Dialectos del Español: Un Recorrido por las Variedades Regionales de España

Variedades Geográficas del Español: Los Dialectos del Castellano

Desde finales del siglo XIX y, más acusadamente, en el XX y XXI, una serie de factores contribuyen a la igualación y nivelación de la lengua española: la alfabetización, que alcanza prácticamente a toda la población; la inmigración del campo a la ciudad, que crea grandes urbes con gentes de procedencia diversa; la influencia y desarrollo de los medios de comunicación de masas, sobre todo la televisión; la presencia de las nuevas tecnologías en la vida diaria, especialmente la extensión de internet, etc.

No obstante, persisten ciertos rasgos que nos permiten distinguir dos grandes zonas dialectales dentro del dominio español: la septentrional y la meridional.

Dialectos Septentrionales del Español

Es difícil trazar un límite preciso entre las variedades del norte y sur del español. Las septentrionales corresponden a la zona de origen y a la primera expansión del castellano; aproximadamente, esa zona llegaría hasta el sur de Salamanca y Ávila, las provincias de Madrid, Guadalajara y Cuenca, hasta llegar por el este hasta Albacete y Alicante, con una franja de transición entre norte y sur en las provincias de Toledo, Ciudad Real y Albacete.

Sus características más destacadas son:

  • Diferenciación fónica entre s y z/c (casar/cazar).
  • Leísmo: empleo de le para complementos directos de cosa (El libro me le trajeron ayer).
  • Laísmo: empleo de la para complementos indirectos (Dila que venga enseguida).
  • En algunas zonas, pronunciación como -z de la -d final de palabra (Valladoliz, libertaz); en otras, relajación o pérdida del sonido (Madrí, amistá).
  • Algunas regiones septentrionales mantienen la distinción fónica y/ll (rayo/rallar), que se ha perdido en el resto del español peninsular.

Dialectos Meridionales del Español

Los dialectos meridionales proceden de la extensión del castellano hacia el sur durante la Reconquista. Desde allí llega a Canarias y a América. Se integran, por tanto, en el área meridional el andaluz, el extremeño, el murciano y el canario. Presentan rasgos muy marcados, sobre todo en lo fonético. Las características comunes a todas estas variedades son:

  • Seseo (pronunciación de z/c como s): rosar por rozar.
  • Aspiración de -s final de sílaba: con diferentes resultados en la pronunciación, según las zonas; hay simple aspiración (ahco por asco), asimilación a la consonante siguiente (mimmo por mismo), pérdida de -s (eperanza por esperanza), etc.
  • Yeísmo (pronunciación de ll como y): beyo por bello, también con diferentes posibilidades en la pronunciación en las diversas áreas.
  • Pérdida de la -d- intervocálica o delante de -r-: cuadrao por cuadrado, mare por madre.
  • En general, se emplean correctamente los pronombres la, lo para complemento directo y le para indirecto, uso etimológico que se ha perdido en gran parte del centro y norte peninsulares.

El Andaluz

Se trata del dialecto más extendido y con rasgos más distintivos entre todos los meridionales. Como característica general, presenta un mayor número de arabismos (alhucema ‘espliego’; alboroque ‘regalo’, ‘convite’, etc.) que el resto de áreas, junto a algunos arcaísmos propios (cerraja, ‘cerradura’; panocha, ‘mazorca de maíz’; percochón, ‘desaliñado’, ‘sucio’, entre otros), aunque lo más destacable y representativo son sus rasgos fonéticos.

Por la propia extensión del dialecto, encontramos algunas diferencias entre unas zonas y otras: por ejemplo, el seseo se da en toda la zona intermedia desde Huelva hasta Granada; el ceceo (pronunciación de z en vez de s), en la parte costera, excepto Almería, y en zonas del interior de Granada y Sevilla; en el resto (norte y extremo oriental de la región), se mantiene la distinción s/z. Como características fundamentales, además de las propias de los dialectos meridionales que hemos señalado anteriormente, podemos destacar las siguientes:

  • Confusión de r y l en final de sílaba: arma por alma, sartao por saltado, aunque los hablantes cultos conservan generalmente la diferencia.
  • Aspiración de h- inicial: jarto por harto.
  • Aspiración más o menos acusada de j/g: mehó por mejor, hente por gente.
  • Pronunciación fricativa de la ch en algunas zonas (parecido a una sh del inglés): mushasho por muchacho.
  • En la zona occidental, empleo del pronombre ustedes en lugar de vosotros para el tratamiento de confianza, combinado con formas verbales de segunda persona: ¿ustedes venís a cenar?

El Extremeño

Este dialecto posee, junto a los rasgos generales de los meridionales, una notable influencia del leonés, sobre todo en el norte de la comunidad, consecuencia del proceso histórico de reconquista y repoblación de la región, que se refleja en características fónicas, como el cierre de las vocales finales (abaju por abajo, lechi por leche); morfológicas, como el empleo habitual del sufijo diminutivo -ino/-inu/-ina (gatinu, casina); o léxicas, como el uso de caer y quedar con el significado de ‘tirar’ y ‘dejar’, respectivamente: He caído la cuchara; Quedé el paraguas en casa. Cuanto más hacia el sur, mayores son las similitudes con el andaluz, como la aspiración generalizada de j/g: hamón, roho, por ejemplo, o la confusión r/l en final de sílaba: artu por alto.

En el léxico destaca la presencia de leonesismos como millu (‘maíz’), o achiperres (‘conjunto de instrumentos de labranza’), y de arcaísmos como hiniesta (‘retama’) o viciu (‘estiércol’).

El Murciano

Se habla en Murcia, en el sur de Alicante y en el norte o nordeste de Almería, Granada y Jaén. Presenta una clara influencia del aragonés y del valenciano/catalán, que se refleja en características fónicas, como la palatalización de la l- inicial (lletra por letra) o el mantenimiento arcaizante de las consonantes -t-, -c- intervocálicas (pescatero o acachar por pescadero o agachar); y también morfológicas, como el empleo del sufijo diminutivo -ico (que se convierte en -iquio en algunas zonas): pajarico, temporaíca, Juaniquio. La influencia andaluza se refleja en algunas comarcas por la aspiración generalizada y la confusión de r y l finales.

En el léxico, encontramos aragonesismos como mojete (‘salsa’), pinatar (‘pinar’), apañar (‘arreglar lo que está roto’) y también catalanismos como llampo (‘relámpago’), gallete (‘garganta’), traspol (‘capa de yeso’) o regomello (‘malestar’).

El Canario

Por su conexión histórica con Andalucía, el canario ofrece características muy similares al andaluz, especialmente al de la zona de Sevilla: seseo, aspiración de -s y j, yeísmo, pérdida de -d-, confusión de -r y -l finales, etc., así como el empleo de ustedes en lugar de vosotros (en el caso del Canario, con verbos en tercera persona: ¿Ustedes vienen mañana?). Además, refleja en algunos rasgos la presencia de pobladores portugueses, y también su profunda relación con Hispanoamérica a lo largo de la historia.

El léxico canario refleja todas estas influencias, con andalucismos: sardinel (‘escalón’) o barina (‘haz de paja’); portuguesismos: millo (‘maíz’) o jeito (‘maña, esmero’ y ‘red de pesca’); o americanismos: guagua (‘autobús’) o papa (‘patata’). También podemos encontrar algunos términos procedentes del guanche, lengua indígena prehispánica, sobre todo en la toponimia: Tacoronte, gofio (‘harina de maíz’).

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