1. Temas Románticos en la Obra
El tema vertebral de la obra es el sino, estrechamente vinculado a otros tres: el amor, la venganza y el honor. El sino es el tema principal, que pone de manifiesto el mismo título de la obra. También es obvio que se trata de un sino fatal. La fatalidad se presenta como algo persistente y contundente, aspectos intensificados por la peculiar organización del tiempo en la obra. Las amplias elipsis y la prolongación de la acción en el tiempo sirven para subrayar esa persistencia. La fatalidad es vista por la crítica de distintas maneras: como resultado de las propias torpezas humanas o como fatalidad de origen social.
No parece que el destino adverso que persigue a Don Álvaro y Leonor pueda atribuirse a sus propios errores. Ambos toman una decisión inicial movidos por el amor, y aunque fuera un error, son muchos los intentos que hace Don Álvaro por reconducir la senda trágica del destino. Lo intenta con Don Carlos reivindicando la amistad por encima de la venganza. Leonor, después de ese supuesto error, no solo no insiste en él, sino que se retira a redimirse, y ni aun así puede escapar a la fatalidad. En cuanto a la fatalidad social, la crítica la ha justificado situando el origen del desencadenamiento trágico en las diferencias sociales de los amantes y los prejuicios estamentales del Marqués. Es cierto que en el origen del “encadenamiento fatal” hay conductas humanas y factores sociales que lo hacen posible, pero por encima de todo ello sobrevuela una fuerza misteriosa que aparece recurrentemente. Luego, los momentos más trágicos son siempre resultado de la “casualidad”, más que de una “causalidad”, y el autor se cuida de subrayar esa “casualidad” con las dos anagnórisis de la obra.
El amor, la venganza y el honor son motores de las conductas humanas. Amor y venganza son sentimientos íntimos que perturban el ánimo y condicionan inexorablemente la conducta. Ambas mueven los comportamientos de Don Álvaro y Leonor, por una parte, y de los hijos del Marqués, por otra. El protagonista tuerce los planes que le han traído a España por el amor hacia Leonor. También el amor impulsa a Leonor, capaz de enfrentarse a su padre y a todo lo que representa. En ambos, esa pasión habita de por vida, y reaparece a la mínima ocasión. Igual de incontenible es la venganza que mueve a los hijos del Marqués. En el monólogo de Don Carlos, el anhelo de venganza brota súbitamente en el momento en que intuye que Don Fadrique puede ser en realidad Don Álvaro. En la trama principal del drama, encontramos otros temas románticos.
El origen misterioso de Don Álvaro es desvelado al final. La muerte puede ser manifestación de la actitud evasiva ante la adversidad propia del Romanticismo.
Pero ni siquiera de su propio final es dueño el protagonista, lo que puede interpretarse como la máxima expresión del sino aciago. Ahora bien, Don Álvaro “se suicida”, es la “solución final” de la fatalidad. El suicidio ha dado pie a numerosas conjeturas: se ha visto en él un acto de rebeldía, entre otras cosas por la invocación a Satanás. Los cuadros costumbristas sirven para dar cabida a temas colaterales muy del gusto romántico, como la superstición, la mendicidad, el mundo de los tramposos y tunantes, etc. En resumen, en la obra se encuentran gran parte de los tópicos románticos, una temática que se encuentra perfectamente jerarquizada, y en la que sobresale un destino misterioso, funesto y cruel que se conjura contra el hombre hasta acabar con él.
2. Estudio de los Personajes en su Caracterización Romántica
En cada uno de los personajes se pueden reconocer características típicamente románticas. Pero hay algunos rasgos románticos que se manifiestan al menos en los personajes principales. El personaje romántico por excelencia es el protagonista. El héroe actúa movido por la pasión amorosa. El amor que siente por Leonor es tan irrefrenable que tuerce los planes que le han traído a España, para reparar el honor de sus padres. Una vez desencadenada la tragedia, en algunos momentos parece apagarse bajo el remordimiento, pero reaparece a la menor ocasión. Por otra parte, Don Álvaro es un “héroe” perseguido por una fatalidad que se conjura contra él. Ese sino no es resultado de sus torpezas, sino de un amor pasional, y son muchos los intentos que hace por reconducir la senda trágica del destino. Por último, la crítica ha interpretado su suicidio como signo máximo de su rebeldía, pero quizá se trate más de una evasión desesperada. Además, es un personaje misterioso, rodeado permanentemente por el misterio de su origen.
Leonor no es tan rebelde como la mayoría de las mujeres del Teatro romántico, mantiene una actitud pasiva y humilde. Manifiesta una abierta sumisión al estamento familiar; luego, huye de la tragedia enclaustrándose de por vida y entregándose a la penitencia. Dentro de ella habita la pasión amorosa de por vida, como se demuestra en la anagnórisis final. Su amor no puede realizarse. El amor de Don Álvaro es víctima del sino, pero el de Leonor es víctima de la tradición familiar. También ella es víctima de la fatalidad, pero el sino persigue primariamente a Don Álvaro. La familia del Marqués de Calatrava es la encarnación del sino. En ese papel, se relevan sucesivamente. Hay una diferencia importante entre el padre y los hijos. El Marqués es la viva representación de un concepto del honor anclado en el pasado.