El Teatro Español de Posguerra: Un Recorrido por sus Etapas y Representantes
Contexto Histórico y Desafíos Iniciales
Al finalizar la Guerra Civil Española, el teatro se enfrentó a tres grandes problemas. Primero, el agravamiento de los condicionantes comerciales del género teatral, la crisis económica y la censura, que impedía cualquier contenido político crítico en las obras. Segundo, se produjo un corte profundo con respecto al teatro anterior a la guerra, debido a la muerte de grandes maestros como Valle-Inclán, Unamuno y García Lorca, o al exilio de otros como Max Aub, Alejandro Casona y Rafael Alberti. Esta ruptura afectó especialmente a las tendencias más innovadoras, mientras que el teatro comercial continuó en su misma línea, al no suponer un peligro para el régimen. Por último, el cine se convirtió en el gran espectáculo de masas, desplazando al teatro en las preferencias del público.
El Teatro de la Inmediata Posguerra (1939-1955)
En el teatro de la inmediata posguerra, representado por figuras como Pemán y Agustín de Foxá (Baile en capitanía), encontramos tres tendencias principales:
- La comedia de salón o teatro burgués: Caracterizada por la defensa de valores tradicionales, una leve crítica a la burguesía y el seguimiento de las unidades aristotélicas.
- El teatro de intención humorística: Con raíces en la vanguardia, buscaba provocar la risa mediante situaciones, personajes, argumentos y lenguaje inverosímiles, casi absurdos. Sus máximos representantes fueron Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro), quien aportó una dimensión de crítica y desengaño existencial, y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa), que anticipó varios de los supuestos del teatro europeo del absurdo.
- El teatro existencialista: Un conjunto de obras que pretendían representar los conflictos existenciales del ser humano (soledad, incomunicación, falta de sentido vital, melancolía, fluir del tiempo, etc.), en paralelo a la poesía desarraigada de los años cuarenta.
Hacia la Denuncia Social: Teatro Posibilista y Radical
Dentro de la tendencia existencialista, se distinguen dos posturas que se acercan progresivamente a la denuncia social:
- Teatro posibilista: Representado por Antonio Buero Vallejo, iniciado en 1949 con Historia de una escalera y El tragaluz.
- Teatro radical: Cuyo mejor representante es Alfonso Sastre (Escuadras hacia la muerte y Muerte en el barrio).
El Teatro Social (1955-1965)
A partir de 1955, surge el teatro social en España, aunque ya había habido manifestaciones anteriores. Los temas principales de este período fueron la denuncia de la injusticia y la desigualdad social, y la alienación de los seres humanos en el nuevo orden social. Entre sus rasgos destacan:
- El realismo, que recupera elementos de las comedias de costumbres de Carlos Arniches (ambientación popular, lenguaje sencillo).
- El uso de técnicas esperpénticas que deforman la realidad: animalización de los seres humanos, cosificación de los personajes, degradación de los protagonistas, etc.
- El expresionismo y el simbolismo.
Además de Alfonso Sastre, destacan nombres como Carlos Muñiz (El grillo) y Lauro Olmo (La camisa).
El Teatro Renovador (1965-1975)
Desde 1965 hasta 1975, se observa un teatro renovador, con autores cansados de un teatro técnicamente sencillo que comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas y americanas que se venían desarrollando desde principios de siglo (teatro pobre, teatro de la crueldad, teatro del absurdo, Living Theatre, etc.). Se caracteriza por el empleo de recursos esperpénticos de deformación de la realidad y la relevancia de los recursos extraverbales: vestuario, iluminación, sonidos, escenografía, mímica. Se recupera la división tradicional entre un teatro de corte más comercial, como el de Antonio Gala (Anillos para una dama), y otro de carácter vanguardista y experimental, como el de Arrabal (El cementerio de automóviles), junto con el teatro independiente y algunos de sus directores, como Albert Boadella (Els Joglars).
El Teatro Post-1975 y la Institucionalización
Un fenómeno importante del teatro español posterior a 1975 ha sido la creación de instituciones teatrales dependientes de instancias oficiales, tanto del estado como de las comunidades autónomas o municipios. En 1978 se creó el Centro Dramático Nacional y, posteriormente, el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Autores Destacados de la Segunda Mitad del Siglo XX
Francisco Nieva es probablemente el más importante de los dramaturgos experimentales de la segunda mitad del siglo. Aunque escribe obras de teatro desde los años cincuenta, no las ve representadas de forma regular hasta después de la muerte de Franco. Su teatro transcurre por la senda de lo surrealista, lo onírico, lo fantástico y lo imaginativo. Algunas de sus obras son Te quiero, zorra y El baile de los ardientes. Otros autores de esta época son Sanchís Sinisterra (¡Ay, Carmela!), José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro) y Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano).