El Ensayo: Características, Evolución y Autores Clave

Características Generales del Ensayo

El término ensayo proviene de Montaigne, quien lo utilizó en sus conocidos Essais (1580). Ortega y Gasset lo definió como “disertación científica sin prueba explícita”. Contiene desde reflexiones sobre temas diversos hasta comentarios de experiencias personales, opiniones críticas, etc. Por esto, el ensayo puede tratar temas de literatura, filosofía, arte, ciencias experimentales o política. El ensayo es un género en prosa y de carácter divulgativo, abierto a cualquier tema y tratamiento. A veces, el ensayo especializado se aleja algo de la prosa de divulgación, pero la ausencia de prueba y la subjetividad lo diferencian del texto científico. El ensayo subjetivo se acerca al texto argumentativo y solo se diferencia de él en la intencionalidad del emisor.

Características del Ensayo

  • Extensión indefinida: El ensayo muestra una extensión variable.
  • Originalidad: Se elige para presentar nuevas formas de ver las cosas, sin buscar las conclusiones del estudio científico, sino abrir nuevos caminos.
  • Ausencia de demostración científica: Se cita de memoria, sin presentar referencias. El ensayista fundamenta su teoría en la experiencia personal y no en el experimento científico. La teoría puede ser válida, pero no hay demostración científica.
  • Cualquier tema: Puede abarcar una amplia gama de temas.
  • Intencionalidad estética: Hay una clara voluntad de estilo por parte del autor, lo que le lleva a usar recursos literarios como metáforas, antítesis, ironía, interrogación retórica, etc.

El Ensayo a Principios del Siglo XX

El ensayo español alcanza durante el siglo XX su máximo florecimiento, cobrando una gran importancia en la transmisión de contenidos científicos, ideológicos y del pensamiento en general. Adquiere importancia en los autores de la Generación del 98, entre los que destaca Unamuno; en los novecentistas, con Ortega y Gasset; y en la Generación del 27, con autores como Salinas o Dámaso Alonso.

Evolución del Ensayo hasta el Siglo XX

Es en el siglo XVIII cuando podemos hablar del comienzo del género ensayístico tal y como se concibe modernamente. A ello contribuyeron autores tan significativos como Feijoo o Jovellanos.

Durante el siglo XIX, son muchos los autores que se dedican al cultivo de textos de carácter crítico y polémico, como Juan Valera y Emilia Pardo Bazán, quienes exponen sus puntos de vista sobre cuestiones de actualidad en periódicos y revistas de la época.

El Regeneracionismo

Se trata de un movimiento de finales del siglo XIX, caracterizado por un espíritu de reformismo que intenta reconstruir España. Para ello, se basan en el intento de europeizar nuestra nación y en la adopción de medidas educativas y políticas. Los autores más importantes son Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), fundador de la Institución Libre de Enseñanza, y Joaquín Costa (1846-1911), quien centró su filosofía en la regeneración por medio de la economía y la enseñanza. Como precursor ideológico de la Generación del 98, sobresale la figura de Ángel Ganivet.

El Ensayo en la Generación del 98

Los temas más tratados por los autores pertenecientes a esta generación son el problema de España y el sentido de la vida. En cuanto al tema de España, buscan un cambio en la consideración del espíritu y del carácter español que se aleje de los tópicos. En cuanto al tema existencial, dirigen sus planteamientos desde perspectivas variadas: la religión, la ética o la filosofía.

El cultivador más importante del ensayo en la Generación del 98 es Miguel de Unamuno. Sus ensayos constituyen una verdadera confesión de su intimidad. Sus dos grandes núcleos temáticos son el sentido de la vida y su profunda preocupación por España. En la obra de Unamuno, podemos establecer dos etapas: la primera, hasta 1905, se centra en el intento de europeizar España, y la segunda, a partir de 1905, se estructura en torno a la idea de españolizar Europa. Entre sus obras destacan En torno al casticismo (1895-1916), Vida de Don Quijote y Sancho (1905), en la que se exalta la figura del personaje cervantino, La agonía del cristianismo (1924) y Del sentimiento trágico de la vida (1913), en la que se plantea la cuestión de la inmortalidad. Los rasgos característicos de sus ensayos son: una estructura de diálogo mediante preguntas y respuestas, la presencia de metáforas, parábolas y paradojas, la utilización de interrogaciones retóricas y la búsqueda de un lenguaje preciso y antirretórico.

José Martínez Ruiz, Azorín, cultivó el ensayo en obras como Los pueblos (1905), La ruta de Don Quijote (1905), Castilla (1912) o Al margen de los clásicos (1915). En ellas, pone de manifiesto su estilo personal, caracterizado por la sencillez y la precisión.

Pío Baroja criticó de forma constante la crueldad, la estupidez y la maldad de la sociedad del momento, desde La última vuelta del camino (1943-1949).

Antonio Machado sobresale como ensayista con su obra Juan de Mairena, donde expone sus ideas estéticas, religiosas y filosóficas.

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