El Teatro Español de 1960 a 1975: Un Mosaico de Tendencias
Teatro Comercial: La Herencia de los Años 50
Durante las décadas de los 50, 60 y principios de los 70, persistió un teatro de corte más ligero y de menor trascendencia: el teatro comercial. Este tipo de teatro, vinculado a la burguesía, se centraba en problemas de alcoba resueltos a través del humor, buscando más la sonrisa que la reflexión profunda. Figuras representativas de esta tendencia son Edgar Neville, Alfonso Paso y Antonio Gala.
La Renovación Teatral de los Años 60: Experimentación y Disidencia
En la década de los 60, el teatro se tornó más exigente y renovador, adoptando formas experimentales y dirigiéndose a un público más minoritario. Se alejó del realismo, priorizando elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo. Esta renovación buscaba un lenguaje dramático más impactante, basado en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales. La acción cedió terreno ante la alegoría y la abstracción, mostrando disidencia con el sistema establecido y elevando, a través del teatro, la protesta de los autores del llamado teatro subterráneo.
Figuras Clave del Teatro Experimental
Francisco Nieva: El Neobarroco y la Transgresión
Francisco Nieva destacó por el carácter experimental y neobarroco de su obra. Su teatro es antirrealista y evasivo, defendiendo que el arte debe siempre atentar contra lo socialmente admitido. Nieva mezclaba elementos como el Postismo y el esperpento de Valle-Inclán, acercándose al teatro del absurdo, pero sin llegar a encasillarse en él, ya que su teatro es motivado y transmite mensajes concretos.
Nieva buscaba constantemente el impacto visual, con un lenguaje esencial y una gran riqueza de registros, mezclando lo desgarrado, lo surrealista, lo culto y lo popular, siempre en busca de la sorpresa del espectador.
Nieva dividía su obra en:
- Teatro furioso: Desarrollo no lineal de la acción, personajes tipo sin psicología, escenografía con total libertad, lenguaje caracterizado por la distorsión y la condensación expresiva. Fusión de lo esperpéntico y lo surrealista. Ejemplos: El combate de Opalos y Tasia y La carroza de plomo candente.
- Teatro de farsa y calamidad: Acción menos coral, personajes más complejos y anécdota más narrativa. Ejemplos: Malditas sean Coronada y sus hijas y La señora Tártara.
Además, añadió una categoría adicional con una sola obra: Sombra y quimera de Larra, perteneciente al teatro de crónica y estampa, que busca mostrar hechos históricos y biográficos concretos.
Fernando Arrabal: El Surrealismo y el Teatro Pánico
Fernando Arrabal es uno de los dramaturgos más originales. Su gusto por el exceso lo acercó al surrealismo. Su lengua y puesta en escena son exuberantes, con riqueza imaginativa y simbólica, gusto por lo lúdico y lo ritual, acumulación de objetos con significado alegórico y un lenguaje retorcido que tiende al neobarroco.
Su producción se divide en:
- Primer teatro: En la década de los 50, sigue las líneas del teatro del absurdo, pero con un humor que lo mantiene cerca de Mihura o Poncela. Destaca la importancia de las palabras, dividiendo la expresión entre oprimidos y opresores. Obras de este momento son Pic-nic y El carro de heno.
- Teatro pánico: Mezcla la imagen onírica, componentes sádicos y violentos con una tendencia al ceremonial. Arrabal pretendía que el público se sintiera acosado, como reflejo rebelde ante el absurdo del mundo. Dentro de este teatro, se distinguen:
- Primer pánico: Teatro de transición, como en Dios tentado por las matemáticas.
- Pánico consolidado: Personajes con previsiones de futuro que ven una posible salida a sus conflictos, como en La coronación.
- Pánico revolucionario: A partir de 1968, influenciado por sus vivencias carcelarias y el Mayo Francés. Se pasa a sociodramas como El jardín de las delicias. Este teatro se vuelve muy combativo, con tensiones que se traducen en una puesta en escena exuberante, casi neoexpresionista.
- Últimas producciones: Una producción variada que abarca desde el musical al drama ballet, o un teatro bufo (obras cortas de humor grotesco), destacando Oye, Patria, mi aflicción.
El Teatro Social y la Generación Realista
En los años 60-70, un grupo de dramaturgos, sin ser discípulos de Buero Vallejo, compartieron tendencias y presupuestos (teatro social). Esta es la llamada Generación Realista, cuyos rasgos son: voluntad de llevar a las tablas los problemas de la sociedad de su tiempo, criticando las condiciones de vida de los españoles y denunciando las injusticias, la hipocresía y otras lacras sociales.
Los dramas de esta generación se ajustan a los moldes realistas: personajes coherentes, con complejidad psicológica, acontecimientos fácilmente identificables con la vida cotidiana y un lenguaje coloquial que reproduce el habla familiar española. Autores como Laura Olmo, José Martín Recuerda o José M. Méndez derivaron posteriormente hacia posturas expresionistas o simbolistas.
Teatro Antirrealista y Simbolista
A partir de los 60, surgió un teatro antirrealista (teatro simbolista) que presenta personajes deshumanizados, un lenguaje crítico cargado de bufonadas no siempre fáciles de comprender. Este teatro pretendía ser una crítica a la sociedad del momento. Autores de este teatro son: José M. Bellido, José Ruibal o Antonio Martínez Ballesteros.
El Teatro Independiente
También tuvieron gran importancia los grupos del teatro independiente, que actuaban al margen de los círculos comerciales y presentaban un teatro fuertemente renovador, muy espectacular y comprometido social e ideológicamente. Destacan TEI, Tábano, Els Joglars…