Temas Principales en *Don Quijote de la Mancha*
El enfrentamiento entre lo real y lo ideal: Este es el tema fundamental de la novela. Don Quijote pretende resucitar fuera del tiempo el ideal de la caballería andante, el cual va a contracorriente, y por ello es considerado un loco. Quiere mantener una actitud y unos principios que sus contemporáneos ya no siguen. Esto durará mientras dure la locura de don Quijote; cuando ésta finaliza, él muere.
Amor: Tema que predomina en toda la novela. El amor o el impulso amoroso es una de las grandes motivaciones de la vida de don Quijote. De su amor platónico hacia Dulcinea, él saca fuerzas y recobra la confianza perdida. Así, cada vez que inicia una nueva aventura, invoca a su dama y por su amor es capaz de afrontar los duros trances. El amor es tratado como tema tópico de historias sentimentales contenidas en la novela, en relatos pastoriles, sentimentales e incluso de aventuras. El «amor de lejos» o «enamoramiento de oídas», viejo tema de Ovidio, recogido por la literatura caballeresca, ensalza la fama y las virtudes de la mujer, aunque no se haya visto.
Crítica literaria: Cervantes enjuicia los libros de caballerías, núcleo de su novela. Por ejemplo, por medio del escrutinio del cura y del barbero en la Primera Parte, hace una crítica teórica; opina también sobre poesía en los discursos «Sobre las armas y las letras» y «Sobre la Edad de Oro», y en su encuentro con el caballero del Verde Gabán, lugares comunes en la literatura clásica. Hay citas de la Primera Parte de la novela en la Segunda, y referencias críticas del apócrifo *Quijote* de Avellaneda.
Los mitos del encantamiento y de los encantadores: Estos convierten los seres fantásticos en elementos normales en apariencia: molinos, rebaños, ventas… Don Quijote dice a Sancho que los perversos encantadores que lo persiguen le transformaron la realidad en una fantasía.
El elemento doctrinal: Se manifiesta en los consejos de don Quijote a Sancho cuando este tiene que ir a gobernar la ínsula de los duques.
El tema de la fama y la honra: Existen para don Quijote dos clases de linajes en el mundo: el del que lo es por nacimiento y el de quienes lo adquieren a través de sus obras. En el tiempo de don Quijote, predominaba la opinión de que el linaje y el honor se adquieren por nacimiento. Por ello, su sobrina le reprocha que se haga nombrar caballero sin tener derecho. A pesar de ello, don Quijote cree que puede ascender socialmente y busca la fama y la acepta cuando la cree llegada.
Existen otros muchos temas, como son: la justicia, la libertad, la esclavitud, la educación, la hermosura…
La Parodia Caballeresca en *Don Quijote*
Miguel de Cervantes creó a su personaje con la intención de burlarse de los libros de caballería que hacían furor en su época y que servían de escapatoria frente a una realidad histórica cada vez más crítica. La parodia del mundo caballeresco se desarrolla ya desde la primera página. Frente a los habituales príncipes, caballeros y alta nobleza que protagonizan los libros caballerescos, Cervantes presenta a un noble, pero que pertenece a la capa más baja de la sociedad nobiliaria: un hidalgo de un pueblo perdido de la Mancha. Frente a los lugares fabulosos (reales o imaginados) de los sobrenombres caballerescos (Gaula, Grecia, Hircania, Tracia…), don Quijote es señor de La Mancha, acaso la zona más árida y desértica de la Península Ibérica.
El personaje en sí es paródico. Frente a los héroes jóvenes y apuestos de las novelas de caballerías, tenemos a un anciano loco que va acompañado de un campesino de poca sal en la mollera (Sancho Panza) que va en burro. Su amada no es una bella princesa, sino una mujer de aldea (Aldonza Lorenzo) a la que ve por primera vez persiguiendo un cerdo. Cervantes partió de la idea utilizada por el anónimo autor del *Entremés de los romances*, donde un labrador se vuelve loco leyendo romances y, montado en un burro, sale en busca de aventuras en compañía de un criado. Don Quijote enloquece por leer tantas novelas de caballerías. Su locura produce dos consecuencias inmediatas: cree que todo lo que ha leído en los libros de caballerías es cierto y piensa en la posibilidad de resucitar la orden caballeresca.
Una vez convertido, en su mente, por causa de la locura, en caballero andante, necesita hacerse con los elementos indispensables para poderse considerar como tal: armadura, caballo, nombre y amada; todos ellos contribuyen a crear una figura ridícula: la armadura es de sus bisabuelos, por lo que irá vestido anacrónicamente, siguiendo un estilo que estaría de moda un siglo antes; Rocinante es todo piel y huesos; el nombre elegido incluye un sufijo despectivo y sirve para designar una parte de la armadura… Cuando termina el primer capítulo, Cervantes ha delineado un personaje absolutamente ridículo. También es paródico el recurso del manuscrito encontrado, donde finge recoger datos sobre su protagonista. Se agotan los documentos, pero casualmente encuentra el original árabe de un tal Cide Hamete Benengeli y se lo hace traducir por un morisco. A partir de esta ficción, el autor se permitirá hacer comentarios sobre la supuesta fuente y sobre el falso Quijote.
Don Quijote y su Locura: Motor de la Novela
Podemos considerar la locura de don Quijote como motor del libro, ya que a partir de ella se desencadenan los acontecimientos. Tanto en el Renacimiento como en el Barroco, la locura era considerada como un desequilibrio o una descompensación, por eso, todo loco tendría su faceta genial. De esta concepción surge la idea de que los locos dicen las mayores verdades y a ellos les estaba permitido hacer críticas que podían ser censurables en las personas cuerdas; los bufones serían un buen ejemplo de ello. La locura de don Quijote tiene como causa directa la lectura de los libros de caballerías, como se explica al comienzo de la obra. Don Quijote representa un tipo de locura que se dio en aquel momento y que se basa en dos errores:
- Creer que las aventuras caballerescas fueron hechos históricos en un tiempo anterior.
- Pensar que en pleno siglo XVII podían revivir los ideales de justicia y equidad de la caballería medieval.
El segundo elemento es el que provoca las aventuras del Quijote, ya que el protagonista, al intentar imponer un modelo de actuación caballeresca, choca con el mundo real.
Fases de la Locura de Don Quijote
El proceso de su locura presenta en la novela tres fases, que se corresponden a las salidas que hace el protagonista:
- Don Quijote, además de deformar la realidad (campesina Aldonza/Dulcinea, venta/castillo, etc.), sufre desdoblamiento de personalidad, como el protagonista del *Entremés de los romances*. Tras ser golpeado por unos mercaderes en una de sus numerosas aventuras, don Quijote se imagina ser Valdovinos, personaje del Romancero; y cuando un labrador vecino le socorre, cree que está junto al Marqués de Mantua, y le recita romances sobre este personaje.
- No se dan los desdoblamientos de personalidad. La base paródica está en que don Quijote transforma la realidad, al acomodarla al modelo caballeresco: el molino se convierte, para él, en un gigante. En esta segunda salida, le acompaña Sancho, quien se ocupa de advertir del engaño a su señor, pero don Quijote no hace caso, y tras el desenlace explica la nueva reconversión: el gigante pasa a ser molino, como obra de encantadores. De hecho, en toda la primera parte del *Quijote* no ocurre nada inverosímil ni extraño, la fantasía está en la mente del protagonista.
- Don Quijote no se engaña ni transforma la realidad, son los demás quienes le hacen creer que lo que ve es un encantamiento. Así, Sancho le dice que está viendo a la princesa Dulcinea ricamente ataviada y junto a dos damas, y don Quijote sólo ve la realidad: tres rudas labradoras; ante esta situación y otras similares, el protagonista reconoce que los encantadores le hacen ver «otra realidad».
Pero la locura de don Quijote está limitada al terreno de lo caballeresco; en los momentos en los que no intervienen factores capaces de desencadenar esta faceta, el hidalgo manchego se comporta con una cordura admirable y da muestras de una gran cultura y ponderación, como lo reconocen sus interlocutores.