Poesía Española desde 1939 hasta la Actualidad
Durante la Guerra Civil, la poesía se transformó en un arma de combate y propaganda. En la zona republicana, destacaron figuras como Machado, Miguel Hernández y Alberti; estos dos últimos escribieron romances para arengar al ejército republicano. En la zona franquista, sobresalieron Ridruejo y Rosales.
La guerra supuso una fractura traumática en todos los ámbitos de la vida hispánica. Los primeros años de la posguerra presentaron un panorama cultural desolado, marcado por la pobreza intelectual, que contrastaba fuertemente con el rico ambiente cultural de la República. Este declive se debió tanto al exilio y la muerte de numerosos escritores, como al clima de censura y aislamiento al que estaban sometidos gran parte de los intelectuales que permanecieron en España.
La obra de los poetas exiliados se conoció tardíamente y de forma incompleta. El tema común de la poesía del exilio fue España como patria perdida. Los poetas que permanecieron en España siguieron dos caminos principales:
- Poesía arraigada: Esta corriente, presente en las revistas Escorial y Garcilaso, reflejaba los intereses políticos del régimen o se evadía de los problemas de la época, refugiándose en un mundo armónico y sin angustia. Figuras destacadas fueron Rosales, Panero, Ridruejo y Vivanco. Se caracterizó por un afán optimista, la búsqueda de claridad, perfección y orden, lo que se tradujo en el uso frecuente del soneto y otras formas poéticas del Siglo de Oro. Los temas recurrentes fueron el amor, la religión, la patria y la familia.
- Poesía desarraigada: Esta corriente se caracterizó por una poesía existencial, de tono trágico, que manifestaba la angustia y la desesperación del ser humano ante un mundo caótico. Los poetas cuestionaban a Dios sobre el sentido del sufrimiento humano. Esta poesía emergió en 1944, año en que se publicaron dos libros fundamentales:
- Hijos de la ira, de Dámaso Alonso: Un grito de protesta con frecuentes exclamaciones e invocaciones a Dios, imágenes de monstruos y podredumbre. Alonso utilizó un léxico inusual, con términos antipoéticos como «pus», «hipopótamo» o «ciempiés», que contrastaban con el estilo refinado de la época. Sus temas centrales fueron el hombre como enigma frente a un Dios ausente, la muerte como único destino cierto, la soledad absoluta que solo podía ser mitigada por el amor femenino y la injusticia.
- Sombra del paraíso, de Aleixandre: Aunque con un tono menos desgarrado que el de Alonso, este poemario también abordó temas existenciales, añadiendo la nostalgia por el paraíso perdido de la infancia. En cuanto a la forma, ambos textos supusieron un resurgir del surrealismo de preguerra, empleando el verso libre y las metáforas de tipo irracional.
En torno a los años 50, la poesía existencial experimentó un giro hacia lo social: se pasó de expresar la angustia individual a situar los problemas humanos en un marco social, manifestando solidaridad con los demás. Dos textos fundamentales que marcaron este cambio fueron:
- Pido la paz y la palabra, de Gabriel Celaya.
- Cantos iberos, de Blas de Otero.
El poema de Celaya, “La poesía es un arma cargada de futuro”, se convirtió en un manifiesto estético, un texto clave para comprender la concepción de la poesía comprometida –de raíz marxista– de aquella época.
Este tipo de poesía consideraba la literatura como un instrumento para transformar la sociedad mediante la denuncia de la injusticia y la solidaridad con los oprimidos. Los temas recurrentes fueron la España desgarrada de la posguerra, la solidaridad, la lucha por la libertad y la denuncia de la injusticia social. El estilo se caracterizó por ser sencillo, coloquial y cotidiano, tendente al prosaísmo, ya que pretendía llegar “a la inmensa mayoría”.
En los años 60, se evidenció un cierto cansancio de la poesía social, debido a su pobreza de estilo y su esquematismo temático. En todos los géneros literarios se tendió a una renovación de temas y formas. Los poetas que destacaron en esta década vivieron la guerra durante la infancia, por lo que se les conoce también como el “grupo de los niños de la guerra”. Entre ellos se encuentran Biedma, Ángel González, Valente, Claudio Rodríguez e Hierro.
Estos poetas compartieron una serie de características que los diferenciaron de los poetas sociales:
- Predominaron los temas íntimos y personales: el amor, la amistad, la soledad, los recuerdos, lo anecdótico.
- Continuaron preocupándose fundamentalmente por el hombre, pero evitando todo tratamiento patético. Se mostraron inconformistas con el mundo, pero con una actitud irónica y escéptica.
- Valoraron más la expresión poética. Emplearon un lenguaje natural y antirretórico, aunque no tan llano, debido al uso de símbolos e ironía.
En los años 70, un nuevo grupo de poetas, cuya infancia transcurrió en la posguerra, escribió una lírica innovadora y minoritaria que rompió radicalmente con el realismo. Se les conoce como los Novísimos, entre los que se encuentran Gimferrer, Villena, Panero y Moix.