Reflexiones sobre la sociedad a través de la ceguera: una obra de José Saramago

Una mirada profunda a la condición humana

La obra Ensayo sobre la ceguera, del Premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, es más que una pieza literaria excepcional; es un profundo estudio sociológico que nos confronta con situaciones que nos obligan a analizar el comportamiento y la estructura de la sociedad. A través de una narrativa cautivadora, Saramago nos invita a examinarnos a nosotros mismos, revelando cómo nuestro comportamiento individual es una pieza fundamental en la construcción del tejido social.

La ceguera como metáfora social

Esta obra, con un marcado enfoque sociológico, nos presenta una situación peculiar: una repentina epidemia de ceguera que se propaga rápidamente. La trama gira en torno a este eje central, la ceguera, que actúa como una poderosa metáfora de la condición humana y las dinámicas sociales.

El inicio de la epidemia y las primeras reacciones

La historia comienza con un hombre que pierde la vista inexplicablemente mientras conduce en pleno tráfico. Este hombre, desconcertado, describe su ceguera como «blanca», un detalle que el autor utiliza para diferenciarla de la ceguera tradicional. Este evento inesperado nos lleva a reflexionar sobre la fragilidad de nuestra realidad y nos plantea la pregunta: ¿Qué pasaría si…? Aquellos que gozamos de una buena vista rara vez consideramos la posibilidad de perderla, y mucho menos imaginamos cómo afectaría esto a toda una sociedad. A partir de este punto, surgen hipótesis que se van desarrollando a lo largo de la lectura, no de manera explícita por el autor, sino a través de la propia interpretación del lector.

Tras unos segundos, al cambiar la luz del semáforo a verde, los autos avanzan, excepto el del hombre que ha perdido la vista. La reacción de los demás conductores es variada. Algunos, sin comprender la situación, emiten juicios erróneos sobre el hombre. Esta escena nos lleva a reflexionar sobre cómo, a menudo, juzgamos a las personas y las situaciones sin tener suficiente información, basándonos en prejuicios e ideas preconcebidas. Los conductores que tocan el claxon frenéticamente, sin saber la razón de la inmovilidad del auto, son un ejemplo de ello. También podemos interpretar esta escena como una muestra de nuestro egocentrismo, donde solo nos preocupamos por nuestros propios problemas, olvidando que hay un mundo lleno de personas que, como nosotros, viven, sienten, sufren y enfrentan sus propias dificultades. La clave para una convivencia pacífica reside en la reflexión, la comprensión y la tolerancia.

Solidaridad y oportunismo

En contraste con la reacción anterior, algunas personas se percatan de la situación y deciden ayudar al hombre, aun sin saber la causa de su inmovilidad. Posteriormente, él les comunica, entre pánico, desconcierto y dolor, que ha quedado ciego. Algunos individuos, movidos por «sentimientos natos de generosidad y altruismo», le brindan su apoyo, generando en él un atisbo de confianza. Un desconocido se ofrece a llevarlo a su casa. Durante el trayecto, el ciego se lamenta e intenta encontrar una explicación a lo sucedido, sin encontrar más respuesta que la incredulidad. Sin embargo, esta confianza se ve traicionada cuando el desconocido, aprovechándose de la situación, le roba el auto.

Este incidente nos lleva a una profunda reflexión individual y social. Como menciona el autor, los sentimientos iniciales del desconocido parecían genuinos, mostrando generosidad y altruismo, sentimientos que se consideran innatos en el ser humano. Sin embargo, al final, estos sentimientos no se materializaron. Al robar el auto, no solo se aprovechó de la vulnerabilidad del ciego, sino que también violó el principio básico de «No robarás», un principio de aplicación universal, incluso para los ateos, e ignoró los sentimientos natos de los que hablamos anteriormente.

La sociedad y la naturaleza humana

Como lectora y parte activa de la sociedad, este evento me lleva a reflexionar sobre una pregunta que ha sido objeto de debate a lo largo de la historia:

¿La sociedad corrompe al hombre, o el hombre corrompe a la sociedad?

Si bien los sentimientos iniciales del desconocido eran de generosidad y altruismo, ¿qué factores influyeron para que cambiara sus intenciones de manera tan drástica? Esta es la interrogante que nos hace analizar el planteamiento social una y otra vez.

Eventos inesperados y la fragilidad de la rutina

A partir de este punto, se desencadenan una serie de eventos extraños y decisivos en la obra. El ciego, en su casa, continúa lamentándose, tratando de asimilar la realidad. Tras romper un florero, incidente provocado por su ceguera, llega su esposa. Ella, sin conocer la situación, emite juicios incorrectos, pensando que él no quiso recoger el florero por pereza. Sin embargo, al enterarse de lo sucedido, cambia de actitud y ayuda a su esposo. Al intentar ir al médico, se dan cuenta de que el auto ha sido robado. No obstante, esto no lo toman como una prioridad, ya que la salud del hombre es más importante en ese momento. Estos eventos inesperados son los que cambian drásticamente la vida de una persona y nos hacen pensar que no todo es rutinario, y mucho menos perfecto. Debemos ser conscientes de que muchas cosas nos pueden pasar en cualquier momento, buenas o malas, pero todas marcan nuestras vidas. Todas son experiencias de las que hay que aprender y tratar de tomarlas positivamente, no cerrarnos a que todo va a ser siempre de una manera. De esto se trata la vida, a veces estás arriba y luego abajo, es una rueda de la fortuna. Por eso hay que vivir cada momento como si fuera el último, el hecho es vivir, pero tratar de vivir feliz.

La propagación de la ceguera y la negligencia gubernamental

Al llegar al consultorio, el ciego es atendido rápidamente. Allí se encuentran algunos de los personajes más importantes que se desarrollarán en la obra: un hombre con una venda, un niño estrábico y una mujer con gafas oscuras. El hombre ciego sale del consultorio aún más confundido, ya que el doctor no encuentra una solución a su ceguera. Posteriormente, el doctor queda consternado por lo acontecido.

Cada persona que estuvo en contacto con el ciego continúa con su vida, pero al final se percatan de que la inexplicable ceguera del señor no era un caso aislado, sino que se propaga como una epidemia. Por ejemplo, la mujer con gafas oscuras, después de ser atendida, va a un hotel y tiene relaciones sexuales con un hombre, lo que sugiere que es una prostituta o que disfruta de ese tipo de actividades. Después del acto, queda ciega. Lo mismo le sucede al desconocido ladrón «altruista» y, finalmente, al doctor, quien, al llegar a su casa y comentarle a su esposa el extraño suceso, comienza a leer un libro y se pregunta qué se sentiría quedarse ciego. En ese preciso instante, queda ciego. Este momento nos hace comprender que nadie puede entender completamente a otra persona. Por ejemplo, el doctor era un especialista en los ojos y tenía conocimientos sobre la ceguera, sin embargo, nunca pudo saber realmente qué era la ceguera hasta que experimentó lo mismo que sus pacientes. Cada cabeza es un mundo y cada persona es una historia diferente llena de sentimientos e ideas basados en experiencias. Sin embargo, cada persona conforma una sociedad, y es por eso que, aun cuando nuestras ideologías y actos sean distintos, reflejados por nuestro interior, estos siempre deben permanecer dentro de las normas de la sociedad, respetando las ideas del prójimo y mostrando comprensión y tolerancia.

A la mañana siguiente, el doctor comunica a su esposa lo sucedido y deciden avisar a la Secretaría de Salud. Sin embargo, estos comunicados no son tomados en cuenta, lo que provoca que la epidemia se propague aún más. Este es un claro ejemplo de la negligencia que existe en algunos sectores importantes del gobierno, como en este caso, la salud pública. Se sabe que con la salud no se juega, y este fue el motivo por el cual la epidemia se propagó y originó el caos.

Para lograr un mejor desarrollo de la sociedad, debemos tener como disciplina la prevención de daños y no la reparación de estos, ya que la segunda opción suele generar más gastos y problemas. Esta disciplina se debe aplicar desde el individuo para beneficio de la sociedad. Si se hubieran tomado las medidas necesarias en este caso, las consecuencias no hubieran sido tan drásticas como se verán en el transcurso de la obra. Sin embargo, por negligencia del gobierno, como suele ocurrir, no se tomó el caso en serio y las consecuencias fueron devastadoras.

El aislamiento y la pérdida del orden social

Comienzan a surgir brotes de la «ceguera blanca» en diversos puntos de la ciudad. El gobierno, preocupado, busca un lugar para aislar a los portadores de la enfermedad. Después de considerar varias opciones, eligen un manicomio. Allí envían a todas las personas que han quedado ciegas y a los probables portadores. Los militares se encargan de vigilar el orden del lugar, pero están aterrorizados por los sucesos y olvidan su objetivo. Al llegar al lugar, las cosas no pintan bien, pero aún se puede sobrevivir. Entre las personas que son enviadas a este lugar, identificamos a todos los pacientes del doctor, incluyéndolo a él y a su esposa, y a las personas que habían estado en contacto con los enfermos, como el ladrón, la secretaria, el taxista que se acostó con la mujer de gafas oscuras y el policía que en algún momento ayudó al ladrón.

Un dato crucial que da un giro a la trama es que el autor decide no quitarle la vista a un personaje: la esposa del doctor. Ella se convierte en testigo de las atrocidades que se cometen en el lugar.

El caos y la deshumanización

¿Qué podría pasar en una situación donde se pierde la calma, se olvidan los valores y las normas de conducta, y peor aún, donde no hay un gobierno o una administración que regule la situación? En la obra se nos da una idea de lo que podría ser una sociedad de este tipo, la cual inevitablemente desemboca en el caos.

Las atrocidades comienzan a sucederse. Se rompe el orden entre los ciegos y no hay quien controle la situación, ya que los militares tienen miedo a contagiarse y toman medidas extremas para evitarlo, llegando incluso a cometer asesinatos. Esto es un claro ejemplo de abuso de poder, ignorancia y negligencia. Los militares abusaban de las armas para defenderse, ese era el poder que tenían, y los ciegos estaban a su merced. Debido a su ceguera, no podían ver que los mantenían en condiciones infrahumanas para evitar el contagio. Además, por negligencia, ocurrieron muchas atrocidades dentro del manicomio. Los enfermos llegaron a tal punto que comenzaron a violar a las mujeres, quienes negociaban por comida. Como mencioné anteriormente, todo se volvió un caos por la falta de autoridades que pusieran orden, lo que llevó a muchos abusos entre los enfermos. Sin embargo, hago una observación particular que se refleja en la sociedad: todos los ciegos estaban en las mismas condiciones, ninguno con más ventaja que otro, todos ciegos. Aun así, comenzaron a cometer atrocidades, como violar a las mujeres. Los violadores sabían que violar es un delito, sin embargo, a pesar de su desgracia, se despertó su maldad y comenzaron a infringir la ley. Mis planteamientos a esta situación son:

  • ¿Realizaron estos actos porque sabían que no había autoridad que los castigara?
  • ¿Simplemente infringieron la ley porque todo ser humano tiene cierto nivel de maldad que, dependiendo de la situación, utiliza?
  • ¿Será que la maldad también es un sentimiento innato?

Mis cuestionamientos aún no tienen respuesta, sin embargo, pienso que la gente, al no ver autoridad, se siente con la libertad de hacer lo que sea, incluso de violar los derechos de otros. Esa es la diferencia entre libertad y libertinaje. En nuestros días, es muy difícil permitir una sociedad meramente libre, ya que la sociedad debe tener algunas limitaciones que regulen su conducta. No me refiero a privar a todo individuo de su libertad, sino a regularla de la misma manera que la de todos. Pienso que ese fue el principio de las normas, que son algo sumamente importante para la estabilidad de una sociedad.

En este punto hablé de la libertad, ya que en el manicomio, las personas, al no ver lo que hacían los demás y al no ser vistos, por supuesto, hacían lo que querían. Sin embargo, perdieron la conciencia de lo que hacían, y es cuando notamos la pérdida de moral, el respeto a los demás individuos y el desafío a la autoridad. Pero no me refiero a la autoridad como sociedad, sino a la autoridad que existe dentro de nosotros, a la conciencia que regula nuestros actos, la cual nos indica lo que está bien y lo que está mal, con el fin de escoger lo correcto comúnmente. Tal parece que en el manicomio la gente perdió todo tipo de conciencia, más que perder el sentido de la vista.

La lucha por la supervivencia y la esperanza

La situación en el manicomio empeoraba cada día. La gente mala se había apoderado de toda la comida. Los «buenos» trataron de luchar por ella, pero no pudieron, ya que uno de los «malos» tenía un arma y no dudó en usarla. Una mujer, harta de las atrocidades, decidió incendiar la parte donde estaban los «malos» y se sacrificó como hoguera. Entonces, los «buenos» lograron salir del manicomio, ya que no había militares que les dispararan por miedo a contagiarse.

Aquí observamos que la voluntad de la gente por sobrevivir era inmensa. Aun sin saber qué futuro les deparaba, siguieron esforzándose para salir de ahí a pesar de las calamidades que sufrieron. Como dicen, lo último que se pierde es la esperanza.

Estas personas fueron muy valientes al no dejarse morir, aunque no tuvieran una motivación clara para seguir adelante. Al final comprendieron, como mucha gente debería hacerlo, que lo único que uno tiene en esta vida y por lo que realmente se debe luchar es por la VIDA. Es realmente lo único que tenemos, no hay otra cosa en la que tengamos más poder que en nuestra propia vida. La vida es un regalo que se nos ha dado para saber aprovecharla o dejarla ir. Es por eso que estas personas, a pesar de tener diversos estilos de vida, son dignas de admiración porque lucharon por la vida hasta el último momento.

El regreso a la ciudad y la recuperación de la vista

Finalmente, salen del manicomio y se dirigen a sus casas, pero no pueden orientarse bien porque están ciegos. La esposa del doctor los guía hacia su casa. Mientras caminan, se describe el estado crítico de la ciudad: ciegos caminando por las calles y gente viviendo en condiciones infrahumanas. Aquí, el autor nos muestra una representación de los planteamientos que realicé al inicio de la lectura: una sociedad sin autoridad, guía y organización es un caos.

Llegaron a la casa del doctor, se bañaron, y la esposa del doctor salió a buscar comida. Los demás buscaron sus casas, pero como la ciudad era un caos, algunas habían sido habitadas. No había orden, al igual que en las instituciones bancarias y los comercios, que estaban descuidados y habían sido saqueados por la gente que estaba en crisis y por otra tanta que se aprovechó de la situación. El autor continúa describiendo la ciudad. La esposa regresa a la casa desolada por los acontecimientos que había visto. Comienzan a leer la Biblia y, de repente, todos comienzan a recuperar la vista.

Conclusión: una obra para la reflexión

Como comenté al inicio de este reporte, Ensayo sobre la ceguera es una obra literaria que plantea una situación de caos generada de una manera muy peculiar, que no dista mucho de la sociedad actual. Nos muestra cómo la gente infringe la ley, pero también nos muestra ampliamente qué sucedería si esta no existiera. Nos hace analizar el comportamiento del individuo en la sociedad, cómo influye en ella y cómo es influido por ella de igual manera.

Leer sobre una sociedad en caos que llegó a un estado primitivo da pie a varios análisis y planteamientos como los que he realizado a lo largo de esta lectura.

Fue muy interesante leer la obra de José Saramago, ya que realiza planteamientos muy acertados. Me gusta su manera de escribir, bastante descriptiva. Aunque algunos hayan catalogado la obra como un poco morbosa, grotesca o sucia, yo pienso que el fin justifica los medios. El autor utilizó este método descriptivo porque la obra lo justificaba. Me parece que a esos detalles que da el autor no se les debería dar tanto énfasis, ya que no son el tema principal del texto. Si bien lo enriquecen, no son lo más importante de la obra, solamente describen los hechos para una mejor comprensión del contexto.

La forma de escribir del autor es muy particular, comenzando por el sentido descriptivo que da a todas las cosas, la forma en la que realiza los diálogos que llegan a tener los personajes y que, por cierto, ninguno tiene nombre. Esto es muy curioso, porque a la vez que te imaginas qué tanto cambiaría tu vida si pasaras por una situación así, el hecho de que no haya nombres te hace introducirte en la lectura completamente.

Me gustó también que hubiera historias diversas, que la historia no girara en torno a una sola persona, y finalmente, me gustó la forma en que el autor me hizo pensar acerca de la sociedad y sacar mis propias conclusiones.

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