Divina Comedia: Paraíso – Cantos XV al XXVII – Cielo de Marte a Estrellas Fijas

Cantos XV al XVIII: Quinto Cielo – El Cielo de Marte y las Almas Combatientes por la Fe

En el quinto cielo, el de Marte, Dante encuentra las almas de aquellos que combatieron por la fe. Se complace al encontrar a su tatarabuelo, Cacciaguida, quien le habla de su infancia y le profetiza su futuro destierro. Le advierte que abandonará todas las cosas que más ama y que este será el primer dardo que arroje al arco del destierro. Experimentará la dureza del pan ajeno y la compañía estúpida y malvada, pero su primer refugio será la cortesía de un Lombardo. Beatriz le explica a Dante que son bienaventurados los espíritus que alcanzaron gran renombre con sus acciones antes de ascender al cielo. Dante observa que el hombre que obra bien aumenta su virtud día a día.

Dante presencia un espectáculo de luces que forman cinco veces siete vocales y consonantes, creando la frase «Diligite Justitiam» y finalmente «qui judicatis terram«. Estas luces se transforman en la cabeza y el cuello de un águila, mientras que los demás bienaventurados completan el cuerpo. Esta formación se origina cuando la «M» final se convierte en una flor de lis y un águila imperial.

Cantos XIX y XX: Sexto Cielo – El Cielo de Júpiter y los Justos y Piadosos

En el sexto cielo, el de Júpiter, el águila imperial le dice a Dante que por haber sido justo y piadoso está exaltado hasta esta gloria, que no se deja vencer por el deseo. Afirma que en la tierra dejó tal memoria de él, que incluso los hombres más perversos la recomiendan, aunque no sigan su ejemplo. Dante enfatiza que sin fe y sin obras no hay salvación.

El águila real explica las diferentes almas que forman su ojo. La pupila es el cantor del Espíritu Santo, encargado de transportar el arca de ciudad en ciudad. De los cinco que forman el arco de la ceja, el más próximo al pico conoce cuán caro cuesta no seguir a Cristo. El que le sigue en la parte superior de la circunferencia sabe que los eternos juicios de Dios son invariables, aunque una ferviente oración puede cambiar el curso de los eventos. Otro, guiado por una buena intención que produjo malos frutos, comprende que el mal resultado de su buena acción no le es nocivo. El que está en el declive del arco conoce el amor del cielo hacia un rey justo, manifestado por el resplandor que lo rodea.

Se revela que Dios abrió los ojos de estas almas a la redención futura. Se mencionan tres mujeres que, junto a la rueda derecha del carro, bautizaron a estas almas más de mil años antes de que se instituyera el bautismo.

Cantos XXI y XXII: Séptimo Cielo – El Cielo de Saturno y los Contemplativos

En el séptimo cielo, el de Saturno, Dante observa que la belleza de Beatriz aumenta a medida que ascienden por las gradas del eterno palacio. Ella le explica que su rostro brillará más cuanto más asciendan. Dante observa una escala dorada tan elevada que sus ojos no pueden seguirla, por donde descienden muchos resplandores. Uno de ellos, que se queda cerca, comienza a resplandecer intensamente. Dante pregunta quién es y este le responde que es Pedro Damián. Se narra su vida y se critica el lujo y la malicia de los prelados.

Cuando su guía observa cien esferas, siente miedo de preguntar. La mayor de las perlas se adelanta para satisfacer la curiosidad de Dante. Habla de la caridad y señala a unos fuegos que fueron hombres contemplativos, aquellos que abrazan el ardor que hace nacer las flores y frutos santos. Dante pide ver su rostro descubierto, pero se le explica que su deseo solo se cumplirá en la última esfera, donde todos son perfectos, maduros y enteros. Se menciona la corrupción de los monasterios.

Cantos XXIII al XXVII: Octavo Cielo – El Cielo de las Estrellas Fijas y el Triunfo de Cristo

En el octavo cielo, el de las estrellas fijas, Dante y Beatriz se encuentran en la legión del triunfo de Cristo y todo el fruto recogido de la rotación de estas esferas. Dante, maravillado por la belleza de Beatriz, no percibe el hermoso jardín que florece bajo los rayos de Cristo, por lo que ella le llama la atención. Cristo y la Virgen María ascienden al Empíreo.

Dante es examinado sobre la fe. A la pregunta «¿Qué es la fe?», responde: «Es la sustancia de las cosas que se esperan y el argumento de las que no aparecen a nuestra mente». Se le pregunta por qué se coloca entre las sustancias y no entre los argumentos, a lo que responde: «Porque las cosas que aquí se manifiestan claras y patentes en la creencia sobre la que se funda la alta esperanza, por eso toma el nombre de sustancia». Dante supera la prueba y es bendecido.

Santiago apóstol examina a Dante sobre la esperanza. Dante responde: «La esperanza es una expectación cierta de la vida futura, producida por la gracia divina y los méritos anteriores». Hay una aprobación general. Dante intenta ver el cuerpo de San Juan, lo que lo ciega momentáneamente, a pesar de que Beatriz está a su lado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *