Poesía Española de Posguerra: Evolución, Autores y Obras Clave

La Poesía de Posguerra

Introducción

Al poeta se le da una mayor consideración. Se desbordan las etapas y tendencias.

Miguel Hernández: Figura Crucial (1910-1942)

Su vida y su obra están truncadas por las secuelas de la guerra. Se le suele incluir como epígono en la Generación del 27 y, por edad, se le incluye en la Generación del 36 (la de Rosales, Celaya, etc.). Es un poeta excepcional que sabe conjugar la fuerza de la inspiración con el arte más riguroso y el arranque popular con las técnicas más sabias.

Sus poemarios más importantes son:

  • Perito en lunas (1934)
  • El rayo que no cesa (1936)
  • Viento del pueblo (1937)
  • Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)

Poesía del Exilio

Destacan dos grupos:

  • Poetas de la Generación del 14, como León Felipe y Juan Ramón Jiménez.
  • Poetas del Grupo del 27: Muerto Lorca, menos tres (Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego), los restantes se exilian: Rafael Alberti, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados.

Su temática se centra en la patria perdida y la nostalgia del exilio, las preocupaciones humanas y la realidad de las tierras que los acogieron. Al segundo grupo se unieron Gil Albert, Quiroga Pla, Juan Rejano, Serrano Plaja y Herrera Petere.

La Poesía en España tras la Guerra

Se inicia un proceso de rehumanización, en el que destaca la preocupación por el hombre. Destacan las siguientes etapas:

Los Primeros Años de la Posguerra (Años 40 y Principios de los 50)

En esta etapa nos encontramos a poetas coetáneos de Miguel Hernández, nacidos alrededor de 1910, que se les suele agrupar bajo el rótulo de Generación del 36. Esta poesía suele dividirse, siguiendo a Dámaso Alonso, en:

Poesía Arraigada

Es decir, la de aquellos autores que se expresan «con una luminosa y reglada creencia en la organización de la realidad». En su centro hallaríamos a un grupo de poetas que se autodenomina «juventud creadora», que se agrupan en torno a la revista Garcilaso, fundada en 1943; de ahí que se les denomine garcilasistas. En puras formas clásicas, encierran una visión del mundo coherente, ordenada y serena. Uno de los temas dominantes es el firme sentimiento religioso, junto a temas tradicionales (el paisaje, la belleza del mundo, el amor…).

Poetas: Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo, Rafael Morales.

Obras: La casa encendida, La estancia vacía, Tiempo de dolor, Sonetos a la piedra, Poesía en armas.

Poesía Desarraigada

La poesía desarraigada quedaría en el polo opuesto a la anterior, ya que para estos poetas el mundo sería «un caos y una angustia». A esta desazón poética respondió el libro Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso. También una revista acoge a los poetas de esta tendencia, Espadaña, fundada en 1944 en León por Victoriano Crémer (Caminos de mi sangre) y Eugenio de Nora. Es una poesía arrebatada, de agrio tono trágico, una poesía desazonada que se enfrenta con un mundo deshecho y caótico, invadido por el sufrimiento y la angustia.

Poetas: Ramón de Garciasol, José Luis Hidalgo, Carlos Bousoño, Vicente Gaos, Leopoldo de Luis, Gabriel Celaya (Tranquilamente hablando) y Blas de Otero (Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia).

Otras Tendencias

c.1.- Postismo (abreviatura de Postsurrealismo), fundado en 1945 por Carlos Edmundo de Ory, Eduardo Chicharro y otros. Enlaza con la poesía de vanguardia: pretende ser un «surrealismo ibérico», que reivindica la libertad expresiva, la imaginación, lo lúdico… Rechaza la angustia existencial y, frente a la inmediata poesía social, se presentará como una rebeldía subjetiva antiburguesa. Otros poetas unidos al postismo son Ángel Crespo, J. E. Cirlot y Gabino Alejandro Carriedo.

c.2.- El grupo Cántico de Córdoba, promovido por Ricardo Molina, Pedro García Baena y Juan Bernier. Pretendió romper con el clasicismo garcilasista y enlazar con la Generación del 27. Realizaron un esfuerzo por relacionarse con la vertiente simbolista y trataron de retornar a la «poesía pura» de los años veinte.

c.3.- José Hierro empieza a darse a conocer en la década de los cuarenta. Poeta inclasificable, sus primeros poemarios ofrecen una intensa sensación de pérdida y la percepción de los terribles efectos del tiempo, momentos de hondas angustias existenciales que se mezclan con momentos de serena aceptación de la vida.

Obras: Tierra sin nosotros y Quinta del 42.

Poesía Social (Década de los 50)

Hacia 1955 se consolida -en todos los géneros- el llamado «realismo social». De esta fecha son dos libros de poemas que marcaron un hito: Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya. La poesía social denuncia las injusticias, al sentirse el poeta un obrero del verso, que ha de crear una conciencia social. En cuanto a la temática, no habla de sus sensaciones individuales, sino que hay una perspectiva colectiva, ya que su máxima preocupación es el tema de España. En cuanto al estilo, adoptan un estilo premeditadamente coloquial con un lenguaje muy claro, porque se dirigen a la mayoría.

La Nueva Poética (Los Años 60)

Desde finales de los 50, tuvieron lugar muchos cambios importantes en el clima social y político del país. España se abrió mucho a las corrientes europeas y mundiales. El desarrollo económico y el turismo favorecieron la entrada de modas culturales extranjeras, especialmente en el cine y la música. Surge una nueva generación poética, la Generación del 50. El núcleo de la promoción es la «Escuela de Barcelona», integrada por Carlos Barral (Usuras y figuraciones), Jaime Gil de Biedma (Compañeros de viaje), José Agustín Goytisolo (El retorno). Paralelamente en Madrid discurre la trayectoria de poetas como Ángel González (Áspero mundo), José Ángel Valente (Punto cero), José Manuel Caballero Bonald (Las adivinaciones), Francisco Brines (Las brasas), Claudio Rodríguez (Don de la ebriedad). Los une el rechazo del realismo social al uso. Les interesa más el plano subjetivo, la preocupación por el hombre, lo cotidiano, lo que les lleva a un cierto escepticismo dolorido, y la conciencia de aislamiento, de soledad. En cuanto al estilo, se rechaza por igual el patetismo de la poesía desarraigada y el habitual prosaísmo de tantos poetas sociales. Hay en ellos una búsqueda del lenguaje personal.

Los «Novísimos»

En 1970 se publica una antología de amplia repercusión, titulada Nueve novísimos poetas españoles. En ella el crítico José María Castellet reúne a los siguientes autores nacidos entre 1939 y 1948: Manuel Vázquez Montalbán, Martínez Sarrión, J. Mª Álvarez, Félix de Azúa, Pere Gimferrer (Arde el mar), Vicente Molina-Foix, Guillermo Carnero, Ana María Moix y Leopoldo María Panero (Poemas del manicomio de Mondragón). Son los llamados poetas de la Generación del 68. Su temática se centra en lo «personal», junto con lo público, con tonos graves y frívolos, centrados en la renovación del lenguaje poético.

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