradicional exitoso, heredero de los cánones teatrales del siglo XIX, con tendencias a la comicidad y al costumbrismo; y un teatro minoritario e innovador en la técnica teatral y con nuevos enfoques ideológicos.
Teatro Comercial
El teatro comercial siguió líneas teatrales que gozaron del favor del público:
- Jacinto Benavente: Frente a la exuberancia de Echegaray, compuso una obra caracterizada por la mesura en la composición de situaciones y de caracteres, y por el minucioso realismo de la puesta en escena de sus dramas. Éstos se centran en las preocupaciones de su público habitual, la alta burguesía, y con ellos alcanzó gran éxito en las primeras décadas del siglo con obras como Los intereses creados.
- Teatro cómico: Fue uno de los preferidos por el público. Incluye música, canto y baile y reúne una importante variedad de especies. En esta línea, destacan los hermanos Álvarez Quintero (El traje de luces), el astracán de Pedro Muñoz Seca (La venganza de Don Mendo) y la tragedia grotesca de Carlos Arniches (La señorita de Trévelez).
- Teatro en verso: Siguió la efímera moda del teatro francés. Aborda temas históricos o fantásticos y emplea metros modernistas. Sus principales cultivadores son Eduardo Marquina (Las hijas del Cid), Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas) y los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos).
Primeros Intentos de Renovación Teatral
Los primeros intentos de renovación teatral fueron llevados a cabo, entre otros dramaturgos, por Jacinto Grau, que ensayó diversas vías; por Unamuno, con su teatro desnudo; y por Azorín, con su pretendido antirrealismo. Sin embargo, el teatro español de las primeras décadas del siglo XX sólo alcanzó la cima con la obra de Valle-Inclán (Comedias Bárbaras, Luces de Bohemia) y de García Lorca (Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba). Ellos son los únicos que lograron una calidad indudable en la renovación teatral que muchos habían pretendido. Sus obras, además de influir decisivamente en el teatro español posterior, siguen representándose aún hoy, y cada vez más, en todo el mundo.
Estos cambios llevaron aparejado un creciente interés por la escenografía. Los teóricos insistían en la necesidad de armonía de los componentes escénicos, con especial relevancia de la iluminación para crear situaciones y ambientes y concentrar la atención en la acción. Los debates de la crítica especializada destacaban sobre todo la figura del director de escena.
El Teatro Español Después de la Guerra Civil
Las consecuencias de la Guerra se dejaron sentir de una manera muy especial en el teatro español: algunos autores murieron como Valle-Inclán y Lorca; otros se exiliaron: Max Aub, Alejandro Casona; y, además, hubo que tener en cuenta los condicionamientos comerciales e ideológicos de la época que hicieron que sólo se montaran obras cuyo éxito era seguro y que se tuvieran en cuenta los límites establecidos por la censura. Estas circunstancias explican que el ambiente del teatro no fuese el más propicio para una renovación.
A lo largo de las primeras décadas de posguerra se desarrollaron dos líneas paralelas de teatro: un teatro público, que dominaba los escenarios comerciales y que solía ser de diversión e intrascendente; y un teatro soterrado, que se limitaba a los teatros de ensayo, minoritarios que tenía una orientación ideológica y estética renovadora.
Teatro Público y Teatro de Posguerra
En la inmediata posguerra predominó el teatro público que buscaba diversión y entretenimiento: un teatro de continuidad sin ruptura que continuó la línea abierta por Benavente (comedias de salón en que predomina el buen tono y la elegancia en el hablar y en la puesta en escena) en el que destacan José María Pemán, Juan Ignacio Luca de Tena y Joaquín Calvo Sotelo; y un teatro cómico, cuyos autores se proponen renovar la risa introduciendo lo inverosímil, lo incongruente y lo absurdo (Miguel Mihura, Jardiel Poncela…).
En los años 50 siguió representándose el mismo teatro, pero nació una línea de teatro distinto, preocupado, inconformista que intenta remover la conciencia española encarándose con los problemas del momento, es un teatro existencial marcado por dos obras claves: Historia de una escalera, de Buero Vallejo y Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre.
Teatro en los Años 60 y 70
Ya en los años 60 se pueden distinguir dos vertientes de autores: unos que conocieron un gran éxito de público y que cultivaron la nueva comedia burguesa, como Alfonso Paso, J.J. Alonso Millán o Antonio Gala; y otros que centraron su atención crítica en los problemas de los desheredados bajo la dictadura y sus ambientes son populares; es una corriente de teatro social que denuncia el capitalismo emergente y usan un lenguaje cuidado pero sencillo, popular. La censura y la organización empresarial obstaculizaron el contacto con el público, destacan Lauro Olmo y José Martín Recuerda.
En los años 70 se abrieron varios frentes en el teatro español:
- Se creó un teatro independiente que potencia la expresión corporal (Els Joglars, Els Comediants).
- Destacaron dos dramaturgos vanguardistas de importancia internacional como Fernando Arrabal que crea el llamado ‘teatro pánico’, caracterizado por la confusión, el humor, el terror, el azar y la euforia; y Francisco Nieva, cuya producción conecta con el teatro del absurdo, aunque siempre hay posibilidad de salvación.
- También es notoria la labor de los dramaturgos simbolistas que se caracterizan por un acentuado tono vanguardista, un marcado pesimismo y el frecuente uso de la simbología animal, destacan José Ruibal, Luis Riaza…
- Hacia 1975 aparecieron autores que abordaron temas contemporáneos, con una estética realista y con una moderada renovación formal, como Fernando Fernán Gómez, Ana Diosdado o José Luis Alonso de Santos.