Trayectoria Poética y Vital: Evolución de la Poesía de Miguel Hernández
Miguel Hernández describe la naturaleza de la huerta oriolana, similar a como lo hacía Fray Luis de León. La naturaleza del primer Hernández es una perfecta obra divina, repleta de alusiones cristianas, pero también de elementos mitológicos paganos, tomados de las deslumbrantes obras de los escritores latinos Virgilio y Ovidio. Copia literalmente, memoriza e imita a los clásicos españoles y a las nuevas voces consolidadas. Leer los primeros balbuceos poéticos de Hernández supone repasar la historia literaria en castellano: los clásicos de los siglos XVI y XVII, la exquisitez de la poesía desnuda de Juan Ramón Jiménez o el sentimentalismo musical del modernista Rubén Darío, el decadentismo de la prosa de Gabriel Miró, con un registro regional similar al panocho. Pero Orihuela se le queda pequeña para lo que Miguel quiere hacer.
Primer Viaje a Madrid. Primer Poemario: Perito en Lunas
No obstante, le permite respirar los efluvios del homenaje que en 1927 se dedicó a Góngora, el gran poeta cordobés en quien se inspira para confeccionar su primer poemario publicado: Perito en lunas. Hernández pretende la perfección del artista y para ello combina el virtuosismo de la metáfora culterana (basada en la forma de la luna), como tradición culta, y el humor y el ingenio de las adivinanzas, como tradición popular, tras la estela de los aforismos. La forma lunar en sus cuatro fases es el fundamento que de manera arcana o surrealista sirve para relatar seres y objetos cotidianos y banales: toro, palmera, cohetes…
Tradición Religiosa Oriolana
A la impronta calderoniana añade una ambientación rural y una dimensión sociopolítica como explícito alegato anticomunista y anarquista en contra de las subversiones y de las huelgas de los jornaleros.
El Poeta Enamorado
Era la hora del amor (Josefina Manresa).
Residencia en Madrid
Se establece en Madrid con el deseo de estar cerca del hervidero artístico, busca trabajo y pide dinero a sus amigos. La temática es amorosa, se aventura en dos proyectos de poemario:
- Silbo vulnerado, inédito.
- Imagen de tu huella, inconcluso.
En primer lugar, las lecturas de San Juan de la Cruz son clave erótica y las de Garcilaso determinan los sonetos pastoriles de su proyecto (Silbo vulnerado). Su primer éxito son los poemas y sonetos pastoriles de El rayo que no cesa, con los que marca un hito en la lírica española.
La Crisis Personal: La Poesía Impura
Un año antes de la Guerra Civil, ya había experimentado un cambio de sentido en su actitud cívico-social: es la fecha clave de una gran crisis ideológica y estética. Los nuevos amigos de Madrid contrastan con sus guías oriolanos. Es el impacto de sus vivencias y de sus conversaciones sobre los ecos de la Revolución de Octubre. Abandona su credo religioso y se abraza a la defensa de los más débiles, del proletariado, de las desprotegidas mujeres… A los oprimidos se dirige ahora en expresión más clara: desaparece la retórica hueca, exhibe un tono reivindicativo que forjaría el espíritu hernandiano más progresista. Abandona el metro clásico de octavas y se entrega al versolibrismo, y arremete contra el hermetismo de los que son difícilmente comprensibles por el pueblo llano. Es el ciclo existencialista. La nueva poesía impura: la poesía manchada y herida por el compromiso reivindicativo de la espinosa realidad; publica su poema “Vecino de la muerte”. Sijé la lamenta furiosamente por su nerudismo. La ruptura con Sijé está servida. Inesperadamente, ya acabado El rayo que no cesa, recibe Hernández la noticia de la muerte de Sijé. Le da tiempo a incluir en el poemario la famosa elegía a su amigo, culmen de su producción lírica: “Yo quiero ser llorando el hortelano / de la tierra que ocupas”.
Teatro Comprometido: Las Tragedias de Patrono
Dos dramas rurales de compromiso social en favor del trabajador de la tierra: Los hijos de la piedra y El labrador de más aire. Son dos tragedias de patrono en homenaje a Lope de Vega y a sus comedias de comendador, interpretadas por Hernández como teatro social y revolucionario de su época.
Nuevos Amores: Nuevo Concepto
En todos los poemas amorosos del libro impera el sentimiento de amante frustrado: la pena hernandiana. El tema de El rayo que no cesa gira en torno a la insatisfacción profunda de la inaccesibilidad de la amada, esto es, la queja del enamorado, no por no ser correspondido, sino por no poder gozar carnalmente de su amor. Frente al poeta se yerguen esquivas, por motivos muy diversos y en tiempos sucesivos, tres musas: una novia (Josefina Manresa) que, fiel a las normas de una sociedad reprimida en Orihuela, lo rechaza en sus querencias carnales; una mujer que no lo ningunea (Maruja Mallo); un amor platónico no correspondido (María Cegarra).
El Poeta Soldado
Tras el golpe de Estado del general Franco contra la Segunda República, Hernández consolida su postura social y la convierte en política, se afilia al Partido Comunista y se alista como voluntario en el Quinto Regimiento del bando republicano. Pasa de ser el pastor-poeta, casi anónimo, a ser considerado el poeta del pueblo, aclamado. Su poesía se hace bélica, pero combina lo épico con lo lírico, para concienciar y exaltar lo postergado popular. Viento del pueblo es una de las más altas cumbres del arte de España en guerra. Muchos de los poemas de Hernández fueron cantados por los soldados por toda España. Contraen matrimonio civil en Orihuela, pero han de marchar de inmediato al frente de Jaén, donde ha sido destinado Miguel. Se hace social y de hondo calado humano. La preocupación por el trabajo, la explotación del salario, la pobreza… construyen uno de los pilares más solidarios de la construcción hernandiana. Su poesía ahora es una síntesis del dolor compartido y de denuncia contra la injusticia capitalista, en defensa de las clases explotadas. Junto a la poesía épica social, cuando Josefina comunica a Miguel que está embarazada, el poeta hace prevalecer las exclamaciones líricas del amor entre balas y cañones (Canción del esposo soldado).
El Hombre Acecha
A la vena optimista de Viento del pueblo, prosigue un año después, El hombre acecha, dedicado a Pablo Neruda. Ya la derrota republicana es inminente: estos poemas constituyen un grito desgarrador entre muertos, heridos…
Hernández se ha consolidado como el poeta de la revolución. El hombre es una amenaza para el hombre, se ha animalizado, el poeta siente miedo de todos, hasta de sí mismo. Hernández se sobrecoge. Llega a ser tal el pánico entre los hombres, que la naturaleza se encoge, desaparece y solo permanece el terror de la guerra. La guerra y el hambre han generado el odio, sobra el paisaje. Frente a las cárceles se desvanece el hombre. Mas el poeta cierra este libro con una petición de esperanza, es la magnífica.
Poeta Mártir
A los diez meses, muere su primer hijo. Miguel ha iniciado su última etapa vital y poética con el proyecto de Cancionero y romancero de ausencias. El 4 de enero de 1939 nace su segundo hijo (Manuel Miguel). Finalizada la guerra, Hernández sale de Madrid hacia Orihuela y parte a Andalucía, ya que peligra su libertad. Las presiones políticas impidieron el asilo. Desolado y cansado, opta por el exilio a pie. En Moura es apresado y entregado a la policía por el dictador Salazar. De aquí fue llevado a las prisiones de Huelva. En la cárcel de Torrijos recibe una carta de su mujer desde Cox en la que comunica que no puede amamantar a su hijo porque ella solo come pan y cebolla, y por ese motivo escribe las conocidas Nanas de la cebolla. Fue puesto en libertad cuatro meses después y, confiado, fue a Orihuela, pero de inmediato es detenido y desde entonces visita trece cárceles hasta su muerte a los 31 años. Es condenado a la pena de muerte como autor del delito de adhesión a la rebelión militar. Llega al Reformatorio de Adultos de Alicante, este lugar es su última estación.
Cancionero y Romancero de Ausencias
Con todo el lastre de su enfermedad y de la penuria vital de las prisiones, desde los últimos meses de la contienda, Hernández fue confeccionando una especie de diario poético íntimo de breves canciones y romances: Cancionero y romancero de ausencias. Se trata de una espléndida poesía de hondo sentimiento, de densidad simbólica y de autorreferencias a su obra anterior y de resonancias neopopulares. En este libro nonato se recogen temas en torno al amor y a las adversidades que lo hostigan. Hernández no termina de entender su situación.
Los últimos poemas son memorizados y escritos en soportes de cualquier tipo, llega incluso a escribir en trozos de papel higiénico. Las carencias son máximas, su estado de salud empeora de manera galopante. Los poemas eran sacados de la cárcel por su esposa. Enfermo, es presionado para contraer matrimonio, pero Miguel no tolera la indignidad en su persona y no acepta. Se ve obligado a recurrir a otro método de redención. El 28 de marzo de 1942 muere.