Vida, Muerte y Simbolismo en la Poesía de Miguel Hernández

Vida y Muerte en la Poesía de Miguel Hernández

Su modelo literario era don Quijote, que había actuado deformando la realidad, engrandeciéndola para poder responder como un héroe en un marco de gigantescas adversidades. Miguel Hernández asume la tristeza, de ahí su última poesía: anhelo de la vida ante tanta muerte y tanta miseria lacerante. Con Cancionero y romancero de ausencias nos introducimos en un verdadero diario poético sobre la vida del escritor, donde muchas de las imágenes que aparecen están llenas de recuerdos personales. Adquieren una potencia emocional suplementaria mucho más fuerte que si representan un suceso de la guerra. La ausencia es la base de Cancionero: ausencia de justicia, amor, de libertad.

Durante su estancia en la cárcel, Hernández se vuelve hacia sí mismo, hacia su mundo interior y personal.

El amor es voluntario, entendido como amor-esperanza. Estos poemas están protagonizados por su mujer y por sus hijos.

La Muerte como Parte de la Vida

El mundo poético de Miguel Hernández se define como el del amor y la muerte, junto a la vida. Son los tres grandes temas de la poesía de Hernández, o las variantes de un mismo y único tema: el amor. En su obra transcurren todas las fases de su crecimiento y, poéticamente, la vida y la muerte se concentran en dos sentidos:

  1. En el sentido existencialista del filósofo Heidegger (1889-1976), como por ejemplo, “el hombre es un ser nacido para la muerte”, anticipado por Quevedo en la literatura española: “Vivir es un ir muriendo a cada instante”.
  2. En el sentido solidario de una muerte-semilla, como cantó Whitman (1819-1892), el hombre es un ser que vela por la especie y que permanece en ella.

Vida y muerte se abrazan en los poemas últimos de Cancionero y romancero de ausencias.

Eros y Tánatos –amor y muerte– aparecen unidos para que la vida del ser humano no se perpetúe como especie. La vida de los seres humanos, como la sangre y el amor, y la muerte, se defiende como semilla germinadora de nueva vida. En el ciclo de la existencia de la especie humana y el universo, la propia muerte del poeta es la vida de España, de la España republicana, de la España leal.

Si Unamuno decía que Dios era una necesidad del hombre para creerse inmortal, para Quevedo “vivir es un ir muriéndose a cada instante”. Miguel Hernández recoge este eco quevedesco. La visión de la muerte en Hernández no nos conduce a creencias del más allá, o del cielo.

Si antes nos referíamos al vientre como símbolo de maternidad, ahora nos referimos al cementerio, los muertos y esqueletos, como símbolo de permanencia de la especie humana.

Elegías

El sentimiento por la amistad hizo que Hernández escribiera numerosas elegías por familiares o amigos muertos. «Soy de la que gozan una muerte diaria».

Tres hermanas menores de Hernández fallecieron siendo niñas. Miguel tiene un profundo dolor interno por la muerte cercana; vida y muerte prematura como destino de la naturaleza. También crea una elegía a Ramón Sijé, muerto a los 22 años.

Símbolos de Vida y Muerte

Toda su obra gira en torno a los misterios de la vida, la generación y la muerte. Esos tres grandes temas son sus tres heridas: amor, muerte y vida.

Huesos: Símbolo de Vida y Amor

Los huesos nos recuerdan tanto la vida como la muerte, aunque popular y artísticamente son usados como metonimia y símbolo de la muerte.

  • En el primer período, se citan huesos naturales cuando aparece la imagen de la muerte.
  • En el período amoroso, los huesos son uno de los centros del impulso erótico.
  • En el período bélico, surge la metonimia hueso-ser humano, simboliza el impulso épico, el empuje de los combatientes republicanos. La resurrección es un símbolo católico.
  • En el periodo en las prisiones, privación de la libertad y de amor, se dirige hacia la muerte.
Lluvia: Símbolo de Vida y Amor

La lluvia designa una realidad natural. El campo, por ejemplo, espera la lluvia para la vida.

En el período existencial-amoroso se produce una ampliación del significado: es la “lluvia amorosa sobre la vida seca” del poeta, la lluvia es amor y el efecto es la amada.

En la muerte de Sijé, relaciona la lluvia con el rayo como pena. La lluviosa pena es fatalidad absoluta de la muerte del amigo.

Esa es la dialéctica constante en todo Miguel Hernández: muerte y vida. Sus símbolos irán cambiando de significados.

En el contexto poético de los últimos poemas, la tragedia de la guerra se resuelve en el mito de la muerte que florece. Con esta imagen de lluvia, se refiere tanto a la muerte personal como a la colectiva.

La coherencia del mundo poético hernandiano la alcanza el escritor con numerosas correlaciones en sus bocetos y borradores, hasta lograr la redacción definitiva.

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