Argumento y Temas de La Fundación
La acción dramática transcurre al principio en una confortable habitación de una elegante fundación, que progresivamente se va convirtiendo en la lúgubre celda de una cárcel de “un país desconocido”, donde viven cinco hombres condenados a muerte por motivos políticos. Esta transformación se realiza desde la perspectiva de uno de los personajes, Tomás, a medida que recobra la razón que había perdido por su incapacidad para asumir unos hechos (detenido y torturado, delató a otros, y no pudiendo perdonarse, quiso suicidarse; pero su compañero Asel lo evitó convirtiéndose, además, en su imaginario médico). Después de preparar un plan de fuga, con un nuevo delator (Max, que morirá arrojado por Lino desde una barandilla), un suicidio (Asel), la obra presenta un final abierto, pues no sabemos si Tomás y Lino serán ejecutados o alcanzarán la libertad.
La voluntad de Buero Vallejo es escribir teatro trágico, pero la peculiaridad de su teatro es que será una tragedia esperanzada, en la que se invita al espectador a actuar, en un futuro incierto, contra los enemigos que provocan esa situación trágica. Una enumeración de los temas sería:
- La dicotomía realidad-ficción: el simbolismo, tanto de los hologramas, como de la Fundación o los ratones, sugiere que la diferencia entre la realidad y ficción es más leve de lo que parece a simple vista.
- La condición y sentido de la existencia humana.
- La mentira, la necesidad de buscar la verdad.
- La libertad (o mejor dicho, la falta de libertad): al final de la obra se llega a la conclusión de que el ser humano es un prisionero, encerrado en una sociedad engañosa, con apariencia de mundo feliz.
- La violencia y la crueldad: Tomás y sus compañeros son víctimas de la violencia en sus distintas manifestaciones: tortura, hambre, matanzas…
- La delación, la traición.
- La necesidad de actuar: la lucha contra la alienación.
- La dialéctica víctimas-verdugos.
- La solidaridad.
Personajes de La Fundación
Una constante en el teatro de Buero es el enfrentamiento entre personajes activos y contemplativos: los primeros se caracterizan por su materialismo y su falta de escrúpulos para alcanzar una meta o simplemente la supervivencia. Los contemplativos, por el contrario, se definen por el idealismo y la defensa de los principios éticos, pero carecen de voluntad para imponerlos. Permanecen pasivos, aislados de la realidad. Los personajes de La Fundación no encajan completamente en estos dos prototipos porque van evolucionando. Los personajes aparecen perfectamente identificados y con una personalidad diferente. Destacan cinco presos:
Tomás: “un mozo de unos veinticinco años, de alegre semblante”, protagonista, siempre en escena, cuya visión es la de los espectadores, que evoluciona para curarse, soporta todo el peso de la obra. Gracias al proceso de desalucinación es como el lector, el espectador llega a conocer el significado pleno del drama. Berta, único personaje femenino, es la voz de su conciencia, es una creación suya, es un personaje imaginario, sobre ella gravitan consideraciones sobre el amor ideal. Es el típico personaje de Buero que o bien le cuesta asumir su verdad por un hecho reprobable o bien tiene una limitación (en este caso psíquica). Una vez curado, pasará de la pasividad y el autoengaño al compromiso y la denuncia.
Hombre: Es un hombre sin nombre. Es el compañero enfermo con el que habla Tomás hasta que se da cuenta, cuando se lo llevan los carceleros, de que está muerto desde hace ya seis días. Es el primer elemento que favorece la curación de Tomás. Su papel en la obra es el de víctima del sistema represivo.
Asel: «es el mayor de todos: de unos cincuenta años, tal vez más. Cabello gris, expresión reflexiva». Es el líder del grupo y amigo de Tomás. Fue quien le salvó la vida cuando intentó suicidarse. Como el protagonista, delató a sus compañeros cuando lo estaban torturando. A pesar de todo esto, sospechó durante un tiempo que Tomás les había traicionado. Al final de la obra, cuando lo llevan a interrogarle, se suicida. Su firmeza y tolerancia con las debilidades humanas, su actitud conciliadora y su moral le dotan de una entidad humana ejemplar.
Tulio: se describe como «magro, cuarentón, de rostro afilado y serio». Desde el principio, no está de acuerdo con fingir delante de Tomás y por ello se enfrenta con Asel y Max. Tiene un carácter seco y variable. Poco a poco el lector irá comprendiendo el porqué de su amargura (su novia está fuera, el fracaso de su proyecto de investigación sobre los hologramas, etc.) y gran sensibilidad (es fotógrafo y amante de la pintura). Antes de que Tomás asumiese su situación, se lo llevan para ejecutarlo justo en el momento en que fantaseaba con un futuro mejor.
Max: En la obra se describe a Max como un hombre «de unos treinta y cinco años de agradable fisonomía». Tiene un carácter tranquilo y bromista. Defiende a Tomás al principio, pero cuando todos sospechan que Tomás es el delator empieza a atacarle. Al final sabremos que fue Max quien traicionó a sus compañeros por un poco de comida y algunas comodidades. En el desenlace de la obra Lino lo asesina tirándolo al vacío.
Lino: En la obra se describe a Lino como un hombre «muy vigoroso y de aire taciturno, aparenta unos treinta años». Parece ser una persona brusca y con poco tacto. Pero su actitud callada y pasiva se va transformando en una implicación activa cuando informa al resto sobre la traición de Max y decide asesinarlo. Tomás no lo aprueba por ser algo cruel e innecesario. Al final de la obra reconoce su error y apunta hacia un carácter renovador.
Técnicas y Recursos Dramáticos en La Fundación
Para esquivar los rigores de la censura franquista, Antonio Buero Vallejo escribió en una línea posibilista: ajustó el mensaje que quería transmitir a las exigencias de la censura recurriendo al simbolismo y a la reflexión histórica.
Simbolismo: La Fundación es la falsa realidad donde vive Tomás para olvidarse de sus verdaderos problemas. La Fundación representa los sueños y las convicciones acomodaticias a las que nos aferramos para escaparnos de las responsabilidades. Su decoración puede asociarse a las conquistas de nuestra forma de vida moderna: la cultura, la comunicación, el bienestar, etc. De cierta manera, se trata del pan y circo, es decir, de las falsas seguridades que nos ofrece la sociedad para tapar las partes más oscuras del sistema.
Efectos de inmersión: Este recurso consiste en conseguir que el público se identifique con determinados personajes, es decir, Buero Vallejo pretende que el público sea partícipe, aunque no quiera, de los problemas y de la situación anímica de algunos de los protagonistas de una forma tanto psíquica como física. En el caso de La Fundación, la inmersión se plasma en la asunción del punto de vista de Tomás: cinco hombres están reunidos en un espacio escénico que va cambiando a medida que progresa la acción. Cada transformación del espacio escénico revela que un nuevo fragmento del mundo real ha logrado ocupar su sitio en el cerebro del personaje, puede decirse que es desde ahí desde donde transcurre la obra. Al principio, pensamos que nos encontramos en una habitación llena de lujos con vistas a un precioso paisaje, y al final, esa habitación no es más que una celda. Además, los cinco científicos que formaban parte de un moderno centro de investigación, son en realidad cinco condenados a muerte.
Acotaciones: caracterizadas por su extensión y precisión, nos permiten imaginar espacios, escenas, tiempos y actitudes con numerosos pormenores. En esta obra son imprescindibles, sobre todo a la hora de expresar los efectos mutadores que son claves en el desarrollo de la pieza y en su recepción por el espectador. Las acotaciones más extensas se encuentran al inicio de cada una de las dos partes.
Importancia de la música: como recurso expresivo (ya que la obra comienza y acaba con Guillermo Tell de Rossini). Esta música, al comienzo, crea el ambiente adecuado para la presentación de una alucinación; mientras que al final deja el camino abierto a la esperanza y a la aparición de nuevas situaciones que afectan al espectador).
Importancia de la pintura: que tiene como finalidad sugerir al espectador que algo raro está sucediendo, al producirse hechos inexplicables, incongruentes.
Espacio, Tiempo y Acción
Espacio
La acción transcurre en un único espacio, aunque este varíe su configuración a lo largo de la obra, al pasar de ser la habitación confortable de una fundación a la celda de una cárcel. Podríamos decir que el escenario está situado en la mente de Tomás o al menos que lo vemos a través de sus ojos, y es un elemento de importancia trascendental en el desarrollo de la historia, ya que el proceso mental que se produce en el personaje al ir acercándose a la realidad se refleja en la transformación paulatina del escenario.
Desde el principio, Buero Vallejo quiere que la acción transcurra en un lugar indeterminado (que pueda ser cualquier lugar) donde se haya sufrido en el pasado (o se sufra en el presente) persecución política, represión policial y cárcel por motivos de ideas.
Tiempo
Tiempo dramático de la pieza (comienza in media res): En la obra no hay indicaciones temporales muy precisas, pero los cuatro “cuadros” en que se divide transcurren, sin saltos cronológicos internos, en pocos días. En la primera parte, el primer cuadro tiene lugar una mañana poco antes de comer. El cuadro segundo transcurre esa misma tarde. En la segunda parte, el tercer cuadro se desarrolla tres días después, cuando los presos acaban de cenar. En el último cuadro han pasado pocos días, quizá uno sólo.
Este es el tiempo de la acción dramática, pero la historia abarca un tiempo más amplio. A medida que los diferentes elementos del escenario van recuperando su condición carcelaria; es decir, a medida que el protagonista va aproximándose a la realidad, se suministran al espectador los datos referentes al tiempo pasado y que explican la situación presente: la delación de Tomás, la condena a muerte, etc.
Tiempo en que la obra transcurre: principios de los años 70, final de la dictadura de Franco. Ahora bien, la obra no sucede en un tiempo concreto, la falta de concreción es totalmente intencionada y persigue la vigencia de la lección ética, social y metafísica.
Acción
La obra se constituye como un continuado proceso de acercamiento desde la locura a la realidad. La acción de la obra se centra principalmente en la conquista de la verdad a partir de la enajenación: en comprender que estamos en la cárcel. La acción no incluye peripecias, pues es un drama de situación, de situación límite. Durante la primera parte y casi todo el primer cuadro de la segunda, el centro de atención está constituido por el progresivo desmoronamiento del mundo inventado por Tomás y su sustitución por el real. Hay varios momentos de tensión entre los presos, provocados por la mayor o menor habilidad de cada uno en su adaptación a la fantasía del alucinado, pero los momentos más dramáticos son el descubrimiento del cadáver por los carceleros y, sobre todo, la salida de Tulio hacia la ejecución. Hay otra acción que permanece escondida durante mucho tiempo y que solo aflora por medio de alusiones o indiscreciones: el plan concebido por Asel, que no se revela hasta el último cuadro. Se trata de la fuga del presidio a través de un túnel que se podría cavar a partir de algunas de las celdas de castigo situadas en los sótanos.
Estos dos ejes de acción se entrecruzan y se yuxtaponen, y es Asel el desencadenante de ambas. Así, por ejemplo, la ocultación de la muerte del Hombre es planeada por Asel con una doble intención: por una parte, se puede aumentar la dieta de Tomás, lo que influye mucho en su recuperación; y, por otra, se espera que como consecuencia de este hecho sean llevados a celdas de castigo desde donde puedan intentar la huida.
Estructura
Externa
La Fundación se presenta como una fábula en dos partes que plantea al espectador el eterno problema de la dicotomía realidad-ficción. El enfrentamiento entre la realidad y la ficción y la reducción paulatina de esta última en beneficio de la verdad, que cada vez va resplandeciendo con más elementos o “pruebas”, es la clave formal bajo la que se desarrolla este drama. A su vez, cada parte se subdivide en dos cuadros.
Interna
La Fundación se presenta como una fábula en dos partes que plantea al espectador el eterno problema de la dicotomía realidad-ficción. El enfrentamiento entre la realidad y la ficción y la reducción paulatina de esta última en beneficio de la verdad, que cada vez va resplandeciendo con más elementos o “pruebas”, es la clave formal bajo la que se desarrolla este drama. A su vez, cada parte se subdivide en dos cuadros.