Evolución del Teatro y la Narrativa en la Posguerra Española: Desde los Años 40 hasta los 80

El Teatro Español de Posguerra: Evolución y Tendencias (1939 – Años 80)

Años Cuarenta: Teatro Burgués y Humorístico

En la década de 1940, el teatro español se divide principalmente en dos corrientes:

  • Teatro Burgués: Dirigido a un público acomodado, este teatro presentaba conflictos de clase media o alta con cierta intriga e ingenio. Se manifestaba en forma de comedia o drama ideológico. Autores destacados incluyen a José María Pemán y Joaquín Calvo Sotelo.
  • Teatro Humorístico: Caracterizado por una comicidad intelectual cercana al absurdo, este teatro debe mucho al atrevimiento formal y al espíritu lúdico de las vanguardias de preguerra. Miguel Mihura, con su obra Tres sombreros de copa (escrita en 1932 pero no representada hasta 1952), es un claro exponente de esta corriente.

Años Cincuenta: Teatro Inconformista y el «Posibilismo»

El teatro de los años cincuenta refleja el malestar vital de los personajes, un teatro inconformista y existencial que se inicia con Historia de una escalera (1949), de Antonio Buero Vallejo. Buero Vallejo, mediante el «posibilismo», camufla la crítica social mediante símbolos, presentando los conflictos amorosos, las penurias económicas y la falta de alicientes de una serie de personajes. Alfonso Sastre, con innumerables problemas con la censura, destaca por su «imposibilismo». En Escuadra hacia la muerte, reflexiona sobre la condición humana.

Años Sesenta: Teatro Realista de Protesta y Denuncia

En los años sesenta, Buero Vallejo explora la libertad del personaje y la esperanza con un enfoque ético. Prevalecen asuntos históricos y se incorporan efectos de inmersión. El Tragaluz, por ejemplo, narra la historia de una familia durante la Guerra Civil española. Surge un teatro realista de protesta y denuncia con rasgos expresionistas, que aborda la injusticia social y el descontento político. Es un teatro comprometido y testimonial. Destacan Lauro Olmo (La camisa, 1962) y José Martín Recuerda (Las salvajes en Puente San Gil, 1963).

Años Setenta: Teatro Experimental e Independiente

Los años setenta traen consigo un teatro más experimental. Buero Vallejo acentúa los efectos de inmersión en obras como La fundación, donde lo que un hombre cree una lujosa institución no es sino una cárcel. También surge el teatro comercial, un teatro de evasión con tramas cómicas. En cuanto a las técnicas, se incorporan elementos musicales, circenses y de danza, con personajes deshumanizados y esquemáticos. Destacan José Ruibal y el neobarroco Francisco Nieva. Surge el teatro independiente, que da más importancia al espectáculo que al texto, introduciendo numerosos elementos plásticos y sonoros, y dando importancia a la expresión corporal. Llevan a cabo una síntesis de lo experimental y lo popular. Entre los más destacados figuran Tábano, en Madrid, Els Joglars y La Fura dels Baus, en Cataluña. También destacan Fernando Arrabal y Antonio Gala.

Desde los Años Ochenta: Diversificación y Continuidad

A partir de los años ochenta, se observa un apoyo estatal y una tendencia a los reestrenos. Se imponen corrientes como el teatro de tema histórico (Las bicicletas son para el verano, de Fernán Gómez) y el realismo costumbrista (Bajarse al moro, de J. L. Alonso de Santos). Además, continúan los grupos de teatro independiente. Pervive la comedia burguesa, con autores como Rafael Mendizábal.

Ramón María del Valle-Inclán y Luces de Bohemia

Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) inicia su carrera literaria tras el desastre del 98, fecha de la pérdida de las últimas colonias españolas (Cuba, Filipinas y Puerto Rico). España era en aquel tiempo un país rural, con una industrialización creciente en focos alejados del poder político, unos salarios terriblemente bajos, unos altos niveles de analfabetismo y una gran conflictividad social a los que el régimen político de la Restauración ya no sabía dar respuesta. Luces de Bohemia, primer esperpento del autor, retrata el estado de degradación de este sistema político nacido en 1875 con la Restauración, un sistema que duró más de cincuenta años y que se caracterizaba por la alternancia pacífica en el poder de los dos partidos mayoritarios, el liberal y el conservador. Se trataba de un régimen que acabó produciendo un sistema corrupto donde el incipiente movimiento obrero no tuvo fácil la entrada y donde el fraude electoral era lo más recurrente. Ante un estado incapaz de actuar, la Monarquía promueve el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923. Sin embargo, el cambio no sirve para regenerar el panorama político y social, y el fin de la dictadura arrastra a la monarquía, proclamándose en 1931 la II República.

Luces de Bohemia apareció publicada por entregas en la revista “España” en 1920, aunque la obra no se completará hasta 1924. Será entonces cuando Valle la edite en un volumen especial en el que se realizaron numerosos cambios, supresiones y adiciones que dotaron a esta pieza teatral de mayor intensidad, sobre todo en los aspectos de denuncia social y política. En esta obra, Valle-Inclán nos aproxima a la vida bohemia, tema de muchas producciones literarias y de otras artes. La bohemia había sido para muchos artistas de fin de siglo más que un simple modo de vivir: fue una forma de entender el arte y la vida; fue una época heroica, donde con orgullo aristocrático se confinaba el Arte al mundo de la Belleza. Ese es el mundo de Max, pero este mundo en 1920 ya no tiene sentido. Luces de Bohemia es, pues, una particular elegía de este universo ya consumado. Desde el punto de vista literario, Valle-Inclán es una mezcla de modernismo, de vanguardismo y de preocupación noventayochista. En este sentido, Luces de Bohemia es una obra excepcional de un dramaturgo innovador. El esperpento de Valle convive con otras muchas fórmulas de hacer teatro: la comedia burguesa, el drama poético en verso, el teatro cómico o las producciones del 98.

Nada de Carmen Laforet: Una Mirada a la Posguerra

Nada es una novela escrita por Carmen Laforet en 1944. Laforet pertenece a la corriente de la novela existencial, en cuyos temas destaca la miseria y la angustia con la que viven las personas, como la protagonista de la obra. También se la ha incluido en el “tremendismo” junto a Camilo José Cela. La primera edición de Nada apareció en 1945, en pleno periodo de posguerra en España. La obra se publicó justo después de la Guerra Civil, cuando la censura franquista estaba en su mayor apogeo y muchos escritores buscaron el exilio temiendo por su vida. El impacto de la guerra en la economía, la sociedad y la política de este país se hace notar en la literatura, que se abre y se escribe desde una nueva perspectiva. Nada ganó el Premio Nadal el 6 de enero de 1945 y, en 1948, obtuvo un premio de la Real Academia Española.

En esta novela, la autora cuenta las experiencias de Andrea cuando llega a Barcelona para comenzar sus estudios universitarios y se instala en la casa donde viven su tío, su abuela y otros familiares. A lo largo del curso, Andrea conoce a Ena, que será su mejor amiga, y descubrirá los líos en los que están metidos los habitantes de la casa.

La obra transcurre en Barcelona durante un curso universitario más el verano siguiente. Andrea, la narradora protagonista, tiene dieciocho años y se ve sola en la casa y también en la Universidad. Posee un mundo interior muy sensible. La autora utiliza un lenguaje sencillo pero muy descriptivo, con un estilo natural y sobrio. Laforet gusta de contraponer imágenes oscuras, claustrofóbicas, pesimistas y violentas con otras llenas de luz, optimismo y amistad, para dar la impresión de posguerra.

Nada, junto a Carmen Laforet, se ha hecho famosa por el contexto histórico y la representación de la posguerra dentro del tiempo interno de la obra, así como por su carácter social y su crítica. Su expresión, estilo y narrativa sencilla y fácil de leer ayudan mucho a la comprensión de estos libros. Actualmente, la posesión de estos libros es una lanzadera hacia el pasado que nos deja comprender fácilmente las penurias de una posguerra. En toda su narrativa aparece un personaje entusiasta y capaz de entender su entorno, que lucha por él y por otros, habitualmente con el desencanto como resultado.

La Narrativa Española de Posguerra: Del Tremendismo al Realismo Social

Años Cuarenta: Tremendismo y Novela Existencial

El tremendismo es la corriente de posguerra que, dentro de una estética realista, acentúa la ambientación, la violencia y los aspectos negativos. Destaca Camilo José Cela, con rasgos como el ingenio, la violencia, el costumbrismo y lo morboso. Entre sus obras más representativas se encuentran La familia de Pascual Duarte, donde a un campesino le condenan a muerte por asesinato, y La colmena, obra de realismo social que refleja la vida y la sociedad de posguerra. En la novela realista, destacan Carmen Laforet, con Nada, y Miguel Delibes, gran amante de la caza y el mundo rural, autor de La sombra del ciprés es alargada, El camino y La hoja roja.

Años Cincuenta: Realismo Social y sus Corrientes

En los años cincuenta, el realismo social se divide en dos corrientes:

  • Objetivismo: Recrea el entorno con simultaneidad y viene dado de Francia. Se caracteriza por la ausencia de narrador, la condensación del tiempo y el espacio, protagonistas individuales y un orden narrativo lineal.
  • Realismo Crítico: Tiene una intención de crítica social muy directa y explícita.

La colmena, de Camilo José Cela, es un ejemplo destacado de realismo crítico. Otros escritores que destacan son Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama, objetivista), Ignacio Aldecoa (Gran Sol, objetivista), Carmen Martín Gaite (Entre visillos, objetivista) y José Manuel Caballero Bonald (Dos días de septiembre, realismo crítico), junto a Ana María Matute (Los Abel).

La Novela Española: Renovación Técnica y Autores Clave (Años 50-70)

Años Cincuenta: Primeros Pasos hacia la Renovación

En la búsqueda de la renovación de técnicas, el argumento se sustituye por sucesos fragmentarios, desaparece el narrador omnisciente y se adopta un enfoque objetivista. Se observa un desorden cronológico y personajes poco definidos. Los autores que se sumaron a la renovación en los años cincuenta incluyen a Gonzalo Torrente Ballester, con La saga/fuga de J.B., que fusiona lo real con lo mágico e irracional; Camilo José Cela, con San Camilo 1936, que presenta un largo monólogo interior con violencia y sexo; y Miguel Delibes, con Cinco horas con Mario, que introduce el experimentalismo en un largo monólogo en segunda persona.

Años Sesenta: Consolidación de la Renovación

En los años sesenta, Luis Martín Santos publica Tiempo de silencio, obra que destaca por su monólogo interior y su marcada ironía, donde un joven investiga sobre el cáncer y se ve involucrado en una muerte. Juan Benet, en Volverás a Región, muestra una complicación conceptual y sintáctica, con el uso de oraciones largas. Juan Goytisolo, en Señas de identidad, introduce la ausencia de signos de puntuación, diálogos en francés y saltos en el tiempo. Juan Marsé, en Últimas tardes con Teresa, enfrenta un mundo marginal con la alta burguesía, diseccionando estas clases sociales con gran dureza.

Años Setenta: Experimentación y Diversidad

En los años setenta, Luis Goytisolo publica Antagonía, y Eduardo Mendoza La verdad sobre el caso Savolta, combinando técnicas renovadoras con técnicas tradicionales y la intriga policíaca.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *