Poesía Contemporánea
La Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial marcan el gran corte literario del siglo XX. La Generación del 36 está constituida por poetas que padecieron la Guerra Civil y sufrieron la cárcel o el exilio. La crítica ha dividido a los poetas del 36 en dos grandes grupos que correspondían a los dos bandos de la Guerra Civil: el grupo de las revistas «Escorial» y «Garcilaso» y el de las revistas «Proel», «Corcel» y «Espadaña». Dámaso Alonso denominó a la primera corriente poesía arraigada y a la segunda poesía desarraigada.
Poesía Arraigada y Desarraigada
Los poetas del primer grupo eran falangistas que pronto abandonaron su militancia o padecieron el destierro. Los autores pretendían una poesía no humana, pero algunos de sus integrantes cayeron en una estética neoclásica, alejada de la realidad social del momento. Destacan Ridruejo, Rosales y José García Nieto. El segundo grupo quería proclamar una poesía existencial, social. Pretendían una lírica apegada al mundo y a sus problemas. A los temas comunes a todas las tendencias se añade el de los problemas sociales. Destacan Eugenio de Nora, Victoriano Crémer y José Luis Hidalgo.
La tendencia hacia la humanización de la poesía venía de antes de la guerra y se hace manifiesto público en el primer número de «Caballo verde para la poesía», revista dirigida por Neruda. La poesía social pervivió hasta la muerte de Franco. Se trata de una poesía escrita con urgencia para que el pueblo tomara conciencia de los problemas sociales y se rebelara contra la opresión y la injusticia. Destacan Blas de Otero y Gabriel Celaya. Este último tiene una obra muy variada, seleccionada en la antología «Itinerario poético».
Blas de Otero
Las dos primeras obras de madurez de Blas de Otero constituyen una de las cimas de la poesía desarraigada de posguerra. Aborda temas de naturaleza existencial. En esta etapa, predomina la indagación en el yo. Intenta definir en qué consiste ser hombre y en qué consiste la existencia, y la conclusión resulta fatal. Recurre a imágenes y temas religiosos en esta reflexión existencialista. En «Ancia», destaca el empleo del soneto, el ritmo dramático y solemne y el uso de encabalgamientos y figuras retóricas de repetición. En los años 50, evolucionó del yo hasta el nosotros. Aparece una reflexión sobre la realidad de posguerra y las cicatrices de la Guerra Civil. Los temas son la violencia, pobreza o falta de horizontes. Defiende la solidaridad como motor de cambio. En esta etapa prefirió cultivar el verso libre y el versículo, buscando la comunicación con la inmensa mayoría. A mediados de los 60 comenzó a investigar y experimentar formas de expresión influidas por el surrealismo. Su densa trayectoria poética constituye una magnífica síntesis de algunas de las etapas más importantes de la poesía española de la segunda mitad del siglo XX.
Generaciones del 50 y 70
El ascenso y caída de la poesía social se ajusta a cambios históricos. La Generación del 50 tendió a una poesía individual, pero mantuvo un tono ético y civil. Los rasgos más importantes son: la expresión de la intimidad y de lo amoroso, la valoración de la palabra poética, la concentración y tensión expresiva, la inclusión de anécdotas y la pretensión cívica. Destacan poetas como José Agustín Goytisolo y Jaime Gil de Biedma, entre otros. La Generación del 70, conocida como la de los novísimos, renovó el lenguaje poético y los temas. Los poetas acentúan la importancia concedida al aspecto verbal y a la huida de la realidad. El yo del autor desaparece y su lugar lo ocupa otro inventado por el poeta. Se emplea el prosaísmo y la ironía con frecuencia. Se refleja una influencia del cine y de los medios de comunicación, ya que abundan referencias a películas, canciones… Destacan poetas como Antonio Carvajal o Juan Luis Panero.
A mediados de los 70 se advierte una dispersión de las poéticas de los autores de la generación anterior y otros comienzan a presentar nuevas propuestas. Se vuelve a la poética de la Generación del 50. Se caracteriza por la pluralidad y la predilección por la ironía. Los rasgos más característicos son el neosurrealismo, el minimalismo, la poesía de la experiencia y los elegíacos y épicos.
Narrativa Contemporánea
Como consecuencia de la defensa de la causa republicana por parte de algunos escritores, la mayoría se vieron forzados al exilio. Siguieron escribiendo y publicando, pero sus obras apenas fueron conocidas en España por la censura. Destacan Rosa Chacel, Max Aub, Francisco Ayala y Ramón J. Sender. Este último es el autor más representativo de la novela en el exilio. Su producción es muy extensa y variada.
Camilo José Cela y el Tremendismo
En la posguerra, surgen dos novelas innovadoras escritas por dos jóvenes desconocidos hasta entonces: «La familia de Pascual Duarte» de Camilo José Cela y «Nada» de Carmen Laforet. Camilo José Cela es autor de una amplia obra novelística, de la que forman parte dos hitos fundamentales de la narrativa española posterior a la Guerra Civil: «La familia de Pascual Duarte» y «La colmena». La primera es una novela que fue capaz de reflejar el ambiente de pesimismo existencial que vivía la España de la posguerra. La novedad de esta obra consistía en un argumento truculento, narrado con un lenguaje que evoca el habla rural, pero al mismo tiempo muy cuidado. El atrasado mundo rural de la España negra se convierte en el contexto que atenaza y determina la conducta del protagonista. La popularidad de la obra dio lugar a que se acuñara el término «tremendismo» para clasificar esta novela. «La Colmena» es la obra más importante de Cela. Se editó primero en Buenos Aires, ya que la censura había prohibido su publicación en España. Con ella se inaugura el realismo social que se cultivó en los años 50. Está estructurada en seis capítulos y un epílogo. Cada capítulo consta de un número variable de secuencias de corta extensión donde se mezclan episodios simultáneos. El argumento se rompe en multitud de pequeñas anécdotas: un panorama de vidas cruzadas, como las abejas de una colmena. El marco espacio-temporal es muy preciso: Madrid en unos días de 1942. En la mayoría de los casos utiliza la técnica objetivista, limitándose a escribir desde fuera. Otras veces adopta una actitud omnisciente y comenta irónicamente el comportamiento de los personajes. El estilo presenta una apariencia de espontaneidad que esconde un cuidadoso trabajo. Aunque predomina el tono brusco y directo, a veces se abren paso fragmentos líricos que nos recuerdan que Cela comenzó escribiendo poesía.
Miguel Delibes
También en esta década se publica «La sombra del ciprés es alargada» de Miguel Delibes, con la que se dio a conocer. En esta obra, ya aparecen los grandes temas de Delibes: la muerte y la infancia. «Cinco horas con Mario» es considerada por la crítica como la obra maestra de Delibes. Se basa en el monólogo interior de Carmen, una mujer de clase media que está velando el cadáver de su esposo. El mérito reside en que el lector llega a identificarse con Mario, a pesar de que solo dispone de la visión crítica de Carmen, que nunca ha llegado a entender a su marido. Mario, en el que hay mucho del propio Delibes, es un profesor con inquietudes sociales, de mentalidad solidaria y progresista. Su esposa, de mentalidad cerrada y convencional, vive solo pendiente del pequeño mundo provinciano, aferrada a sus costumbres. El contraste entre Mario y Carmen refleja el que se daba entre la España tradicional y la España progresista. Con «Parábola del náufrago» realizó una fugaz y paródica incursión en el experimentalismo formal, utilizando fragmentos sin signos de puntuación.
Realismo Social
Los novelistas se muestran sensibles a los cambios. El pesimismo existencial se transmuta en visión crítica de la sociedad que los rodea. Dos son las grandes tendencias en que se subdivide el realismo social en España: el realismo objetivista y el realismo crítico. La novela social objetivista se caracteriza por la reducción al mínimo de la presencia del autor, la limitación del protagonismo de los personajes, la eliminación de la introspección y del análisis psicológico y la caracterización externa de los personajes. Además, se disuelve el argumento en una sucesión de anécdotas. Esta novela se caracteriza por su sencillez estructural y estilística, así como su concentración temporal y espacial. En el realismo crítico se distinguen algunos matices como la mayor intencionalidad crítica y la utilización de personajes representativos de una clase social. Los temas de la novela social son tres: el mundo rural, la clase obrera y la burguesía. Destacan autores como Juan Goytisolo, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite y Ana María Matute, entre otros.
Renovación de los 60 y Tendencias Actuales
En la década de los 60 se produjo una intensa renovación ideológica y estética. La principal novedad de la narrativa de los 60 consiste en la creación de novelas donde el lector debe asumir un papel activo, llevando a cabo su propia interpretación. Se caracteriza por tener un punto de vista múltiple y una limitación de la importancia del argumento. Se utiliza una estructura compleja con el uso de monólogos interiores y un estilo y lenguaje totalmente libre. Destacan autores como Juan Marsé o Luis Goytisolo. En la narrativa española de las últimas décadas hay una variedad de tendencias, por lo que no se puede hablar de grupos homogéneos de novelistas. Se pueden distinguir algunos puntos en común, como el predominio en los temas del retorno a la subjetividad, la abundancia de eclecticismos y los argumentos relevantes. Destaca Eduardo Mendoza, entre otros.
Gabriel García Márquez y el Boom Latinoamericano
Gabriel García Márquez tiene la misma trayectoria que los novelistas españoles del siglo XX. Sus primeras obras son novelas cortas: «La hojarasca», «El coronel no tiene quien le escriba» y «La mala hora». «Cien años de soledad», publicada en Buenos Aires después de haber sido rechazada por varias editoriales, logró un éxito rapidísimo. Es la novela emblemática del boom de la narrativa hispanoamericana. Su argumento se basa en la historia mítica de Macondo, pueblo inventado. La obra es el máximo exponente del realismo mágico, ya que lo fantástico e insólito se mezcla con la realidad cotidiana. Destacan otras obras como «El otoño del patriarca» (donde trata el tema del dictador mediante una prosa barroca), «Crónica de una muerte anunciada» y «El amor en los tiempos del cólera», entre otras.
Teatro Contemporáneo
El teatro de la España inmediata de posguerra es bastante pobre. Los espectadores deseaban entretenerse con obras insustanciales. A finales de los 40 despuntan actitudes sociales que se plasman en el teatro realista y existencialista de los 50. En los 60 y 70 se experimenta con nuevas formas teatrales. A la cabeza de las innovaciones estéticas se sitúan Fernando Arrabal y Francisco Nieva, entre otros. Tras la muerte de Franco, los autores prohibidos entran en los teatros.
Alta Comedia y Teatro Humorístico
Los representantes de la alta comedia española escriben un teatro burgués, con gran éxito de público, cuyas características son la concesión de especial importancia a la obra bien elaborada y la monotonía temática. Se trata de un teatro costumbrista, superficial e ingenioso. Destacan autores como Víctor Ruiz Iriarte y Edgar Neville. En el teatro humorístico destacan Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Enrique Jardiel Poncela pretendía romper con las formas tradicionales de lo cómico. Su novedad radica en el encadenamiento de situaciones inverosímiles y el empleo de un humorístico de raíz intelectual. Destacan obras como «Cuatro corazones con freno y marcha atrás», «Un marido de ida y vuelta» o «Eloísa está debajo de un almendro».
Miguel Mihura y la Libertad
Miguel Mihura entró en el mundo del teatro con «Tres sombreros de copa». Esta pieza supone una ruptura completa con el teatro cómico anterior. Desarrolla el tema de la libertad alcanzada y perdida y combina el humor trágico, la verdad profunda y el ridículo, caricaturizando el miedo a contravenir las normas. El tema de la libertad aparece también en «Sublime decisión». El humor de Mihura consiste en ridiculizar a los personajes y las acciones de la realidad inmediata.
Teatro Social: Buero Vallejo, Sastre y Aub
En el teatro social destacan Antonio Buero Vallejo, Alfonso Sastre y Max Aub. Cuando Antonio Buero Vallejo estrena «Historia de una escalera» nace un teatro que va en busca de la verdad y pretende remover la conciencia española. El tema común en su producción es la tragedia del individuo, analizada desde un punto de vista social y ético. En las obras de tipo social se analiza la sociedad española. Pertenecen a este grupo «Historia de una escalera», «Hoy es fiesta», «Las cartas boca abajo» y «El tragaluz». El tema del misterio predomina en otras obras, como «La tejedora de sueños». En otras obras, el trasfondo histórico es un pretexto para reflexionar sobre la realidad contemporánea. Alfonso Sastre, con el tiempo, irá elaborando su teoría del teatro como instrumento de transformación social. Max Aub, por su parte, hace contrastar su etapa de juventud con la experiencia de la guerra.
Teatro Poético y Teatro Independiente
En el teatro poético destacan Alejandro Casona y Antonio Gala. A la muerte de Franco existían agrupaciones teatrales no comerciales que recibieron distintos nombres: teatro amateur (realizado por aficionados ante un público minoritario), teatro de cámara (reduce la expresión escénica), teatro universitario (innovador, trata de transmitir un mensaje de crítica social) y teatro experimental independiente (siguen el método Stanislavski). Entre los grupos de teatro independientes destacan Els Joglars, Los Goliardos, Tábano, Comediants y La Fura dels Baus.