Evolución Fonética y Fonológica del Español Clásico
La reforma ortográfica alfonsí buscó adaptar el sistema gráfico del castellano a su realidad fonética y fonológica. La evolución fonética trajo cambios desde el norte peninsular, influenciados por el vasco, propagándose de norte a sur por hablantes en la corte. En el siglo XVI, se produjo un cambio brusco en la fonología del español, dividiéndose en normas: andaluza y castellana. La ortografía carecía de rumbo debido a esta transformación, donde la norma castellano-vieja triunfó. Frente a la toledana, surgieron hechos documentados en zonas colindantes al País Vasco. El influjo vasco, por convivencia vasco-románica, se propagó de norte a sur, constituyendo la base del castellano. Esto se manifestó fundamentalmente en:
- Aspiración de F- inicial latina
- Ensordecimiento de sibilantes /z/ /dʒ/ /ʒ/
Al final del período clásico, la prepalatal evolucionó a /x/ fricativa sorda y la dentoalveolar a /θ/ interdental fricativa sorda, produciéndose una desfonologización. Hubo confusión de las bilabiales oclusivas /b/ y fricativas /β/, /v/ en un único fonema /b/ con dos alófonos.
La Norma Castellana (Castilla la Vieja)
El proceso de aspiración y pérdida de la F- vincula el castellano con el gascón. No hubo cambio fonológico, ya que el fonema labiodental /f/ continuó existiendo en otros contextos, en cultismos y latinismos. La aspirada /h/ no constituyó un fonema en la norma castellana ni en la meridional. El ensordecimiento de sibilantes tuvo consecuencias complejas, con la pérdida de los fonemas sonoros /s/-/z/ que convergieron en /s/ (grafías: s, ss). La correlación medieval /ts/ – /dʒ/ perdió el fonema sonoro, adelantándose hasta el fonema interdental fricativo sordo /θ/, opuesto fonológicamente al resultado de la desfonologización anterior /s/.
Las prepalatales perdieron la correlación de sonoridad. /ʃ/ dio lugar al fonema velar fricativo sordo /x/. Las grafías g, j, que antes representaban sorda-sonora, perdieron su valor distintivo, explicando la falta de coherencia gráfica entre los escritores clásicos. Se sumó la desfonologización de oclusiva y fricativa sonora en la serie bilabial, posiblemente por la ausencia de tal pertinencia en la lengua vasca. La distinción fonológica de la grafía alfonsí: u, v fricativas y b oclusiva se perdió, quedando /b/ con dos alófonos. Sin ajuste gráfico hasta el siglo XVIII, se usaron b, u y v sin regularización.
La Norma Toledana
Fray Juan de Córdoba (1540) afirmó en Arte de la lengua capoteca que donde los toledanos pronunciaban hazer, jugar y halagar, los castellanos viejos decían acer, xugar, alagar. A pesar de ser considerada la melodía toledana como ideal lingüístico para el español de América, en la península cedió terreno a la castellana.
La Norma Meridional
Sufrió una evolución diferente a la del español clásico, contraria a la norma centro-septentrional asumida por la RAE. En el sur, solo hubo un fonema resultante de /ʃ/, /z/, /ts/, /dʒ/ > /s/, cuya articulación es distinta a la castellana. Este hecho perfila un español seseante, mayoritario, mientras que el ceceante confunde las cuatro consonantes con una articulación ceceante marcada socialmente. A su vez, se mantuvo en buena parte del sur peninsular la aspiración de f- inicial latina, que confluyó con el resultado de las antiguas /ʃ/ y /ʒ/. Por tanto, la complejidad de las grafías era mayor.
El Español Moderno
En el español clásico, culminaron los procesos de cambios fonológicos con la incorporación de los fonemas /θ/ y /x/. El español moderno dio comienzo en el siglo XVIII. Los cambios del español meridional-atlántico son los que con mayor probabilidad se perfilan como factores de incidencia pertinente sobre el sistema moderno del castellano.
Morfosintaxis del Español Clásico
Este fue un período de fijación, aunque con vacilaciones como la preposición a+OD o la alternancia de las preposiciones DE o EN con el verbo durar.
Pronombres Personales
Se fijaron nosotros y vosotros, desapareciendo las variantes con metátesis y asimilación. El leísmo alcanzó un uso mayoritario, mientras que el laísmo quedó más restringido.
Artículos
Desapareció la variante ell. El femenino se restringió al uso de la forma el + sustantivo seguido de A tónica. A partir del siglo XVI, los usos artículo + posesivo quedaron como dialectales o arcaizantes.
Demostrativos
Se siguieron usando las variantes reforzadas aqueste y aquesse. En el siglo XVII se introdujo quienes en plural analógico del relativo quien.
Verbos
- Verbos con e y o: Se fijaron formas sobre las variantes sin diptongación (tmplo) o con diptongación en relación con un sustantivo (amueblan).
- Se fijaron las formas con vocales cerradas en los perfectos fuertes como hubo y pudo.
- Cierre de verbos en -ir con vocal velar, salvo dormir y morir.
- 2ª persona del plural de amades > amaes, con diptongación amáis o con contracción amás en relación con el pronombre vos.
- Se fijó la terminación -y (siglo XVII).
- 1ª persona: soy, doy, estoy, voy alternan entre las formas plenas y reducidas de 1ª y 2ª persona del plural, por ejemplo: avemos/hemos, aveis/heis.
- Construcciones con se.
- Imperfecto de subjuntivo en -ra, -re. Esto decayó y, según Lapesa, es propio del lenguaje cortesano en verso.
- Haber perdió los valores transitivos y se especializó como auxiliar. El verbo ser no apareció como auxiliar.
Léxico del Español Clásico
Nebrija fue el autor del primer diccionario impreso en romance, el Vocabulario español-latino. Hubo un incremento léxico en la época clásica mediante la sufijación y la prefijación, la composición nominal, galicismos, italianismos y americanismos.