Literatura Española: Del Modernismo a la Generación del 27
Modernismo y Generación del 98
Al hablar de la literatura española, se ha hecho una distinción entre escritores modernistas y escritores de la Generación del 98. Sin embargo, muchos reconocen que no existe una separación tan radical entre ambos grupos, por lo que se suele hablar de escritores de fin de siglo. La Generación del 98 fue un concepto acuñado por Azorín, lo que propició que se mantuviera durante las décadas posteriores una división radical entre escritores del 98 y los modernistas.
El Modernismo
Supone la renovación de la lírica española. Se llama Modernismo a una corriente literaria que se inicia en Hispanoamérica a finales del siglo XIX. El Modernismo tiene una influencia de corrientes europeas como el Simbolismo (Verlaine), el Parnasianismo y el Decadentismo (Wilde).
Las características del Modernismo son:
- Renovación del lenguaje.
- Uso de un léxico brillante.
- Introducción de formas métricas poco usadas.
Se considera a José Martí (Cuba) como el precursor del Modernismo, aunque el más representativo fue Rubén Darío. En España, junto con Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, hay que destacar a Manuel Machado (El mal poema).
Las Vanguardias
El Modernismo abrió un camino de renovación en las artes, especialmente en la poesía, que continuó a partir de la segunda década del siglo XX con las Vanguardias.
- Futurismo: Surge en Italia en 1909. Proclama el rechazo al pasado, a la tradición y la defensa de un nuevo orden moderno, dominado por la máquina, la velocidad y la ciudad.
- Dadaísmo: Defiende lo ilógico y la improvisación.
- Surrealismo: En 1924, Breton (francés) publica el primer manifiesto del Surrealismo y define el nuevo movimiento como un automatismo para la expresión, verbal o escrita. En España se aprecia en la pintura de Dalí y Picasso y en obras de Aleixandre, Lorca y Cernuda.
- Creacionismo: Busca un nuevo lenguaje mediante la eliminación de lo innecesario (Ramón Gómez de la Serna, Greguerías).
- Ultraísmo: Llega de la mano de Borges y se refleja en los primeros libros de Gerardo Diego.
El Teatro Español de Finales del Siglo XIX y Principios del XX
El teatro español de finales del siglo XIX y principios del XX desarrolla diversas tendencias, algunas de ellas herederas del teatro romántico. Existe un teatro de transición del siglo XIX al XX, del gusto popular, cuyo receptor es el público burgués, de clase media. En este teatro existen tres grupos:
- Teatro realista: Se desarrolla en un marco urbano y con un carácter realista tanto en los temas como en la escenografía. El principal autor sería Jacinto Benavente (Los intereses creados).
- Teatro en verso: Es heredero del teatro romántico y recoge hechos históricos y héroes de la España Medieval. Destaca Eduardo Marquina. En su etapa final, Valle lleva a su extremo las propuestas dramáticas anteriores: presencia de lo irracional e instintivo, personajes esquematizados y guiñolescos, técnica del esperpento. Estos rasgos caracterizan el Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte.
- Teatro cómico: Carlos Arniches. Sus influencias son la zarzuela y los entremeses del Siglo de Oro o “sainetes”. Otras obras son lo que algunos críticos han denominado “tragicomedias grotescas”, donde hay simultaneidad de elementos trágicos y cómicos, en un ambiente urbano y con caracteres típicos. Destaca La señorita de Trevélez.
La Generación del 98 y el Teatro
Antes e incluso durante el estallido de la Guerra Civil se suceden y conviven en España tres generaciones literarias que, en mayor o menor medida, también poseen una importante obra dramática: la denominada Generación del 98, la Generación de 1914 o Novecentismo y la Generación del 27. Como se sabe, la denominación de Generación del 98 sigue resultando polémica, especialmente por la pretendida oposición al Modernismo.
Para Unamuno, el género teatral era un medio fundamental para la reflexión crítica de los problemas vitales. Quizá este carácter intelectual de su obra fue la causa de que en realidad el teatro de Unamuno no triunfara (La venda y Fedra). Azorín escribió teatro con la intención de renovar la escena teatral española, dando una mayor libertad al director de escena y a los actores. El diálogo es esencial en sus obras, teatro antirrealista. Su principal obra es Lo invisible. Relacionado con la Generación del 14 y las Vanguardias está Ramón Gómez de la Serna (Medios Seres).
Ramón María del Valle-Inclán
Ramón María del Valle-Inclán es el gran dramaturgo de la Generación del 98, quien también escribió novela y poesía. Su evolución le lleva a un teatro decadentista como en El marqués de Bradomín. Muchas de sus obras reciben la influencia de su Galicia natal. En este contexto hay que situar sus Comedias Bárbaras, una trilogía compuesta por Águila de blasón (1907), Romance de Lobos (1908) y Cara de plata (1922). La segunda etapa de su teatro ha sido calificada de “dramas de ambiente galaico y farsas”. Se estrena Divinas palabras, que va acercándose a la estética del esperpento. Sus personajes muestran la crueldad del ser humano, e invitan al espectador a sumergirse en la espiral de violencia, lujuria, avaricia y crueldad. El ciclo de la farsa se compone de cuatro obras, cercanas al teatro infantil y a la comedia de marionetas, como La marquesa Rosalinda.
Para entender la teoría del esperpento (presentación de una realidad degradada, grotesca, coloquial y de pesadilla) hay que acudir a los diálogos de Max Estrella en la obra fundamental de Valle-Inclán, Luces de Bohemia (1920). Formalmente, esto se traduce en la utilización de recursos como los contrastes violentos. Esta sistemática deformación de la realidad consagra lo grotesco como forma de expresión, aunque dotándolo de una posible doble lectura: una que hace referencia a esa realidad caricaturizada, y otra de significado profundo y crítico. Luces de Bohemia es una antitragedia, que tampoco respeta las características del teatro clásico.