La Poesía Española de Posguerra: Un Reflejo de la Realidad y la Búsqueda de Renovación
La cultura, el arte y la literatura, marcados por las secuelas de las amenazas atómicas, la desconfianza en el positivismo de la ciencia moderna y el auge de las corrientes de pensamiento existencialista, no pudieron desviarse de la trágica realidad. Por un lado, en los años 40, se vivió una férrea censura, el exilio de autores y un estancamiento cultural que derivó en una literatura de evasión. Las secuelas de la guerra, como el odio y el hambre, se reflejaron en una literatura realista y existencial. En los años 50, la censura comenzó a mostrar signos de tolerancia y España se liberó de la autarquía cultural impuesta. Las preocupaciones sociales y el compromiso de los escritores dieron lugar a la llamada «literatura de urgencia». Finalmente, el fin del aislamiento, el desarrollo económico, el auge del turismo y la flexibilización de la censura con la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 relegaron a un segundo plano estas tendencias, dando paso a una etapa caracterizada por la renovación y la experimentación formal.
El Exilio y la Poesía de la Nostalgia
Los escritores que se vieron obligados a exiliarse, como Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti o Luis Cernuda, junto con algunos jóvenes poetas que comenzaron a publicar durante la guerra o se desarrollaron en el exilio, como Albert, Quiroga Pla o Manuel Serrano Plaja, encontraron en la poesía un refugio y una forma de expresión. El tema de España ocupó un lugar primordial en sus versos, con un tono amargo que evocaba la lucha, sus ideales, la derrota, el camino, la nostalgia, la evocación de los paisajes españoles y el deseo de regreso. Otros temas recurrentes fueron el amor, el paso del tiempo, la muerte y la angustia existencial.
Corrientes Poéticas de los Años 40: Arraigada y Desarraigada
La poesía de los años 40 participó en el proceso de rehumanización iniciado por autores del 27. Durante esta década, convivieron dos corrientes poéticas: la arraigada y la desarraigada.
Poesía Arraigada
La poesía arraigada ofreció una visión del mundo armónica y serena. Los poetas vinculados al régimen de Franco cantaron al amor, el paisaje, los sentimientos religiosos, cotidianos, familiares o vitales. Garcilaso de la Vega constituyó su modelo estético, predominando la búsqueda de la perfección formal. Algunos de estos escritores fueron Luis Rosales, Leopoldo Panero o Dionisio Ridruejo.
Poesía Desarraigada
La poesía desarraigada mostró un mundo invadido por el dolor, la angustia y la miseria. El hambre y la soledad eran temas recurrentes. Los versos reflejaban las angustias de la existencia humana, el paso del tiempo y la muerte. La religiosidad adoptó un tono de desesperanza y duda. Se dio más importancia al contenido que a la forma, empleando el verso libre, un lenguaje directo y sencillo, con palabras y giros coloquiales. En 1944, con el libro Hijos de la ira de Dámaso Alonso, se estableció un punto de partida para esta corriente. Otros autores destacados fueron Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.
La Poesía Social: Compromiso y Denuncia
A finales de los 40 y hasta mediados de los 50, se desarrolló una poesía de compromiso que denunciaba las miserias e injusticias de la posguerra. Las obras que inauguraron esta corriente fueron Cantos Íberos de Gabriel Celaya y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero. En 1955, la poesía social tomó partido ante los problemas del mundo que rodeaban al poeta. Este se hizo solidario, abandonó sus angustias existenciales y se identificó con el dolor de los demás. Se utilizaron los versos como instrumento de lucha política y social para remover las conciencias. El tema de España, la injusticia y el anhelo de libertad fueron centrales. El contenido se impuso a la forma, y las obras fueron escritas con un tono coloquial, claro y directo. Algunos autores destacados fueron Gabriel Celaya y Blas de Otero.
La Generación del 50: Intimismo y Experiencia Personal
La Generación del 50 estuvo formada por un grupo de autores que comenzaron a escribir después de la década de los 40 y que alcanzaron su madurez creadora en los años 60, una vez agotada la poesía social. Entre ellos se encuentran Ángel González, Jaime Gil de Biedma y José Ángel Valente. Para estos poetas, la poesía era una vía de conocimiento que indagaba en la compleja problemática existencial del ser humano, ejemplificada en sus experiencias personales. Se produjo así un retorno a la intimidad, con la evocación nostálgica de la infancia, la amistad y el amor. Aunque cada poeta buscó su estilo propio, todos ellos compartieron un estilo coloquial y el uso de la ironía.
- Jaime Gil de Biedma: Sus poemas ofrecieron una visión desencantada y crítica del mundo burgués. Trató temas como los recuerdos de la infancia y la adolescencia, el paso del tiempo, el amor y el erotismo. Su tono es conversacional. Destaca su obra Compañeros de viaje.
- Ángel González: Sus primeros versos, de corte existencial, se encuentran en Áspero mundo. Sus libros posteriores versaron sobre el amor, los sentimientos de solidaridad y el sentido de la vida, como en Tratado de Urbanismo. El enfoque irónico con efecto crítico representa uno de los rasgos definitorios de su obra.
Los Novísimos: Ruptura y Experimentación
En los años 70, José María Castellet publicó una antología titulada Nueve novísimos poetas españoles, con la que salió a la luz un grupo de poetas entre los que se encontraban Pere Gimferrer, Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Guillermo Carnero y Leopoldo María Panero. Estos autores compartían las siguientes características: ruptura con la poesía anterior y deseo de renovación, rechazo del realismo social y aparición de la literatura vanguardista, concepción de la creación poética como reflexiones metapoéticas, influencia de la cultura pop, el jazz y el rock and roll, y el culturalismo, con referencias filosóficas, literarias y artísticas. Pere Gimferrer fue la figura capital de esta generación. Arde el mar fue un perfecto ejemplo de culturalismo y de influencia surrealista, marcando un hito en la lírica española. Destacan también La muerte en Beverly Hills, ambientada en el cine americano de los años 30 y 40, y Extraña fruta, donde practica la técnica de la visión fragmentada. Sus demás obras están escritas en catalán.
Escritoras Destacadas de la Época
- Carmen Conde: Se inició antes de la guerra. Trató temas como el amor, el erotismo y la sensualidad, la condición de la mujer o la experiencia de Dios. Escribió Ansia de la gracia, Mujer sin Edén y Mientras los hombres mueren, además de algunas obras de literatura infantil.
- Gloria Fuertes: Cantó con desgarro y ternura al sufrimiento, la soledad, el amor y el desamor. Sus versos tienen un fuerte compromiso social. Utilizó un lenguaje directo y vivo, con juegos de palabras y verso libre, empleando la ironía y el humor. Algunas de sus obras son Isla ignorada y Aconsejo beber hilo. También escribió literatura infantil.