Antonio Machado: *El mañana efímero*
Localización
Este poema pertenece a Antonio Machado, poeta sevillano nacido en 1875. Se inscribe en la época del Modernismo, pero es considerado un miembro de la Generación del 98. El poema forma parte del libro Campos de Castilla, que marca una etapa crucial en la trayectoria del poeta.
Tema
El poeta reflexiona sobre el futuro de España, estableciendo una comparación entre el pasado y el porvenir. Realiza una crítica a la sociedad española por no seguir los pasos de Europa.
Estructura
El poema se divide en dos partes:
- Primera parte (versos 1-34): Machado describe a España como un país atrasado debido a la influencia de las tradiciones, como la Iglesia.
- Segunda parte (versos 35 hasta el final): El poeta expresa su esperanza de que España alcance un futuro mejor gracias a la juventud.
Métrica
El poema está compuesto mayoritariamente por versos endecasílabos, excepto los versos 5, 30 y 40, que son heptasílabos. Se trata de una silva, que es una combinación libre de versos heptasílabos y endecasílabos. Utiliza la rima consonante ABBA en sextetos y cuartetos con rima ABAB, que se van alternando a lo largo del poema, con una estructura próxima a la octava real.
Recursos estilísticos
El poeta emplea abundantes metáforas, como «mármol», que hace referencia a la muerte por ser el material de las lápidas. También, «un rojo sol corona / de heces turbias las cumbres de granito» es una metáfora de un atardecer en las cumbres. Aparece aquí uno de los símbolos favoritos de Machado: la tarde, que se presenta como el final de la vida o la cercanía de la muerte. Además, aparece la «tarde pragmática y dulzona». El «cincel» y la «maza» son metáforas del trabajo, mientras que «rabia y de la idea» son metáforas que hacen referencia a los eruditos.
Se observa el uso de la personificación, ya que se le atribuyen a España cualidades típicas de personas como «devota, ora, bosteza», etc. Sin embargo, hay otros elementos, sobre todo temporales, que aparecen personificados como «el vano ayer engendrará un mañana».
En el verso 25 se encuentra una antítesis al decir «el vano ayer engendrará un mañana», ya que hay una contraposición entre «ayer» y «mañana».
También se encuentran recursos de repetición, como la anáfora en los versos 15 y 17 al repetir la palabra «esa» al principio de los mismos. También se establece entre estos versos un paralelismo. La anáfora está presente además en «de vino malo, un rojo sol corona / de heces turbias las cumbres de granito».
En los versos 4, 5 y 6, se encuentra otro recurso de repetición, un polisíndeton, al repetir la «y» para producir un ritmo lento. Usa, además, la repetición propiamente dicha de «el vano ayer engendrará un mañana», lo que carga de monotonía a este verso. Todos estos recursos le dan musicalidad al poema y lo acercan al Modernismo, aunque lo aleja de él la temática.
En este texto predomina el ritmo lento, ya que existen muchos sustantivos y adjetivos. Es un poema escrito en tercera persona, es decir, es un texto objetivo. Está escrito en presente. Existen muchos adjetivos con valor descriptivo en el poema, como por ejemplo en el primer verso «mañana vacío». La mayoría de ellos son especificativos. Al ver la anáfora en los versos 15 y 17, vemos también la existencia de determinantes deícticos, como «esa», que ayudan a situar y diferenciar temporalmente la España actual de la de un futuro.
Se pueden extraer dos campos semánticos: el de la religión y el de la fiesta. Se puede dividir el de la religión en subcampos: el de la Iglesia, con palabras como «sacristía», «apostólica» y «católica»; el de los símbolos, con «María», «espíritu», «alma» y «corona»; el de la actitud, con «devota» y «sagrada»; el de otras religiones, con «pagano»; y el de culto, con «vino» y «oran». El campo semántico de la fiesta se divide en el de la música, con palabras tales como «charanga» y «pandereta»; el de la tradición, con «Frascuelo» y «vino»; y, por último, el de la actitud, con palabras como «burlón», «lelo», «tarambana», «vicio», «taur», «zaragata» y «borracho».
Por último, hay que señalar que hay bastantes palabras con sentido connotativo, como las metáforas, símbolos y personificaciones.
Miguel Hernández: *Elegía a Ramón Sijé*
Localización
Este poema pertenece a Miguel Hernández, poeta alicantino de la Generación del 36. Mantuvo proximidad con la Generación del 27 y tuvo una importante relevancia en la literatura española del siglo XX. El poema pertenece a El rayo que no cesa y fue introducido tras la muerte de su gran amigo.
Tema
En el poema se refleja el desespero y el lamento por la temprana muerte de un amigo allegado.
Estructura
Esta elegía consta de tres partes:
- Meditación: El poeta reflexiona y recuerda los tiempos pasados con su gran amigo. De ahí la insistencia en resaltar la importancia del campo.
- Lamento de los sobrevivientes: Miguel Hernández se expresa con más emotividad, ya que nos habla de su propio sentimiento ante la pérdida de un ser querido. Habla en primera persona de la pena que siente.
- Exaltación: El autor elogia al fallecido y destaca sutilmente algunas cualidades de este.
Métrica
Este poema está formado por 16 tercetos endecasílabos con una rima consonante durante todo el poema, con un esquema métrico ABABCB, y así sucesivamente. Tiene un ritmo lento y armonioso para poder expresar su angustia por la muerte de su amigo y darle más emotividad.
Recursos estilísticos
En el poema, el poeta intenta sugerir sensaciones y transmitir emociones relacionadas con el tema del texto: el intenso dolor por la pérdida de un ser querido. El autor siente un dolor tan grande que, para expresarlo, se vale de las hipérboles: “tanto dolor se agrupa en mi costado, / que por doler me duele hasta el aliento”, “No hay extensión más grande que mi herida”.
En ocasiones, el dolor se transforma en rabia; así, la aliteración aparece en los versos: “Quiero escarbar la tierra con los dientes, / quiero apartar la tierra parte a parte… / Quiero minar la tierra hasta encontrarte / y besarte la noble calavera / y desamordazarte y regresarte”.
El paralelismo y la anáfora de los versos: “No perdono a la muerte enamorada, / no perdono a la vida desatenta, / no perdono a la tierra y a la nada”, insisten en la idea de no aceptación, de rechazo de la muerte de un amigo joven.
La idea de la muerte de una persona joven se expresa a través de la personificación: “Temprano levantó la muerte el vuelo / temprano madrugó la madrugada…”. También hay personificación y antítesis en “muerte enamorada” y “vida desatenta”: parece como si la muerte se hubiera enamorado de Ramón Sijé.
En la última parte del texto, la actitud del poeta se vuelve más resignada y esperanzada: al corazón de su amigo muerto se refiere con la metáfora: “terciopelo ajado” y lo relaciona con una naturaleza agradable (huerto, higuera, flores, rosas, almendro…) en la que espera volverlo a encontrar.