Recorrido por el Teatro en España: Desde 1940 hasta Hoy

El Teatro Español desde 1940: Un Recorrido Histórico

El teatro desde 1940

  1. Años 40 y 50.

El panorama teatral de la inmediata posguerra es bastante pobre: el exilio de autores, la censura, un público poco dispuesto a innovaciones y el afán comercial de los empresarios hacen que el teatro quede reducido a un mero espectáculo para la diversión. Solo a finales de los años 40 aparece un teatro comprometido con la realidad social del momento.

Teatro Burgués

El teatro triunfante en los 40 es un teatro comercial, dirigido a un público de clase media y continuador de la alta comedia benaventina, con obras bien construidas, que se desarrollan en ambientes acomodados o cosmopolitas y que tienen una suave carga crítica de carácter moral. Frecuentemente, son obras cómicas. Pertenecen a esta línea autores como Joaquín Calvo Sotelo, José María Pemán o Juan Ignacio Luca de Tena.

Teatro Humorístico

Se representa también un teatro de humor, cultivado principalmente por dos autores que habían iniciado su producción en los años 30 y que consiguen una comicidad intelectual cercana al absurdo: Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura (págs. 308-309).

Jardiel Poncela provoca la comicidad partiendo de situaciones ilógicas y disparatadas. Se encajan en el desenlace todos los elementos inexplicables de los primeros actos. Eloísa está debajo de un almendro (1940), Los ladrones somos gente honrada (1941).

Mihura escribió su obra fundamental en 1932, Tres sombreros de copa, pero no fue representada hasta 1952.

El humor de Mihura se basa en la ruptura con la lógica y con la experiencia con un trasfondo amargo.

Otras obras: El caso de la señora estupenda (1953), Maribel y la extraña familia (1959), Ninette y un señor de Murcia (1964), Melocotón en almíbar.

Teatro Inconformista de Protesta y Denuncia

A finales de los 40 aparece un teatro que rompe con la línea de evasión común hasta entonces. En 1949, Antonio Buero Vallejo (pág. 309) estrena Historia de una escalera, con la que inicia un teatro que da testimonio de la vida española y de su realidad sociopolítica, trascendiendo el costumbrismo. Buero Vallejo plantea los problemas sociales y exige al público una toma de postura y una implicación en la búsqueda de soluciones.

En su obra En la ardiente oscuridad (1950), Buero Vallejo plantea uno de sus temas constantes: la actitud del hombre ante sus limitaciones. Un invidente que cuestiona las normas de una institución es asesinado. Se le ha atribuido significación política.

Alfonso Sastre con Escuadra hacia la muerte (1953) es representante también de esta línea, pero desde una base ideológica marxista, más política que social. Esta obra es una denuncia del militarismo.

Estéticamente, predomina en estos dos autores el realismo: la escena imita espacios cotidianos, con rasgos costumbristas, y un lenguaje que se esfuerza por reproducir el habla de las distintas clases sociales.

Años 60

En los años sesenta, el teatro que cosecha los grandes éxitos es el representado por la nueva comedia burguesa. Se trata de un teatro de evasión, inmovilista, que repite esquemas del pasado, con personajes totalmente alejados de las circunstancias sociales del momento. En esta corriente se incluyen autores como:

Alfonso Paso: Los que tienen que servir, Enseñar a un sinvergüenza. Jaime de Armiñán: El último tranvía.

Juan José Alonso Millán: El cianuro…, ¿solo o con leche?

En los años 60 encontramos una serie de autores que siguen las huellas de Buero Vallejo: teatro realista. Es un teatro de protesta y denuncia.

Los temas que trata este drama son las injusticias sociales: la explotación del hombre por el hombre, la vida proletaria, la hipocresía, la marginación… La puesta en escena de los textos realistas se caracteriza por la complejidad de sus espacios escénicos, la profundización en los caracteres de los personajes, el lenguaje violento, desafiante, directo, sin eufemismos. Muchos de los dramas realistas no se estrenaron.

La camisa (1962), de Lauro Olmo

Los salvajes en Puente San Gil (1963), de J. Martín Recuerda

Los inocentes de la Moncloa (1961), de José María Rodríguez Méndez.

La producción de Buero Vallejo aborda problemas sociales. Obra esencial de esta década es El tragaluz (1967) (pág. 328)

Años 70. Teatro Experimental

Surgen en esta década grupos de teatro independiente cuya actividad renovadora se desarrolla al margen de los circuitos establecidos. Los más famosos fueron: Tábano, Los Goliardos, Teatro Experimental Independiente (TEI), La Fura dels Baus, Els Joglars (estos dos últimos se introdujeron en circuitos comerciales y continúan activos).

Hay que destacar dos nombres:

Fernando Arrabal: Pic-nic (1952), El cementerio de automóviles (1966). Estas obras fueron representadas en España a partir de 1977.

Francisco Nieva: Pelo de tormenta, Malditas sean coronada y sus hijas.

Sus obras son herederas del teatro del absurdo (abandono de lo racional y del discurso lógico) y el teatro de la crueldad (representación de lo atroz como medio de provocación). Han creado originales dramaturgias que tienen dificultades de aceptación en el panorama teatral español. Ambos se alejan del teatro realista, desarrollan temas alegóricos y utilizan personajes sin psicología. La intención de estos sigue siendo la crítica. Es una lengua espontánea y natural, procedente del habla coloquial, pero reelaborada mediante rupturas del uso normal para que exprese lo irónico o lo absurdo.

Hacia 1975, aparece una serie de autores que abordan temas contemporáneos, con una estética realista, sin excluir lo fantástico, y una moderada renovación formal. Estos dramaturgos muestran predilección por la comedia, a veces, con ribetes trágicos. Son obras que se desarrollan en ambientes urbanos con diálogos ágiles en tono coloquial. Pueden destacarse:

José L. Alonso de Santos: La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro.

José Luis Sanchis Sinisterra: ¡Ay, Carmela!

Fernando Fernán-Gómez: Las bicicletas son para el verano.

Ab.

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