El narrador, el tiempo y el espacio en *Los cachorros* de Mario Vargas Llosa
El narrador
Mario Vargas Llosa, al referirse al narrador de *Los cachorros*, afirma: «El relato está contado en una sola voz plural, que caprichosamente y sin aviso ondula de un personaje a otro, de una realidad objetiva a otra subjetiva, del pasado al presente o al futuro…». En realidad, encontramos dos voces narrativas en la obra. La voz colectiva, en primera persona del plural, pertenece al grupo de los cuatro amigos de Cuéllar. La voz narrativa muda pertenece a un narrador omnisciente, ajeno a la historia, instalado en un espacio diferente al de esta. Es anónima y habla de todo el grupo en tercera persona del plural. El narrador es el grupo como colectividad, oculto tras el colectivo, y se funde con los personajes. La distancia conferida a la historia por esta perspectiva le impone una índole de crónica oral. Las dos voces se funden en una misma frase, son dos expresiones del mismo punto de vista, combinando lo subjetivo y lo objetivo.
El tiempo
La historia comprende unos veinticinco años, desde los ocho o diez años de edad de los personajes hasta pasados los treinta. Narra la historia de un grupo de personajes desde su ingreso en el colegio hasta que sus hijos viven la misma circunstancia. La novela comienza con una generación y termina con otra. El relato está ubicado en un tiempo histórico concreto, definido por acontecimientos de tipo social. Se trata de una novela corta, pero no podemos clasificarla como un cuento largo porque el tiempo interno de la acción es muy largo, abarcando desde la infancia hasta la madurez de los personajes e intercalando el pasado y el presente. Además, es una novela de carácter tragicómico.
Una serie de procedimientos marcan el tiempo de la novela:
- El narrador es colectivo y no cambia en toda la novela a pesar de que transcurren veinticinco años.
- Se utilizan numerosos giros verbales que intensifican el paso del tiempo.
- No se utilizan los verbos introductorios del estilo directo.
- Se producen condensaciones narrativas.
El espacio
El espacio aparece bien definido desde el primer momento. Todos los personajes pertenecen a la alta sociedad limeña, situados concretamente en el distrito de Miraflores. De hecho, se considera un estigma no ser miraflorino y hay que demostrar la clase social a la que se pertenece para ser integrado en ese grupo. El barrio de Miraflores es el espacio protagonista y casi exclusivo, un espacio incomunicado con otros estratos sociales, el mundo de los privilegiados, de los “blanquiñosos” costeños.
Especial relevancia cobran los colegios limeños, como el Colegio de la Reparación, al que acuden las chicas. El Champagnat es el núcleo de la acción, centro de cohesión del limitado universo de los niños. El paso del tiempo lleva consigo una serie de desplazamientos.
Tipos de espacios
Espacios abiertos: Muchos de estos lugares representan el bienestar, los valores morales y otros aspectos de la sociedad limeña que, en el fondo, es una realidad corrupta con una falsa moral y un machismo sin límites. Ejemplos son «El barrio Miraflores» y «El Terrazas».
Espacios cerrados: El Champagnat, el colegio religioso de origen francés; los clubes donde los chicos acudían a fiestas; cafetines; cabarets; clubes nocturnos de alterne, etc.
Espacios imaginados: Lugares de evasión donde Cuéllar escapa creando un mundo imaginario.
Interpretación
El relato encierra una crítica severa hacia la sociedad burguesa. La represión que sufre Cuéllar es doble: interior y exterior. Es despreciado por todos por ser diferente. La novela es una metáfora social: el protagonista encarna al individuo incapacitado para la vida social, lo que le conlleva a una especie de sanción que acabará trágicamente con su vida.