Capítulo 1: El monasterio y el viento del norte
Este primer capítulo nos habla sobre un monasterio abandonado en el que viven dos personas: el hermano Martín y un niño al que encontró en el río y crio en el monasterio. En él hay una campana que solo suena cuando el aire viene del norte.
Este monasterio fue arrasado por un incendio y solo se salvó la cocina, que es en la que ellos viven. Por allí pasan los peregrinos para ir a Santiago. En una ocasión, un peregrino fue acogido por los monjes y piensan que les hizo un mal de ojo y se quemó todo el monasterio, salvándose solo la cocina. Otro día que soplaba el viento del norte, la campana sonó. Llamaron a la puerta, era un peregrino anciano y decía que llegó hasta allí por el sonido de la campana. Allí le dieron comida y un lugar de descanso. Este dijo que al día siguiente tendría que continuar el camino de Santiago. Y el hermano Martín dijo: «Solo seguirás si Dios quiere».
Capítulo 2: La primavera y las historias de los juglares
Llega la primavera y la nieve empieza a deshacerse. El peregrino Gilberto también empieza a recuperarse.
Moisés sigue escuchando las historias que le cuenta Martín, que este oyó a los juglares. Una de las historias es cómo una bella princesa es realmente un precioso lobo blanco, pero a Moisés la que siempre le llamó más la atención es la historia de un príncipe que se enamora de una muchacha y se casa con ella, pero se tiene que ir a la guerra.
Ella está embarazada y tiene siete hijos, pero la madre del príncipe no los quiere y manda matarlos. Los fieles de la princesa consiguen que no los maten. La abuela consigue que les hagan un conjuro y se conviertan en cisnes. Cuando su padre, después de varios años, regresa y se entera de todo lo que ha pasado, busca ayuda, rompe el hechizo y consigue devolver a su estado a todos sus hijos menos a uno.
Capítulo 3: La historia de Gilberto
Gilberto ya está totalmente recuperado y quiere emprender camino. Pregunta a Moisés si quiere ir con él, pero este no quiere dejar solo al hermano Martín.
El hermano Martín no está muy conforme con que Moisés se vaya, ya que no saben nada de este hombre. Gilberto se da cuenta de esto y les relata toda su historia.
Les dice que él era vasallo del barón de Forner, les cuenta cómo tienen que dejar a su mujer y a sus dos hijos para irse a las cruzadas, el hambre que pasa, cómo ve morir a muchos de sus amigos, incluido su señor Robert de Forner, cómo consigue salvar al rey y cómo fue herido.
Capítulo 4: La enfermedad de Moisés y las leyendas del Cairo
Cuando deciden ponerse en camino, Moisés se pone malo. Entre el monje y Gilberto le cuidan para que se recupere y, aparte de cuidarle, Gilberto le cuenta otra de esas apasionantes historias.
Moisés siempre escucha muy apasionado todo lo que le cuenta, pero no sabe si todo será verdad o también habrá fantasía. Le pregunta si es verdad toda esa leyenda de que en el Cairo hay un animal, el enidro, que se mete en la boca de los cocodrilos y les come las entrañas, si existe el hombre con cabeza de perro, o el que tiene un solo ojo en mitad de la frente y muchas más leyendas de ese tipo. Gilberto le cuenta que él también ha oído todo eso, pero no sabe si será verdad. Sigue contando toda su historia por el Cairo y todo lo que sufrió en el desierto. Cuando más cansado estaba, le pareció ver un hermoso castillo, pero pensó que era una alucinación de las que aparecen en el desierto. Pero no, era una realidad, era la ciudad que se repetía en sus sueños, era de mármol con oro y pedrería, pero nadie paseaba por ella. Cuando Gilberto entra en la ciudad, un grupo de mujeres, encabezada por una rubia, se dirige hacia él.
Capítulo 5: Uma y el palacio de ébano
Uma era la joven rubia.
Las jóvenes dijeron a Gilberto que montara en un camello y se lo llevaron de viaje. Estuvieron varios días hasta que por fin llegaron a un precioso palacio.
Allí estaba Uma, que se alegró mucho de ver a Gilberto. Allí los dos vivieron muy felices durante un tiempo, hasta que Uma dice que tiene que marcharse un tiempo, que él podrá quedarse en el castillo y vivir como si fuera suyo, pero no podrá atravesar una puerta de ébano que ella le dice. Si lo hace, nunca más volverán a verse.
Gilberto pregunta a la anciana del castillo dónde está Uma y esta le dice que está con su esposo y le cuenta la historia.
El esposo de Uma era un rey que en su castillo, por culpa de las mujeres, había habido mucho odio. Entonces decidió echar de su reinado a todas, pero se sentía muy triste. Un mago hace un conjuro y en una sala del castillo crea en cada esquina una estatua de una preciosa mujer de mármol. Para que estas mujeres nunca se vean, el rey hace construir un palacio para cada una, donde ningún hombre podrá acercarse y una vez al año una de estas mujeres saldrá del castillo para ir a encontrarse con él. Una de estas mujeres es Uma y por eso ha tenido que irse durante un tiempo.
Gilberto piensa que la puerta de ébano está relacionada con esto y decide entrar. Allí dentro solo hay un árbol y decide descansar debajo de él. Cuando despierta, se da cuenta de que ya no está en el palacio, sino en una barca en el río Nilo. Piensa que está soñando, pero cuando ve que lleva el anillo que Uma le regaló, se da cuenta de que todo es real. Vende el anillo para poder volver a Jerusalén. Una vez allí, va a buscar a su antiguo amo, pero había muerto.
Se aloja en una posada y en el espejo que allí había ve que su imagen es la de un hombre viejo y canoso. En realidad, habían pasado quince años. Como ya no tiene nada que hacer en Oriente, coge un barco hacia Constantinopla.
Capítulo 6: El secreto de Moisés
Moisés y Gilberto, por fin, se van hacia el camino de Santiago. El chico va triste por haber dejado al hermano Martín. En el camino conocen a otros, pero a Gilberto no le gusta intimar mucho con ellos.
Martín pregunta a Gilberto por su mujer y sus hijos, antes nunca se había atrevido. Él le cuenta que cuando llegó a su castillo después de veinticinco años nadie le conoció y él no se atrevió a presentarse porque destrozaría la vida de su mujer y sus hijos, ya que esta, después de no saber nada durante dos años de Gilberto, decide casarse y tener más hijos. También supo que ya era abuelo, su hija había tenido una niña. Cuando vio a esta niña, pensó en quedarse a vivir en el castillo como mendigo, pero luego pensó que sería mejor irse, ya que no iba a poder soportar vivir al lado de los suyos y nunca poder decirles nada.
Gilberto y Moisés siguen su camino hacia Santiago. Paran a hacer noche cerca de un arroyo y a la mañana siguiente, cuando van a bañarse, Gilberto ve que Moisés tiene una mancha debajo de la axila, la mancha que tienen todos los herederos del barón de Forner. Entonces, decide volver.