6- Sitúa la obra en el contexto social, cultural y artístico de la época a la . . que pertenece
El último tercio del siglo XIX fue muy negativo para la sociedad española a causa de una serie de problemas que concluyeron con el Desastre del 98. Políticamente, la alternancia entre los conservadores y los liberales en el poder no satisfacía a una población descontenta que sufría dificultades económicas, así como el atraso económico del país. Aparecieron grupos políticos anarquistas y socialistas, además de los carlistas, que intentaban aportar las soluciones que los conservadores y los liberales no hallaban.
Además de la sublevación de las colonias americanas, los problemas regionalistas constituyeron otra dificultad más para la maltrecha sociedad española. El ambiente era de descontento, de dejadez en todos los sentidos, en un país donde la mayoría de la población vivía atrasada y miserable, cuando no hostigada por los caciques. La poca industria que sostenía la economía se encontraba en Cataluña y en el País Vasco, con lo que la concentración de este tipo de actividades favorecía la emigración hacia zonas más prósperas. Por su parte, las clases altas formadas por aristócratas y miembros de la alta burguesía vivían apartadas de los problemas del campesinado y del proletariado, en un mundo cerrado sobre sí mismo.
Hemos de añadir el conocido Desastre del 98. Cuba, Puerto Rico y Filipinas eran las últimas colonias de ultramar que España poseía hasta ese momento. Las guerras coloniales que se habían iniciado en 1895 fueron minando poco a poco la moral y la economía de un país ya de por sí desmoralizado ante el desmoronamiento que se presentía. El 1 de mayo de 1898, las tropas españolas fueron derrotadas y aniquiladas. Esta humillación hizo que la conciencia de los españoles –al menos de los intelectuales– se tambalease y se intentasen buscar soluciones ante el declive imparable de España, que unos años antes había sido la principal potencia mundial.
La entrega de Cuba,
Filipinas y Puerto Rico obligaba a replantearse el camino que el país llevaba,
y en este contexto, en esta situación, un grupo de intelectuales se pusieron
manos a la obra:
Había que analizar las causas de la decadencia y, por
supuesto, buscar soluciones. A esto se dedicaron los noventayochistas, aunque
hay que decir que no fueron los primeros, como veremos a continuación.
En este siglo, se produce el “paso” del Realismo al Naturalismo. En éste, se ve la realidad desde un punto de vista pesimista. Pero este cambio se produce de forma desigual en España (donde Baroja se ve influenciado por Galdós, Clarín, etc. y se presentan ciertos resquicios de libertad).
Andrés Hurtado influenciado por Schopenhauer (quien presenta un pesimismo, seguido por una vida dolorosa y cruel), Nietzsche (y su idea de “hombre fuerte y vitalista”), Kant (que busca la realidad evitando impresiones falsas), etc. Por lo tanto, el objetivo de la novela no es la filosofía de Schopenhauer, sino hacer una crítica a la sociedad de la época. Si comparamos el pensamiento de Baroja con el de Andrés, podría parecernos que ambos defienden la filosofía de Schopenhauer. Pero si analizamos el desenlace de Hurtado tras haber seguido su principio (ataraxia: Como la acción implica dolor, no actúa), veremos que esta obra supone una crítica a tal filosofía; invita a la acción y no a la inactividad. En la cita de Andrés “Cazar, guerrear, digerir, respirar, son formas de creación y de destrucción al mismo tiempo” observamos una relación con el principio de ataraxia de Schopenhauer: toda acción implica dolor, por lo que es mejor no hacer nada.
Para Baroja, el problema del pesimismo se ve influenciado por su constante reflexión sobre las cosas. En este sentido, volvemos a encontrar claros ejemplos en la obra, tras preguntarse por la “cacería constante” entre especies, por el sentido de la vida, …
La novela es también un reflejo de la realidad social de la época. La supervivencia del más fuerte sobre el débil nos lleva a pensar que valores artificiales tales como la justicia, la bondad, el bien, etc. no nos ayudarán a progresar o subsistir. Hay un fuerte individualismo (propio de Baroja) en los personajes. Ejemplo es la relación de Andrés con Lulú. Ésta no apoya al amor por reflejar el estado de felicidad de Andrés una vez casados, sino al fracaso de éste cuando Lulú deja de ser como a él le gustaba durante el embarazo y cuando más tarde muere. Otra clara muestra de individualismo es Aracil.
En la novela se pone de manifiesto el malestar de la época y, en concreto, la ideología de la Generación del 98 a la que pertenecía Baroja. Así critica al escaso ambiente cultural que existía en la época (ambiente grotesco entre los estudiantes, falta de seriedad y rigor entre los profesores…) y al escaso interés del gobierno para invertir en ciencia (Ibarra tiene que irse a Bélgica para patentar sus inventos. Tampoco existen en España laboratorios de Fisiología para que los alumnos de Medicina puedan hacer prácticas).
Critica la crueldad
humana;
la piedad no aparecía en el mundo, pensaba Andrés; los
alumnos de la clase de disección maltratan sin piedad a los cadáveres, además
de la pusilanimidad de los profesores de la Universidad y por extensión, a la
Enseñanza.
Situación que viven las prostitutas: La represión sexual de la cultura de la época. Provoca la aparición de una pornografía sucia y clandestina, de mal gusto; lo contrario de lo que ocurre en Inglaterra, en donde la naturalidad del sexo se manifiesta en revistas eróticas de mejor calidad. Doña Virginia, abortista, explota y vende a mujeres.
Sanidad: El médico de San Juan de Dios maltrata a los enfermos.
Machismo: compasión por Dorotea ante el machismo de su marido.
Desprecio por la fiesta de los toros: El espectador de las corridas tiene una moral cobarde porque exige el valor de otros.
La vulgaridad, a la miseria espiritual en todas sus facetas que impide conseguir una vida digna: Doña Venancia, Manolo el Chafandín, Doña Virginia, los amigos que se burlan de la locura de Villasús…
El carácter individualista español. Impide el asociacionismo y nos hace insolidarios y envidiosos: ruina de Alcolea, competitividad entre los médicos…
El patriotismo. Crítica al falso patriotismo que muestran los españoles en su actitud ante el conflicto bélico de Cuba: patriotismo hueco y exaltado al inicio de la guerra y, olvido e indiferencia cuando se pierden las colonias. Pero, por otro lado, tampoco se admiten en la obra las críticas a España porque sí, sin argumentos de peso. En el viaje en tren hacia Alcolea un pasajero se queja de la ineptitud de los españoles porque en la estación se cometió un error al darle un billete de segunda y no de primera como él quería. El viajero despotrica de España a la que considera incivilizada e inculta respecto a Europa y América. Otro viajero lo calla contundentemente. Andrés aplaude interiormente esta intervención.
La bohemia y al romanticismo estériles. No son más que actitudes egocéntricas que dan la espalda a la realidad, inactivas y vacías de compromiso. Quizá el ejemplo más representativo de la obra sea el caso de Villasús: su vida desgraciada, la incapacidad para criar a sus hijas decentemente, su patético velatorio…
A los pobres, que se dejan explotar asumiendo su espíritu de esclavos. A su ignorancia e inconsciencia por procrear proles careciendo de medios: La fecundidad no puede ser un ideal social. No se necesita cantidad, sino calidad o El perpetuar el dolor en el mundo me parece un crimen.
La cuestión racial está presente en el trasfondo de la obra. La actitud y talante de muchos personajes están interpretados desde un punto de vista racial que conlleva una actitud moral. Así, aunque es Iturrioz el que hace la clasificación en dos tipos humanos, será Andrés el que la aplicará a lo largo de la novela para explicar el comportamiento de algunos personajes.
Iturrioz hablaba del tipo ibérico y del tipo semita: Al tipo ibérico asignaba el doctor las cualidades fuertes y guerreras de la raza; al tipo semita las tendencias rapaces, de intriga y de comercio.
De esta manera Andrés considera a Aracil como un tipo semita, Era un verdadero fenicio, y a Montaner Más del tipo semita que del ibérico, también el padre Juan entraba dentro de este grupo.
Pero la cuestión racial le ofrecerá una interpretación aún más amplia: el semitismo ha originado la religión judeo-cristiana que Con sus impostores ha dominado el mundo, es una religión que ensalza la debilidad humana, pero La mentalidad científica de los hombres del norte de Europa barrerá el carácter semítico.
También comenta a Lulú: Tenemos sangre semita. De ese fermento malsano, complicado con nuestra pobreza, nuestra ignorancia y nuestra vanidad, vienen todos los males.
En general aparece una crítica muy nietzscheana en la que se ensalza al hombre de acción. El desprecio de Andrés va dirigido hacia todos aquellos que no lo son y no tienen la voluntad de serlo: los ricos porque viven acomodados en su posición, los pobres por no luchar para dejar de serlo, los idealistas y poetas por su heroísmo cómico y ridículo que los convierte en socialmente inactivos.