Exploración de ‘El rayo que no cesa’ de Miguel Hernández: Amor, Vida y Muerte

El rayo que no cesa: Un viaje poético de Miguel Hernández

En 1933, bajo el lema “El silbo vulnerado”, Miguel Hernández presentó al Concurso Nacional de Poesía un libro que, con el tiempo y al ritmo de su propio aprendizaje poético, se convertiría en El rayo que no cesa (finales de enero, 1936). Este conjunto de poemas, de carácter humanizado y corte clásico, explora las obsesiones del escritor por el amor, la vida y la muerte, a través de un dominio extraordinario de las técnicas poéticas, caracterizadas por tonos vigorosos y angustiados.

Miguel Hernández: Vida y Obra

Miguel Hernández (1910-1942) es uno de los grandes poetas españoles y un “genial epígono” de la Generación del 27, según Dámaso Alonso. Nació en Orihuela (Alicante), hijo de una familia modesta. A pesar de no haber podido continuar sus estudios, debido a la profesión de su padre (pastor), no dejó de leer a los grandes de la literatura castellana: Cervantes, Calderón, Lope de Vega, entre otros, convirtiéndose en un gran autodidacta de la poesía. Tras su participación en la Guerra Civil defendiendo la causa republicana, murió en una cárcel de Alicante, enfermo de tuberculosis, a los 32 años.

Temas Centrales en ‘El rayo que no cesa’

Los temas presentes en sus poemas son el amor y desamor que sintió por las tres mujeres más importantes de su vida (la pintora Maruja Mallo, María Segarra y su mujer Josefina Manresa), el transcurrir de la vida, pero, sobre todo, la presunción de la muerte, presente en la Elegía a Ramón Sijé, muy elogiada por el poeta purista Juan Ramón Jiménez.

Estructura y Composición del Poemario

El rayo que no cesa está estructurado en un poema prólogo dedicado a Josefina Manresa, trece sonetos, un poema largo, otros trece sonetos y un soneto final, conformando así un cancionero amoroso dirigido a su esposa. La incorporación de la elegía a su amigo Ramón Sijé antes del soneto final se realizó en pruebas de imprenta, rompiendo la estructura tan pensada del libro, aunque no su linealidad temática.

Influencias y Estilo Poético

El conjunto de poemas incorpora variedad poemática y métrica, que se decantará poco a poco hacia el soneto de línea quevediana. Es evidente la influencia de los poetas del Siglo de Oro en el empleo de las normas clásicas, de la lírica popular, como se ve en el Soneto 4, y de poetas y amigos como Vicente Aleixandre, con su poesía surrealista, y Pablo Neruda, con su poesía pura. Estas influencias le harán reconsiderar y limar su formación religiosa, enfocando su obra hacia una vertiente más sensual y erótica, aunque sin olvidar su origen humilde, muy presente en la descripción del paisaje, de la naturaleza y de sus habitantes.

La Mujer como Eje de la Tragedia

Como en la poesía amorosa tradicional, la mujer es la responsable de la tragedia, unas veces por indiferencia y otras por negación expresa. En el Soneto 4, el poeta erotiza la naturaleza mientras ella permanece ajena a cualquier insinuación. En el Soneto 12, el poeta añora la distancia que lo separa de su amada. En el Soneto 13, es clara la queja de abandono de Miguel después de una posible separación de Josefina.

Simbolismo y Metáforas

El simbolismo, tan presente en los poetas del 27, se contempla en su obra con la imagen del toro como el enamorado y el amor inflexible metaforizado en rayo, cuchillo o espada (Sonetos 23 y 28). La muerte, muy presente en el poemario, inicia la obra simbolizándola con un cuchillo homicida que amenaza la vida del poeta y no se separa de él hasta el final de sus días, liberándolo del amor que le hiere. Esta idea también está presente en los Sonetos 6, en el que el poeta siente una enorme pena que solo la salva la muerte, y en el 18, en la que describe la elaboración de su propio ataúd. La indiferencia de la mujer se ve simbolizada con la imagen del hielo, la nieve, la piedra, el cardo, el amargor, la miera y la espina (Sonetos 5, 25 y 9), que lleva al poeta a sentirse como un enamorado solitario (Soneto 26).

La Esperanza en el Reencuentro

Pero los Sonetos 8 y 10 rompen con la frustración del poeta vista hasta ahora. Ya no es el rayo, el cuchillo, la espada quien hiere, sino que el sujeto lírico se ofrece masoquistamente a los pies de la amada, por lo que hay una posible esperanza de reencuentro con el amor.

El Poema 15: Un Punto de Inflexión

El poema 15, el único que, con la elegía, no es un soneto, debería ocupar la posición de eje de la obra. El poeta es ahora un buey vencido y anulado que se rebela metamorfoseándose con la amada en barro contra el rayo y el cuchillo.

El Último Soneto: La Ruina por Amor

Ya en el último soneto del libro, el poeta se dirige exclusivamente a la mujer para aclarar que su ruina ha sido producida por el amor.

Recursos Retóricos

Por último, la presencia de las influencias clásicas y modernas muestra una sabia retórica con el empleo del hipérbaton, bimembraciones, aliteraciones, anáforas, paralelismos, correlaciones, etc… a lo largo de todo el poemario.

Conclusión

En conclusión, en los versos sutiles y puros de El rayo que no cesa de Miguel Hernández emerge un soplo continuo de amor dirigido a varias mujeres, el presentimiento de la tragedia que persiguió al poeta pastor durante su vida; todo ello con un uso impecable del simbolismo y de imágenes puras, por lo que la presencia de lo natural y lo sencillo son protagonistas indiscutibles.

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