El Teatro Español Contemporáneo: Desde el Realismo Social hasta la Vanguardia

El Teatro Español en el Siglo XX: Del Realismo Social a la Vanguardia

El Teatro Experimental

Por otra parte, en estos años se ensayan nuevas formas dramáticas que, desde las vanguardias de los años 20, habían ido apareciendo en diversos lugares de Europa y América, desde Artaud al teatro del absurdo. La temática de este teatro no difiere tanto del anterior, pues mantiene su actitud de denuncia —incluso más radical— de los males sociales, pero el tratamiento realista se sustituye por otros simbólicos, alegóricos o de otro tipo. La renovación afecta principalmente a los aspectos técnicos: el teatro se concibe más como espectáculo que como literatura, lo que va en detrimento de los textos. En su lugar se presta atención a otros aspectos como el movimiento de actores y el decorado, pero también aquí se rompe con las concepciones tradicionales para dar paso a formas diferentes de interpretar: decorados simbólicos o abigarrados, o escenarios desnudos. Se utilizan además numerosos recursos extra verbales: luces, sonidos, música.

Entre los autores que cultivan estas formas dramáticas, destacaremos a Francisco Nieva, Fernando Arrabal y Miguel Romero Esteo. No podemos olvidar, además, el importante papel que en la renovación de la escena desempeñaron las compañías independientes, formadas muchas veces por universitarios o artistas aficionados, no condicionados por el interés económico.

Antonio Buero Vallejo (1916-2000)

A lo largo de todas estas etapas, fue el dramaturgo que dominó la escena española con una obra siempre innovadora en las formas y comprometida en el fondo. Los temas que aborda son la libertad, la justicia y la verdad. Su teatro consiste frecuentemente en la denuncia de la hipocresía social y política y en el desvelamiento de las diferentes formas de dominación sobre el ser humano por medio de la alienación y el miedo.

En 1949 se dio a conocer con Historia de una escalera, obra en la que manifiesta el desengaño para alcanzar los anhelos vitales más profundos a consecuencia del miedo a la sociedad. Los personajes han de asumir el fracaso vital ante una realidad invencible que reprime hasta las formas más limitadas de idealismo.

En los años 50 y 60, Buero cultiva un teatro políticamente comprometido con los ideales de libertad y justicia social mediante los “dramas históricos” (Un soñador para un pueblo, Las Meninas, El concierto de San Ovidio), en los que la anécdota histórica es un pretexto para plantear problemas actuales sorteando la censura. Los hechos del pasado deben ser entendidos en claves del momento, a modo de metáforas políticas con que el espectador comprende que con las figuras del pasado se está denunciando la injusticia y la falta de libertad del régimen de Franco.

Ya a finales de los años 60, Buero Vallejo introduce elementos experimentales en su teatro. Así, El tragaluz (1967) contiene elementos teatrales innovadores, como es la ficción de que la representación del drama es un experimento realizado con el tiempo. En esta obra no solo se aborda el tema de la brutal dominación sobre los débiles que se ejerce desde la codicia y la falta de escrúpulos del capitalismo español de la época, sino la falta de horizontes de la gente, atrapada aún en el pasado de la Guerra Civil. Los protagonistas experimentan en un desánimo que les paraliza.

En 1970 estrena La fundación, obra en la que incorpora técnicas innovadoras para mostrar sus temas de siempre, insistiendo en que, por la falta de libertad, el ser humano incurre, bien en la desesperación, bien en autoengaños que esterilizan para experimentar una auténtica felicidad.

El Teatro Independiente

Finalmente, desde los años 70 se ha desarrollado un teatro ajeno a los espacios convencionales, pues adoptó la calle y los lugares públicos (canchas, deportivos, cárceles, etc.) como lugar de encuentro con el público. Este teatro modificó radicalmente los conceptos teatrales tradicionales, como el argumento, los personajes, la estructuración en actos, etc. Convirtió a la interacción con el público en un motivo central de la obra y así la dimensión de espectáculo de masas prevalece. Su sentido crítico es muy acusado y se dirige, a menudo con humor y un gran sentido lúdico, contra la hipocresía de una sociedad cuyos máximos valores son el egoísmo más descarnado (son obscenas las formas actuales de corrupción y prepotencia) mientras predica que defiende la libertad, la igualdad y la justicia.

Los representantes más célebres han sido los grupos catalanes Els Joglars y Els Comediants. Por lo que se refiere al teatro de carácter literario, no encontramos obras de interés indiscutible ni tendencias definidas. Se vuelve a formas tradicionales, especialmente la comedia de costumbres, o el drama histórico, aunque renovados. Algunos autores de éxito son José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro), José Sanchís Sinisterra (¡Ay Carmela!) o María Manuela Reina (Lutero).

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